Capítulo 8: Ascenso.
Había anochecido, las hermanas Sawyer aún se encontraban en el apartamento de Amy descansando luego de un día entero buscando pistas sobre el paradero de su hermano James. Erin escuchó pasos en la sala principal y rápidamente abrió sus ojos y alertó a su hermana.
—¿Oíste eso también? — susurró Amy, quien miró a la pelirroja tras su reacción. Erin asintió con su cabeza mientras despertaba a Sam.
—¿Qué pasa?
—Hay alguien dentro… escuché pasos.
Rápidamente, las mujeres se pusieron de pie, Sam tomó su varita, Erin comenzó a cambiar el color de sus ojos y cabello a blanco y Amy tomaba un arma de fuego del mueble de su ropa.
La rubia apuntó hacia la puerta al igual que Sam, mientras Erin seguía observando sin mover un dedo.
—Ve a la cocina, tú busca en la otra habitación y yo buscaré aquí, vamos. — escucharon susurrar a alguien.
—Ocultense. — dijo Amy.
El hombre abrió la puerta de la habitación y apuntó con un arma pesada esperando encontrar a las muchachas.
—Mierda… — dijo.
De repente, el arma del hombre comenzó a derretirse, rápidamente la soltó para no quemarse. La puerta se cerró detrás de él con seguro y un puño de hielo golpeó su cara dejándolo inconsciente.
—Buen equipo, fuego y hielo juntos.
—Definitivamente. — contestó Erin a su hermana.
—¿Qué hacemos con los demás? — preguntó Amy, para después ser interrumpida por el sonido de una ventana rota.
—¡Infeliz! — exclamó alguien en la cocina.
Las tres mujeres no dudaron en correr a ver lo que pasaba, pero Erin se frenó en seco al ver a un hombre de rojo peleando contra los otros dos intrusos.
—¿Está del lado bueno? — preguntó Erin.
—Nadie es bueno, no podemos confiar…
—Sam tiene razón. — dijo Amy, quien apuntó con su arma a la cabeza del hombre de rojo e impactó un disparo. La bala chocó contra la máscara del individuo y luego rebotó, el hombre estaba aturdido y cayó por la ventana rota hasta el suelo.
—¡Diablos! — exclamó Erin. — hay que ir por él o vendrá la policía.
En aquella prisión oscura, el anciano que compartía celda con James había realizado algunas modificaciones en el lugar para ayudar al pelirrojo a ponerse de pie, atando una cuerda a sus brazos.
—Mantente de pie.
—Esto… duele como el carajo.
—Y cuida tu lenguaje, Sawyer… lo que viene será peor. Tienes una vértebra salida, hay que re acomodarla.
—¿Y cómo piensas…? — James fue interrumpido por un golpe seco en su espalda y el crujido de su vértebra volviendo a su posición. Los gritos de dolor del hombre alertaron a los guardias, pero no le tomaron mucha importancia.
—Ahora sí, con un poco de entrenamiento caminarás en unas horas.
—Hay… que empezar ahora. — dijo James, con dificultad para respirar debido al fuerte dolor que sentía, pero poco a poco sintió como el dolor disminuía.
—Ten paciencia, rojo.
—No tengo paciencia, ya no. — contestó, al mismo tiempo que se apoyaba con la cuerda y colocaba sus dos pies en el suelo.
El anciano se puso de pie y miró de frente al pelirrojo.
—Tienes corazón… entonces comencemos.
Venecia había abierto sus ojos, sus labios estaban resecos, pues no bebía nada desde hace un par de días.
—Pst… ¿Agua? — preguntó Aurorus, pasándole con sus pies libres una botella a la pelirroja.
—Gracias…
—Sé que te cuesta hablar, así que bebela toda. Escuché a unos tipos hablando, mamá y los chicos están acá pero en otra parte del edificio, tal vez si logramos soltarnos podremos ir por ellos.
—No creo que sea tan sencillo, Aurorus.
—Sólo debemos conseguir nuestras varitas, cuando las tengamos todo será sencillo… o eso espero.
Del otro lado de la habitación, el grupo de hombres vigilaba al restante de la familia Sawyer.
—El jefe dijo que la pelivino debe permanecer dormida o inconsciente, es la más peligrosa de todos.
—¿Tienen algún poder en especial estas personas? Porque siendo sincero, son más fuertes que un maldito roble.
—No lo sé, Simmons, pero el jefe sabe algo.
Aquel hombre con traje rojo comenzaba a despertar, todo a su alrededor estaba en silencio, su mente estaba en blanco y su vista oscura, lentamente comenzó a recuperar sus sentidos, comenzó a escuchar todo lo que había a su alrededor y gracias a las ondas que producían estos sonidos, comenzó a mirar a su alrededor.
—¿Dónde estoy? — preguntó, mientras tocaba su cara para darse cuenta de que la máscara que utilizaba ya no estaba.
—¿Quién eres? — preguntó una pelirroja.
El hombre guardó silencio.
» Habla ahora. ¿Qué venías a buscar aquí?
El hombre escuchó pasos, miró en dirección a ellos y habló.
—A ella.
—¿Lo conoces, Amy? — preguntó Sam, acercándose al grupo.
—Yo… no.
—A mi no, pero conoces a Mccoy, me dijo que podías ayudarme con un caso.
—¿El abogado Mccoy? — preguntó la rubia.
—Está investigando sobre un caso de intento de homicidio, hace unos días… la familia Sawyer Wood.
—¿Qué sabes tú de eso? — preguntó Erin, quien comenzaba a enfadarse.
—Nada, por ahora, pero si Amy me ayuda…
—¿Y en qué podría ayudarte yo? — preguntó la rubia.
—Mccoy dice que conoces a los Sawyer, desde niña…
Sam miró a la rubia, extrañada.
—Sí, de hecho… te presento a Erin y Samantha Sawyer, hermanas mayores del desaparecido, James.
—Mucho gusto, soy Andrew, Andrew Wilson. — dijo el hombre, levantándose del sofá.
Habían pasado un par de noches desde que los guardias escuchaban los gritos de dolor de aquel hombre pelirrojo en su celda, uno de ellos decidió darse un paseo por el lugar.
—¿Ya estás muerto acaso, Sawyer? — preguntó el hombre, para luego comenzar a reír. Sin más, se retiró del lugar.
—Ya se fue… — susurró el anciano.
James salió de debajo de la cama, se levantó lentamente y con sus puños, comenzó a golpear un saco improvisado.
—Han pasado un par de días y ya puedes dar algunos golpes.
—No es suficiente. — contestó el pelirrojo, quien inmediatamente se lanzó al suelo para realizar algunos abdominales y lagartijas.
—Te veo entusiasmado… ¿Ya sabes cómo saldrás de este agujero? — preguntó el anciano.
—Tengo dos amigos que me ayudarán con eso, izquierda y derecha.
—¿Y cuándo será…?
James paró de hacer sus ejercicios y se quedó sentado en el suelo, respirando entrecordamente.
—Esta noche, sacaremos a los demás, tú incluido. Podrás volver a ver a tu familia, ¿Me ayudarás? — preguntó el hombre pelirrojo.
El anciano se quedó pensativo, mirando hacia el suelo, pero después contestó, moviendo su cabeza de arriba a abajo.
—Estoy contigo.
—Perfecto. — dijo James, quien inmediatamente después siguió ejercitandose.
Era de noche, todo estaba oscuro, la única iluminación que reflejaba en el lugar era la débil luz de la luna.
—Pst… — dijo alguien en una celda. — dicen que hoy es, el gran escape.
—¿De qué hablas? Nadie ha logrado sacarnos de aquí en diez años, no será diferente hoy, Black.
De repente, unos gritos rompieron el silencio, se escuchaban los lamentos de un hombre anciano quejándose de dolor en su celda. Uno de los guardias corrió inmediatamente para saber qué sucedía, alumbrando su camino con una pequeña linterna.
—¿Qué mierda pasó? — se preguntó.
Siguió caminando, apuntando su arma y linterna hacia el lugar de donde hace unos segundos se escuchaban gritos.
—A tu izquierda. — susurraron a su lado. De repente sintió como tomaron su arma y su linterna cayó al suelo.
El sonido de una puerta abriéndose se escuchó inmediatamente después del golpe al guardia.
—¡Todos, salgan, vámonos de acá! — exclamaba aquel anciano ayudando a salir a los demás prisioneros.
—¡Que no escapen! — gritó un guardia, quien se dirigió rápidamente al lugar tras escuchar el desastre que había.
James usaba la oscuridad como su aliada, caminaba entre las sombras y atacaba a los guardias desde ellas, hasta que uno de ellos lo apuntó con una linterna.
—¡Es Sawyer! — exclamó.
James tomó la linterna rápidamente y la quebró en dos partes cuando la estrelló en la cabeza del hombre frente a él.
—¡No me importa que escapen los demás, atrapen a ese maldito desgraciado! — ordenó el líder de los guardias.
Sin más, todos se ordenaron y comenzaron a buscar al pelirrojo en fuga, mientras los demás escapaban del lugar. El anciano que ayudaba a James notó que el plan no iba como funcionaba y estando a tan sólo metros de la salida, decidió devolverse y ayudar al pelirrojo.
Los guardias buscaban con sus linternas por cada esquina del lugar, tratando de buscar a James. El pelirrojo caminaba silenciosamente entre los charcos, sus ojos estaban adaptados a la oscuridad, pero poco a poco perdía la visibilidad, pisó fuertemente en un charco de agua, llamando la atención de los guardias, al hacerlo, se quedó totalmente quieto. Un silencio se hizo presente, no se escuchaba absolutamente nada, por lo que el pelirrojo dio un paso lentamente, causando ruido en el lugar. Inmediatamente después del sonido, una linterna apuntó al pelirrojo y luego se apagó.
—Carajo… — susurró para él mismo.
Cuando intentó darse la vuelta, recibió un fuerte golpe en su abdomen que lo desestabilizó.
—¡Maldito desgraciado! — escuchó el pelirrojo, quien recibió un golpe en su cara después de esas palabras.
James no sabía de donde venían los golpes y cada vez eran más las personas que lo golpeaban. Golpes, cortes y algunas balas perdidas hicieron que el hombre cayera al suelo, con la cara ensangrentada al igual que el resto de su cuerpo. Todos encendieron su linterna y apuntaron al hombre en el suelo.
—¿Creíste que sería sencillo, maldito idiota? — dijo uno de los guardias, poniendo un pie sobre el pecho del pelirrojo en el suelo.
—Los demás no nos interesan, ellos pueden ser libres, pero tú… vivirás aquí para el resto de tu miserable vida.
—Oigan, idiotas, sería una pena que alguien haya llamado a la policía. Deberían irse de este maldito lugar, ya están hundidos en la mierda más profunda. — decía aquel anciano, quien se acercaba lentamente a los guardias.
—No des un paso más, idiota. — dijo uno, apuntandolo.
—Sus armas no me dan miedo, la guerra te fortalece, ustedes nunca sabrán lo que eso significa. — contestó el anciano, haciendo una rápida maniobra para clavar un cuchillo que escondía al hombre frente a él.
—¡Hey hey hey! — exclamó otro guardia, quien de un golpe en la cabeza apartó al anciano de su compañero.
—¡Rick! ¿Estás bien?
—¡Viejo estúpido! — dijo el líder, quien comenzó a golpear al anciano en el suelo. — vas a pagar caro lo que has hecho.
—¡No, déjenlo ir! Su problema es conmigo… — dijo James, retomando la consciencia lentamente.
El líder apuntó su arma al anciano y luego miró al pelirrojo.
—¿Crees que merece otra oportunidad, Sawyer? Mató a mi compañero.
—Cometió un error… todos… lo hacemos. — decía el pelirrojo en el suelo.
—Discurso moral, esa estupidez no funciona conmigo. Quizá así aprendas una lección, no te bastó con lastimar a tu familia, ahora lastimaras otra… me sorprendes, Sawyer.
El líder del grupo devolvió su mirada al anciano, con su arma apuntó a su pecho y volvió a decir unas palabras.
» Ten en cuenta que esto no hubiera sucedido de no ser por este tipo… espero que se vuelvan a ver en el infierno. — y sin más, le disparó.
—¡No, no! — exclamó James en el suelo, furioso.
Rápidamente tiró una patada a la rodilla del hombre frente a él, haciéndolo caer al suelo. Se levantó rápidamente y comenzó a pelear con los demás hombres que habían en el lugar.
—¡Apaguen las linternas! — exclamó uno de ellos al caer al suelo.
Siguieron el consejo del hombre y apagaron las linternas, dejando al pelirrojo sin visión. Comenzó a recibir fuertes golpes por todo su cuerpo, su cara y su abdomen sangraban debido a las cortaduras recientes que había recibido. Sintió como colocaron un pie sobre su pecho y lo trataban de agarrar, pero el pelirrojo estaba furioso. Los guardias que lo tomaban de los brazos comenzaron a sentir sus manos calientes.
—¡Mierda! — exclamó uno, soltando el brazo de James, algo que el pelirrojo aprovechó para tomar a su enemigo del cabello y golpearle la cabeza contra el suelo. Con su brazo libre, tomó la pierna sobre su pecho y en una rápida maniobra, la rompió en dos partes. Se levantó rápidamente y de sus manos comenzaron a salir llamas, las cuales comenzó a lanzar a su alrededor para alumbrar el lugar.
—¿Pero… Q-que…? — tartamudeaba uno de los guardias.
—¡Atrapenlo ahora! — exclamó el líder, corriendo hacia el pelirrojo con sus seguidores.
Todos se abalanzaban uno a uno contra James, sin embargo, ya no eran rival para él, pues derrotaba fácilmente a cada uno de los guardias, hasta quedar cara a cara con el líder.
—Rindete. — dijo el hombre, entrecortadamente.
—Podría seguir todo el día. — contestó el pelirrojo.
El líder de los guardias lanzó un golpe, el cual James esquivó, tomó el brazo de su enemigo y rompió, para después darle un fuerte golpe en su rodilla causando una luxación y por último, comenzó a golpear la cara del hombre con coraje.
» Piénsalo dos veces la próxima vez que quieras lastimar a mi familia. — dijo el pelirrojo, brindándole un último golpe a su enemigo hasta dejarlo inconsciente.
Comenzó a levantarse lentamente y comenzó a caminar hasta donde estaba aquel anciano.
—Hey…ya está, voy a sacarte de aquí, quédate conmigo.
—James, eres un hombre extraordinario, ya terminé mi misión… ahora tu termina la tuya.
—No, debo llevarte con tu familia, tienes que ir con ellos.
El anciano puso su mano sobre la del pelirrojo y lo miró a los ojos.
—Si quieres que nos encontremos entonces déjame ir, ellos me están esperando hace mucho tiempo. — contestó. James lo miró y lo entendió, asintiendo con su cabeza.
—Gracias, señor Lawrence, gracias. — dijo James, mientras miraba al anciano, quien cerró sus ojos lentamente. El hombre suspiró, se levantó del suelo dirigiéndose hasta la salida, usando las llamas de sus manos para iluminar el lugar. Llegó hasta la salida percatandose que donde se encontraba encerrado era en una cueva. Caminó hasta la orilla de la misma, mirando la ciudad desde largo.
—Los voy a encontrar… juro que lo haré. — se dijo a sí mismo, bajando su mirada para ver aquel collar, con la foto de su esposa y sus hijos.
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