❣️14❣️

La tenue luz de la luna que entraba por la ventana no era suficiente para iluminar aquella habitación; la noche era tan tranquila que lo único que podía oír eran las hojas de los árboles estremecerse ante la brisa la nocturna, mismo que le provocaba escalofríos, gracias al frío que sintió fue que se dio cuenta que se encontraba sin camisa, solo llevaba puesto su pantalón.

- Lancelot.

El rubio se volteó al oír esa voz tan familiar, no podía verlo del todo, pero sabía que se encontraba ahí, sentado sobre la cama; se acercó a él con cautela, con una extraña sensación, como si temiese de lo que pudiera haber en la oscuridad.

- ¿Esto es otro sueño, cierto? -Se reprochó por aquella pregunta tan estúpida, claro que lo era, sus sueños siempre eran así; aparecía en un lugar sin saber cómo había llegado y él siempre estaba ahí.

-¿Te molesta que sea así?

-Me molesta que siempre me dejes para irte con ella.

Quería irse pero ¿Cómo huyes de un sueño? ¿Si acaso era posible? Se quiso alejar pero al darse la vuelta fue tomado del brazo y jalado hacía la oscuridad.

-No me hagas esto -Susurró al encontrarse sentado en las piernas del menor. Sintió un escalofrío al sentir como su espalda era recorrida con suaves besos.

No podía evitar soltar pequeños jadeos cada que sentía un beso o las manos acariciar su cuerpo; un gemido se escapó de su boca al sentir como una mano entraba en su ropa para poder tocar su miembro ya erecto.

-No me hagas esto... Por favor -Repitió sabiendo que su sueño acabaría pronto y él despertaría lleno de lágrimas y con una erección.

-Pero esto es lo que tú querías, ¿O no? -Le susurró al oído mientras daba caricias al miembro- Sé que has esperado mucho por esto.

Fue cuestión de segundos para que ambos se encontraran sin sus prendas; el frío de la noche se volvió irrelevante cuando ambos juntaron sus cuerpos dejándose sentir el calor del otro, las caricias y los besos ayudaron a que la temperatura aumentará. Cuando el rubio se tumbó en la cama, un nerviosismo lo invadió al pensar en lo que sucedería en unos momentos.

Pero a pesar de sus nervios, una parte de él ansiaba por aquel momento que tanto había esperado.

Se despertó de golpe cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse de un portazo.

- ¡Feliz cumpleaños! -Gritaron Briar y Melany.

- Hijas de la... -Lancelot se quejó al sentir el peso de las dos chicas caer encima suyo.

- ¡Vamos, vamos! ¡Levántate!

- No. Es muy temprano -Murmuró mientras se escondía en su frazada.

- ¿Cuál temprano? Son las 11 de la mañana. Levántate. -Briar quiso quitarle la frazada pero él la sujetó con fuerza.

- Déjenme dormir.

- Dios, debieron darte a ti el pecado de la pereza -Melany se acercó y junto a Briar jalaron a Lancelot tratando de sacarlo de la cama. Él se aferró con más fuerza a la cama, sabiendo que ninguna de ellas dos lo superaba en fuerza- Carajo, Lancelot. Tienes que levantarte -Lo golpeó con una de las almohadas.- ¡Levántate!

- ¡Tío King! ¡Melany me está pegando!

- ¡Melany no le pegues! -Se escuchó desde otra habitación.

Lancelot recibió un par de golpes más hasta que Melany se detuvo y se quitó de encima de él; quería quitarse la frazada pero le daba miedo ver qué cosa estaban haciendo sus primas, las conocía tan bien como para saber que ese silencio no era buena señal, se quedó quieto esperando algo, hasta que sintió como alguien se sentaba a su lado y con cuidado pasaba sus manos por su cabello.

- Buenos días -Se tensó un poco al escuchar la voz de su padre- Bri y Mel me dijeron que hoy era tu cumpleaños y sé que todo esto puede ser raro, pero aún así, un cumpleaños siempre se festeja.

Lancelot se desconcertó un poco, ¿De verdad ese era su padre? Era sumamente extraño para él, le estaba hablando con tanta ternura, tenía años sin oírlo de aquella manera, la última vez que se portó así con él fue cuando era un niño pequeño.

- Cuando estés listo baja, tus primos me dijeron qué te gusta, así que preparé algo para ti; aunque si no quieres bajar te puedo subir tu desayuno.

- No, está bien, bajaré en un momento.

- Bien, te esperamos -Ban le revolvió un poco el cabello.

-No te tardes -Melany le arrojó la almohada y Ban sacó a las chicas como si fueran dos sacos.

Ban había estado trabajando muy duro en mejorar su relación con Lancelot, había tenido un avance en los últimos días y quería esforzarse más en ser un buen padre, por lo que se esmeró en preparar algo para el cumpleaños de su hijo, teniendo como cómplices a Briar y Melany que le ayudaron a saber cuál era la comida favorita del chico, además, Leo le ayudó a elegir la mejor cerveza basándose en los gustos de Lancelot; era seguro que el zorro recibiría un regaño por incluir alcohol en el regalo de su hijo, pero no se le ocurrió mejor cosa que obsequiarle, además su hijo ya era mayor, no había problema con que tomara un poquito.

Lancelot tardó unos minutos en alistarse; aquél día se sentía más cansado que de costumbre, tanto física como mentalmente; sentía su cuerpo pesado y adolorido, aunque eso se lo atribuía a los duros entrenamientos de aquellos días; por el otro lado, tenía muchos sentimientos encontrados, debía ser normal ¿No? Había perdido todo hace pocos días, estaba pasando por una situación muy confusa, y aunque algunas cosas habían mejorado aquellos días, él no se sentía de la mejor manera. Mucho menos ese día. Era su cumpleaños número 17. Debía sentirse feliz, emocionado o algo por el estilo pero no sentía nada respecto a esa fecha, lo único que quería en esos momentos era estar solo, aunque sabía que sus primas no lo dejarían. Resignado, salió de su habitación para encontrarse a Sol fuera de esta.

- Lancelot -Lo detuvo Sol antes de que él se dirigiera a las escaleras- ¿Podemos hablar?

- Claro, ¿Qué sucede?

- ¿Estás bien?

- ¿Eh? Claro que estoy bien, ¿por qué no lo estaría?

- Últimamente te veo muy cansado, además ayer en la noche escuché ruidos en tu habitación.

- No te preocupes, era yo, últimamente tengo mucho insomnio y me levanto en la noche, camino un poco hasta que me de sueño -El chico se dispuso a irse, pero nuevamente fue detenido.

- Si pasa algo, sabes que puedes decírmelo, ¿verdad?

- Solecito -El rubio le tomó la mano y le dió un pequeño beso en esta- Yo estoy perfecto, perdona por preocuparte. Cualquier cosa que suceda te la diré a ti, ¿Ok? -El joven se dio la vuelta para caminar chocando con una puerta.

- ¿Seguro que estás bien?

- Sí, esta pared no estaba aquí ayer. Remodelan muy rápido ¿no?

- Lancelot, eso es una puerta, no una pared.

- Ah... Bueno no importa, vamos, no hay que hacer esperar a los demás.

Al llegar a la planta baja, pudo ver una mesa entera llena de diferentes platillos, todos eran los que él tanto amaba, desde el cerdo bañado en cerveza, hasta postres hechos con frutas, y junto a estos, unas cuantas botellas de su cerveza favorita, el aroma era exquisito; tal vez la idea no era tan mala, después de todo.

- ¿Dónde se supone que voy a encontrar esto?

Ban miraba una pequeña lista de cosas que Elaine necesitaba y le mandó a buscar, llevaba ya un buen rato caminando por el bosque sin tener mucho éxito; iba tan absorto en su búsqueda que no prestaba demasiada atención a su pequeño hijo que caminaba deprisa detrás de él. Aunque el pecado caminaba lento, para el pequeño Lancelot de cuatro añitos, un paso de su padre eran más de dos pasitos para él.

- Papá -El pequeño trataba de alcanzarlo y tomar su mano.

- ¿Para qué quiere tu mamá todo esto?

- Papá.

- Yo ni siquiera sé qué es esto, ¿tú sabes qué es...? -Antes de terminar su pregunta el llanto de su pequeño lo alertó.

Miró detrás de él para ver qué había sucedido, encontrando al niño tirado; al tratar de ir rápido y alcanzar a su padre, sus pies se atoraron con las raíces de un árbol, provocando que cayera raspándose sus manos y rodillas.

- Ven, ven -Ban lo cargó- No pasa nada, no llores.
Tal pareciera que le había dicho "Llora más", porque el llanto se volvió más fuerte; aunque para Ban era un simple rasguño, para su hijo era la peor herida que podría hacerse en su vida.

- No llores, vamos a limpiarte tus manitas.

Lo llevó a un lago cercano, con un poco de agua le quitó la tierra que había quedado en su mano, sin toda esa tierra ambos notaron algo raro; la herida en la mano de Lancelot comenzó a cerrarse sola, ambos miraron el raspón curándose, se miraron, miraron el raspón, se miraron y ambos gritaron, uno de terror y otro de alegría.

-¡Sí! ¡Lo sabía!

Desde que Ban se enteró que sería padre se preguntaba constantemente qué poderes tendría su hijo, había esperado pacientemente y por fin, había llegado el día; le llenaba de orgullo saber que si hijo había heredado el factor curativo que él poseía, aunque tal parecía que el niño no estaba tan emocionado.

- ¡¿Qué es esto?! ¡Es brujería! ¡Me hicieron brujería!

- No es brujería, no grites.

- ¡Mamá! ¡Me hicieron brujería! ¡Papá me vendió a los brujos!

- Shhhh Shhhhh Lancelot, aquí no hay ningún brujo, la única bruja que conozco es tu tía.

-... ¡Mamá! ¡Papá me vendió a la tía Merlín!

- ¡¿Qué?! ¡No!

- ¡Papá me intercambió por cervezas! ¡Ahhhhh!

-No grites no grites -Le tapó la boca con la mano- Te voy a explicar, ¿ok? Voy a quitar mi mano y tú no gritas, ¿entendido? -El pequeño asintió y Ban quitó su mano.

- ¡AHHHHHHH!

- ¡Dijiste que ya no ibas a gritar! -Le tomó un buen rato tranquilizar a su hijo, cuando lo logró comenzó a explicarle- Mira, yo también puedo curarme, ¿Recuerdas que te conté la historia de la fuente de la juventud?

- Sí.

- Por eso yo puedo curarme, y ahora tu también, eso significa que eres igual a mí -Esto último lo dijo feliz y orgulloso de saber que su hijo era igual a él.

- ... ¡AHHHHHH!

- ¡Oye eso no es malo!

Después de unos minutos ambos se fueron de regreso con Elaine.

- ¿Me prometes que no le dirás a tu madre?

- No diré nada si me consigues dulces.

- Hecho.

La pequeña celebración de cumpleaños había durado toda la tarde hasta el anochecer; extrañamente había sido un día tranquilo, sin entrenamientos, ni discusiones, nada, a excepción de un pequeño regaño hacia Ban por haberle dado alcohol a los niños.
- ¿Qué parte de "son niños" no entendiste? -Dijo King viéndolo molesto.

- No son niños, ya están grandes.

- Aunque estuvieran grandes, solo a ti se te ocurre darles alcohol, sabiendo que ninguno se controla -Dijo Diane cargando a sus hijas para llevarlas a su habitación.

- ¿Dónde habrán aprendido eso? -Cuestionó Meliodas mientras tomaba a Tristan para llevárselo.

- Es un misterio -Respondió Merlín de forma irónica, mientras contaba a los niños. Suspiró viendo que faltaban dos, su hijo y el cumpleañero- ¿Ahora a dónde fueron?

No era la primera vez que los perdía, ambos chicos solían irse a menudo, creyendo que nadie lo notaría, pero a la maga más poderosa de Brittania no podían engañarla, ella se daba cuenta cada que ambos escapaban a altas horas de la noche; no decía o hacía nada, no le interesaba lo que hicieran ellos dos, mientras no se metieran en problemas o hicieran una estupidez.

Aquellas escapadas nocturnas se habían convertido nuevamente en parte de su rutina; Lancelot estaba tumbado en el césped, con su cabeza recargada en el regazo de Leo, habían permanecido así un buen rato, solo en silencio, un silencio que no era para nada incómodo, al contrario, era demasiado agradable para ambos.

- Uno, dos... Tres... -Empezó a contar Lancelot en voz baja, captando la atención de Leo.

- ¿Estás contando las estrellas?

- No, estoy contando tus lunares -Respondió sonriendo, mientras pasaba su dedo por el rostro del pelinegro, siguiendo hasta su cuello, como si estuviera uniendo los lunares por una línea imaginaria que trazaba con su tacto-... Cuatro, cinco... Es como ver constelaciones en tu piel.

- ¿Qué dices? - Rio mientras revolvía el cabello de Lancelot - Querido, creo que es momento de que dejes el alcohol, te está haciendo mal.

- Dejaré el alcohol el día en que te deje de amar... Y eso, jamás va a pasar. Tenlo claro.

- Idiota.

- Así me amas.

- Así te amo.

No muy lejos de ahí estaba Merlín viendo a ambos chicos, poco después de que ella saliera, Ban la siguió.

- Siempre se ponen muy cariñosos, ¿No?

- Demasiado -Respondió Merlín viendo a los dos jóvenes.

- ¿Deberíamos hablar con ellos?

- ¿Por qué tendríamos que hacerlo?

- Supongo que es lo que hacen los padres; hablar con sus hijos.

- Pero no lo somos.

- De cierta forma sí... Eres demasiado dura, deberías actuar un poco más como mamá.

- ¿Tú me ves actuando como mamá?

- No, la verdad no. Mejor no lo hagas, que miedo.

Ambos quedaron en silencio viendo a sus hijos jugando y riendo.

- Además -Habló Merlín- Dudo que quieran hablar con nosotros sobre la relación que tienen.

- Cierto, ellos vendrán cuando sea el momento.

- Hasta que dices algo inteligente

- Que no lo diga no significa que no piense cosas inteligentes.

Merlín sonrió levemente mientras caminaba de regreso a la taberna.

- Anda, vamos, hay que dejarlos un rato más.

- ¿Vas a irte así nada más?

- Regresaré cuando recupere a Elaine.

- Ban, tienes un hijo, ¿Quieres pensar un momento en él?

- Estoy pensando en él, estoy pensando en nuestra familia.

- No puedes dejarlo solo, acaba de perder a su madre, y ahora piensas dejarlo sin su padre.

- No me voy para siempre... Díganle que volveré... Gowther, ¿Vienes conmigo?

- Ellas no van a regresar, Ban. Además, no puedo dejar sola a mi hija.

- Bien...Por favor, cuidenlo.

El pecado de la avaricia se dió la vuelta para salir del castillo de Camelot, caminó sin mirar atrás, hasta que sus compañeros lo perdieron de vista.

- Papá...

Los pecados miraron detrás de ellos, ahí estaba el pequeño Lancelot que había escuchado todo, había visto a su padre irse, sin detenerse cuando sus compañeros le pidieron que no dejará a su hijo solo.

- Lancelot... -Su tía quiso acercarse a él, pero el niño salió corriendo; Diane quiso seguirlo, pero se detuvo al sentir una mano sobre su hombro.

- Dejalo, necesita estar solo un rato -Habló Merlín- No irá muy lejos.

Lancelot corrió y corrió, hasta que sus piernas no pudieron más, cayó de rodillas mientras lloraba a mares. ¿Qué había pasado? Hasta hace unos días su vida era completamente normal, y de un momento a otro, todo se destruyó. Pasó un buen rato llorando, esperando que al volver estuvieran ahí sus padres, pero en el fondo sabía que eso no sería posible.

- No estés triste -Escuchó detrás de él.

- Voy a quedarme solo -El pequeño rubio no contenía sus lágrimas.

- No es cierto -Leo se sentó a su lado.

- ¡Mamá se fue! -Gritó con su voz entrecortada- ¡Igual que papá! ¡Me dejaron!

Pudo seguir llorando, pudo seguir gritando, pero se quedó callado, procesando el golpe que Leo le acababa de dar.

- ¡¿Y eso por qué fue?! -Gritó sobándose la mejilla.

- Por baboso. No estás solo, todavía me tienes a mí -Dijo para finalmente abrazarlo- Y siempre me tendrás a mí.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo juro

Leo había estado ahí siempre, crecieron juntos, jugaron juntos, en los peores momentos ellos habían permanecido juntos; no importaba cuanto tiempo pasara, ellos siempre se encontraban juntos y siempre sería así, o al menos eso pensaba él. A pesar de que él mismo se lo había jurado, tenía un tiempo en que había comenzado a distanciarse de Lancelot.

Lancelot miraba esto, era como si estuviera viendo su vida desde tercera persona, desde su primer recuerdo al lado de Leo, hasta uno de sus recuerdos más recientes; pero al llegar al último, la historia de sus pesadillas anteriores se repetía, siempre llegaba ella y siempre que Leo miraba a Queen, prefería irse con ella.

¿Por qué lo dejaba?

¿Por qué ahora cuando más lo necesitaba?

¿Por qué con ella?

Alguien se sentó a su lado; Lancelot estaba inmerso en sus pensamientos viendo a su prima y a Leo, que no se molestó en ver a la persona que estaba junto a él.

- Puedo ayudarte.

- ¿Ayudarme? ¿Con qué?

- Piensas mucho en él y eso te lastima, ¿no es así? Tu corazón se rompe cada vez que él te abandona, y eso duele, ¿Cuánto tiempo llevas cargando con este dolor? No creo que sea justo que tú cargues con todo ese sufrimiento; yo puedo hacerte olvidarlo un momento. Puedo hacer que deje de doler, solo permíteme mostrarte.

- Estoy cansado, preciosa.

- ¿No has dormido bien?

Ambos primos estaban sentados fuera, mientras Lancelot usaba a su prima como su almohada personal, dejando su cabeza recargada en los pechos de su prima; ella le acariciaba con delicadeza el cabello. Estas muestras de cariño eran usuales entre ellos; aunque eran bastante normales para ellos dos, a King no le gustaba lo que estaba viendo.

- ¿Por qué le enseñaste eso a mi hijo?

- ¿Cómo le voy a enseñar yo eso a tu hijo?

- Pues no sé, seguro te vio haciendo eso con Diane.

- ¡Yo no hago eso con Diane!

Mientras esta pequeña pelea se desarrollaba dentro de la taberna, Melany y Lancelot continuaron en esa posición unos minutos más. Finalmente Meliodas separó a Ban y King de su pequeña y ridícula pelea.

- Dejense de tonterías y vayan a entrenar, no tenemos tiempo que perder.

Los entrenamientos habían seguido durante todos esos días, algunos días eran acompañados por los caballeros enviados por el rey Bartra, otros días los chicos quedaban solos al cuidado de sus padres -días en los que todos temían por sus vidas-.

- Lancelot, vamos, hoy tenemos mucho que hacer.

- Ya voy -Contestó el menor levantándose.

- ¿Irán solos? -Preguntó Melany a su primo.

- Sí, ¿Por qué no?

- Porque tú no querías estar a solas con él después de que casi te mata.

- Ah, cierto -Asintió con pesadez recordando las veces en que su padre se había pasado un poquito de la raya durante los entrenamientos.

Porque aunque Ban había avanzado en la relación padre-hijo, seguía sin mejorar como mentor, más de una vez Elizabeth había tenido que sanar las heridas del chico, y más de una vez, Ban había recibido un regaño.

- King, ve con ellos -Pidió Merlín- Cuida que Ban no haga estupideces.

- ¿Qué? ¿Y por qué yo?

- Porque eres un buen tío que se preocupa por su sobrino.

- Además, antes siempre estabas cuidando a Ban -Dijo Meliodas- Ya estás acostumbrado a evitar que haga estupideces.

A regañadientes King aceptó acompañar a su cuñado y sobrino.

- Oye King, ya que estás aquí, ayúdame a enseñarle cosas de hadas a Lancelot.

- ¿Siquiera sabes si Lancelot tiene poderes de hada?

- Pues no, pero ¿Cómo voy a saber si yo no soy un hada? Yo no sé hacer las cosas raras que haces, ni sé volar. Ayúdame a enseñarle todo eso.

- Ban, eso no se enseña, las hadas sabemos volar desde que nacemos, es algo instintivo.

- ¿Entonces para qué viniste si no me vas a ayudar?

- Solo vine porque el capitán y Merlín me lo pidieron, y solo me encargaron vigilarte para que no mates a mi sobrino.

- Qué pésimo tío eres.

- Mejor pregúntale a Merlín, ella sabe cosas.

- Eso haré, ya vuelvo, cuida a mi criaturo en lo que regreso.

Estaba demasiado ocupada haciéndose cargo de su familia, los entrenamientos, evitar peleas y más, todo esto la tenía agotada; y si eso no era suficiente también debía hacerse cargo de las familias de sus amigos. Meliodas quería una forma para que Tristán pudiera usar sus poderes sin problema; King y Diane tenían mayor control en la situación, pero también iban en busca de ella en busca de algún consejo para entrenarlos -y uno que otro consejo sobre paternidad-; debía estar cuidando a Gowther para que no hiciera una de sus estupideces -que aunque había mejorado un poco, seguía siendo un idiota-, usualmente Briar estaba con ella en su laboratorio, cuando su padre trataba de usar sus poderes en ella; y Ban... Bueno, Ban era Ban.

- Se supone que él es mitad hada, ¿no? -Preguntó Ban a Briar mientras le trenzaba el cabello.

- Sí.

- Y las hadas vuelan -Continuó hablando, esta vez con Merlín.

- Ajá.

- Pero él no tiene alas.

- King tampoco tenía y podía volar.

- Exacto, entonces Lancelot también podría volar.

- En teoría, sí.

- Pero no vuela.

- ¿Por qué no hablas con King sobre esto?

- Porque él solo me dijo "Las hadas sabemos volar desde que nacemos" -Dijo haciendo una mala imitación de King, causando la risa de Briar- Por eso vine contigo, para que me ayudes.

- Ban, no tengo ni idea de cómo hacer que Lancelot vuele.

- Por favor, dime lo primero que se te ocurra, ¿Cómo aprenden a volar los dragones o las aves?

- No lo sé, Ban. Las aves avientan a sus crías para que vuelen.

- Aventar a mi cría... Está bien, lo haré. Gracias -Salio de ahí para buscar a Lancelot.

La maga suspiró, al fin había logrado que se fuera.

- Tía ¿En serio vas a dejar que haga eso?

- No es tan idiota -Merlin miró a la joven, su mirada de preocupación lo decía todo- Carajo. ¡Ban espera!

Ban se había ido casi corriendo a buscar a su cuñado e hijo, estaban donde él los había dejado, cerca de un barranco, para buena suerte de él y pésima suerte para su hijo.

-Ya sé qué podemos hacer.

No le dio tiempo de reaccionar a ninguno de los dos, en cuanto llegó con ellos, lo primero que hizo fue arrojar a Lancelot por el barranco.

- ¡¿Qué hiciste idiota?! -Gritó King.

-Merlín dijo que las aves aventaban a sus crías para que volarán.

-¡Las aves, idiota! ¡No los niños!

Pudieron seguir peleando, pero se detuvieron cuando Merlín apareció a un lado, acompañada de Lancelot que se aferraba a ella, aterrado.

-King, te dije que los cuidaras.

-Pero yo...

- Pero nada, a ti te pedí que los cuidaras, y a ti que no hicieras estupideces; solo vean como dejaron al pobre niño.

Ambos miraron a Lancelot, había caído sobre unos árboles, dejándolo con el cabello lleno de hojas y bastantes rasguños que lentamente comenzaban a curarse.

- Son solo rasguños -Se justificó Ban- Además puede que haya estado cerca de volar.

- Estuve cerca de morir, viejo.

- Ya me cansé de estar arreglando sus estupideces, ¿Por qué siempre tienes que hacerle algo al pobre?

- Pero yo no hice nada, solo le quería enseñar a volar. Así que si me disculpas, voy a seguir entrenando a mi hijo. Vámonos Lancelot -El chico solo miró aterrado a su tía, pidiéndole ayuda.

- Ya no vas a seguir "entrenandolo", se van los dos a su habitación.

- ¿Nos estás castigando?

- Sí, largo.

- Pero... -Ella tenía esa mirada, la mirada que hacía temblar incluso a caballeros de alto rango como ellos.

- Largo.

- Está bien, ya nos vamos -Ban cargó a King como si se tratase de un costal y se lo llevó- Cada día actúa más como mamá.

- Siento pena por sus hijos.

-Tía, por favor no me lleves.

- ¿A dónde te voy a llevar?

- Es que, mi papá me vendió a ti para que puedas hacerme brujería.

-... Ban ¿Qué le dijiste al pobre niño?

- ¡Yo no le dije nada! Él piensa que lo quiero vender.

- Para que me hagan brujería.

- Lancelot -La pelinegra cargó al niño- Yo no te voy a llevar, tú te vas a quedar aquí con tu papá, y él no te va a vender, él te va a cuidar.

- ¿Él me va a cuidar? -Ella asintió- Tía.

- ¿Sí?

-Mejor llevame -Dijo abrazando a su tía- Mi papá me va a matar.

- No seas dramático -Ban se acercó a él para tomarlo- No te voy a hacer nada.

- ¡Me va a vender a los brujos!

- No empieces con eso.

King fue a ver qué sucedía cuando escuchó mucho alboroto, solo para encontrarse una escena muy cómica; Ban jalaba a su hijo de los pies para hacer que se soltara, pero el niño continuaba aferrado a Merlín.

- ¡Suelta a tu tía!

- ¡NOOOO! ¡Quiero irme con ella!

- Pero vas a dejar a solo a tu tío King -Dijo Merlín tratando de separarse del niño- Y él te va a extrañar mucho

- ¿Ah? ¿Yo?

- Sí, tú; pobre de tu tío ¿Qué va a hacer él sin ti? Él va a estar triste y va a llorar si tú te vas.

- ¿En serio?... -El pequeño se soltó y rápidamente fue a abrazar a su tío- ¡Tío King! ¡No me dejes tío! Mi papá me quiere vender a los brujos.

- ¿Pero qué brujos? -Suspiró Ban, viendo como ahora Lancelot se aferraba a King.

-Ya, ya, tu papá no te va a hacer nada, no voy a dejar que te haga algo.

La maga regresó a su laboratorio minutos después acompañada de Lancelot, quién aún tenía varios rasguños.

- ¿Quieres que traiga a Elizabeth?

- No, creo que estaré bien -Al entrar vieron que Briar ahora estaba acompañada por los mellizos y su padre- Hola suegrito.

- ¿Ahora qué hicieron? -Preguntó viendo a sus hijos y a Escanor.

- Nada -Respondió Sol- Solo veníamos a preguntarte si ya íbamos a entrenar.

- Hoy no, tengo muchas cosas que hacer.

- Pero mamá, hace mucho tiempo que no vas con nosotros.

- Lo sé, pero el capitán me pidió que hiciera otras cosas, pueden ir ustedes solos con su padre -Leo miró a su padre y luego nuevamente a su madre.

- Mejor ven con nosotros.

- Estoy ocupada.

- Pero mamá -Los mellizos se quejaron y su madre solo suspiró.

- Tomen esto -Dijo dejando una bolsa de monedas sobre la mesa- Vayan los cuatro al pueblo y comprense algo, dulces, juguetes, lo que quieran.

- ¿Qué edad crees que tenemos?

- No sé y no me interesa. Pueden gastar todo ese dinero, la única condición es que no vengan a molestarme en todo el día.

- ¿Lo podemos gastar en lo que nosotros queramos? -Preguntó Lancelot y Merlín asintió- ¿Lo que sea? ¿Cualquier cosa?

- En lo que ustedes quieran.

- Es un buen trato. Vámonos, vámonos -Dijo Bri sacando de ahí a los mellizos.

- Lancelot, si tu papá te dice que tiene una "gran idea" no le hagas caso, mejor ven conmigo antes de cualquier cosa.

- Ok, gracias -Lancelot tomó la bolsa de monedas- Suegrito, suegrita, gusto de verlos. Nos vemos.

- Adiós, Lancelot -Ella volvió a trabajar en lo que estaba haciendo antes de que Ban hiciera una de sus estupideces.

- ¿Ya viste cómo me trata ese mocoso?

- Déjalo, solo está jugando.

- ¿Jugando? ¿Y por eso me dice "suegrito" cada vez que me ve?

- Sí, es un niño, les gusta joder, así juegan los niños ahora.

Durante unos momentos hubo silencio en el lugar.

- ¿No crees que deberíamos arreglar las cosas con ellos? -Mientras él hablaba caminando por toda la habitación, la maga se concentraba más en sus experimentos- Ban es un idiota y él ya pudo arreglar las cosas con su hijo. No sé qué es lo qué esté haciendo pero deberíamos hacer lo mismo.

- ¿Sabes que acaba de aventar a su hijo por un barranco?

- No me refiero a eso, no quiero aventarlos por un barranco; en estos días él se ha acercado más a Lancelot, ha hablado con él, pasa más tiempo con él; es un idiota, pero está haciendo las cosas bien. Nosotros también deberíamos.

- ¿Por qué te preocupas tanto por eso? -La maga dejó un momento su experimento para ver al león.

- Porque me siento mal por lo que sea que le haya hecho a Leo.

- Ya hablamos de eso. No son nuestros hijos, nosotros no hicimos nada. Además no es como que te preocupen ellos, tú solo quieres ganarle a Ban.

- Yo no dije eso.

- Creo que te conozco lo suficiente como para saber que solo quieres hacerle competencia a Ban. Pero está bien; si quieres arreglar las cosas con tus hijos entonces hazlo.

- ¿MIS hijos?

- Sí, son TUS hijos.

- Cuando se portan mal; pero no se han portado mal, así que son NUESTROS hijos.

- Mira, si quieres arreglar las cosas con ellos está bien, hazlo, no tienes que pedirme permiso, pero a mí no me metas.

- Sabes que son tus hijos también, ¿No?

-No... Bueno sí, de alguna manera sí lo son; pero por favor, entiéndeme, yo ya pasé por mucho.

-¿Por mucho? Cuando los ves apenas y hablas con ellos, si tienen suerte los saludas.

-¿Sabes quién va a tener que cargar con ellos durante nueve meses? Yo ¿Sabes quién los va a parir? Yo. ¿Dime tú qué hiciste?

-No lo sé.

-Tomaré eso como un "nada"

-Te diría que hice pero yo no sé nada. Dime tú, de los dos eres la única que tiene más recuerdos.

-Ok, tal vez ayudaste un poco; pero aún así yo la pasé peor.

-¿Un poco? ¿Es enserio? No sé qué sucedió, pero estoy seguro de que te estuve cuidando todo ese tiempo.

-¿Y? Yo sufrí nueve meses, mi espalda sufrió, no sabes cuanto; sufrí mucho para que al final los dos terminaran siendo unas copias tuyas. Era tener hijos, no clonarte.

-Pero ellos ni siquiera se parecen a mí, se parecen a ti.

-No es cierto, son iguales a ti, igual de orgullosos, de tercos, y obstinados; y físicamente igual son más parecidos a ti. Esos niños no tienen nada mío.

-Pero si ellos son idénticos a ti, Leo hace esa misma mirada que tú.

-¿Qué mirada?

-Esa que tienes ahora, él es exactamente igual a ti, y Sol también; los dos son mucho más parecidos a ti que a mí.

-Mira, eso ya no importa; estoy ocupada resolviendo ya bastantes problemas, no tengo tiempo para más. El capitán me dijo que los entrenara, no que fuera una madre para ellos; y me pidió eso con los ocho niños. No tengo tiempo para jugar a la mamá; si tú quieres jugar a la familia, entonces hazlo, pero no me metas.

-Merlin -Cuando ella le dió la espalda, él la tomó del brazo haciendo que volviera a mirarlo- ¿Quieres dejar de pórtate así?

Ella lo miró sorprendida, a pesar de que no había gritado, el tono de su voz era seria y autoritaria, él jamás había hecho eso, siempre le hablaba con delicadeza; se tensó más al sentir como él la tomaba por los hombros. La tensión en el ambiente era cada vez más; no podía predecir lo que pasaría después. Tal vez pelearían y si era así, ella no tenía oportunidades de ganarle.

- Si yo arreglo las cosas con los niños tú me vas a ayudar, ¿Entendiste?

-No -Respondió firme, trató de irse pero él la acorraló contra la mesa.

-Tú me vas a ayudar, ¿Quedó claro?

-... Sí... Quedó claro...

El ambiente continuó tenso, ambos mantenían ese semblante serio, la distancia entre ellos era casi nula, cualquiera que viera esta escena podía estar seguro de que estaba a nada de desarrollarse una pelea entre el león y el jabalí; pero lo que harían a continuación los sorprendería incluso a ellos.

Sus impulsos ganaron y los empujaron a ambos a darse un fogoso beso, se dejaron llevar liberando así toda la tensión que ellos mismos habían creado.

- Perfect Cube -Dijo la maga en cuanto se separaron del beso, aislandolos a ellos del mundo entero.

Finalmente, el león había domado al jabalí.

Salieron del laboratorio de Merlín, se dirigieron a buscar a los demás, Lancelot y Sol se adelantaron para buscar a Tristan; en el camino, el rubio pudo notar a su amiga algo distraída.

- ¿Qué pasa, Solecito?

- Nada, es que... -La princesa lo meditó un momento y negó con la cabeza- Olvídalo, no pasa nada.

- Si pasa algo, sabes que puedes decírmelo, ¿verdad?

- Lo sé -Finalmente llegaron donde Tristan, lo vieron entrenando junto a Gilthunder- Es que... Míralo, se ve tan...

- Idiota.

- No

- Estúpido.

- No. Es tan... -La mirada de la chica estaba fija en el príncipe de Liones, hipnotizada por la belleza del chico- Tan...

- Imbécil.

- Sí... ¡No! ¡Lancelot!

Mientras ellos discutían, durante el entrenamiento con las espadas, Tristan perdió el equilibrio cayendo.

- ¿No que no? -Sol suspiró rendida- En fin, ¿Qué es lo que pasa?

- No creo que lo entiendas.

- Anda, dime, Solecito.

- Lancelot, ¿Puedo preguntarte algo?

- Pregúntame lo que quieras -Sol titubeo un poco.

- ¿No te vas a burlar de mí?

- Nunca haría eso.

- ¿Me lo prometes? -Lancelot asintió- Es que me gusta Tristan.

- Eso no es secreto para nadie.

- ¡¿Eh?!

- Nada, nada... Así que te gusta el pendejo de mi amigo -Ella asintió- ¿Y por qué?

- ¿Cómo qué por qué? Miralo, es muy tierno, muy inocente.

- Aja ¿Y eso?

- Es bonito.

- Según tú.

- Bueno, no critiques mis gustos.

- No lo hago, de hecho te entiendo.

- ¿Tú? ¿Entenderme?

- Claro que sí.

- Claro que no.

- Que sí.

- Que no.

- Mira, yo sé que mi amigo es estúpido, pero justo por eso es perfecto. Mira, es idiota como el tío Meliodas, es un tarado en cuanto a combate, y no sabe controlar sus propios poderes, pero es guapo.

- ¿Crees que es guapo?

- Pero claro, miralo, ve esos brazos, esa espalda y su abdomen, es algo delgado pero tiene músculo, ve como se marcan; ve su cabello en una coleta, sus ojos, uno azul como el zafiro y el otro como la esmeralda, su mirada está llena de determinación, de poder pero a la vez es dulce y gentil; tiene la estatura perfecta, y ve eso, solo ve eso, lo sexy que se ve lleno de sudor. Además es buen chico, él te trataría como reina, porque eres lo mejor de su vida.

- Cállate -Susurró ella sonrojada a más no poder.

- ¿Por qué?

- No me ayudas, Lancelot...

- ¿Por?... Ohhhh, ay Sol, no pensé que estuvieras caliente.

- ¡Callate! -Le gritó dándole un codazo en el estómago.

- Calma, calma.

- Contigo no se puede.

- Mira, mira, está viendo para acá. ¡Hola Tristan! -El peliplata le devolvió el saludo con una sonrisa- ¿Ves que precioso? Ese muchacho enamora a todas, todas van detrás de él.

- No es cierto, no todas van detrás de él.

- Cierto, también van detrás de tu hermano.

- ¡Oye!

- Cuidado con esos celos -Un incómodo silencio entre ambos.

- ¿No te parece extraño?

- ¿Qué cosa?

- Que me guste él.

- No tiene nada de malo, son tus gustos, un poco raros sí, pero nadie debe meterse en eso. Yo apoyaré su relación, cuando se casen seré su padrino y seré el tío de sus hijos; pero si él te rompe el corazón no importa que sea mi mejor amigo, yo le partiría su madre.

-¿De verdad golpearías a tu mejor amigo?

-Claro, golpearía a cualquiera que se atreva a lastimar al sol de mi vida.

- Gracias, Lancelot.

- De nada, Solecito -La abrazó y le dió un beso en la frente.

- Sabes... Sí se ve sexy entrenando.

- ¡¿Qué?! -Ambos chicos palidecieron al darse cuenta de que Leo estaba detrás de ellos.

- ¡Corre! -Gritaron ambos antes de salir de ahí tan rápido como pudieron.

- ¡Oigan!

- Les di 100 monedas de oro, ¿cómo es posible que vengan a pedirme más? ¿En qué se gastaron el dinero?

- ...En nada.

- ¿En nada? ¿Entonces?

- ... Estuvimos apostando.

- ¿Apostaron?

- ... No

- Ustedes acaban de decirlo.

- ...No es cierto

- Respira, no los mates -Dijo Escanor poniéndo su mano en su hombro.

- Los voy a matar.

- Mejor ten, bebe un poco -Ban le pasó una cerveza- Te va a ayudar.

- ¿Gastaron 100 monedas de oro apostando?

- No, fueron 75.

- ¿Y qué pasó con lo demás?

- Alcohol y flores.

- Escanor, agarrame o los mato.

- No, tranquila.

- A ver... Niños, su tío Meliodas tiene una taberna, llena de alcohol de todas partes de Brittania, ¿Y ustedes se fueron a comprar más alcohol?

- Creo que no pensamos en eso.

- Ni pensaste en las flores, ¿Si sabes que tu tío es el rey hada?

- Sí, ¿Por qué?

- Él pudo haberte dado las flores.

- Ay... Cierto. No lo había pensado.

- Aún así es un lindo detalle -Mencionó Diane con la flor que le había dado Lancelot.

-Cierto -La apoyó Elizabeth que también había recibido una flor- Gracias, Lancelot.

- Niños, váyanse.

- Pero...

- Fuera.

Los chicos salieron de la taberna pero Lancelot regresó.

- Tía.

- ¿Qué?

- Ten, para ti -Le dio su flor amarilla para luego salir de ahí.

- Ban, ¿De verdad tú criaste a ese niño? -Preguntó Diane.

- Obviamente, ¿No se nota?

- No, seguro que esto lo aprendió de King.

-¿Y por qué flores?

-Porque el tío King dijo que es un detalle bonito.

Un pequeño Lancelot caminaba por el bosque recogiendo las flores más bonitas que veía, detrás de él iba Leo ayudándole a cargar con el gran ramo que estaba haciendo.

-Dijo que haría feliz a mi mamá.

-¿Y por qué?

-Porque... No sé, supongo que a las mamás les gustan las flores.

Cuando terminó de recolectar sus flores se dispuso a cortar los tallos y acomodar cada flor para que se viera bonita.

-Ahorita vengo -Leo que había estado pensando en las palabras de su amigo se levantó y comenzó a caminar de regreso al bosque.

-¿A dónde vas?

-A buscar flores para mi mamá.

El pequeño caminó durante un buen rato, ninguna flor le convencía, Lancelot ya había tomado las más bonitas; solo encontraba flores pequeñas, algunas incluso un poco dañadas, no podía darle eso a su madre, ella merecía las flores más hermosas. Su larga búsqueda terminó cuando encontró las flores perfectas.

Unos hermosos y brillantes girasoles, también eran bastante grandes, eran mucho más altos que él, pero eso no sería problema.

A pesar de ser un niño tenía bastante fuerza, por lo que no le fue difícil jalar las flores hasta sacarlas con todo y raíz.

-¡Mamá! -Llamó a la puerta del laboratorio de su madre.

-¿Qué pasó?

Ella abrió la puerta y no pudo evitar reír ante lo que veía, su pequeño hijo estaba lleno de tierra de pies a cabeza, en sus manos llevaba unos cuantos girasoles que eran casi el doble de grandes que él, además de que las flores aún venían con sus raíces llenas de tierra y seguro que con uno que otro insecto entre estas.

-Ten, son para ti. Yo solito las conseguí.

Su madre tomó las flores y las dejó con cuidado a un lado, se agachó para quedar a la altura de su hijo y con delicadeza le limpió la mejilla para darle un beso en esta.

-Gracias, Leo. Las flores son preciosas.

El niño sonrió orgulloso al saber que a su madre le parecían lindas las flores que con tanto esmero consiguió; se lanzó a abrazar a su madre que correspondió gustosa a pesar de que el menor la iba a ensuciar de tierra.

Más d 6,000 palabras OMG :V

Hasta ahora este es el capítulo más largo xd

Bueno xd

Espero les haya gustado :'v

De antemano me disculpo por haber desaparecido 9 meses :v pero ya saben cómo es esto :v

Intentaremos ya no estar tan perdidos :v

Bueno xd si les gustó dejen su like y sus comentarios bellos que saben que adoro leerlos xd

Les mando un beso tronador en la nalga derecha :v y hasta la próxima xd

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top