02.

El rubio salió muy contento y conforme de la sala del consejo. Tenía una oportunidad de rescatar a su amigo y no podía fallar. Así que rápidamente se reunió con Nancy y George a planear la estrategia que usarían.

— Lo más probable es que por lo que dijo el maestro Presley, haya un Lord sith con él —señaló Nancy—. Hay que ser cuidadosos y estar atentos a cualquier posibilidad.

— Tendrán de seguro guardias —añadió George—. No suelten sus sables de luz y no pierdan su conexión a la fuerza. Si queremos recuperar a Syd, es lo que debemos hacer.

— Eso y ser valientes, además de no perder los valores. Habrán guardias genosianos por doquier.

— Eso es lo que dije... —sonrió George.

— Bueno, lleven sus unidades R2, ¿iremos en la misma nave o en las individuales?

— Yo diría que en una misma nave —dijo la rubia—. Así elevaremos menos sospechas.

— Sí, Nancy tiene razón —asintió Roger—. Partiremos mañana a primera hora. Quizás esta misión dure días, lleven provisiones y todo lo necesario.

— Entendido —asintió George.

Como dijeron, al día siguiente, los tres partieron en una nave común. Allí cabrían sus unidades R2, un droide de protocolo, ellos mismos y todo lo necesario.

Se despidieron de sus maestros y decidieron fijar rumbo a Geonosis, utilizando la velocidad de la Luz.

— Deberíamos llegar en dos horas con veinte minutos —señaló Nancy y se puso de pie.

— Iré a meditar para saber en qué parte del planeta está —anunció Roger y se dirigió a un sector más apartado a hacerlo.

No tardó en conectarse con la fuerza, y con esta misma pudo sentir a su amigo. Pedía ayuda, sentía sus gritos. Estaba cautivo y de seguro siendo torturado para sacar información.

Resiste...

Pronto sintió un gaje de oscuridad entre todo. Otra presencia que estaba con él. Un usuario del lado oscuro, que cuyas intensiones negras estaban a flor de piel. Pese a todo su esfuerzo, no pudo descifrar quién era, así que se concentró en descifrar las coordenadas. No le fue tan difícil, sin embargo, seguía sintiendo los lamentos y pedidos de auxilio de su amigo, aquello lo hacía sentirse preocupado.

Ya vamos...

'Los gritos parecieron calmarse. Syd había dejado de gritar y de pedir ayuda. Aquello lo hizo preocuparse, pero Justo entonces, Nancy indicó que salían de la velocidad de la Luz y llegaban al planeta.

Sin embargo, numerosas naves separatistas y genosianas se encontraban allí. Intentaron disimular, sin embargo, les llegó un mensaje de una de las naves.

GT458 a nave desconocida, nave desconocida, diga su ruta y su destino.

— Estamos jodidos —murmuró George.

— Déjamelo a mí —murmuró Nancy para luego ponerse tras el comunicador—. Carguero 78T4, traemos provisiones de blásters y algunos materiales de construcción. Ruta 87, Geonosis.

Roger se percató del movimiento de su mano mientras hablaba.

Pasen a su destino.

— Muchas gracias.

Suspiraron con alivio y siguieron su trayecto, a base de la ubicación que Roger les brindó.

— ¿Roger? ¿Cómo van? —escuchó la voz de John a través de su comunicador.

— Bien, no hemos tenido ningún problema —respondió—. Habían naves separatistas, pero Nancy logró hacer que nos dejaran pasar. Estamos descendiendo hacia el planeta.

Bien, eso es bueno —dijo el mirialiano—. ¿Pudiste sentir a Syd?

— Sí —respondió—. Está cautivo y hay un sith allá con él. Tengo las coordenadas de su ubicación.

Está bien, que la fuerza los acompañe.

— A ti también, John.

Cortó la transmisión y miró hacia delante. El gran planeta de Geonosis era notoriamente visible. Aceleraron el paso y comenzaron a entrar en su atmósfera.

Descendieron en un lugar relativamente vacío. Allí no los encontrarían. Sin embargo, al descender de la nave, la escondieron mediante la fuerza. Prefirieron prevenir.

Caminaron hacia donde fueron los últimos contactos por un transmisor con Syd. Un antiguo templo genosiano que se elevaba orgulloso sobre el planeta. Claro, iban escondidos y buscaron una entrada oculta.

La oscuridad reinaba en el lugar, así que encendieron sus sables de luz para poder ver mejor. Pronto una luz azul y tres verdes lograron hacer que sus visiones mejoraran.

— ¿Alguno logra sentirlo? —preguntó George en un murmuro.

— Sí —respondió Nancy—. Creo que estamos cerca.

— Yo también lo siento —convino Roger.

— Esperen —George hizo un gesto con la mano—. Hay alguien.

Se pusieron en guardia. Nancy con sus dos sables mientras que Roger y George con el único que poseían.

— ¿Lo sienten? —preguntó nuevamente George.

— Sí —asintieron los otros dos.

Cuando pensaron que la amenaza había bajado, retornaron el paso, pero ocho individuos volaron hacia ellos disparándoles con sus blásters.

— ¡Guardias Genosianos! —exclamó Nancy haciendo frente con ambos de sus sables encendidos e intentando bloquear los rayos.

Roger dio un salto lo suficientemente alto como para cortarle las alas y la cabeza al alienígena. Luego le cortó el bláster mientras el individuo aún caía muerto.

Por otra parte, George intentaba bloquear y devolver los rayos que provenían de las armas de sus enemigos. Logró darle a dos que cayeron muertos al instante, sin embargo, otros seguían en su labor asesina contra los supuestos intrusos.

Nancy, por otra parte, usó uno de sus sables de luz para bloquear los ataques, mientras que al segundo lo lanzó a modo de búmeran, logrando acabar con los genosianos que le disparaban a George.

Roger acabó con dos más, sin embargo, recibió un disparo en la pierna que lo dejó fuera de combate. George acabó con los dos restantes mientras Nancy corría a ayudar a su compañero.

— Estoy bien, Nance —dijo el rubio a tiempo que se llevaba la mano a su muslo sangrante. Ella hizo caso omiso y se sentó a su lado para colocar su mano en la rodilla del herido, que poco a poco fue sanándose gracias a la táctica usaba por la rubia.

— ¿Mejor? —preguntó ella.

— Mejor —respondió Roger poniéndose de pie.

— Te necesitamos entero, Rog —dijo George dándole una palmada en el hombro—. Lo hicimos bien.

— Si nos escucharon o los genosianos le dijeron a sus amiguitos de nuestra presencia, vendrán más —dijo Nancy—. Hay que darnos prisa y rescatar a Syd lo antes posible.

— Concuerdo —dijo Roger—. Vamos, creo que está por aquí.

Siguieron el paso, en busca de Syd.

(...)

Un profundo grito de dolor se hizo presente en la habitación a medida que seguían siendo lanzados los rayos de la fuerza sobre la víctima.

— ¡Habla o voy a seguir! —exclamó el atacante.

— No pienso hacerlo —dijo Syd en tono débil.

— Barrett, Barrett, Barrett... —rió cínicamente—. ¿Por qué sigues siendo tan leal? Al punto que voy podría matarte o desfigurarte. Lo que prefieras. Te estoy ofreciendo todo el poder, tienes potencial y serías un gran usuario del lado oscuro. ¿Por qué sigues aferrándote a la luz?

— Mi lealtad... está con los Jedi...

— Y mi lealtad con los sith —repuso con una sonrisa cínica que el contrario fue incapaz de ver por su máscara—. Podríamos estar así por siempre o podría matarte primero.

— Solo eres un aprendiz —soltó Syd.

— Y tú solo eres un necio —dijo con desprecio.

— Sea lo que sea para ti, es subjetivo —dijo—. Pero no lo es el hecho de que eres un aprendiz. Dime, Lord Templus, ¿de verdad terminó su entrenamiento con Darth Bane?

— No —asintió—. Pero ya terminará. Mi maestro es sabio. El tuyo de seguro debe estar muerto.

— Sí, mi maestro murió a manos del tuyo —asintió Syd.

— ¿A dónde quieres ir con todo esto?

— Pudiste ser un buen Jedi, pero tu destino fue otro —dijo Syd.

— Estás ganando tiempo para no darme información, ¿no es así? —dijo—. Dime ahora dónde diablos están los archivos del consejo.

— No te diré nada.

— Terminarás haciéndolo tarde o temprano. Solo es cuestión de tiempo.

— Lord Templus, hay intrusos en el templo —indicó un soldado ingresando a la sala—. Mataron a ocho guardias y se dirigen hacia aquí.

— Bien. Iré a atenderlos yo mismo —dijo Templus y dejó inconsciente a Syd mediante la fuerza para posteriormente salir junto al soldado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top