14┊✎²
• AU •
Capitulo desligado de la línea temporal de la serie original tanto como de sus acontecimientos.
- Horacio Pérez Laurent, ¿verdad? - El castaño asintió nervioso - ¿Si sabe que lo que ha hecho puede manchar su historial?, es un alumno bien portado, no entiendo como pudo haberse involucrado en este asunto -
El resonar de la voz de la adulta le hizo jugar con sus dedos, sin poder formular excusa alguna. Resopló con cansancio, parándose de su enorme silla y yendo a buscar una carpeta entre los cajones de su escritorio. Una bola de angustia se formó en su estómago, cerrando los ojos pues estaba seguro de que iba a llorar si seguía ahí un segundo más.
La mayor se sentó nuevamente, golpeado la superficie de madera con sus dedos, concentrada en lo que había leído en el archivo de aquel alumno. Miró un segundo al chico, quien sin querer tenía una expresión tan dolida que su corazón se achicó dentro de su pecho.
- Hagamos algo, Horacio - Esperó a tener su atención, haciendo contacto visual mientras dejaba la carpeta a un lado - A el otro joven, Emilio, lo han suspendido unos cuantos días por haber planeado este incidente. Pero por como me comentaron, tú no fuiste muy participe; hasta uno de tus compañeros abogó por ti cuando os encontraron -
Horacio abrió los ojos con sorpresa, sin esperar aquello, ¿habría sido Gustabo?, pensaba hasta en Pablito que no había estado de acuerdo en el "plan" desde el principio. La castaña cruzó sus finas manos por encima de la carpeta, curvando sus labios en una pequeñísima sonrisa.
- Él está a nada de quedar fuera de la institución, pero no puedo dejar que alguien que no hizo nada tenga el mismo castigo - Sacó una pluma roja de la elegante bolsa a su costado, alcanzando una libreta y empezando a escribir - En vez de suspenderte, te voy a anotar en detención para esta tarde, y no llamaremos a tus padres. Acabando tus clases vas a el último salón de la segunda planta; el docente encargado va a tomar tu asistencia, yo le avisaré de lo que ocurrió, y lo único que tienes que hacer es quedarte ahí un par de horas reflexionando mejor sobre tus compañías, ¿vale? -
Abrió la boca para responder, pero nada salió de ella. ¿No era esa mujer demasiado amable con él?, pero aún con esto sus ojitos brillaron, casi llorosos, y a la vez desbordando gratitud. Asintió complacida por su inocente reacción, sacando una pequeña tarjeta y escribiendo con una pulcra y fina letra en ella.
- Toma, le das esto a tu profesor como justificante. Puedes retirarte - Le extendió dicha tarjeta, en la que se redactaba de forma clara y concisa la razón de su falta. La tomó con cuidado, admirando un segundo las blancas y casi tersas manos de la mayor; ojalá él tuviera manos tan bonitas.
- P-Permiso - Habló por fin, todavía con pena e intimidado por lo imponente de la subdirectora.
- Propio - Despidió, volviendo a su trabajo.
Cuando por fin salió de la oficina se recargó en la puerta después de cerrarla, llevando una mano a su pecho, recuperando la calma.
- ¡Horacio! - Le llamó una voz agitada, casi dramática, que conocía como si fuera suya - ¿Te van a suspender también? -
- Ahm, yo... - Iba a contarle todo lo que había pasado ahí adentro, pero fue cuando vio a más de sus compañeros detrás de Gustabo que no pudo formular palabra alguna. Manolo se asomó por encima de su hombro, viendo el papel que tenía entre manos, las cuales temblaban levemente.
Fue aún peor cuando vio venir a el causante de todo aquello hacia ellos, con su mochila en hombros y una expresión que no mostraba más que una enorme molestia.
- De seguro fuiste a llorarle a la dire, ¿verdad, pinche puto? -
- Cálmate Emilio, Horacio ni quería hacer esto - Se interpuso entre ellos Segismundo, tratando de evitar a toda costa una pelea en un lugar tan peligroso.
- ¡Que putas me voy a calmar!, si no fuera un maldito blando nadie nos hubiera atrapado - Apuntó amenazante; Horacio retrocedió un par de pasos, asustado por sus gritos - "No quiero", "como nos vean nos dejan caer una buena", ¡no dejas de llorar, osito de mierda, como chingados-! -
- ¡Pero cállate ya, pesao'! - Intervino Gustabo, ya cansado de quedarse al margen.
- ¿...Ahora lo defiendes? - Sonrió sin ganas, inclinándose para retarle a los ojos - Sigo sin entender como tremendo hijo de puta se junta con...este. Chinguen todos a su madre, bola de maricones - Pasó por enmedio, golpeando intencionalmente el hombro de Horacio, y como extra, un costado de Segismundo que aún con miedo se quedó en frente de el castaño para defenderlo.
- ¿Estás bien? - Le preguntó, notando lo cabizbajo que se le veía.
- Muy borde el tío, un poquito de autocontrol no le vendría mal - Murmuró Manolo desde su lugar, cruzando los brazos con indignación ante lo que acababa de ver.
- Horacio, ¿qué mierda hacías con Emilio?, ¿no te dije que no te juntaras con él? - Gustabo le tomó de los hombros cuando vio que no respondía a nadie, y lo agitó levemente, queriendo dejar de ver esa mirada tan lastimera en sus preciosos ojos.
- ...A ti te gusta mucho estar con él - Dijo en un hilo de voz, apartando su agarre de un manotazo, y dándose la vuelta para irse a cualquier parte lejos de ahí.
Gustabo estiró su mano para alcanzarle, pero no pudo moverse ante sus palabras.
- Madre mía, ¡Horacio! - Le llamó Segis nuevamente. Le dedicó una mirada angustiada a Gustabo, Manolo y a Pablo, y fue a acompañar a Horacio para no dejarlo sólo.
El menor de los Escobilla suspiró con pesar, avergonzado de la actitud de su hermano. Manolo miró a el más bajo, extrañado por lo afectado que se veía por lo que había escuchado.
- Al menos no se va suspendido - Mencionó, tratando de sacarle algo bueno a aquello.
- ¿Cómo? -
- El papel ese que traía. Decía algo de detención a las tres de la tarde -
Gustabo le miró un segundo, y su cabeza empezó a trabajar a mil por hora. Detención, un salón con tres pringaos y un señor barbon que cada que podía se iba a caminar por ahí sin importarle una mierda lo que pasaba con los alumnos. Lo sabía porque ya había estado ahí más de cinco veces en lo que llevaban del año.
"Pueden ser seis" Se dijo a sí mismo.
- Hostia lo que se me acaba de ocurrir - Les dijo, más animado.
- ¿Ir a hablarle? -
- Casi. ¿Quién tiene un mechero? -
- ¿García? -
- Acá - Levantó la mano sin muchas ganas, inclinado en su silla.
Horacio volteó con horror, haciendo que el rubio tuviera que cubrirse la boca para no partirse de risa ahí mismo.
Que estuviera ahí para hablar seriamente no significaba que no podía divertirse un poco.
- ¿Fue bonito prenderle fuego a las cortinas de el laboratorio y activar los rociadores, Gustabo? - Preguntó el profesor, sin apartar la vista de su block de notas.
- Pudo ser mejor -
- Para su padre va a ser más que suficiente - Exhaló y tachó el nombre del chico como si ya le fuera costumbre - ¿... Pérez Laurent? - Levantó la cabeza, y cuando el nombrado levantó con pena la mano le puso total atención - ¿Es nuevo?, nunca le había visto acá - Nada, ni una respuesta, solo unas orejas coloradas con intensidad, lo cual le causó gracia - Laurent, Laurent...Creo que escuché de usted -
Asintió, aún si no era necesario. Con aquello el hombre dejó de hacer más preguntas y siguió pasando lista.
Después de unos minutos de tranquilidad, se levantó de su escritorio con la excusa de ir a por un café, dejando claro que no quería a nadie de pie ni fuera del salón.
Tan pronto el de barba se alejó lo suficiente como para no escuchar sus pasos, los pocos alumnos que estaban ahí se levantaron a hacer cualquier otra cosa que quedarse en su lugar, lo único que les pedían hacer durante su castigo.
Las manos del castaño empezaron a sudar, escondiendolas debajo de su pupitre para que nadie notara su pequeño pánico. Gustabo se levantó, entre nervioso y apenado, y se paró enfrente del más joven.
- Hey - Saludó de forma casual.
- Hm - Asintió como respuesta, negándose a hablar con él por vergüenza y el pequeño resentimiento que tenía.
- Esto..., quería conversar contigo, ¿sabes?, hablar de, pues, eso -
- ...¿Qué hay que hablar? -
Casi da un saltito en su lugar, feliz de por fin escuchar su voz - Mira, Horacio, lo que pasó no debería de afectarte. Emilio es un soplapollas, casi te obligó a hacer esa tontería, y tú te dejas influenciar muy fácil, ¡no tienes culpa alguna en todo esto! -
- Yo quería, Gus. Pensé que... - Le miró de reojo, sintiendo un extraño calor en la nuca - Pensé que si yo también podía, no querrías juntarte más con...él -
- Horacio... -
Sus ojos se encontraron, ahora conectando miradas. Gustabo de repente entendió todo ese embrollo que no pudo detener.
La actitud impulsiva de su amigo se debía a algo tan sencillo, algo que a pesar de serlo no pudo ver y de seguro le había estado dañando desde siempre. Se sentó en la silla libre que tenía enfrente, queriendo estar cara a cara.
- Te juro por lo más preciado que tengo, que no hay nadie con quien más me divierta que contigo - Aclaró, ganándose toda la atención del menor - Y si me junto con él, o con cualquier otro, es porque hay cosas que no quiero que hagas tú solo por seguirme la corriente. Si algo llegara a pasarte, créeme que yo cojo y parto medio mundo -
Estrelló su mano en el pupitre con exageración, sacándole una risa a Horacio, una que fue como escuchar la melodía más hermosa del universo.
Dejó de esconder sus manos, deslizando una para tocar la contraria con cariño, un tacto que fue correspondido con el mismo sentimiento.
- Gracias, Gus -
- No me agradezcas. Eres el único ser humano que quiero tener siempre conmigo, siempre juntos -
- Siempre juntos, Gustabo - Sonrió tiernamente, feliz por todo lo que decía el rubio.
Pasaron las horas del castigo entre las charlas ridículas y burlas que soltaban estando juntos, tratando de olvidar lo ocurrido y solo centrándose en que parecía que estaban más unidos que nunca.
Cuando por fin les dieron salida, Gustabo le tomó de la muñeca, como solía acostumbrar desde que se conocieron, y le arrastró a un auto negro que Horacio apenas pudo reconocer cuando ya estaban subiéndose atrás.
- Papuuu -
- Buenas tardes - Saludó con más educación el más alto.
- Muy buenas, Horacio, Gustabin - Devolvió el gesto, con una voz que haría a cualquiera dudar de su supervivencia en los próximos minutos - Me han contado de sus magníficas hazañas el día de hoy -
- ¿Si?, hostia, yo quería hacerlo primero - Comentó despreocupado el rubio, recargandose en su asiento, y sin percatarse de que seguía tomando la muñeca de el moreno.
Conway si que se dio cuenta, pero prefirió no decir nada, siguiendo con su gran charla - Me imagino. También imagino que sabes lo que te voy a hacer cuando lleguemos a casa, ¿a qué si, Gustabo? -
- Nah, ni idea. Yo voy a jugar con Horacio en mi cuarto -
- Gus, tengo que pedir permiso primero... -
- Ya, ya; yo les hablo desde casa -
- Ni jugar ni hostias, quedas castigado. A tu amiguito lo vamos a dejar en su casa y me voy a encargar de que tengas tanto quehacer que ni la manita le vas a poder volver a coger, puto anormal - Gustabo entonces apartó su mano de la de Horacio, avergonzado.
- ¿Al menos podemos pasar al centro comercial?, quiero comprar un esmalte nuevo - Pidió Horacio, ignorando la molestia de el padre de su amigo como le había enseñado a hacerlo.
- No -
- ¿Y a comprar hamburguesas?, ya son casi las cuatro -
Miró su reloj un segundo - ...Ya veremos -
Ambos festejaron en silencio. Si Conway cumplía su palabra sobre el castigo de Gustabo, entonces lo más lógico era aprovechar el tiempo que les quedaba.
Mientras ambos comenzaron nuevamente a hablar entre ellos de forma ruidosa, el de lentes oscuros se recargó sobre el volante; esto ya era muy serio, tenía que hablar si o si sobre lo que ocurría con su hijo, y el por qué hacer algo que hasta le ponía en riesgo, por alguien a quien no conocía de mucho, tomando en cuenta su poco apego a las cosas y a las personas.
Suspiró, volviendo la vista a el camino, ignorando el alboroto que armaban dos chiquillos con una conversación tan simple, y empezando a planear la charla que se venía.
Hi~
Como este coso si cumple con el mínimo que me gusta, se los doy como capitulo de la semana. Anda, disfruten
Una cosa a resaltar, me dio mucho cringe escribir lo de Emilio HSBSBS, amo a Pato pero la forma en la que hablaba era como escuchar a un random hacer el típico acento francés. Y si quería usar una forma más común de hablar acá, no parecía Emilio. De todas formas creo que rompe con la seriedad que quería plasmar, pero bueno /suelo
Ejem, nada que agregar. Gracias por tanto, perdón por tan poco TT
Hasta la próxima semana<3
Ciao.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top