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Se retiró el pasamontañas con brusquedad, soltando un pesado suspiro mientras se apoyaba en el lavabo. Su reflejo en el espejo le confundió más al ver su rostro.
— ¿Pero qué me pasa? — Murmuró, apreciando con horror el intenso sonrojo que le cubría desde las mejillas hasta las orejas.
Quizás era el fuerte calor de Los Santos, si, eso explicaría también el bochorno que sentía.
O puede que la causa fuera el nada usual comportamiento que mostraba su compañero desde que entraron en servicio ese día, que no le causaba nada más que una sensación extraña en su interior.
Su cuerpo dio un respingo cuando un par de golpes hicieron eco en el baño, y su mirada se dirigió con cierto temor a la puerta que había cerrado por precaución.
— ¿Fred?, ¿todo bien ahí adentro? — Escuchó, y se relajó al reconocer de inmediato aquella voz.
— Que si, ya salgo, dame un momento — Su voz sonó más irritada de lo que hubiera querido, pero pensó que sería mejor así si quería ocultar ese insistente sentir que le causó la presencia del contrario.
— ¡Apúrate tío, nos van a ganar el sitio para el robo a tienda! —
— ¡Que pesado, ya voy! — De mala gana se colocó el pasamontañas y con paso rápido se dirigió a la puerta, quitando el seguro de ésta y encontrándose con aquellos pares tan llamativos que le miraban desde unos cuantos centímetros encima suyo.
— ¿No estás en radio o qué?, llevan pidiendo refuerzos desde que te fuiste —
— ¿Y qué haces de pie ahí?, puedes ir sin mí, no tienes que estar conmigo pegado todo el día coño — Con su brazo apartó de el camino a su compañero, sin llegar a ser brusco para no lastimarle.
— Pues quería ir contigo, ¿cuál es el problema? — Le siguió de cerca, dirigiéndose juntos hacia el estacionamiento de la comisaria para recoger la patrulla.
Gustabo guardó silencio en lo que subían al coche, dejando que el chico a su lado marcara en el GPS el mismo badulaque de mierda que robaban siempre. Debía ser algo muy gordo como para que pidieran refuerzos, al menos que los compañeros que habían acudido fueran alumnos, entonces tendrían que hacer todo el trabajo, pensó.
— Aquí los subinspectores Fred y Dan, acudimos a el código tres en Ginger Street — Le escuchó decir a su lado en lo que se ponía el cinturón, sintiendo innecesario entrar a la radio por el momento — Diez cuatro; sigan haciendo perímetro, llegamos en cinco —
El tono en su voz le llamó la atención, nunca se había fijado en aquello pero parecía que Horacio se tomaba su trabajo muy en serio, y eso se notaba en su manera de hablar, parecía muy profesional.
De nuevo estaba pasando, debería de concentrarse en otra cosa en vez de encontrar pequeños detalles que resaltaban en el de cresta, como mirar el camino, no en cómo su vista se desviaba de vez en cuando para ver esas largas pestañas que sobresalían levemente de su pasamontañas; ahora que miraba de cerca, parecía que hoy se había puesto una especie de sombra con glitter en los parpados, que aunque de manera sutil podía apreciar con el sol entrando enfrente de ellos.
"El camino, Gustabo", se regañó a sí mismo.
La ida hacia el lugar del aviso fue en completo silencio, sin mencionar el sonido del auto rechinar en cada curva, claro.
— Métete a la radio, me avisaron de que hay riesgo de un francotirador en alguno de los edificiosde los costados; tú encárgate de la negociación en lo que yo hago perímetro — Le dijo una vez se detuvieron frente al establecimiento, siendo punto de atención para los agentes que ya estaban en el lugar.
— Vale, avisa de cualquier cosa —
— Y tú saca ese pico de oro — Le guiñó un ojo, y pudo ver como le sonreía bajo aquella capucha.
Sintió a su corazón detenerse un segundo, quizás menos, pero fue suficiente como para alarmarse.
De verdad algo pasaba hoy, y empezaba a pensar que el problema era él y que Horacio solo estaba más pillo que de costumbre.
— ¿Este es el mierdas que va a negociar?, menudas pintas se cargan en la policía — Escuchó decir a el asaltante, como si él fuera la persona más digna de el mundo.
— A ver, caballero, iniciemos con esto, ¿le parece? — Dijo con serenidad, tratando de ignorar aquel comentario — ¿Cómo se encuentra?, ¿algo bueno por ahí? —
Su cabeza le apuntó a sus compañeros ir a sus posiciones, a la defensiva a cualquier cosa que hiciera el hombre o su supuesta ayuda.
— Pues nada mal, eh. Tenían buena pasta en un lugar tan jodido como este — A Gustabo le desagradó su voz, pero solo cruzó sus brazos detrás de sí, tratando de mirar a las espaldas de el sujeto.
— Y dime, ¿tienes a algún amiguito por ahí?, alguien que ande, no sé, jugando a el soldadito – Aprovechando la mirada de uno de sus compañeros en él, movió su mano, tratando de decirle que estuviera atento a cualquier información.
— Pues, ¿por qué no va a buscar?, aunque no creo que los encuentre —
— ¿"Los"? — Le miró abrir los ojos; un completo imbécil como cada intento de asaltante en esa ciudad, se le había escapado una buena y el rubio no iba a dudar en usar aquello. Volteó hacia el chico a su costado, y este asintió, alejándose un poco de el sitio.
— Subinspector Dan, el atracador ha confesado que hay más de un franco, o alguien por los alrededores, ¿necesita apoyo? — Dijo en radio. Gustabo mientras veía divertido como el tipo se rascaba la cabeza con nerviosismo.
— Entendido, falta por revisar el edificio de atrás y el de la derecha; me dirijo a el segundo —
— Diez cuatro, acudo —
De reojo le notó desaparecer por la parte trasera de el local, e inconscientemente sus ojos se giraron hacia la derecha, esperando toparse con Horacio, más lo único que pudo percibir fue una secuencia de detonaciones.
— Se rompen negociaciones, han abierto fuego. Agentes en la zona, tengan precaución — Informó.
Su cuerpo se pegó a la pared, escuchando el eco que creaban los disparos. Sacó su arma, y les indicó quedarse en su lugar a los dos agentes que estaban con él.
Una desconocida ansiedad le invadió, y entonces habló a el micrófono en su chaleco.
— Dan, ¿has disparado tú? — Preguntó, pero no recibió respuesta — ¿Dan? — Llamó de nuevo, con el mismo resultado.
Otro disparo, ahora desde dentro de la tienda. No le costó mucho escudarse de los que siguieron, y en unos cuantos minutos pudo abatir a el hombre ahí adentro.
— Solicito un diez treinta y ocho en mi diez veinte, un hombre abatido en el badulaque de Ginger Street, Devis. Acuda un agente de escolta, hay que procesarlo — Recibió una afirmación, y entonces se dirigió a sus compañeros, no había tiempo de fotitos si Horacio podía estar en peligro — Tú, registra a el tipo este y espera a por la ambulancia, el otro, acompáñame a buscar a los compañeros que faltan —
No esperó respuesta cuando sus pies ya se dirigían a paso veloz hacia el edificio en donde Horacio había avisado que iba. Lo primero que vio fue unas cuantas manchas de sangre, algo insignificantes, pero la idea de que aquella sangre fuera de la persona que buscaba le puso de nervios. Nuevamente habló en radio.
— Dan, ¿me copias?, dime tu posición — De nueva cuenta nadie contestó, y con impaciencia elevó la voz — ¡Dan! —
— ¡Fred! — Escuchó a sus espaldas.
La tensión en su cuerpo desapareció una vez sus ojos se toparon, pero ahora su mueca era de preocupación al ver como el más alto se sujetaba el brazo.
— ¿Pero qué mierda pasó?, ¿por qué no respondías? — Se acercó hasta quedar a pocos centímetros de él, tomándole de los hombros sin ser rudo para no dañarle sin querer.
— ¿Qué crees?, he abatido a tres tipos yo solo — Contó con emoción, casi dando saltitos en su lugar, como si aquello fuera un logro o un nuevo récord.
— ¿Qué vas a abatir tú a tres?, mira cómo estás — Apuntó a su herida, que de cerca agradecía ver que solo era un rasguño que había parado de sangrar, más el desastre que dejó cantaba más que nada en su persona.
— ¡Pero si es verdad!, el agente Fernández los está registrando, te iba a buscar — Recalcó, colocando su mano libre encima de la ajena.
El mayor apretó los labios; su mano estaba tibia, y tenía ganas de apretarla entre las suyas para calmar esa ansia que había tenido hace un momento, pero un sonido metálico le detuvo.
— Subinspector, no he encontrado a- — El joven subía hacia el edificio, pero en cuanto les vio se congeló en su lugar, igual que ambos hombres arriba — Una disculpa, regreso con mi compañera; permiso — Y con la misma bajó, dejando confundidos a los enmascarados.
— Pero bueno, ¿y por qué no me contestabas? — Interrogó, decidiendo ignorar lo que había pasado, y tratando de respirar correctamente.
— Hubo un pequeño forcejeo cuando desarmé a uno, casi me quita el chaleco, estaba loquisimo — Rió, y ahora el ojiazul entendía por qué lucía tan desarreglado.
— ¿Solo tienes esa herida?, ¿no te hicieron nada más? — Le palpó, bajando sus manos hasta sus muñecas, volviendo ahora hacia sus costados, y bajando nuevamente a su cintura, mirando sus piernas e inspeccionando su cuerpo para cerciorarse de que estuviera intacto sin contar su brazo.
— Pero Gustabo, en un lugar tan público no, menos con los alumnos ahí abajo — Murmuró, con una voz que parecía tímida, en total contraste a aquellos ojos que hacían de todo menos titubear.
Al darse cuenta de la insinuación, alejó su cuerpo con nerviosismo, disfrazando eso con un ceño fruncido.
— ¡Pues que te cure tu puta madre!, por una vez que me preocupo, gilipollas — Pasó de él, bajando casi a saltos la escalera dirigiéndose a la patrulla.
— ¡Pero Gu-Fred! — Se corrigió, gritando todavía en su lugar — ¿Te preocupaste por mí? — Preguntó enternecido, pero se alarmó en cuanto le vio caminar más rápido — ¡E-Espera, estoy herido, no me dejes! —
Le levantó el dedo medio sin voltearse a verle, ignorando olímpicamente las miradas curiosas de los presentes, sumando ahora a el equipo de emergencias, que se aguantaban la risa por las súplicas aniñadas de su compañero.
— ¡Cállate ya hombre, me voy a ir sin ti! — Le gritó más fuerte antes de subir a el auto, prendiendo el aire acondicionado una vez dentro al sentir su cara hervir.
Estaba seguro que si eso continuaba se le iba a tostar el cerebro, podía ya sentir algo quemarse en su interior.
La puerta del copiloto se abrió, y una risita burlona fue lo primero que escuchó.
— Venga, no te tomes la bromita así, estaba jugando — Canturreó, mirando fijamente a el más bajo, quien evitó a toda costa devolverle el gesto — Si me vienes de la nada y me tocas así, ya sabes como soy tío, no te enfades —
— Una polla, cierra la boca de una puta vez —
Ahora si que estaba enojado, y con razón.
El chico que le gustaba le decía que si cualquiera le venía a tocar un poco procedería a hacer quien sabe qué. El puro pensamiento le hizo apretar el volante, cosa que no pudo notar Horacio, que seguía pidiendo perdón con esa voz que quería ser dulce y tranquila.
Hora de esperar en comisaría para empapelar a el cuarteto de idiotas, cosa que sería un reto para el rubio si tenía a un ahora empalagoso compañero a bordo, que aprovecharía estar en un lugar tan escondido y solitario como la sala de procesamientos para continuar con su endemoniado jueguito.
Iba a ser un día largo.
¡HOLAAAA!
¿Qué tal?, ¿todo bien?, espero que si muack
Esto es como un ensayo, de que no estoy muy segura de lo que hago y quería ver si me gustaba.
Fue un caos, si, puede que no parezca pero me quise tomar re enserio todo lo que iba a escribir y la investigación que hice fue enorme hsbsb
Y pues eso, me gustó, y quiero seguir con esto
Si ven un error, si tienen una opinión o un comentario no duden en decírmelo, porque soy la primera en cuestionar si algo de lo que hago está mal JSBSJ
Y me sería de mucha ayuda una opinión, lo voy a agradecer de todo corazón porque me sirve para mejorar sisisi♡
Nada que agregar, solo que espero sea del agrado de alguien, ya que a pesar de estar inseguro me siento orgulloso de que para ser mi primer one-shot con esta temática y estos personajes, estoy feliz con el resultado ><
Y también que es lo primero que publico que casi llega a las 2000 palabras cuando pensé que esto no pasaba de 200 JSBSHS
En fin, eso es todo, espero verte en las partes siguientes~♡
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