Capítulo 21
*Julia en la imagen posterior*
Mis pies me guiaron de vuelta al campo, donde se encontraba el caparazón blanco. Entre allí y aun habían personas que caminaban de aquí para allá, curando a los heridos. Puede que solo hayan pasado unos minutos desde que me fui al bosque, pero siento como si hubiese sido una eternidad.
Vi no muy lejos a James, hablando con Isamar, quien ya no estaba en silla de ruedas, sino que con unas muletas hechas con torpeza, ya que solo eran unos palos de madera; esta se sostenía de las muletas y miraba a James con el ceño fruncido. Camino hacia ellos y cuando ven que voy hacia ellos, se callan de inmediato e Isamar cojea hacia el ala de enfermería, quizás para ayudar a curar a los heridos.
—Hey—, James me mira con una sonrisa que no llega a sus ojos— ¿te sientes mejor?
—Lo suficiente como para salir y ver lo masacrados que estamos—, espeto algo enojada—, ¿Por qué no me dijiste que habían tantos... tantos heridos? ¿Alguien... murió? Quizás...
Negó lentamente—. Perdóname. No quería preocuparte, ya es demasiado lidiar con el peso que tienes en los hombros y...
—No. Aun no lo entiendes, James. Ellos son el peso que debo cargar en mis hombros. Ustedes—, hice un gesto a todo lo que estaba a nuestro alrededor— son mi responsabilidad. Por algo debo luchar, y es para la salvación de nuestra raza. Y ellos, tu son la raza que debo proteger, ¿no? Sacrificarme si es necesario...
Me tomó de los hombros con fuerza, y lo miré con los ojos llorosos pero con impotencia.
No puedes escapar de tu destino. Esas fueron las palabras de la voz en mi mente. De ella.
—Cállate. No vuelvas a decir eso, Luna. Nunca, no vas a sacrificarte. Todo estará bien. Vamos a ganar—, era como si tratase de convencerse a sí mismo y a mí, pero más a sí mismo de que lograríamos salir de todo aquello.
Lo miré desafiante—. ¿Y cómo puedes asegurarme eso? ¿Cómo puedes asegurar algo que ni siquiera tú sabes? ¡Estamos luchando a ciegas, James! ¡Ni siquiera sé quién es el enemigo! Me aterra no saber...
Me miró con la boca levemente abierta y algo sorprendido. Pero estaba enojada con él, con todos. Y ni siquiera sé por qué seguía enojándome si nada de eso evitaría mi enfrentamiento con los zeptas.
—Lo siento—, dije y caminé lejos de él, pero luego choque con el pecho de alguien más. Alcé la vista y frente a mi estaba Jonathan mirándome con los ojos abiertos. Dos pozos azules muy abiertos y sus labios abiertos y por primera vez, lo había tomado desprevenido. Al parecer pensó que ya no se toparía conmigo ese día.
Estaba balbuceando—, Brun quiere, eh, verte. Ahora mismo—, miró por encima de mi hombro— a ti también James, a todos. Busca a Isamar.
— ¿y por qué no la buscas tu, eh? Se supone que debes saber a donde está. Tan íntimos...
Me miró con rabia y tomo mi codo con fuerza y me haló hacia el—, cállate y solo camina, White.
Trate de desasirme, pero su agarre no cedía y me rendí. Camine junto a él entre todo el barullo del ala de enfermería y todo lo demás. Me guió hacia la puerta misteriosa de la derecha.
Cuando di un paso hacia dentro, sentí como mi pie caía en un hoyo. Jonathan me sostuvo y me indico que alzara la vista. Delante de mi había un camino largo y oscuro y justo donde mi pie estaba se encontraba un hoyo profundo y negro. Menos mal que no caí ahí dentro.
—Es una trampa. Para los intrusos— asentí no muy convencida y me dijo que debía saltar para no caer al vacío de aquel hoyo profundo.
Salte y luego él y empezamos a caminar por el largo camino que se mostraba ante nosotros.
Estaba tan oscuro y silencioso que solo podía escuchar nuestras respiraciones. Inhala, exhala, inhala, exhala. Bueno, su respiración era lenta, contrario a la mía, era agitada.
Odiaba la oscuridad, era un camino desconocido en el que andas a ciegas y te sientes indefenso porque cualquier cosa podría atacarte y no podrías predecirlo.
Dicen que los monstruos vienen de la oscuridad.
—Tranquila, White. Nada va a comerte— Jonathan se burlaba de mi.
Me abracé el pecho—, oh sí. Casi olvidaba que estaba con un gilipollas, muchas gracias. Además de que ni siquiera sé por dónde voy.
—Puedo guiarte, White—, sentí sus manos en mi cintura, y como caminaba detrás de mí, lentamente. Su aliento cálido me hacia cosquillas en el cuello, erizándome los pelos de todo el cuerpo—, tranquila— sus labios pegados a mi oído, un escalofrió recorriendo mi cuerpo. Su actitud y temperamento era extraño. Un momento esta enojado y en otro...
—No hagas eso—, me aleje de él lo mas que pude.
— ¿Qué?
—Eso. Tocarme, hablarme al oído. Es...
— ¿Qué?—, escuche y sentí su sonrisa traviesa. Una sonrisa totalmente extraña en el rostro duro y fruncido de Jonathan Black.
No podía dejarle saber que sentía algo por él, y me puse a la defensiva— repugnante. No lo vuelvas hacer.
Luego, lo único que recibí fue silencio. Y sentí que se volvía nuevamente en el Jonathan frio y tosco.
Llegamos a una habitación amplia, mejor dicho a una réplica de la antigua biblioteca de la base, sin contar las estatuas de Los Elegidos y los libros. La luz que atravesaba la ventana de la habitación era cegador.
Brun dio cuenta de mi presencia y me miro con una sonrisa educada—, buenas noches, Luna.
—Buenas noches, Brun.
Luego de decir esto, James, Isamar, Brock y Julia entraban a la gran habitación desde pasadizos diferentes y entrecerraban los ojos debido a la luz que entraba por la ventana.
Aquél gran caparazón blanco tenía muchas sorpresas.
— ¿A qué se debe esta reunión, Brun?
Sonrió— a ti, querida. A ti. Hablaremos de ti.
— ¿No ha sido suficiente el tema de conversación que se ha entablado ya?
Negó lentamente. Los demás se acercaron a nosotros. Me miraban a mí y luego a Brun, y luego entre ellos mismos.
—Es sobre tu entrenamiento, querida. Con los hechos ya pasados hace unos días, debemos reforzarlo con dureza, además de que debemos prepararte...
— ¿Para qué?—, pero eso ya lo sabía.
—Se acerca, Luna. El enemigo se acerca y aquella emboscada solo fue una advertencia. No te querían muerta... aun.
— ¿Y qué debemos hacer?— pregunto Isamar apoyándose de una larga mesa, idéntica a la antigua mesa que estaba en la antigua biblioteca, aquella mesa en la que leía los libros en busca de mi desconocido poder. Aquella biblioteca que solo es ruinas y cimientos.
—Entrenarla, entrenar su poder. Para que pueda controlarlo y utilizarlo cuando sea necesario— alegó Brun mirándonos a cada uno con seriedad.
—Sabes perfectamente que ella no lo puede controlar, apenas está comenzando—, dijo Jonathan.
—Por lo tanto, debemos entrenarla.
—No. Será muy doloroso, Brun. Ella no lo soportará, podría enloquecer, incluso... morir— Jonathan lo miraba duramente, tratando de todas las formas evitar que aquello a lo que quería Brun someterme fuera cancelado o dado por terminado.
—Lo siento. Debemos tratar.
— ¿Tratar? ¡Tratar! Tratar de matarla, ¿no? Estáis loco—, dio una patada al suelo furioso y di un respingo ante ello.
Mire a Brun confundida—, ¿a qué se refiere Jonathan, Brun? ¿Qué es... que es eso lo que podría dañarme?
—Black, tiene razón Brun—, dijo Brock defendiendo a su amigo. Este último lo miro sorprendido. Dos veces en un día sorprendido, algo extraño de presenciar.
— ¡A que se refieren! No lo entiendo— dije perdiendo los estribos. Estaba harta de tantos mensajes en clave, de todas las cosas que mantenían en secreto.
—Hay algo mas...— Brun me miro con los ojos entrecerrados, no muy seguro de decirlo, ignorando lo que dije— están sospechando sobre ti, Luna.
— ¿Qué?
—Los policías. Cuando encontraron tu casa en desastre, tu familia muerta menos tú, empezaron a sospechar. Creen...— dijo Brock dejando la oración en el aire.
Abrí los ojos— creen que yo los mate.
—No. Creen que estas secuestrada, que los asesinos o el asesino de tu familia te tiene raptada, por lo que empezaron tu búsqueda. Y no podemos permitir que te encuentren.
— ¿Entonces?— pregunte—, ¿Cuál es el plan?
Miraron a Jonathan y el los miro enojado y como si se estuviese perdiendo de algo.
—Debes ingresar a tu escuela secundaria nuevamente, Luna. Dirás que te fuiste con otro familiar debido a tu situación, que llamaste cuando te diste cuenta de que ya eres huérfana. Que no querías estar allí un minuto más debido a lo triste que estabas...— dijo Julia con sus pequeños ojos escondidos detrás de sus anteojos.
—No. Eso sí que no. Brun... ¿están locos? Es arriesgado—, Jonathan se mostraba negativo—. Podrían encontrarla. Ellos podrían matarla. El enemigo...
—Además... van a sospechar de todos modos. Se preguntaran por qué no llame a la policía primero. Porque cuando ellos llegaron a la casa ese día... no fui yo quien los llamo.
Recordar aquel día me rompió el corazón nuevamente, pero debía ser fuerte en ese momento. No podía derrumbarme delante de ellos.
—Ya resolveremos eso. El punto es, debes volver. No pueden encontrarte, ellos guiarían a los zeptas hasta aquí. Es muy riesgoso. Debes encontrarlos tú a ellos.
—NO. Ella no ira. Debo protegerla, es mi deber.
— ¿No será por algo mas, Jonathan?— dijo James con odio, sus manos apretadas en puños.
Se miraron por unos segundos. Una batalla que solo se desencadenaba entre ellos dos, donde solo ellos eran los presentes.
—Está bien. Volveré.
Al decir aquello, Jonathan rompió aquella conexión con James y me miro dolido, luego furioso, luego decepcionado.
—Está bien, White. Haz lo que quieras—, dicho esto, se marcho de la habitación dando zancadas y hecho una furia.
—Lo haré, Jonathan. Te aseguro que lo haré.
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