• Uno | La noche del batallón
Jimin parpadeó, sin poder creérse lo que ese muchacho proclamaba y alzando una ceja, lo miró con cautela antes de decir:
"No iré contigo a ningún sitio" El castaño frente a él frunció el entrecejo, contraído ante la repentina negativa del adolescente.
"No confías en mí ¿Cierto?" Preguntó en un susurro inocente, olvidando todo el revuelo que se armaba fuera de la habitación del pelinegro y tomando asiento en el costado de la cama. Jimin acercó sus rodillas a su pecho, tratando de mantener una distancia prudente con el desconocido.
"¿Cómo podría confiar yo en ti? S-si ni si quiera sé quién o qué eres" Murmuró el menor en respuesta, escondiendo su rostro por detrás de sus rodillas, aquél chico sonrió, complacido por tener una contestación de su parte — al menos ahora sabía el motivo de su desconfianza — porque creyó que Jimin le reconocería, que lo recordaría, ah... Sería mucho más difícil así.
"Mi nombre es Jungkook y he venido a salvarte" Dijo, inflando su pecho en señal de orgullo. En otro momento, tal vez esa frase hubiese sonado heróica, pero en Jimin, sólo provocó una sonrisa sarcástica.
"¿Tú salvarme? ¿De quién? Aquí no hay rato-" Jungkook se abalanzó encima de Jimin antes de que pudiera decir más, tapando su boca al instante, siseando para que guardara silencio, el rubio lamió su mano y hasta la mordió, encontrándose con el extraño sabor de la madera, provocándole una mueca de disgusto.
"Por favor no hables de ellos, las paredes tienen más oídos de los que puedes imaginar" Dijo Jungkook en un murmullo. Jimin asintió, completamente mudo, lo único que pudo hacer fue observar al castaño fijamente, sus ojos estaban brillando y lucían como un inmenso universo de color café, podía incluso, creer que se habían aclarado y dejaban ver un suave y honesto color miel. Hipnotizado, sintió la necesidad de apartar la mirada cuando escuchó un chillido agudo y al parecer, no había sido el único.
"¿Qué fue eso?" Jungkook volteó para observar la puerta de la habitación en cuanto Jimin preguntó, desde las rendijas se podían vislumbrar las luces del pasillo apagadas, pero contrario al ambiente insanamente tranquilo, se escucharon pisadas pequeñas, era como sí resonaran en toda la habitación pero en realidad sólo ellos dos podían oírlas.
Jungkook se levantó de la cama de un salto y tomando la mano del pelinegro, le instó a hacer lo mismo, Jimin lo siguió hasta la entrada de su habitación, intimidado porque el chico parecía sacarle dos cabezas en altura en cuanto se posicionó a su lado.
"Necesito que confíes en mí ahora, príncipe, debemos salir de aquí o nos matarán a ambos en lo que tarda en salir el sol" El castaño colocó sus manos en la cintura de Jimin, sosteniéndolo para que no pudiera escaparse, sus ojos se mostraron suplicantes, pidiendo silenciosamente una respuesta afirmativa. El menor sintió sus defensas caer, no quería pero es que... Jungkook se veía tan confiado y seguro de lo que decía, que ya no pudo dudar de él.
"Por favor. Te prometo que recordarás todo, el cómo era tu vida en nuestro reino y...lo felices que éramos, sólo te pido que tengas la mente abierta ¿Puedes hacerlo?" Estaba lleno de mil y un dudas pero sólo pudo volver a asentir, se sentía muy muy abrumado pero si no confiaba en Jungkook no obtendría las respuestas que tanto estaba buscando, así que tendría que dejar su orgullo de lado, quisiera o no.
"Ahora, te pido que no te asustes, necesitamos transformarnos para poder cruzar esa puerta" Dijo en un susurro, Jimin frunció el ceño, no entendiendo en absoluto de qué rayos estaba hablando, Jungkook le sonrió divertido, su nariz se arrugó tiernamente y sus ojos se hicieron pequeños. "Lo entenderás pronto, tienes que tomar mi mano...sí, así, y piensa en un lugar que te haga muy feliz...mmh...imagina un castillo construído a base de chocolate blanco y melaza de azúcar, con decoraciones de color dorado, cristalino como la miel...y alrededor de él muchos árboles con malvaviscos en la punta...un terreno lleno de nieve fina... ¿Lo tienes?" Jimin asintió, sonriendo abiertamente, le dió un apretón a la mano del mayor cuando la imagen en su mente se hizo más vívida, más real.
"Bien, entonces concéntrate, acércate más a mí y apóyate de mis hombros si sientes algún mareo, porque bueno...es normal, y..." Jimin volvió a sonreírle, más seguro, Jungkook tragó el nudo en su garganta, estaba divagando mucho.
»"A la cuenta de cinco, cierras los ojos" El pelinegro dejó salir un suspiro tembloroso, aquí vamos.
La cuenta regresiva comenzó y Jimin ya sentía muchísimo miedo, sus manos apresaron el cuello de Jungkook, abrazándolo, lo que le sacó una sonrisa al castaño pero siguió contando hacía atrás, tratando de no distraerse con su cercanía. Cuando el momento llegó, y el número uno dió por terminada la cuenta hacia atrás, Jimin apretó los ojos y por instinto se apegó más a Jungkook, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello.
"¿¡QUÉ ESTÁ PASANDO!? ¿¡POR QUÉ TODO SE HACE MÁS PEQUEÑO!? ¿¡VAMOS A MORIR!? ¡OH, CLARO QUE VAMOS A MORIR...SOY DEMASIADO JOVEN PARA ÉSTO-" Por segunda vez en la noche, Jungkook le tapó la boca, el menor estaba gritando tan fuerte que lo más probable es que el Rey Ratón y sus tropas ya se hubiesen percatado de la presencia del humano. En otro momento, y si no fuese por el hecho de que Jimin no recordaba que en su mundo ellos eran pareja, tal vez lo habría callado con un beso, pero se contuvo, debía esperar, porque eso era lo correcto.
Mantuvo los ojos cerrados, apretando a Jimin contra sí, sólo faltaban un par de segundos para que el proceso de encogimiento terminara, pero él no quería verlo, era realmente aterrador, sus piernas y brazos se iban haciendo más pequeños y el suelo se veía muchísimo más grande y cercano de lo que una persona “normal” está acostumbrada a ver, y aunque pasaran los años, el príncipe Cascanueces nunca iba a perder ese miedo, era el único poder que —gracias al cielo— sólo se podía usar tres veces durante los seis primeros meses del año, ya que el consejo real no permitía la entrada al reino Zúket tan fácilmente, ésto era principalmente para evitar que el Rey Ratón (su adversario natural de toda la vida) encontrara el portal mágico que ocupaban los habitantes cada que querían visitar el mundo humano y que no se desvanecía hasta que éstos regresaban, lo que suponía un gran riesgo ya que mientras el portal estuviese abierto cualquiera podía entrar, perteneciera a la aldea o no, y eso mantenía a Jungkook alerta y con prisa de llegar rápido al portal, su padre lo mataría si se enteraba que había regresado al mundo humano por Jimin, pero ¿Qué podía hacer? Sólo quería tener a su esposo de vuelta, y era injusto para él tener que volver a repetir la misma historia de antes, como un constante bucle, cuando ellos ya tenían una vida feliz, cuando habían cumplido tantos sueños juntos, pero sí tenía que empezar de cero y hacer que Jimin confiara en él de nuevo, lo volvería a hacer mil veces más, porque su príncipe lo valía, porque por Jimin él arriesgaría todo, con tal de tenerlo de nuevo en sus brazos y...vivo.
El lugar se sacudió y el mundo se le vino a los pies (literalmente), a su lado, Jimin soltó un fuerte suspiro, pasándose una mano por el cabello, contempló el sitio a su alrededor, Jungkook aún no abría los ojos.
"Wow" El pelinegro no se contuvo, se soltó del agarre de Jungkook y dió unos cuantos pasos para intentar ver su habitación con más detalle, si es que eso era posible. "¿Esa es mi cama? ¡Se ve tan colosal! Seguramente me veía como un gigante durmiendo allí" Rió animadamente, y un segundo más tarde se quedó maravillado viendo su estante de zapatos: "¡Y mira mis patines! ¡Qué grandes están! ¡Podría vivir allí dentro y mis padres nunca lo notarían! ¿No sería genial?" Jungkook frunció levemente el entrecejo, y al oír el alegre tono de voz con el que hablaba el menor, finalmente, volteó a ver lo que éste señalaba; los patines para el hielo exponían un reluciente color blanco a la vista, resultando muy llamativos desde la distancia, sin embargo, la cuchilla de plata era tan intimidante y puntiaguda como el filo de un cuchillo para carnes, lo que lo hizo sonreír.
"Con esa cuchilla tan inmensa, el Rey Ratón no se atrevería siquiera a acercarse a tus patines, eso sí sería realmente interesante de ver" Respondió en cambio, Jimin seguía observando fascinado todo a su alrededor, Jungkook aprovechó ese momento para abrazarlo por detrás, colocando sus manos sobre su cintura. "¿Avanzamos? Ya tendrás mucho tiempo para ver el mundo, Jimin-ssi, lo prometo" Dijo, extendiendo su brazo en su dirección como invitación. Jimin dudó un segundo, enfocado en el aspecto gigante a su alrededor, pero aceptó, comenzando a caminar con Jungkook a la puerta de entrada.
Rió en cuanto llegaron frente a la gran pared de madera, viendo cómo había una puerta de diminuto tamaño en un costado, bueno, en realidad la puerta era de su tamaño actual, pero en su versión “normal” sería pequeñísima.
"Nunca había notado que eso estaba allí" Comentó, con una mirada curiosa. Jungkook sonrió, acercándose a quitar los siete pasadores que mantenían a la puerta cerrada uno por uno.
"No podías verla" Respondió con simpleza.
Jimin arrugó el entrecejo, confundido.
"¿Qué?" Jungkook ya había terminado de abrir la puerta, asomándose hacia afuera para observar de lado a lado, verificando que realmente no hubiese nadie allí antes de salir.
Cuando estuvo seguro, volvió a extender su mano al pelinegro estando de espaldas. Jimin entrelazó sus dedos, y comenzaron a avanzar siguiendo la tenue luz que provenía de la cocina.
"No respondiste a mi duda" Se quejó el niño haciendo un puchero. Jungkook acarició el dorso de su mano como consuelo, quería besar ese puchero tanto como podía hacerlo antes.
"Nadie que no sepa acerca de la existencia de nuestro reino puede ver la puerta, Minnie. En dado caso de que un humano accidentalmente se la encontrara, sería absorbido por la corriente mágica de Zúcket, pero no vería qué fue exactamente lo que lo absorbió" Susurró, mirando con recelo el gran estante repleto de juguetes que se alzaba en el lado izquierdo de la mitad del pasillo.
Jimin asintió, mareándose cuando el castaño habló en plural y mencionó ese nombre extraño; parpadeó, sintiendo sus ojos pesar y su vista borrosa.
Justo en ese momento, Jungkook lo abrazó por las caderas, apegándolo a él y haciendo que rodeara su cintura con sus pequeñas manos.
Una sombra pasó rápidamente, agitando el ambiente con una ráfaga de viento de procedencia desconocida; el hedor a animal muerto se extendió por toda la estancia causando que Jungkook se tensara.
El castaño apretó los puños a sus costados con furia, rozando la funda de cuero de su espada; las risas siniestras se oyeron a una distancia considerable, ojos del rojo más intenso brillaron entre la opaca oscuridad.
Jimin tragó grueso, su cuerpo tembló y sus uñas se clavaron en el saco de Jungkook buscando aferrarse a algo.
"Jungkook, ¿Quiénes son ellos?, ¿Q-qué está p-pasando?" Preguntó en un hilo de voz, el mayor lo abrazó con fuerza, girándose brevemente para hablarle al oído.
"Pase lo que pase, nuestra prioridad es sobrevivir, debemos encontrar la forma de esquivarlos, ¿Ves esa casa de muñecas?" Jimin miró de reojo la estantería de vidrio, asintiendo cuando encontró lo que el mayor decía; no era una casa, más bien parecía una mansión. "Necesito que subas allí lo más pronto que puedas, trata de no ser visto...y por favor despierta a las muñecas, la del vestido verde es Seulgi y la del vestido púrpura es Yeri, te ayudarán a encontrar el portal a Zúcket, diles que despierten al coronel Jung y sus tropas, necesitaré refuerzos" Jimin asintió de nuevo, algo aturdido por la cantidad de información que estaba recibiendo pero completamente dispuesto, quiso alejarse del castaño para hacer lo que le pedía, pero el mayor volvió a atraerlo a sí mismo en un apretado abrazo. "Y no olvides...que te amo, te amo mucho, justo ahora no lo recuerdas, pero en otra vida y otro tiempo, fuiste mi esposo...yo..." Negó con la cabeza, alejando sus pensamientos y inclinándose a dejar un casto beso sobre los gruesos belfos del contrario con un resoplido.
Park Jimin pensó en alejarse. Jungkook era un total desconocido para él, que apareció en su habitación de la nada y ahora tenía el descaro de declararse a él y besarlo; pero no pudo, un sentimiento cálido floreció en su interior cuando sus labios se tocaron, por eso se colocó de puntillas, apoyándose en los hombros del mayor para devolverle el beso con torpeza. Nunca había besado a nadie, éste era su primer beso y le avergonzaba que los labios delgados de Jungkook hicieran todo el trabajo, pero al castaño pareció gustarle, porque sus brazos se anclaron a las caderas del menor para delinear sus labios, provocando que el pelinegro abriera ligeramente su boca, lo que causó que Jungkook adentrara su lengua en la misma sin permiso, sacándole a Jimin un gemido de la impresión.
El ahora romántico momento, habría continuado de no ser por las carcajadas siniestras que se escucharon a sus espaldas, ésta vez, más cerca que antes.
Jungkook y Jimin se tensaron, separándose al instante; Jungkook se colocó delante del más bajo de nuevo, cubriendo su figura para evitar que fuese visto.
"Vaya, vaya, vaya...¿Qué es lo que tenemos aquí? El príncipe Cascanueces y su mascota" Saludó el Rey de los ratones, Min Yoongi, sus ojos rojos brillaron aún más cuando vió el rostro del muchacho al que Jungkook trataba de esconder. Soltó otra gran carcajada, reconociéndolo. "Oh, perdone usted, príncipe Park, o debería decir ¿Park de Jeon?, creí que había muerto, es un placer ver qué no es así" Expandió su sonrisa, mostrando sus colmillos; Jimin frunció el entrecejo, ¿A qué se refería con que él estuviese muerto? Si él...
"¿No dice nada? Curioso, cuestionable... el príncipe Park real me habría pateado en la cara, pero como veo que no lo hace, no me molestará matar a su copia, igual a como lo hice con el original" Pensó en voz alta, encogiéndose de hombros. Jungkook cubrió aún más a Jimin, colocándose en posición de ataque. Yoongi no se inmutó, les dedicó una mirada de soslayo antes de hablarle a sus tropas: "Maten al niño, pero quiero al cascanueces vivo". Los soldados asintieron, antes de empezar a correr y transformarse en gigantescos roedores.
Jungkook observó desesperado en todas direcciones, buscando una solución, hasta que gritó:
"¡Corre! ¡Ya sabes qué hacer!" Empujó a Jimin hacía el lado izquierdo del pasillo; el pelinegro captó de inmediato a qué se refería y comenzó a correr hacia la gran estantería de juguetes de inmediato.
Oyó gritos de dolor de parte de Jungkook, y otros más del grupo de ratones, pero no se detuvo hasta que sus pies se toparon con el estante de vidrio.
Saltó para intentar colgarse de la manija de la puerta, pero antes de que lo hiciera, una flecha pasó a un lado de su cabeza, la esquivó, viendo horrorizado el trozo de madera clavarse en la pared.
Una risa siniestra llegó hasta sus oídos, erizándole la piel.
"¡Puedes correr Park! ¡Pero no esconderte!" Jimin sonrió, una valentía desconocida llenó su pecho y se impulsó hacia arriba otra vez, logrando tirar de la manija de la puerta corrediza y adentrándose en la estantería tras cerrar con cuidado.
Dentro de la primera planta todo estaba oscuro, pero podía distinguir entre las sombras a los muñecos con vestimenta militar estando tiesos, su pose con una mano cubriendo sus frentes y la otra detrás de sus espaldas le habría parecido cómica al pelinegro si no fuese por el hecho de que la última vez que vió a esos muñecos ellos se veían como juguetes, pero ahora lucían...humanos.
Uno de todos ellos estaba al frente, su uniforme con saco azul oscuro y pantalón blanco lo distinguía de los demás, al igual que las medallas en el lado derecho del traje, la boina y las letras grabadas en la insignia apenas legibles con el apellido 'Jung'.
Pasó a su lado sin atreverse a dirigirle la mirada, yendo hasta unas escaleras estratégicamente escondidas detrás de un osito de peluche con el que jugaba cuando tenía unos cinco años. Subió los peldaños, volteando cada tanto para confirmar que estaba solo, o bueno... más bien que era el único despierto en ese lugar.
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