Capítulo 11
Kim Seokjin
Hace unas semanas atrás, cuando mi prometida me dejó, pensé que no había remedio para toda la tristeza que sentía. Las noches se volvieron frías y solitarias, el mundo carecía de color y alegría. Sin embargo, todo cambió cuando encontré a Gaeul.
Ella es un rayo de luz en mi vida, con su cabello ondeante y su sonrisa radiante. Cada detalle de su rostro y su voz encienden mi corazón. Sus manos se mueven con gracia mientras cocina, aunque a veces aún lucha por freír las cosas sin quemarlas.
—¿Lo estoy haciendo bien? —dijo, sacándome de mis pensamientos.
—Sí, ven, te ayudaré un poco —tomé la sartén y di la vuelta al filete de pollo.
—Aún me cuesta un poco hacer estas cosas —confesó, con una risita tímida.
—No te preocupes, lo haces bien —dije, con una sonrisa—además, si algún día llegas a ser mi esposa, no tendrás que preocuparte por esto, yo cocinaré para ti todos los días.
—Eres muy dulce —dijo y me dio un beso en la mejilla.
—No, tú eres más dulce —la tomé de la cintura y me acerqué a sus labios.
Nuestros corazones latían al unísono mientras quedábamos perdidos en el momento. Pero como si el destino disfrutara jugarnos bromas, un ligero olor a quemado llenó el aire y nos sacó de nuestra burbuja de amor. Corrí hacia la cocina y apagué el fuego justo a tiempo. Afortunadamente, no fue demasiado tarde para salvar la comida.
¿Por qué siempre que quiero besarla tiene que pasar algo inesperado?
—Ven, pongamos la mesa —dijo Gaeul, y comenzamos a servir los platos.
Nos sentamos a comer en un cómodo silencio, disfrutando de la comida casera que habíamos preparado juntos. Hasta que ella rompió el silencio.
—Hoy tengo que irme antes, Jeon va a volver a casa —dijo, y una sombra de tristeza cruzó su rostro.
—¿Así tan de repente? —pregunté, preocupado—siempre que te dejo en tu casa, él no está.
—Lo sé, pero mañana tiene un viaje de negocios y le voy a ayudar a empacar —explicó.
—Está bien, pero antes, ¿qué te parece si vemos una película juntos? Después, prometo llevarte a casa —dije, deseando pasar más tiempo con ella.
—Bueno, solo porque quiero quedarme un poco más contigo —confesó con una encantadora sonrisa.
Terminamos de comer y limpiamos todo juntos. Luego, nos sentamos en el sofá, navegando por las opciones de películas. Finalmente, elegimos un thriller, y noté que tenía una duración de dos horas. Era perfecto, ya que terminaría alrededor de las cinco de la tarde, y entonces podría llevarla de vuelta a casa.
Mientras veíamos la película, Gaeul se recostó en mi hombro, y yo tomé su mano. Nos sumergimos en el suspenso de la trama, aunque mi mente estaba más enfocada en su cercanía y la sensación de su piel contra la mía.
Me sentía tan cómodo con ella que no pude evitar cerrar los ojos por un momento y, sin darme cuenta, me quedé dormido antes de que la película llegara a su fin. Sin embargo, una melodía proveniente de uno de nuestros celulares me despertó.
Al levantarme con cuidado, vi a Gaeul durmiendo tranquilamente en mi hombro. No pude resistir darle un tierno beso en la frente antes de acomodarla en el sillón para que pudiera descansar sin interrupciones.
Cuando miré el teléfono de Gaeul, vi que su esposo, Jeon, llamaba. No sabía si debía contestar o qué decirle. Miré el reloj, y son las ocho y media de la noche; es bastante tarde, y mi preocupación aumentaba.
—¿Qué debo hacer? —me pregunté en voz baja, sintiendo la presión de la situación.
Su teléfono volvió a sonar, esta vez era su mejor amiga, Dahyun. Decidí contestar.
Llamada
—¿Dónde estás metida, Kang Gaeul? —preguntó Dahyun, con evidente molestia—tu esposo está como loco, y no he contestado porque no sé qué decirle.
—Hola Dahyun, no soy Gaeul —dije, tratando de mantener la calma—soy Jin, su amigo.
—¿Y dónde está ella? —preguntó preocupada.
—Tranquila, está conmigo, pero se quedó dormida mientras veíamos una película. ¿Crees que debería llevarla a casa? —pregunté, esperando su consejo.
—No, que se quede ahí esta noche. Jeon podría verte, y no quiero que Gaeul esté en problemas —dijo Dahyun, suspirando—le diré que se quedó a dormir conmigo. Cuídala mucho.
—Lo haré, no te preocupes —aseguré.
—Envíame tu dirección, pasaré por ella mañana para llevarla con Jungkook.
Envié la dirección de mi casa a Dahyun por mensaje de inmediato.
—Gracias, Dahyun —le agradecí, sabiendo que estaba haciendo esto por su amiga.
—Gaeul es mi mejor amiga, haría lo que fuera por ella.
—Prometo que hablaré contigo apropiadamente otro día. Creo que Gaeul se está despertando.
—Está bien. Y recuerda, te estoy vigilando.
Fin de la llamada.
Gaeul bostezó mientras se despertaba y parpadeó confundida.
—Jin, ¿qué hora es? —preguntó, notando la oscuridad que envolvía la habitación.
—Van a ser las nueve —respondí, tratando de tranquilizarla—Dahyun le dirá a Jungkook que estás con ella.
—Ay no, es la primera vez que le miento de esta forma a Jeon —dijo Gaeul.
—Tranquila, linda, no estamos haciendo nada malo —le susurré con ternura, tratando de disipar cualquier rastro de preocupación en su mirada.
Luego, le ofrecí una de mis camisas de manga larga para que se cambiara, la cual aceptó con gratitud, y la dejé sola en mi habitación para que tuviera privacidad mientras se preparaba.
Mientras Gaeul se cambiaba, me aventuré a la cocina y decidí preparar algo rápido para saciar nuestro hambre antes de retirarnos a descansar. Opté por un par de tazones de ramen instantáneo, cuyo aroma tentador llenaba la habitación y creaba un ambiente acogedor.
Finalmente, Gaeul salió de mi habitación, vistiendo una de mis camisas que le llegaba hasta las rodillas, y la vi tan tímida y encantadora. La forma en que su cabello caía sobre sus hombros y la camisa que la cubría creaban una imagen que no podía dejar de admirar.
—Ven, siéntate —le indiqué gentilmente mientras señalaba la silla junto a la mesa. Gaeul tomó asiento y comenzamos a disfrutar de nuestro ramen.
Mientras compartíamos la cena, me atreví a halagarla:
—Te ves hermosa así, no te pongas tímida —le dije con una sonrisa, y Gaeul respondió sonrojándose, un gesto que solo la hacía lucir aún más encantadora.
—Es que ha pasado algún tiempo desde que puedo compartir así con alguien. Desde que me casé, lo único que quería era esto, cenar juntos e ir a la cama.
—Podemos hacer esto cuando quieras —le aseguré, dejando claro mi deseo de pasar más tiempo juntos y reconociendo que nuestros deseos eran mutuos. Después de cenar, nos encargamos de recoger todo y prepararnos para la noche.
—Ve a dormir a mi habitación, yo dormiré aquí en la sala —le propuse, tendiéndole la mano como un gesto para que se sintiera tranquila y segura.
—Duerme conmigo —solicitó Gaeul, con una voz tímida y una pizca de preocupación en sus ojos.
La miré con ternura y asentí con una sonrisa tranquilizadora. No había nada que temer, después de todo. Juntos salimos del sofá y nos dirigimos a la habitación, donde nos acostamos en la cama.
Al principio, la tensión llenó la habitación, ambos éramos conscientes de la situación inusual en la que nos encontrábamos. A pesar de los sentimientos que compartíamos, dormir juntos era un paso que ninguno de los dos había anticipado. Sin embargo, poco a poco, la incomodidad se desvaneció y nos quedamos dormidos, envueltos en la calidez de la cercanía del otro.
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