Capítulo 3: Familia.

Una muchacha caminaba por un callejón oscuro, cargando una bolsa de basura en su mano derecha y algunas cajas de cartón en la otra. Se frenó frente al contenedor de basura, tomó impulso y soltó la bolsa, haciendo que cayera dentro del mismo, se escuchó un quejido de dolor inmediato.

-¿Qué carajo? - se preguntó la mujer.

Tímidamente comenzó a acercarse al contenedor, se apoyó de un costado y se puso de puntillas.

» ¡Oh Dios! - exclamó.

La chica corrió en busca de ayuda, luego de unos minutos regresó acompañada de un hombre.

-¿Dónde está? - preguntó.

-Dentro del contenedor, señor Castle.

Comenzaron a revolcar la basura hasta encontrar lo que buscaban, un hombre. Mutuamente se las arreglaron para sacar a un hombre pelirrojo que se encontraba dentro del contenedor, se veía totalmente pálido con unos cuantos cortes y agujeros de bala en su abdomen.

-Sigue vivo... hay que llevarlo dentro. - sugirió la chica.

Una mujer de cabello negro se encontraba sentada en la silla de una sala de espera, dentro de un hospital. Su mirada contra el suelo parecía perdida y borrosa al mismo tiempo, gracias a las pocas lágrimas que quedaban en sus ojos.

-¿Tienes algo donde escribir y una pluma? - le preguntó la mujer de forma seca al hombre a su lado.

-S-sí... claro.

El hombre sacó una libreta y una pluma de su maletín y se las entregó a Sam.

-Gracias... ahora vuelvo.

Se levantó, caminó hasta el baño y comenzó a escribir en una hoja. Cuando terminó, arrancó la hoja y una lechuza se posó sobre la ventana del baño, se acercó hasta la pelinegra y picoteó con suavidad la mano de su dueña.

» Ya sabes a quién dársela, pequeña. Sólo no te tardes mucho, por favor. - dijo Sam, mientras colocaba la carta en el pico de la lechuza, para luego darle una caricia. La misma levantó vuelo, en busca de su nuevo objetivo.

En una de las salas del hospital reposaba Abril Wood, comenzó a abrir sus ojos lentamente al mismo tiempo que un fuerte dolor de cabeza se hacía presente. Una enfermera se acercó a la mujer.

-Señora Wood, ¿Cómo se siente?

-Cómo si tuviera el ente de la naturaleza en el centro de mi cerebro... - soltó la pelivino, sin pensarlo.

La enfermera la miró extrañada. Abril, al percatarse que no estaba en San Mungo abrió sus ojos más consciente.

-Me refiero a... bien, bien, creo.

-Qué bien, se le están realizando pruebas y exámenes para saber cómo avanza su recuperación.

Abril escuchaba a la enferma a larga distancia, pues su mente se concentraba solo en dos cosas, sus hijos y su esposo. Rápidamente reaccionó, trató de levantarse de la cama, desesperada.

-¡Mis niños! - exclamó.

-¡Señora, debe calmarse, ellos están bien! - contestó la enfermera.

James se encontraba recostado sobre una camilla, se notaban las suturas en su abdomen gracias a que no llevaba nada puesto en esa zona.

-¿Crees que se recuperará, padre Castle? - preguntó aquella mujer.

-Esperemos que sí, señorita. Debo volver arriba, si despierta, no dudes en buscarme.

-Lo haré.

Pasaron unas cuantas horas, había amanecido por fin. En la cabeza del pelirrojo solo se escuchaba la voz de aquel hombre y los gritos de su familia. Lentamente comenzó a abrir los ojos, donde lo primero que vio fue un brillante techo de madera refinada.

-Agh... - susurró el hombre.

-Señor... ¿Se encuentra bien? - preguntó aquella mujer inmediatamente.

-Yo... ¿Qué pasó?

-Lo encontramos en un basurero anoche, señor, estaba sangrando por todo su abdomen.

-Mierda... ¿A cuánto está el MACUSA de aquí? - preguntó el hombre, con voz clara y fuerte.

-¿Disculpe, el qué?

-Iré solo, gracias.

El hombre trató de bajar de la cama, pero al poner los pies sobre el suelo y levantar su cuerpo, cayó inmediatamente al suelo.

-¡Señor! - exclamó la muchacha junto a él. -¡Padre Castle!

Un señor bajó las escaleras rápidamente al escuchar su nombre.

-¡Señor Sawyer! Oh Dios.

Entre ambos ayudaron a ponerse de pie al pelirrojo, recostandolo en la cama nuevamente.

-¿Cómo me conoce? - preguntó James, con dificultad por el dolor.

-¿Tan rápido me olvidaste?

James estaba cegado por el dolor, no sentía las piernas. La muchacha lo giró con cuidado para revisar su espalda, temiendo lo peor.

-Tiene una vértebra salida...

El padre Castle miró a la chica, angustiado.

-Hay que llevarlo al hospital, ahora.

-¿Y crees que pueda hacerlo?

-No quiero ir al hospital, quiero buscar a mi esposa, a mis hijos y a mis padres.

-No estás en condiciones, muchacho, o te llevamos a un hospital o te curamos nosotros.

-¡Basta! - exclamó James.

Trató de levantarse una vez más, pero los presentes en la sala se lo impidieron.

-Dios... me arrepentiré de esto. - susurró Castle.

El señor impactó un fuerte golpe en la espalda del pelirrojo, quien soltó un par de gritos de dolor, con un par de golpes más, cayó desmayado.

-¿Estás loco?

-Era la única manera... bien, tú eres la experta en medicina, sé qué sugerirías un hospital, pero cargar a un hombre de este peso a una distancia tan larga es un suicidio para ambos, solo miralo.

-Necesitaré algunas cosas para comenzar entonces...

Una mujer vestida de negro caminaba por las calles de Brooklyn, camino al hospital. La mirada de todos se concentraba en ella, pues poseía rasgos peculiares por las partes de su cuerpo que se alcanzaban a ver.

-¿Se les perdió algo? - era la respuesta que les daba.

La mujer entró al hospital, giró hacia su derecha y miró a aquella persona a quien no había visto en algunos años. Unas pequeñas lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de aquella mujer de negro. Ambas se acercaron, dándose un fuerte abrazo.

-¿Dónde está él? - preguntó la de negro.

-No tengo idea... - contestó Sam.

Se escuchaban pasos dentro de una mansión gigante, un hombre vestido de blanco se miraba en el espejo.

-Señor Blake, estamos listos.

-Enseguida bajo... ¿Se deshicieron del cuerpo? - preguntó.

-Por supuesto, jefe, no quedaron pruebas.

-¿Qué hay de los familiares?

-Según me informa mi hombre que está allá, los padres murieron. - Blake sonrió al escuchar esa frase. - su esposa e hijos están en recuperación.

-Esperemos a ver como avanzan ellos... si no funciona, acudimos al plan B.

-Entendido.

Blake se mantenía sonriente, aún cuando se seguía mirando en el espejo.

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