Capítulo 19


Corría lejos de las llamas que me perseguían con rapidez, quemandome, lastimando mis piernas, mi espalda, matándome de dolor.

Una siniestra voz me hablaba, provocando que mi cuerpo se tensara.

—Eres tú o ellos, Luna White. Tú o ellos.

Eres tú o ellos.

Luna...

Luna...

Despierta...

Luna, Luna.

Abrí los ojos. Lo primero que vi fue un techo sucio y bajo, por el rabillo del ojo pude notar que habían asientos, personas ocupándolos y mirándome expectantes. Traté de levantarme pero una mano me forzó a ceder. Lo miré alarmada y vi que era James, mirándome algo preocupado y aliviado a la vez. Sus ojos cansados y todo su rostro lleno de polvo y sangre y suciedad, su pelo vuelto una maraña de rizos cortos.

Me acarició la mejilla con suavidad —hola — susurró acompañado de una cálida sonrisa.

—Hola —dije y abrí los ojos sorprendida al darme cuenta de que mi voz había cambiado, no sonaba cálida, era rasposa. Hice ademán de sentarme pero de pronto un escalofrío acompañado de un dolor ardiente y repentino me recorrió los brazos y el pecho.

James me acomodó, pero el dolor que sentía incrementó cuando de un segundo a otro saltamos, y luego me di cuenta de que estábamos en un camión o bus o cómo desees decirle.

—Sufriste quemaduras de alto grado cuando la base explotó, al parecer te alcanzó, sufriendo daños en el rostro y cuerpo —dijo —descuida, tu pelo no sufrió daños, sólo hay que cortarlo un poco —alego cuando vio que me tocaba el pelo enmarañado.

— ¿A... A dónde vamos?

—Lejos, Luna. Lo más lejos posible de la base. Casi te encuentran —acercó su rostro al mío y me acarició la mejilla. Miré sus profundos ojos azules, similares a los de Jonathan —no me lo perdonaría, no me perdonaría nunca si te hubieran tomado y llevado lejos.

Sonreí —ya no importa, James. Estoy contigo, aquí. Además... ibas a preguntarme algo antes de todo aquel embrollo, ¿no?

Se alejó un poco avergonzado, sus orejas tornándose rojas —si... sobre eso, sólo... yo, eh, es que yo...

—Vamos, muchacho. Sólo invítala a salir y punto —dijo Brock sentado a dos asientos más adelante en tono amistoso, vi como James se cerraba en él. En su inseguridad y en su timidez, temeroso de que vaya a rechazarlo. Pero no lo hice, pensé en que distraerme un poco me serviría de terapia y descanso, además de que no rechazaría a James, no quería herirlo.

James tomó una pequeña roca que se encontraba tirada en el suelo del gran bus y la lanzó en dirección a Brock acertando en su cabeza. Escuché en auch por parte del fortachón y miró mal a James. Solté una carcajada.

—Sí, James. Me encantaría salir contigo.

Sonrió y yo también pero luego vi a Julia, cómo ella nos miraba con tristeza y algo de celos, ¿quizás?

Miré a James una vez más para luego cerrar los ojos, con la imagen de sus ojos azules, pero luego, fue Jonathan quién me inundó por completo con sus grandes ojos profundos y oscuros, llenos de secretos que me daba curiosidad por descubrir. Y me dejé llevar por el sueño dónde Jonathan me salvaba de las llamas que lamían a los bosques con furia.

Desperté nuevamente, sintiendo un suave tacto en mi mejilla. Abrí los ojos y vi a Jonathan frente a mí, sentado. Me miró y por primera vez, lo vi esbozar una hermosa y sincera sonrisa. Sin evitarlo, sonreí, porque él provocaba cosas en mí que ni yo misma podría explicar.

—Hola — susurré.

—Hey.

Miré alrededor y nos encontrábamos solos en el camper en el que viajábamos. —¿dónde estamos?

— ¿No crees que es demasiado tonto preguntar eso? es un camper, Luna.

—Lo sé, pero sabes a qué me refiero.

Se removió incómodo y me miró con aquellos pozos azules, sus labios formándose en una línea —sabes que teníamos que huir de la base, no podíamos quedarnos y arriesgarte. Tuvimos que venir aquí.

Asentí —Pero, ¿dónde?

Sonrió una vez más, provocando que mi corazón latiera fuerte —ya lo verás cuando salgas de aquí.

Asentí en silencio y así permanecimos. En silencio. Pero no un silencio incómodo, en el que te sientes tan extraña que no sabes que decir, no, ese silencio nos pertenecía, para mirarnos y decirnos tantas cosas. La primera de ellas: perdón. La segunda, eso ya era difícil de explicar, porque él me estaba gustando, tanto que no sabía qué hacer con aquel sentimiento que me agobiaba cada vez que le veía.

—Está bien, pero... que ocurrió... ¿Qué ocurrió con los demás?

—Ellos están bien. No te preocupes, todos salimos bien.

— ¿A si? ¿Salió viva aquella niña que vimos en la base? ¿Mientras esta ardía en llamas?

—Luna...

Me incorpore y lo miré con lagrimas en los ojos. Recordar a esa pequeña personita, con lágrimas en los ojos mientras nos pedía ayuda. Y el terror tan grande en su rostro cuando nos vio la dejarla sola, morir.

—No. Solo... no sabes qué se siente ser la responsable de todas las muertes de aquellas personas inocentes; de la muerte de mi familia. Tengo la culpa, y soy tan inútil, soy tan inservible— aleje con furia las lagrimas que se agolparon en mis mejillas— la única vida que debe sacrificarse es la mía, no valgo nada para nadie, no tengo una razón para seguir viviendo. Solo...

Jonathan me tomó de la barbilla y acerco su rostro al mío. Sus ojos tan profundamente azules, llenos de secretos que añoraba descubrir—, escúchame, Luna. Tu, tú no eres inútil, no sabes lo importante que eres, y lo mucho que vale tu vida. Vales mucho para mí, y no sabría qué haría si tú... si ya no estás...

Se alejo de mi rápidamente, como si yo fuese contagiosa, dándome la espalda—, perdóname. Debo... debo...

Pero nunca supe que debía hacer, ya que se fue corriendo de allí.

Y lo odie, por dejarme una vez más, sola.

Completamente sola.



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