Capitulo 1

La vida es hermosa, hermosa como esa rosa que ahora mismo tenia en su mano, la miraba detenidamente observando los preciosos pétalos que poseía, olfateando la exquisita fragancia que traía lo dejaba ronroneando a su Omega.

Pero así, como era hermosa como esos pétalos, podía ser cruel y dolorosa como esas espinas que se esta clavando en sus pequeñas y pálidas manos. El carmín poco a poco las iba manchando y el Omega solo se dedicaba a mirar desinteresado como la sangre brotaba por los pequeños orificios de sus lastimaduras.

¿Cuándo fue la ultima vez que sintió dolor?

- ¡Oh por dios! Omega, estas sangrando.

De la nada y no sabiendo de donde, una Omega anciana se acercó hacia él, con un rostro horrorizado, quizás podía ser por la sangre que tenia en su mano, quizás era por su la pinta que tenia en ese momento, pero definitivamente él sentiría que el asco y el horror es hacia el no hacia lo que sale de su cuerpo. Rápidamente vió como sacó un pañuelo del bolsillo que tenia su largo saco y lo colocó suavemente presionando las pequeñas heridas.

No habían pasado ni uno segundos cuando el aroma agrio que desprendía la Omega llego hacia su olfato haciendo que eleve la mirada a las claras orbes que tenia esa mujer.

- Por dios estas en cinta... -exclamó ella pudiendo olfatear el olor a lactancia que se mezclaba con un raro y agridulce aroma a caramelo- ¿T-Tu Alfa esta por aquí? -preguntó con temor de que sea atacada por tocar a un Omega en cinta y posiblemente marcado.

El menor negó lentamente mientras miraba a la señora y le dedicaba una diminuta sonrisa. No le diría que escapó del que se suponía que era su Alfa. No le iba a decir que se mudo ahí a Seul, para no estar parar nada cerca de ese Hombre.

Aun temía que lo encontrara.

- Gracias por su hospitalidad señora -exclamó con una pequeña reverencia, su vientre abultado aveces no lo dejaba reverenciarse como se debe y por mas que quiera forzarse, el dolor en la espalda baja o los tirones en su vientre lo detienen- No sabría como agradecerle.

La Omega negó con una lastimosa sonrisa.

- No debes de agradecerme, solo ten cuidado con esas rosas -habla suavemente apuntando a las hermosas flores que había en el arbusto- Aquí a las rosas que están en las veredas no se les quitan las espinas para que no se las lleven -comentó y pudo ver la cara de preocupación de Omega a lo que rió- No te dirán nada, porque al fin y al cabo las sacaste con tus propias manos. No te dirán nada de esa forma, si tu te aguantas el dolor que produce las espinas no te dirán nada. La cosa seria diferente si tu la sacaras con tijeras o guantes especiales.

El Omega se puso a pensar unos segundo y luego asintió entendiendo a lo que se refería la anciana. En Busan hacían lo mismo solo que no lo recordó hasta que lo escucho, si tu podías sacar una rosa con tus manos de cualquier lado no te dirían nada, ya que te estas lastimando a ti mismo y eres consciente, en cambio si usas otras cosas es como si la quisieras robar de otra forma.

- Muy bien muchachito te dejare de sermonear y podrás seguir con tu camino -exclamó con una sonrisa haciendo que el menor notara las arrugas que se formaban al lado de sus ojos- Espero que te vaya bien.

Luego de esas palabras la Omega comenzó su andar lentamente, cosa que hacia poner mas ansioso al Omega por que quería preguntarle la dirección del lugar que andaba buscando.

- Oiga... Disculpe... -murmuró tomando la manga del saco de la mayor haciendo que se volteara mirándolo- ¿Sabe donde queda la heladería mas cercana? -preguntó con las mejillas rojas de vergüenza.

Pues como le diría que desde que esta con el cachorro en su vientre las ganas de comer aumentaban exponencial mente.

Quizás debió buscar algún lugar junto a una heladería de barrio, algo mas corto para su pequeños pies que tenían que soportar cada vez mas el peso del cachorro.

- Claro -respondió la mayor y sonrió al tener a una idea- Si quieres vamos juntos, yo tengo que ir en esa dirección.

Con cada paso que daba mas fascinaba quedaba mirando su entorno, no había tenido la oportunidad de mirar con detalle todo lo que vendría a ser el lugar donde se había mudado. Apenas había llegado hace unos tres días y entre que tenia que bajar las cosas de camión y subirlas a su departamento solo, se le fueron los días sin darse cuenta.

Había llegado a Seul porque era lo que mas lejos estaba de Busan y era el perfecto lugar en donde podría rehacer su vida nuevamente.

Estaba seguro que no iba a ser para nada fácil, obtener un trabajo siendo Omega soltero y en cinta. Lo que agradecía es que podría cubrir todo eso con su marca, podría mentir diciendo que su Alfa esta trabajando en el extranjero y el quería un nuevo trabajo.

No les diría que escapó de "su Alfa" y que solo hace todo eso para él y su cachorro.

- Aquí estamos... -dijo con una sonrisa la Omega haciendo que el menor abriera los ojos sorprendido y totalmente fascinado por la heladería frente suyo ¡Era bellisima!- Espero que te gusten los gustos de esta heladería, sino, tu me dices y le digo al dueño que me haga uno especial para ti -bromea guiñándole el ojo al azabache que tenia sus ojos brillando.

- Muchas gracias señora ...

- Kim -responde la mayor sacando de su bolso una pequeña tarjeta y se la entrega al Omega- Soy Kim Jennie, pero dime Jennie.

- Con gusto señora Kim, yo soy Jeon Jungkook -responde educadamente mientras hace una pequeña reverencia- Nuevamente gracias por ayúdame con lo de la rosa y con traerme aquí.

La mujer negó nuevamente con una sonrisa en labios, se le hacia tierno ver un Omega del porte de ese muchachito.

Sus mejillas abultadas y sonrojadas, su labios tintados de un cereza, sus cabellos revueltos por todos lados, y su pequeño vientre que resaltaba por sobre la remera que llevaba lo hacían ver sumamente adorable.

Por unos segundos se puso a pensar en su nieto, haciendo que agite su cabeza pensando en que cosas absurdas pensaba esta vez.

- Si quieres algún favor o si necesitas algo cachorro, tu solo llama al numero que dice en esa tarjeta y listo. -sugirió con una leve sonrisa, miró por ultima vez al Omega y en su rapida pasada pudo observar como del cuello de la camisa que traia en ese momento se notaba apenas como sobresalia un parche blanco, los conocia eran parches antiflamatorios y anticepticos para tratar las marcas en mal estado. Cosa, que la preocupó pero no dijo nada al respecto- Muy bien Jungkook, espero que nos volvamos a ver.

Jungkook asintió como niño obediente mirando la tarjeta dorada que le había dado la señora. Habia veces que no concordaba con su edad, cosa que le causaba gracia hasta a él mismo.

Agitando la mano pudo despedir a la señora Kim que poco a poco se iba alejando esta vez definitivamente. Con curiosidad observó con mas detalles la tarjeta que la mujer le dió.

- ¿Kim... Entertaiment? -exclamó confundido pero de todos modos las guardo en su bolsillo.

Miró a su alterededor observando como de la heladeria que tenia a unos cuantos clientes en ella. La puerta principal eran dos puertas corredizas de cristal, las cuales en ese momento estaba totalmentes abiertas dejando a la vistas las multiples mesas en su interior.

- Es hora de comer Helado...

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