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• AU •
Capitulo desligado de la línea temporal de la serie original tanto como de sus acontecimientos.

Jugó con su auricular entre sus dedos, poniendo atención a el ruido a su alrededor. Juraba haber escuchado su nombre, pero con la música al tope no estaba del todo seguro, por lo que quiso confirmar.
Un golpecito en la ventana le hizo voltear a sus espaldas, ¿sería su imaginación?. Ahora pudo ver como algo impactaba en el cristal, algo muy pequeño, quizás una pequeña piedrecilla de grava.

Se asustó un poco, pero dejó de lado sus audífonos para levantarse y acercarse a el marco del ventanal; ahí pudo apreciar un bulto negro removerse entre los arbustos que habían en su jardín. Trató de acoplar sus ojos a la oscuridad de la noche, hasta que claramente pudo escuchar unos débiles murmullos.

— ¡Horacio! — Su voz salía menos grave de lo normal por el esfuerzo de no gritar, colocando sus manos al rededor de su boca como si aquello pudiera ayudar a que le escuchase.

El chico le miró perplejo, abriendo de par en par el ventanal para poder sacarse de dudas — ¿G-Gustabo? —

Pudo ver resplandecer una sonrisa allá abajo, e iluminado levemente por la luz natural de la luna, también el cómo le hacía señales para que saliera.

— No puedo, ya es tarde y no creo que me den permiso — Se excusó con pena, pues nada le haría más feliz que ir a pasar el rato con su novio.

— Pues escápate — Contestó con simpleza, extendiendo sus brazos. Horacio le analisó unos segundos, ¿planeaba que hiciera lo que había pensado? — Anda ven, que si me empiezan a buscar tu casa va a ser el primer lugar a donde lleguen veinte patrullas —

— ¿No querrás que yo...? —

— ¡Que yo te atrapo hombre! —

Sintió como sus mejillas se acaloraban a pesar del frío que golpeaba a su altura. El ventanal no estaba tan alto pero aun así no quería dañar al rubio, además de que le daba cierta vergüenza que le llegara a cargar.

— Te voy a lastimar tío, mejor ven mañana y- —

— ¡Confía en mí!, de aquí no me voy sin ti —

Dudó, pero una tonta sonrisa le ganó; ese tipo era un terco y un insensato, pero aún así le hacía querer comerle a besos por cosas como estas.

— ...Vale — Le miró festejar, por lo que soltó una risita — Pero dame un segundo —

Después de recibir un asentimiento, fue a apagar su ordenador y a guardar las libretas qué tenía en el escritorio en donde se encontraba haciendo tarea. Tomó su mochila y guardó lo que creía era necesario para una salida de un par de horas. Antes de volver al ventanal, puso seguro a la puerta y apagó las luces.

— ¡Gus! — Le llamó, y cuando tuvo su atención le lanzó la mochila. Una vez asegurada, se sentó en el marco de la ventana — Joder, más te vale atraparme o mis padres me van a dar hasta para compartir contigo —

— Pues me lo como, pero tira antes de llegar a eso —

Sonrieron con complicidad. Sus manos sudaron sobre la superficie en la que se sostenía por la adrenalina, y es que desde que conoció a Gustabo cosas como estas empezaban a hacerse más recurrentes, aún más después de hacerse novios, pero de todas formas se sentía como si estuviera en medio del mayor crimen de la historia.
Y para un adolescente cosas como estas eran una rebeldía enorme, motivo para ponerse ansioso.

Posó un pie en la pared, usándolo como un soporte en lo que el mayor se fijaba en el suelo, listo y con los brazos abiertos para recibirle.
El tiempo se detuvo en cuanto se dejó caer, impulsandose un poco para poder resistir mejor el impacto; Gustabo apenas lo sintió lo suficientemente cerca, lo sostuvo rodeado su cintura y hombros, posando una mano en su cabeza para protegerle. La fuerza del impacto obviamente fue alta, haciéndoles tambalear en medio de aquel "abrazo", cayendo hacía atrás.

— ¡Coño!- — Apretó los labios, esperando que nadie le hubiera escuchado maldecir. Palpó el cuerpo contrario, buscando su mirada ahora en la pequeña capa de oscuridad que tenían sobre ellos — ¿Estás bien? —

— Eso debería de preguntarte a ti — Se rió Horacio, acomodando sus piernas a los costados de Gustabo, quien por la caída había quedado sentado de lleno en el césped, dejando al castaño arriba y a horcajadas de su novio.

Le ayudó a ponerse de pie, sin notar los nervios de el de ojos azules por la cercanía. Recogió su mochila y le cuestionó con la mirada sobre qué tenía planeado para su "organizada" fuga, recibiendo señales raras con las manos, emprendiendo una caminata sigilosa la cual siguió imitandole. Se brincaron una valla y entre unos arbustos Horacio visualizó un resplandor metálico  entre la maleza; era una motocicleta escondida. Arqueó las cejas, no sabía que Gustabo conducía.

— Toma — Le fue lanzado un casco, uno muy bonito y colorido; no supo si fue escogido con intención, pero pensarlo así le emocionaba un poco. Se lo colocó, y el rubio al terminar de hacer lo mismo con el suyo le apuntó la parte trasera de la moto — Sube guapo, vamos a dar una vuelta — Sonrió, de una forma que el más alto encontró encantadora.

Nunca se había montado a un vehículo de dos ruedas, por lo que apenas estar arriba se aferró a la cintura de su novio, nervioso. Escuchó una risita ante el gesto, y cuando el motor empezó a vibrar entrelazó sus manos sobre él abdomen del contrario, sintiéndose seguro para soportar el viaje que esperaba fuera agitado en un cien por ciento.

— ¡¿Entonces no hay cita romántica ni pollas, verdad?! —

— ¡Tu puta madre Horacio, cállate! —

Podía sentir que con cada curva la posibilidad de estrellarse era más grande, pero no podía parar si una insistente patrulla les pisaban los talones, así que el único camino para elegir era huir y rezar para que no los atraparan ni a él ni al chico que le iba a arrancar la piel como siguiera encajando las uñas como un gato en sus costados.

La carretera empezó a hacerse más pequeña, imposibilitando que el auto les adelantara en la persecución. Su teléfono vibró, pero con tal velocidad y un riesgo tan alto pensó en algo mejor.

— ¡Coje mi teléfono, y si es el viejo le cuelgas! — Unos segundos pasaron sin recibir respuesta, hasta que sintió una mano temblorosa palpar los bolsillos en sus piernas, tensandose cuando ésta se desviaba descuidadamente.

No pudo mirar muy bien el nombre en la pantalla por el casco, pero pudo contestar y poner el altavoz, cosa de la que se arrepintió cuando reconoció aquella profunda voz.

— ¡¿Puedo saber que hacen dos putos críos a las doce de la madrugada a ciento ochenta a tomar por culo del mapa?! — Horacio quiso alejar el teléfono, había sentido aquellos gritos hasta dentro de la cabeza.

— ¡Comernos el morro!, ¡¿a ti qué te importa?! —

— Hostia puta... — Murmuró el castaño, sin saber cómo podía sentir vergüenza en un momento tan tenso.

— ¿Y tú como sabes donde estamos? –

— Mira quien conduce la patrulla ahí atrás, capullo —

El menor volteó con algo de dificultad, apenas pudiendo observar a un tipo de expresión imperturbable, notando como sus ojos no se apartaban de su objetivo: obviamente ellos; pero no pudo evitar sentirse intimidado por tan fríos pares.

— Tiene la cabeza pequeñísima ese tío — Le dijo a el rubio, quien retuvo una risa por la observación de su novio.

— Madre mía, puto Volkof de mierda — Sonrió con fastidio. Solo eso faltaba, que estuviera ahí el perro fiel del superintendente.

— Volkov — Le corrigió — Y más te vale parar o le ordeno que acabe con esta gilipolles ya mismo —

— G-Gustabo, creo que deberías hacerle caso — Horacio deslizó su mano libre, subiendo a el inicio del costillar del mayor en una pequeña caricia para comunicarle la sinceridad de su petición.

Le miró de reojo, y apretó la mandíbula con impotencia. Entonces escuchó una clase de sonido gutular proveniente de su teléfono — Ajá, hasta tu "amiguito" sabe qué es lo mejor. Subanse a la patrulla que los van a traer a comisaría, y no quiero más tonterías —

El teléfono le fue arrebatado, asustandolo un poco por la brusquedad de su acción, pero no dijo nada. Gustabo colgó e inmediatamente empezó a frenar, hasta que la motocicleta quedó totalmente parada a un costado de la carretera.
El albino que les seguía les imitó, saliendo de el vehículo y caminando con firmeza se acercó a ambos jóvenes.

— Gustabo — Le llamó, con la voz más seria que Horacio había escuchado en alguien que se veía tan joven — Se me ordenó llevarle junto a...su acompañante a comisaría. No haga más difíciles las cosas y baje de la moto —

El castaño aunque no le hablara directamente obedeció, esperando a que el rubio hiciera lo mismo. Las llaves le fueron lanzadas en el rostro a el policía, y la mano de Horacio se encontró aprisionada con fuerza para ir a sentarse en la parte trasera de la patrulla. Miró a su novio cubrirse los labios para no reír, cosa que le hizo feliz pues pensó que seguía enojado.
Ya dentro pudo ver a el comisario hacer una llamada, mirando de reojo y con claro enfado a su novio mientras se frotaba el puente de la nariz.

El camino fue silencioso, con una calma casi sepulcral, pero ninguno de los más jóvenes se incomodó, al contrario, era agradable con solo estar juntos, con sus manos entrelazadas antes la curiosa mirada del conductor.

— ¡Gustabin! — Fue saludado apenas entrar por la puerta principal; el menor vio a su novio responder de buen humor y con una sonrisa desvergonzada a algunos agentes mientras eran escoltados a alguna parte de comisaría.

El comisario le indicó sentarse en unas sillas qué se encontraban en el pasillo — Usted espere al superintendente en su despacho; no debe de tardar en llegar —

Fue totalmente ignorando, pues el hijo de su jefe se acercó a el chico que ya se había acomodado en donde le dejó, sin poder escuchar lo que murmuraban.

— Tranquilo, yo me encargo de que no le hablen a tus padres y todo eso, no me tardo nada, ¿vale? — Decía en voz baja, sin quitar el tono casi empalagoso en sus palabras.

Los ojitos de Horacio brillaron — No importa, ya me regañan siempre, me preocupas tú —

Las manos del rubio acunaron el bello rostro de el menor, apreciandolo un segundo antes de hablar.

— ¿Qué va a hacer el anciano?, menos siendo yo; ya veras que salgo en diez minutos. Tú esperame aquí que ya vuelvo — Besó su mejilla rápidamente, pero tan pronto como se separó escuchó un fuerte carraspeo detrás suyo.

— Un respeto — Pidió aquel hombre estoico y de lentes oscuros claramente molesto, entrando a su despacho sin mediar más palabra.

Las mejillas de Horacio se colorearon levemente, recibiendo más besitos cariñosos en ellas antes de quedarse sólo, con aquel comisario que miró toda esa escena quizás igual de avergonzado que él.

— Madre mía — Atinó a decir el ruso, siendo ignorado a propósito.

Horacio esperaba que fueran diez minutos como le prometieron o juraba salir a tomar aire antes de pasar más tiempo ahí.

Hi~

Me dio un pequeño bloqueo a mitad de capitulo, así que lamento si hay mucho OCC;;;

No es el mejor resultado pero creo en la supremacía de los AU's con personajes en sus versiones adolescente, y planeo seguir con más aventuras como estas.

También pensaba en la posibilidad de abrir pedidos pero no creo que se me de muy bien, pero no rechazo la idea.
Me gustaría una opinión /cry

Eso es todo por hoy, nos vemos la próxima semana♡

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