Capítulo 17

Habían pasado semanas desde que volví a ver a Jonathan. De alguna forma, extrañe sus azules ojos como el océano en una tormenta. Su presencia me hacía falta, su actitud arrogante y dura, lo extrañaba... y con cuánta intensidad.

No sabía el por qué le había dicho aquellas palabras tan hirientes, era cómo si mi cerebro hubiese poseído control sobre mí completamente. Me sentía deprimida, mi corazón lo anhelaba. Me regañaba a mí misma por mi actitud. Yo ni siquiera le interesaba, me odiaba y yo... me estaba enamorando de él. No supe si fue desde el momento en el que él cruzó la puerta de la habitación de mis padres, cuando los encontré muertos y él fue a rescatarme.

Me encamine hacia la cafetería de la base, ordenando un jugo de limón con zanahorias, los helvecios tenían cierta particularidad con respecto a la comida; todo lo mezclaban. Desde los frutas con vegetales a los cereales con carnes o algo por el estilo. Ese día, la comida que se debía comer era sándwich de fresas acompañado con el jugo de limón y zanahorias. Era asqueroso. Nunca me acostumbro a esto.

Me senté en una de las mesas desocupadas, menos mal, ya que toda la cafetería estaba infestada de helvecios por aquí o allá. Miré mi jugo no muy convencida y lo alejé de mí con una mueca de asco.

-¿Meses aquí y todavía no te acostumbras, verdad? - levanté la cabeza y allí estaba James sentándose frente a mí con un plato con dos sándwiches de fresas y su jugo, a un lado tenía un sándwich de jamón y queso blanco, mojado en mantequilla y kétchup. Mi favorito.

Lo miré sorprendida y algo agradecida, más bien del todo agradecida -¿y eso...?

Lo empujó hacia mí y lo tomé pero todavía le miraba a él -para ti. Descubrí que no te gusta la comida de aquí.

-No es la comida. Es la manera en la que la combinan. Es asqueroso. -Hice una mueca como si fuese a vomitar, y estaba a punto cuando vi a James comer su almuerzo. Fresas y pan era algo... extraño.

Tragó y soltó una risita -no es tan malo después de probarlo.

-Si tú lo dices.

Luego nos dispusimos a almorzar en silencio. Alguno que otro comentario surgía por parte de James, haciéndome reír hasta expulsar el líquido del jugo por la nariz. Lo miré, toda embarrada de jugo y un segundo después comenzamos a reír, tanto que las personas presentes allí voltearon a ver.

-Eres un idiota, James. -Dije limpiandome el jugo de la nariz y de la camiseta que para mala suerte era blanca, manchas naranjas se extendían a lo largo se mis pechos mojados.

Me miró indignado -¿Como puedes...? ¡te hice reír! -luego, otra carcajada.

-Tanto que solté jugo por la nariz -lo fulmine con la mirada y saqué el sarcasmo de mi ser -oh, gran amo, gracias por ser tan cortés con su sierva.

Éste rió y me siguió el juego -no hay de qué. Y te perdono por ser tan condescendiente.

-Oh, amo. Gracias por ser tan indulgente conmigo. - reí -vuelvo en un minuto. Deja y me cambio de ropa.

James asintió y me puse de pie para luego encaminarme al pasillo que comunica con las habitaciones. Caminando hacia allí entré a mi habitación y me cambié de camiseta por un jersey color azul. Luego, salí de allí y choqué con algo o más bien alguien. Antes de caer al piso unos brazos me rodeaban protectoramente y vi después de tanto tiempo esos ojazos azules que tanta falta me hacían. Nos quedamos unos segundos allí, en silencio, sosteniendonos el uno al otro; mirándonos. Mi corazón latía a galope, con tanta fuerza y presión que por un segundo pensé que iba a salir de mi caja torácica e iba a saltar hacia el chico que me sostenía con tanto anhelo.

Llegados a la realidad nuevamente, nos separamos. El calor subiendo a mi nuca y mejillas. -Jonathan.

-Luna -me miró distante, resentido. Sus ojos no me miraban, en cambio sí al suelo o a algún otro punto equis del largo pasillo.

Puse la frente en alto. Era muy orgullosa, y no pensaba mostrarme débil ante él. -Al parecer cumples lo que prometes.

-¿Lo dije, no? soy un hombre de palabra. -Su tono de voz tan seco como el desierto Egipto.

-Si, lo eres. Además de ser eso eres muchas cosas más que...

-¿Que, qué? -me interrumpió cruzándose de brazos.

-Nada. Adiós Jonathan. -Dije reprimiendo todo lo que quería decir. Él era muchas cosas, tantas que no acabaría en un sólo día. Él era hermoso, era varonil, era fuerte, y no hablo de lo físico, se notaba a leguas que él ha sido un chico de mucho sufrimiento. Era misterioso, él era... Era el chico que me perseguía en sueños. Él era todo.

Caminé lejos de él para encontrarme con James en la cafetería, que seguía esperándome con paciencia seguramente.

Pero su voz interrumpió mi caminar -eres un veneno para mí, Luna. - miré hacia atrás, pero él ya no estaba allí. Me encontraba sola, con sus palabras grabadas en mi mente.

Eres un veneno para , Luna.

Un veneno. Yo le hacía daño. Y tenía que averiguar por qué.

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