Capítulo 6: Justicieros.
James despertó, estaba aturdido y su vista estaba borrosa. Se encontraba en un lugar oscuro, recostado en el suelo en un espacio cerrado por rejas y candados.
—Al fin despertó… — dijo un hombre quien se acercó a vigilar al pelirrojo.
—¿Dónde estoy? — preguntó James.
—Dónde mereces estar.
—¿Dónde está… mi esposa?
—¿La mujer pelivino? Ah, deben de estar llorando en su tumba sus seres queridos.
—¿Qué? — preguntó el pelirrojo exaltado intentando levantarse de la cama, pero un dolor intenso en su espalda lo detuvo y no pudo levantarse.
—Por cierto, esa vértebra que tienes salida está… tentadora ponerla en su lugar, pero eso nos costaría caro, implicaría tu recuperación y que sigas tu vida con normalidad.
—Y no olvides una propensa paliza. — contestó el hombre. —¿Dónde está mi esposa?
El hombre le lanzó algo al pelirrojo, algo que era difícil ver por la oscuridad del lugar, pero que sin embargo, el hombre alcanzó a mirar una pequeña luz color azul que desprendía de un objeto pequeño.
—El jefe ordenó que debías verlo… lástima, yo hubiera decidido venderlo y ganar una fortuna, es un costoso anillo por lo que veo.
James sabía de qué se trataba, era el anillo de matrimonio que él le dio a Abril hace muchos años.
—Eres un… maldito. — susurró con rabia, intentó ponerse de pie nuevamente pero fue inútil.
El hombre fuera de la reja comenzó a reír.
—Buena suerte con tu vida, Sawyer, esperamos mueras pronto.
Sin más, se fue del lugar.
—No podrás vencerlos… — escuchó decir el pelirrojo.
Un hombre giró su cabeza dejando ver su cara, era algo anciano con barba larga y casi sin cabello.
James solo bajó su mirada y una pequeña lágrima rodó por su mejilla.
Las hermanas Sawyer estaban desesperadas luego del desastre en el hospital. Sam trataba de calmar a Erin quien caminaba de un lado a otro, desesperada sin saber que hacer, mientras Amy preparaba un té.
—Ya le avisé a Laia, espero recibir respuesta pronto. — dijo la pelinegra.
—No podemos esperar a que Laia conteste, Sam. Abril y James están en peligro, se los llevaron, no sabemos donde están y para rematar, los cuerpos de nuestros sobrinos han desaparecido.
—¡Traje el té! — exclamó Amy entrando en la habitación.
—Genial, ahora tomate ese té, Erin Sawyer.
La pelirroja se calmó un poco, se sentó al lado de su hermana y tomó el té caliente.
—Sabes, Sam, Erin tiene razón. No podemos esperar noticias, ni la policía sabe que está pasando… quizá debamos investigar.
—Concuerdo en eso, pero hay que hacerlo con cautela… quizá podemos buscar a Lola Diggory, ella es buena. — sugirió Sam.
—Olvídalo, debe estar muy ocupada. — contestó Erin poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta.
—¿Dónde vas? — preguntó Amy.
—A buscar respuestas.
—Erin no cometas una locura.
—Samy, si esto le estuviera pasando a alguna de nosotras, James hubiera hecho esto por nosotras, sin ni siquiera dudarlo. Hace 17 años James perdió gran parte de su vida con su familia por culpa mía, esto es lo mínimo que puedo hacer por él. — contestó la pelirroja con algo de culpa en sus palabras.
Sam asintió con su cabeza.
—Lo que sea que encuentres mantenme informada, Amy y yo buscaremos por otro lado.
—Gracias. — contestó la más joven.
Erin salió de la casa de Amy y su primer destino sería la casa donde todo comenzó.
—Todo es una locura, la policía lleva investigando desde el asesinato de esos pobres señores y no encuentran nada. — decía un hombre rubio.
—Conoces a la policía, Mccoy, más a la de Nueva York. — contestó un hombre de cabello negro que ordenaba algunos papeles en un escritorio.
—¿Tú sí crees la historia de que la policía es corrupta, Andrew? — preguntó el rubio.
—Podría confiar ciegamente en eso… irónicamente lo hago. — dijo Andrew, señalando sus lentes para ciegos.
—Es un poco tarde… creo que deberíamos irnos ya. ¿Vamos por unos tragos? — preguntó Mccoy.
—Lo siento Mike, pero estoy muy cansado, prefiero ir a dormir. — contestó Andrew.
—Sí… creo que será lo mejor.
Erin llegó hasta aquella casa, el lugar había sido restringido por lo que tenía cintas amarillas en cada entrada y ventana, pero la mujer se las arregló para entrar, miró levemente esperando encontrar rastros de sangre, pero la casa ya había sido aseada.
—Me salvé de no vomitar… — susurró la mujer.
Sin más, entró por completo y comenzó a inspeccionar el lugar, con total atención. Decidió subir al segundo piso donde encontró las maletas de James y Abril en la habitación de ellos. La mujer sonrió un poco al ver aquella maleta que ella misma le obsequió a su hermano hace muchos años atrás.
» ¿Porque tiene que estar pasando esto? — se dijo a sí misma con rabia, causando que su cabello comenzara a tornarse blanco al igual que sus ojos y al mismo tiempo que el ambiente se ponía frío. La maleta del pelirrojo cayó al suelo debido al pequeño estruendo que causó la ahora peliblanca con su cambio de aspecto. Erin se agachó un poco al notar una prenda que cayó de la maleta de su hermano al abrirse cuando cayó al suelo, la tomó y se levantó lentamente.
» Resiste Cap, te voy a encontrar. — dijo Erin.
[Norte de Brooklyn]
En una vieja bodega abandonada, un grupo de hombres armados vigilaban lo que parecía ser una reunión de mafiosos.
—Falta media hora, la policía no se ha hecho presente.
—Eso nos indica que el trato del señor Blake con la policía funcionó a la perfección.
Ambos guardias comenzaron a reír.
—¿Escuchaste lo que hizo un aliado del señor Blake?
—¿Lo del soldado secuestrado? — preguntó uno. — lo escuché de uno de sus guardias, esos malditos están locos.
De repente, la conversación fue interrumpida por un ruido extraño en el lugar.
—¿Lo escuchaste? — preguntó uno de los hombres, pero la única respuesta que recibió fue el sonido del cuerpo de su compañero caer contra el suelo.
» ¡Mierda!
—¡Sshhh! — dijo un hombre a sus espaldas.
Aquel hombre iba con un traje peculiar totalmente de rojo, le brindó una patada en la flexión de su rodilla al hombre y con habilidad le quitó el arma.
» Cuéntame más de ese soldado secuestrado. — dijo el hombre de rojo enmascarado.
—Olvídalo imbécil, primero muerto.
—Tú lo decidiste. — contestó secamente el enmascarado, tomó la cabeza del hombre listo para girarla y romper su cuello.
—¡No, alto! — exclamó asustado el guardia. — lo único que sé es que tienen a un soldado secuestrado al sur de Staten Island, un hombre de apellido Stone.
—¿Para quién trabaja?
—No puedo decir… es mi jefe, me mataría.
—Morirás de todas formas.
—Blake, Liam Blake.
—Buen muchacho… última pregunta. El caso del ataque y asesinato de una familia en Brooklyn hace un par de días, ¿Alguna idea de eso?
—Estuve ahí, Blake nos envió a acabar con un hombre de apellido Sawyer, James Sawyer.
—¿Están todos muertos?
—Sólo él quedó vivo…
—¿Dónde está?
—¡Oye! — exclamó otro hombre desde la puerta del lugar. El enmascarado noqueó al tipo que tenía del cuello y lo dejó caer al suelo, mientras un grupo pequeño de hombres se acercaba a él.
—Esto será divertido. — dijo el de rojo
Mientras tanto, en el centro de Brooklyn, unos hombres se encontraban en la esquina de un callejón esperando a alguien. Tras esperar unos cinco minutos, decidieron irse, sin embargo, la persona que esperaban apareció bajándose de un lujoso auto.
—Señores… lamento la espera.
—Imbécil, ¿Quién te crees?
—Deja la mala educación, señor Wallace. Acá está su pago por la colaboración de hace unos días, el jefe les agradece y espera contar con su apoyo en futuros proyectos.
El hombre de saco les entregó un maletín lleno de billetes a los otros dos, quienes estaban satisfechos.
—Cuenten con nosotros.
—¡Hey, idiotas! — escucharon gritar con voz femenina a lo largo.
Observaron la silueta de una mujer que se acercaba, la luz fue la suficiente para alumbrar a la mujer de cabello blanco, con una especie de máscara negra que tapaba parte de sus ojos.
—¿Acaso puede ver con eso puesto o simplemente está ebria? — preguntó uno de los hombres.
—Me parece que es hora de retirarme. — dijo el de saco, dando la media vuelta y dirigiéndose hacia el auto.
—No irás a ninguna parte. — dijo la peliblanca, creando una ráfaga de viento haciendo que uno de los postes de alumbrado eléctrico cayera encima del auto. — hoy van a responderme unas preguntas.
—¿Y qué pasa si no lo hacemos?
Erin sonrió levemente, comenzó a acercarse a los hombres preparada para brindarles una paliza.
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