Capítulo 14: Ataque Mortal.

—Disculpe señor, ¿Sería tan amable de mostrarme su identificación y licencia de abogado? 

—Claro, con gusto. 

Aquel hombre de cabello negro y traje sacó su identificación y licencia de su billetera y la entregó al oficial de policía que recién le pedía los documentos. El oficial inspeccionó con cuidado cada detalle de los documentos, mientras Andrew analizaba lo que pasaba dentro de la habitación a un par de metros, pues gracias a sus sentidos desarrollados podía escuchar la conversación. 

—Puedes decir cualquier cosa, me contaron que eres bueno para decir mentiras así que… usa tu habilidad. No puedes mencionar nada de nuestro superior, sino todo se irá al carajo y tú terminarás muerto. — dijo un hombre. 

—¿Y qué mierda quieren que invente? 

—Lo que sea, pero hazlo. Solo no menciones a Blake, si no pagarás las consecuencias. 

—Disculpe, señor Andrew. —dijo el oficial frente al hombre, el cual reaccionó rápidamente. 

—¿Si? 

—Acá están sus documentos, por favor, pase. 

El pelinegro tomó sus documentos y prosiguió en la fila. 

—Buenas tardes señor Wilson, por favor sigame. — dijo otro oficial, quien guió al hombre hasta la sala donde se encontraba el hombre arrestado. 

—Señor Jones, le presento a su abogado, Andrew Wilson. Él es su cliente, señor Andrew. 

—Es un placer. — contestó el invidente. 

—¿Acaso es ciego? — le susurró el prisionero al oficial a su lado. — mucho gusto, Andrew. — contestó inmediatamente. 

—Bien, desearía que me dejaran a solas con mi cliente. — dijo Andrew, colocando su maletín sobre la mesa. 

—¿Y el abogado Mccoy no vendrá? — preguntó el prisionero, con cierta angustia. 

—Lamentablemente el señor Mccoy se enfermó, no podrá asistir el día hoy. — contestó Andrew. 

Los oficiales en la sala salieron del lugar, uno de ellos se quedó custodiando la puerta de la habitación. 

» Y bien, señor Jones. ¿Porque está aquí? — preguntó Andrew, muy relajado. 

—¿En serio lo contratan y no sabe el porqué estoy aquí? Dios…

—En realidad, yo sé porqué está aquí, solo quiero saber si su versión de la historia coincide con la que me contaron a mi. 

El prisionero comenzó a sentirse nervioso, Andrew lo notó cuando comenzó a escuchar el latido de su corazón muy rápidamente. 

—Yo… participé en un secuestro y tráfico de personas, la noche anterior me arrestaron. 

—¿Fue inculpado por el secuestro de una familia completa? Madre, padre, hijos… 

—No, sólo eran cuatro mujeres y un hombre joven. 

—¿Y cómo lo arrestaron? 

—Tres tipos intervinieron en el traslado de los secuestrados. El hombre para el que trabajábamos ordenó trasladarlos a un bosque para asesinarlos. 

—¿Y porque los iban a asesinar? — preguntó Andrew, una vez más, el prisionero se puso nervioso. 

—Oiga, se supone que es mi abogado, no un policía para interrogarme. 

—Señor Jones, si quiere que lo defienda en el juicio, necesito saber todo lo que sabe y a qué debo enfrentarme yo para poder salvarle el trasero. 

Jones guardó silencio por unos segundos y luego, prosiguió. 

—Bien. Nuestro superior había secuestrado al padre de esa familia, un hombre pelirrojo y alto, supuestamente tenía una deuda pendiente con él. Dicen los rumores que el hombre escapó de la cueva donde lo tenían, inmediatamente el jefe envió a asesinar a sus familiares en forma de venganza. 

—Bien, ¿Y quién es ese hombre que te daba las órdenes? — preguntó Andrew nuevamente. 

Jones se puso más nervioso, tanto que comenzó a sudar un par de gotas. 

—Yo… no puedo decirlo. 

—¿Por qué no? 

—Señor Wilson, si digo su nombre seré asesinado, ese hombre controla todo en este lugar. 

—¿Dices que controla todo? ¿Controla a la policía también? 

Jones guardó silencio nuevamente. 

» Señor Jones, usted está protegido por la ley, nadie puede ni debe tocarlo, habrán consecuencias si eso pasa. 

—No estoy seguro de eso, en este momento deben estarnos escuchando, yo prefiero terminar ahora y esperar hasta el juicio, lo siento señor Wilson. ¡Policía! — exclamó el hombre. 

Rápidamente, el oficial que custodiaba la puerta entró a la habitación. 

—¿Todo está bien? — preguntó, seriamente. 

—Ya es suficiente con mi abogado, quiero volver a mi celda. — contestó Jones. 

Tres guardias entraron en la habitación y sacaron a Jones, devolviendolo a su celda. 

—Creo que ya es hora de retirarse, señor Andrew. 

Sin más opción, Andrew salió de la habitación y comenzó a caminar a la salida. Una vez afuera de la correccional, escuchó a dos oficiales hablando al otro lado de la pared. 

—Me acaban de informar que ya los encontraron, están en el hospital General de Nueva York, Blake ya ordenó su captura, será esta noche. 

—¿Y el ataque al periódico? — preguntó el otro oficial. 

—Bueno, parece que serán dos hazañas en una noche, ve preparándote. 

Andrew se quedó pensativo y comenzó a analizar la situación. 

—Hospital, Blake, captura… irán tras los Sawyer. — pensó en su cabeza. 

—No quiero molestarlo señor Wilson, pero necesito que salga inmediatamente para poder cerrar la puerta. 

—Ah, si, lo siento oficial. 

[Centro de Nueva York] 

Erin y James caminaban en dirección al departamento de Amy, platicando de distintas cosas. 

—¿Y lo extrañas? — preguntó Erin, con un helado de fresa en su mano. 

—Bueno, hay veces que sí. Era bastante útil, pero sé que está en mejores manos. 

—Era bastante sólido, intenté romperlo un par de veces en aquellos tiempos. 

—Por favor, según tenía entendido, fue fabricado con una sustancia similar a la piedra filosofal. 

—Ah, por eso te ves tan joven, supongo que te daba la misma propiedad de envejecer con lentitud, ahora veo porque lo extrañas. — dijo la pelirroja. 

—Omitiendo que me dejaste bajo el hielo por trece años lo cual alenta más la vejez. — contestó James, quien sonrió levemente luego de su comentario. 

—Los años siguientes a eso lo pasé muy mal, incluso tengo lagunas mentales sobre lo que pasó. 

—Sé que no fue tu culpa. 

Mientras ambos hablaban, en un edificio algo bajo, un hombre vigilaba a los hermanos Sawyer con unos binoculares. 

—Tengo al objetivo en la mira, camina junto a una mujer desconocida. — informó el vigilante en su radio portátil. 

—Mantenlo vigilado, necesitamos saber donde se esconde. — le contestaron desde el otro lado.

[Hospital General de Nueva York] 

Abril se había levantado de la cama y caminaba por los pasillos con ayuda de Samantha. Ambas se dirigían a ver a Venecia, Claire, Aurorus y Chris. 

—Muy bien señoritas, antes de entrar tienen que saber, como buena noticia, que los muchachos están recuperando satisfactoriamente. — dijo la enferma, para luego abrir la cortina de la habitación grande donde se encontraban todos los hijos de Abril. 

Venecia fue de las primeras en voltear hacia su madre, Claire había sido desconectada de las máquinas y desentubada, pues ya podía respirar por su cuenta, sin embargo, aún no despertaba. Mientras Aurorus y Chris platicaban tranquilamente sin darse cuenta de lo que sucedía. 

—Mamá… — dijo Venecia, inmediatamente, Aurorus y Chris voltearon a ver a su madre. 

Abril se acercó a la pelirroja y le brindó un abrazo, al cual se unieron sus dos hijos restantes. 

—¿Están todos bien? — preguntó la pelivino. 

—Sí, lo estamos. Sólo nos falta alguien aquí. — dijo Aurorus, quien se acercó a su hermana mayor para tomar su mano. 

—La señorita Claire tiene una lenta recuperación pero todo está saliendo bien, pronto despertará. — dijo la enfermera. 

—¡Tía Sam! — exclamó Venecia al notar a la pelinegra en la habitación. 

—Vaya, pensé que nadie me vería. — contestó la mujer con una sonrisa. — me alegro mucho de que estén bien, mis niños. 

Abril se acercó a Claire con una pequeña sonrisa. 

—Mamá… ¿Cómo están los abuelos? ¿Y papá? — preguntó Chris, quien aún no estaba enterado de la situación al igual que sus hermanas. 

—El caso de James sigue siendo investigado por la policía, Chris. No hay rastro de él todavía. — contestó Sam, para ahorrarle las palabras a su cuñada. 

—Chicos, acerquense. — dijo Abril, observando a sus hijos. — el señor Michael y la señora Anette… ellos no pudieron soportar las heridas de su cuerpo, lamentablemente fallecieron. — dijo la pelivino. 

Todos quedaron perplejos ante la noticia, Aurorus tuvo que sentarse en una silla para analizar la situación. 

—¿Qué hay de Ambrose, también fue atacado? — preguntó Venecia. 

—Por suerte no, él está bien en donde se encuentra ahora. 

Chris caminaba de un lado a otro, inquieto y angustiado. 

—Hijo, ¿Qué pasa? — le preguntó Abril. 

—Mamá, si tan solo hubiera podido defenderlos mejor, esto no estaría pasando. 

—No puedes culparte Chris, esto no es culpa de nadie. — comentó Aurorus. 

—Tienes razón hija. — contestó Abril, acercándose a su hijo. — escucha Chris, las cosas pasan por algo, lo importante es que ahora estamos bien. Sé que hubieran deseado despedirse de sus abuelos pero ellos aún están con ustedes, recuerden eso siempre. 

Venecia asentía con la cabeza ante las palabras de su madre. 

—Señora Wood, los muchachos, al igual que usted, deben seguir en reposo, sería buena idea que vuelva a su habitación. — dijo la enfermera interrumpiendo la conversación de la pelivino. 

—Está bien… tiene razón. Me alegro mucho de que estén bien, necesito saber cuando Claire despierte. Los amo mucho. 

—Y nosotros a ti, mamá. — contestó Chris, con una pequeña sonrisa. 

Abril se marchó a su habitación con ayuda de Samantha, una vez que la pelivino se recostó en la cama nuevamente, su cuñada se despidió de ella para dejarla descansar. Sam se dirigió a la salida del hospital y se encontró con Amy en la sala de espera. 

—¡Hey! ¿Cómo están ellos? — preguntó la rubia. 

—Se están recuperando Amy, todos están bien. Solo me gustaría que James estuviera aquí con ellos… 

—Tía, sobre eso, tengo un amigo que trabaja en el periódico de Nueva York, dice que tiene información sobre el caos de anoche, cuando Erin y Andrew rescataron a Abril y sus hijos. 

—¿Qué hay de nuevo en eso? 

—Uno de los prisioneros habló sobre un tercer tipo, un hombre enmascarado y vestido de negro. 

Sam miró con el ceño fruncido a su sobrina. 

—¿Y qué más te dijo? 

—Por ahora nada, pero dijo que si quería más información podía visitarlo hoy. 

—¿Y qué estamos esperando? Vamos. — contestó Samantha. 

En la mansión de Blake, el hombre corpulento se preparaba para salir con su pareja, mientras esperaba un par de noticias importantes. Alguien tocó a su puerta y le permitieron entrar. 

—Señor, los hombres están listos. 

—Excelente, saben como dividirse, cumplan sus misiones y serán recompensados. Mientras tanto usted, señor Nolan, siembre el pánico en la ciudad, haga lo que sea necesario. — dijo Blake, observando a cada uno de los hombres frente a él. 

Nolan se encontraba al fondo de la sala, con aquel traje que robaron a Andrew. 

—Sí, señor Blake. — contestó el hombre. 

Erin y James habían llegado al departamento de Amy. Los hermanos Sawyer se encontraban tomando un pequeño descanso mientras bebían té. Tras caer la noche, esperaban que Sam apareciera, para que por fin supiera la verdad sobre su hermano menor. 

Andrew entró al departamento de Amy por la ventana, con su traje rojo y máscara con cuernos. 

—Vas a darle un infarto a Amy si alguna vez te apareces así estando ella presente. — dijo James al sentir la presencia del hombre. 

—¿Sabían que un hombre afuera los está vigilando? — contestó Andrew. 

—Nos sigue desde el cementerio, en algún momento tendrá que aburrirse. — contestó James. 

—Sí, pero eso no cambiará que sabe donde vive Amy y quien entra y sale de acá. 

Erin miró a Andrew, con una media risa la cual el hombre notó. 

—Relájate, Andrew, te olvidas que somos magos. Capturarlo y borrar su memoria no será tan difícil. — contestó James. 

—¿Cómo te fue con tu cliente? — preguntó Erin. 

—Bueno, no pasó mucho. Aunque gracias a que asistí, escuché la conversación de dos policías corruptos, por eso estoy aquí. Hablaban de dos grandes hazañas para esta noche, los hombres de Blake piensan atacar el periódico de la ciudad. 

—¿Qué? — preguntó Erin, exaltada. —¿Con qué fin? 

—Al principio no sé, pero si nos basamos en la lógica, será una distracción. 

—¿Para distraer a quien de que? — preguntó James uniéndose a la conversación. 

—James, Blake encontró a tu familia en el hospital de Nueva York, irá por ellos esta noche. 

La reacción del pelirrojo fue inmediata, se levantó de la silla donde estaba sentado y con rabia golpeó la pared más cercana. 

—¡James! — exclamó Erin. 

—Escucha, no hay que hacer una locura, yo puedo encargarme de evitar que asesinen a tu familia, pero necesito que tu te encargues de la situación en el periódico. 

—Espera espera, ¿Y yo que haré? — preguntó Erin. 

—Lo último que necesitamos es causar más estragos con magia y tus poderes… sin ofender. — contestó el más joven. 

—Andrew tiene razón, Erin, por ahora quedarás fuera de esto. — dijo el pelirrojo, colocándose aquellos guantes con los que acostumbró a pelear. 

—No puedo quedarme de brazos cruzados, James. ¿Acaso te volviste loco? — decía la pelirroja.

James, un poco más calmado, colocó su mano sobre el hombro de su hermana y le habló. 

—Sé que temes que haga una locura, pero no será así. Te dí mi palabra y la mantengo vigente. 

—Sé que sí, pero no puedo no hacer nada. Sabes que en eso nos parecemos, si va uno van todos. — contestó Erin, de forma terca, mientras se concentraba para cambiar el color de sus ojos y cabello. 

—Dios… 

—Sé que les molesta, pero no será justo si solo los veo actuar. — Erin caminó un poco, dándole la espalda a su hermano y a su primo mientras completaba la transformación. 

James y Andrew se miraron y en un rápido movimiento del pelirrojo, golpeó suavemente a su hermana en el cuello, causando que cayera desmayada en el suelo. 

—Yo me encargo de llevarla a la habitación, tú termina de vestirte. — le dijo Andrew a James. 

—Espero que al tipo de afuera que nos vigilaba lo hayas dejado en un lugar donde no lo encuentren. 

—Sí… sospeché que te enterarias que tuve que darle un par de golpes. — contestó Andrew, mientras colocaba levemente a Erin sobre su cama. 

—No eres el único con buen oído. — contestó James, mientras terminaba de colocarse aquella máscara negra. 

—Suerte, James, espero verte aquí pronto. 

—Sí no lo haces, al menos protege a mi familia. — contestó el pelirrojo, quien salió rápidamente por la ventana luego de sus palabras. 

Amy y Samantha habían llegado a la sede del periódico, donde el amigo de la rubia los esperaba en su oficina. La mujer tocó la puerta que se encontraba medio abierta.

—Oh, pasen, pasen. — dijo el hombre. — cierren la puerta. — habló nuevamente. 

—Es un gusto verte nuevamente, señor Granger. Ella es mi tía Samantha, es una de las familiares de las personas secuestradas que rescataron ayer. 

—Mucho gusto señora Samantha. 

—El gusto es mío, dime Sam, no hay ningún inconveniente. 

—Bien, a lo que vinimos. ¿Qué tienes sobre ese tipo enmascarado? — preguntó Amy. 

—Cuando sucedió todo anoche, mi jefe me envió a recolectar información sobre lo que había pasado. Cuando llegué, la policía junto a los bomberos trataban de sacar a un hombre que estaba encerrado dentro de un auto, parecía algo aturdido. Cuando lo lograron sacar, estaba en shock, decía haber visto al diablo, con sus cuernos, acompañado del ángel de la muerte quien vestía de negro desde los pies a la cabeza. 

—Señor Granger, ¿Usted recuerda que hace unos años, hubo un hombre en Nueva York que vestía de negro y combatía el crimen? — preguntó Amy. 

—Por supuesto, si estamos hablando del mismo hombre, entonces su nombre es Nómada. 

—¡Exacto! ¿Usted cree que él sea a quien vio ese hombre? 

—No había pensado en eso… ¿Qué Nómada haya vuelto y esté luchando junto al hombre vestido de diablo? Eso es alucinante sin duda alguna. 

Amy miró a Samantha, con la esperanza de que ese hombre que acompañaba a Andrew, haya sido James. 

—Erin tiene que saber algo, estaba ahí con ellos. — susurró la pelinegra. 

—¿Qué hay del reportaje sobre el caos de anoche? 

—Saldrá mañana en la mañana, te enviaré una copia a primera hora. 

—Gracias, señor Granger. 

—No es nada, darte toda la información que necesitas es mi forma de agradecerle a tu padre lo que hizo por mí. 

Amy sonrió ante las palabras del hombre. 

» Ahora, si me disculpan… tengo una cita con el abogado Mccoy para una entrevista, tomen lo que quieran del frasco de dulces. 

—Espera, ¿Mccoy está aquí? — preguntó Amy. 

Antes de que Granger pudiera responder, la luz de todo el edificio se apagó e inmediatamente se encendieron las luces de emergencia, las cuales no iluminaban tan bien como se pensaba. 

—Carajo… señoritas, creo que debemos evacuar el lugar, por favor salgan con cuidado. 

Sam y Amy se levantaron de sus sillas y salieron de la oficina de Granger, sin embargo, cuando quisieron seguir a los demás empleados para salir por las escaleras, se percataron que estaban siendo atacados. 

—¡Cuidado! — le gritó Mccoy desde el otro lado de la sala a Amy. 

La rubia alcanzó a agacharse y esquivar un palo de metal que le habían lanzado a su cara, el cual impactó en el cuello de un empleado del periódico con tal rapidez que se incrustó en el mismo causándole una hemorragia. 

—¡Mierda! — exclamó Granger, quien empujó a Samantha y a Amy a su oficina y la cerró con llave. 

—¿Qué estás haciendo? — cuestionó la pelinegra. 

—Acá estamos seguros, no es buena idea salir. 

Amy sacó el arma de su bolsillo y la cargó. 

—Quizá no es buena idea usarla ahora, Sam. — dijo Amy, refiriéndose a los poderes de su tía. 

Fuera de la oficina estaba ocurriendo un caos total, aquel hombre con traje rojo y máscara de diablo estaba atacando a todas las personas que no alcanzaron a huir del edificio, hasta que en un momento, no quedó nadie más que Mccoy, quien veía toda la escena parado en medio de todo el caos. 

El hombre de rojo se agachó levemente para tomar aquel palo metálico, sacándolo del cuello de una de sus víctimas y luego, se giró hacia Mccoy. 

—No puedo esperar más acá encerrada, necesito saber que pasa. — dijo Sam, quien abrió la puerta con delicadeza y observó la escena junto a Amy. 

—Mierda, tiene arrinconado a Mccoy… 

El hombre de traje sonrió, tomó con fuerza aquella arma en sus manos y simplemente, con un ligero movimiento, lo lanzó hacia su próxima víctima. 

Frank Mccoy vio su vida pasar frente a sus ojos en cuestión de segundos, creyendo que todo había terminado para él. El rubio notó como el arma del enmascarado se frenó en seco frente a sus ojos y al mirar ligeramente a su izquierda, notó la presencia de un hombre vestido de negro y con una máscara peculiar que cubría sus ojos. 

Amy y Samantha miraron la escena, sorprendidas de lo que acababa de suceder. 

Nómada apareció en el momento más oportuno, Mccoy aprovechó para correr hasta donde estaba su amiga. 

Nolan, que era quien llevaba el traje robado de Andrew, miró al hombre de negro y comenzó a caminar lentamente hacia un costado, mientras James le devolvía la mirada. 

Ambos se frenaron, se miraron de frente, preparados para lo que sea que fuera a pasar. 

—¿Quién eres? — preguntó James a su rival, el cual sonrió. 

—Tú peor pesadilla. — contestó. 

James, sin pensarlo, le lanzó aquella arma que tenía en sus manos, pero Nolan logró esquivarla. Comenzaron a lanzar golpes y patadas, entrando en el terreno favorito del pelirrojo, quien le estaba brindando una paliza a su rival. 

Las cosas estaban tranquilas en el hospital de Nueva York, Abril comenzaba a quedarse dormida mientras leía un libro que Sam le había llevado para distraerse. 

A las afueras del hospital, unos hombres con trajes peculiares y espadas en sus espaldas subían silenciosamente por las paredes externas del edificio, como si se tratase de ninjas. Abril seguía en las suyas, hasta que de repente, su vista se puso oscura, habían cortado la electricidad y las luces de emergencia no se habían encendido. Rápidamente, la mujer dejó el libro a su lado y se levantó de la cama, encendió una luz con su flujo mágico proveniente de su mano derecha, segundos después, las luces de emergencia se activaron. Abril decidió salir de su habitación, caminaba hacia la sala donde se encontraban sus hijos mientras las demás personas en los pasillos se dirigían hacia la salida. 

—¡Pst, mamá! — exclamó Aurorus quién vio pasar a su madre caminando. La pelivino más grande se frenó en cuanto vio a todos sus hijos reunidos. 

—¿Están todos bien? — preguntó. 

—Sí, pero no sabemos qué es lo que pasa. — contestó Venecia. 

—¿Dónde está Claire? — se cuestionó Abril. 

Chris transportaba la camilla donde se encontraba su melliza, aún durmiente. 

—¡Hey! Los pacientes deben evacuar el área. — decía una enfermera mientras se acercaba a Abril y a sus hijos. 

De repente, la familia sintió una presencia extraña, voltearon a sus espaldas y vieron a aquellos hombres con trajes de ninja, que ahora transportaban sus espadas en las manos. 

—Chicos, llevense a Claire de aquí, busquen una salida. — dijo Abril en cuanto vio a aquellos hombres. Sin embargo, cuando Aurorus se giró, notó que estaban rodeados. 

—Mierda… — susurró Venecia. 

—Escuchen, malditos estúpidos, no crean que les tenemos mie… — la enfermera que le hablaba a aquellos hombres fue interrumpida por el filo de una espada que atravesó su cuerpo, la mujer cayó al suelo inmediatamente desangrandose por completo 

Abril comenzaba a concentrar su flujo 
mágico en sus manos para sacar a su familia de esa situación, sin embargo, antes de que ella atacara, el hombre que había asesinado a la enfermera fue aturdido por un objeto metálico que lo golpeó en su cara. Inmediatamente después apareció aquella figura de un hombre vestido de diablo. 

—Pero que carajo… — susurró Chris. 

El hombre enmascarado comenzó a luchar contra los atacantes, derrotando uno a uno fácilmente sin ayuda de nadie. Uno de los hombres armados logró esquivar el golpe del enmascarado, corrió hasta donde estaba Chris e inmediatamente intentó clavar su espada en el cuerpo de Claire, pero Abril estaba atenta y con unas muletas de metal logró bloquear el ataque del hombre. Sin embargo, la mujer pelivino aún no se encontraba al cien, su rival la tomó del cabello, le dio un par de golpes en el abdomen y luego de eso, la empujó hacia la ventana que tenía detrás de él. 

—¡Mamá! — exclamó Aurorus. 

Andrew se percató de lo que sucedía, se encargó de un par de hombres y sin pensarlo, se lanzó por la ventana siguiendo a la pelivino en el aire. Logró tomarla de su mano y con la que tenía libre alcanzó a tomar una de las cuerdas por donde subieron los hombres armados, se apoyó con fuerza y se balanceo, rompieron una ventana y cayeron en una habitación del quinto piso. 

Abril comenzó a levantarse lentamente, al igual que Andrew. 

—Será mejor no usar la magia. — dijo el enmascarado. 

Abril se alertó y rápidamente apuntó al hombre que le habló. 

—¿Quién eres? — le preguntó la pelivino. 

—No importa quién sea, solo vine a evitar que pase una tragedia, yo me encargaré de esto, pero nadie se puede enterar de tus poderes o los de tus hijos. 

—¿De qué estás hablando? 

—Escucha, busca la ruta de evacuación, tus hijos están bien, en este momento se dirigen al último piso, tú también tienes que ir, déjame encargarme de esto. — dijo Andrew. 

Abril se quedó pensativa, pero su mente se iluminó como si de un bombillo se tratase. Quizá el hombre frente a ella era aquel justiciero que su cuñada le había comentado. 

—Bien… gracias por rescatarme. — contestó la pelivino, para luego salir de la habitación. 

Los hombres armados habían salido del hospital tras su misión fallida, trataban de escapar del lugar, sin embargo, Andrew escuchó el sonido de sus armas las cuales fueron de ayuda para poder seguirlos. 

Andrew corría detrás de los hombres, siguiendoles el rastro muy de cerca. Cuando se percataron que los seguían, uno de ellos cortó un tubo de metal por donde pasaba vapor, tapandole la vista al hombre enmascarado. 

—¡Mierda! — susurró. 

El hombre saltó, pasando por el vapor, dio una pequeña voltereta en el suelo y cuando se puso de pie, no sintió la presencia de los atacantes. Se concentró como nunca antes lo había hecho, sin embargo, no pudo escuchar nada. 

La pelea seguía en el área de oficinas de la sede del Periódico de Nueva York. Nolan no era rival para James Sawyer, pues ya estaba totalmente aturdido de tantos golpes que le habían brindado. En un momento, el enmascarado de negro logró lanzar a su rival al suelo, le brindó una patada lo suficientemente fuerte para hacerlo deslizar sobre el suelo. 

—¿Es todo lo que tienes? — preguntó James. 

Nolan agachó su mirada, tomó una bola de cristal  que había a su lado y lo lanzó al pelirrojo, quien la tomó con rapidez en el aire, pero el hombre en el suelo lanzó rápidamente un objeto puntiagudo que rompió la bola de cristal, que contenía agua en su interior. Nolan aprovechó la jugada para abalanzarse sobre su rival, ambos comenzaron a forcejear, ninguno quería darse por vencido hasta ver al otro derrotado. Mientras forcejeaban, los hombres caminaban por todo el lugar, Nolan logró tomar unas tijeras que habían en un escritorio y las clavó a un costado del pecho del pelirrojo, quien rápidamente soltó a Nolan luego de recibir el impacto. 

—¡Imbécil! — exclamó Nolan, tirandole encima un mueble de metal, no muy pesado. 

James cayó al suelo inmediatamente, una vez ahí, recibió una patada de su rival en la cara, dejándolo totalmente inconsciente. 

—¡Hey! — exclamó Amy del otro lado de la habitación. 

Nolan sonrió cuando la vio, pues pensó que sus víctimas no habían acabado, intentó acercarse donde estaba la rubia, pero para su mala suerte, las sirenas de policías llegando al lugar se hicieron presentes. Cuando las escuchó, corrió inmediatamente a la salida. 

Samantha corrió hasta donde estaba James inconsciente, sacó su varita y conjuró un encantamiento. 

—Ennervate. — susurró la pelinegra. 

James inmediatamente reaccionó, abrió sus ojos lentamente, luego de hacerlo, se sacó el mueble de metal de encima con ayuda de su hermana mayor. 

—Sam… 

—No hay tiempo para explicaciones, la policía está afuera, tienes que irte. — dijo Samantha. 

James asintió con su cabeza y rápidamente salió del lugar. 

Amy, el señor Granger y Mccoy salieron de la oficina donde estaban encerrados y esperaron a la policía en la escena del crimen. 

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