Capítulo 20
Podía ver el sol caer en el horizonte mientras salía del bus. Y por un segundo, pensé que era una tarde tranquila y normal. Pero no era así. Cuando bajé la vista, vi personas en el campo abierto en el que me encontraba, eran helvecios; había una gran carpa, que por decirlo así, podría caber hasta cien o más personas.
Ellos caminaban hacia la gran carpa, que parecía un gigante caparazón blanco, un caparazón blanco de acero. Me dirigí hacia allí, al igual que los demás y, al entrar me sorprendí con lo que mis ojos veían.
Era enorme por dentro, en el alto techo colgaba una gran lámpara en forma de ojo de cristal que desprendía una luz azul clara como el cielo y, literalmente, dicho ojo miraba a cada individuo que se encontraba en el gran caparazón blanco. A mi derecha, había una puerta circular que en ese momento no tenía idea de adonde llevaba. A mi izquierda, el ala de enfermería, donde estaban curando a todos los heridos y en el centro del caparazón, se encontraba una gran estatua de cristal... era yo. Se veía poderosa e impotente, sedienta de venganza y sangre de sus enemigos.
Y me sentía tan extraña mirando a aquella chica de cristal, se parecía tanto a mí, y no era yo al mismo tiempo.
Alejé la mirada de aquella escultura y camine fuera de aquel lugar, saliendo al aire libre. Mas allá estaban los árboles frondosos, donde se extendía el gran bosque, nos rodeaban más y mas arboles, lo que quizás haría difícil encontrarnos. O quizás, lo haría más fácil ya que estamos en medio del gran espacio abierto que rodean los arboles.
Caminé hacia el bosque, y mientras más me acercaba, veía un sendero rocoso que me guiaba y caminé por allí y no pensé en mirar atrás ni por un segundo.
Solo quería estar lejos de todo. Lejos de aquellas personas heridas o quizás muertas por mi culpa. Quería alejarme de aquella estatua cristalizada que solo provocaba celos de mí misma.
Porque no soy valiente. Soy una cobarde. No quiero que más vidas corran peligro, pero han hecho contacto conmigo y voy a estallar y ellos saldrán heridos.
Soy una bomba de tiempo. En cualquier momento podría explotar y matar todo lo que está a mí alrededor, llevarlo conmigo. Y no quiero eso, pero es inevitable, algo irreversible.
Y, joder. Yo no pedí esto. Yo solo quiero despertar de esta pesadilla y al abrir los ojos poder encontrar a papá y mamá y Len alrededor de mi, tratando de tranquilizarme y diciéndome que todo estará bien, que solo era una fea pesadilla.
Eres una tonta, Luna White.
Lo sé, lo sé.
Paré en seco y mire a mi derecha e izquierda. Pero solo habían arboles y mas arboles.
En tu mente, niña tonta.
Había pasado tanto tiempo que no escuchaba aquella voz en mi cabeza... y me di cuenta de que la extrañaba.
No puedes escapar de tu destino.
¿Por qué no? Yo decido que hacer con mi vida, soy yo quien forjo mi propio destino.
No lo entiendes... esto va mas allá de tu entendimiento, Luna. Tu destino fue escrito siglos antes de que nacieras. Debes enfrentarlo.
No lo entiendo. Eso no puede ser posible. ¿Eso quiere decir que mi existencia estaba destinada, planeada? Y aquellos sueños...
No son coincidencia. Son visiones, situaciones a las que vas a enfrentarte.
Una premonición. Si claro. No me digas.
Lo es, exactamente. Puedes ver el futuro, niña tonta.
Pero... ¿Cómo? ¿Cómo es eso posible? Además, las visiones no pueden ser seguras, si el presente sufre una alteración, el futuro podría cambiar y aquellas visiones... podrían dejar de existir.
Pero no recibí otro mensaje de aquella voz en mi cabeza. Trate de establecer otra conexión, pero era difícil. No sabía como ella me hablaba o como podía yo contactarla.
Pero de algo estaba segura. Sus palabras sonaban tan ciertas como soy la última Elegida.
Iba a ocurrir algo muy grande pronto. Y ese algo se estaba acercando.
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