007 . the moment
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007 . la promesa
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—¿Escucharon de los violentos asesinatos en el pueblo?
Todos los presentes en el vehículo le dedicamos a la rubia una mirada cargada de reproche. Sí, claro que todos lo escuchamos.
—Amy, ¿En serio crees que es el mejor momento para hablar de eso? —cuestiona el castaño sentado a mi lado cruzándose de brazos—Algunos aquí ya tienen suficientes preocupaciones —suelta señalando a su hermano con un gesto de cabeza.
—Sólo quería hablar de algo —dice ella formulando un puchero—, además, dicen que puede que vaya a estar en el juego —agrega, y no voy a negar que la idea me pone nerviosa.
Los asesinatos iniciaron esta semana, en un primer momento la policía decidió mantenerlos en secreto, pero luego los cadáveres comenzaron a aparecer en el centro, con aterradores mensajes escritos en sangre a su alrededor. Un despiadado asesino serial anda suelto en Westview. Y lo cierto es que parece bastante lógico
—Amy, linda, realmente no creo que debamos preocuparnos acerca de eso —asegura Wanda dedicándonos una sonrisa—. Las autoridades estarán presentes y atentas.
—Y nosotros podremos disfrutar tranquilamente de la increíble victoria de Tommy —agrega Vision muy sonriente, gesto que se nos contagia a todos en el asiento trasero, salvo al de cabello platinado.
La pelirroja no tarda en captar aquello.
—Vis, lo importante es que se divierta —corrige ella dedicándole una mirada cargada de reproche a su esposo, quien mantiene su mirada en el camino mientras formula unas extrañas muecas.
—Oh, sí, por supuesto querida —suelta mirando brevemente por el espejo retrovisor y guiñándonos un ojo a escondidas.
Nosotros reímos, salvo Tommy, comportamiento que resulta especialmente particular en él, que siempre parece tener una broma que contar o algo de lo que poder reírse. Su pierna se mueve de forma acelerada y mantiene su mirada fija en la ventanilla mientras intenta simular una sonrisa para sus padre, que apenas llega a lucir como una floja mueca. Está nervioso.
Pongo mi mano sobre su pierna y le doy un ligero apretón, logro que sus claros ojos grises se claven sobre mí y entonces esbozo una sonrisa, un gesto pequeño, pero que él responde con una sonrisa mucho más sincera a las que ha estado posando sobre su rostro a lo largo del viaje. Él pone su mano sobre la mía y le da un pequeño apretón, y luego regresa su mirada a la ventanilla y yo al frente.
Es un momento minúsculo, y ni siquiera incluye un intercambio de palabras. Pero se queda conmigo hasta que llegamos, ocupando mi mente mientras que la radio de Westview rellena el silencio con anuncios y con el locutor hablando sobre el emocionante partido. Cuando finalmente llegamos a la escuela, las estrellas ya pueden verse en el cielo, hay cientos de personas caminando hacia el campo dirigiéndose a llenar las gradas y otros cuantos dirigiéndose con bolsos hacía la escuela, los compañeros de equipo de Tommy, sus padres, probablemente algunos maestros y el entrenador.
Una vez abajo del vehículo, Tommy toma su bolso de la parte trasera y se lo cuelga al hombro, comienza a caminar en dirección a la escuela y entonces se ve detenido por Visión.
—¿Crees que ya habíamos terminado contigo? —pregunta el hombre rubio de gafas para acercarse a su hijo y abrazarlo—En serio, diviértete, ¿Sí?
—Sí papá —Tommy responde entre dientes, rodando sus ojos mientras que su padre le desordena el cabello y su madre lo besa en la mejilla de forma sonora.
—No hay nada más importante para nosotros que el que te diviertas —agrega Wanda, tomando a su hijo del brazo, quien eleva una ceja.
—¿Saben? Si lo repiten tanto empieza a sonar sarcástico —señala junto a una risita, lo que logra que ambos padres compartan una mirada cargada de preocupación—. Ya sé, ya sé —Tommy los interrumpe antes de que tengan la posibilidad de decir algo—, sólo los estoy torturando —declara junto a una risita, y ahora sus padres se miran en una mezcla de alivio y diversión—. Los amo —suelta antes de alejarse, haciendo un gesto con su mano.
Antes de que pueda girar, noto como su mirada nuevamente se fija en mí, frunzo mi ceño algo confusa ya que parece estar intentando decirme algo, y luego recuerdo el pequeño episodio en el auto. Una repentina ráfaga de viento nos toma a todos por sorpresa pero se desvanece en cuestión de segundos, la familia Maximoff parece compartir una especie de mirada cómplice, como si aquello hubiera significado algo, pero yo decido ignorarlo, y luego los cuatro nos dirigimos a buscar unos buenos lugares.
—Es una pena que Agnes no haya podido venir Amy —suelta la pelirroja mientras caminamos, la rubia a mi lado formula una mueca.
—Sí, bueno, ya la conocen —dice de una manera extrañamente ambigua—. Estaba ocupada —agrega desviando su mirada, acto cuyo motivo no entiendo.
Jamás me preocupe demasiado por saber sobre la relación entre Amelia y su madre, cuando están en público parecen amarse como cualquier madre e hija, pero en realidad la rubia nunca tiene nada para decir sobre ella, jamás un problema, ni una anécdota, completamente lo contrario a Billy con Wanda, pero de cualquier forma llegados al caso, yo tampoco soy la que más cosas comunica sobre mi familia.
Mi familia... Eso sí que es todo un tema del que hablar. Realmente no sabría por donde empezar.
No, en serio. No sé por donde empezar.
Miro a Wanda.
—¿Pasa algo cariño? —cuestiona ella preocupada—Te ves algo...
—Perturbada —agrega Visión de la misma forma, frunciendo su ceño.
Mantengo mi mirada firme sobre ella, y entonces siento a Billy jalando mi brazo, lo que termina por sacarme de mi cabeza y devolverme al presente. Suelto todo el aire que no sabía que estaba conteniendo en un suspiro y luego acomodó un par de mechones de mi cabello mientras formulo una sonrisa.
—Sí, digo, no, todo está bien —respondo junto aun gesto de cabeza para darle credibilidad a mis palabras—. Sólo pensaba en Tommy... —suelto, a lo que Billy y Amy comparten una mirada cómplice—¡Porque estoy preocupada! —agrego luego de darle un ligero golpe a ambos.
—¡¿Preocupada de qué?! —exclama Billy conteniendo una carcajada—Parece que no conocieras a Thomas Maximoff, él va a ganar —asegura, a lo que yo lo observo sorprendida.
—Wow, nunca te había visto apoyar tanto a tu hermano.
—Es que tiene ventaja —comenta en un murmura que claramente pretende que no oiga, pero lo hago, y sus padres le dedican una mirada tan severa que se le borra la sonrisa—. Ah, miren ahí ¡Lugares! —suelta apresuradamente mientras señala a un punto entre las personas en las gradas para luego salir corriendo.
Su plan de escape funciona, ya que cuando nos sentamos el tema no vuelve a tocarse. Nos quedamos unos minutos observando a la mascota del equipo haciendo algunos pasos y las porristas con sus piruetas y sus cantos para animar al equipo, y yo no tardo en volver a repasar la imagen de lo sucedido en el auto. Es ahí cuando termino de unir los puntos y meto mis manos en mi bolsillo para encontrar una papel que reza "encuéntrame en los vestidores".
Mi corazón se acelera de forma instantánea y me apresuro a crear una excusa para retirarme antes de que alguno de los presentes pueda observar el color de mi rostro. Me apresuro a bajar las gradas y luego a avanzar a contra corriente de las personas que continúan llegando, choco con un par de hombros y finalmente llego a la entrada de la escuela. Conozco el camino, así que no tengo problemas en encontrar los vestidores, donde me encuentro con una peculiar escena, todo el equipo ya cambiado formado frente a éste y el entrenador golpeando la puerta con fastidio. Imagino que se trata de Tommy.
Llego a la fila con los atletas y los estúpidos monos hormonados no tardan en escarbarme con su mirada. Paso a cada uno de ellos sin mirarlos. Idiota. Idiota. Este me da asco. Este claramente se mete esteroides o algo. Otro idiota. Él es un imbécil. Ah, ahí está Teddy.
—Hey Teddy —Lo saludo con una pequeña sonrisa y un gesto de mano, que él devuelve de la misma forma.
—Hola Lara —responde el saludo tan amigable como siempre.
Luego me acerco al entrenador, pero el tipo parece demasiado metido en sus gritos como para notarme.
—¡Haz lo que quieras! —exclama el hombre con su rostro completamente rojo—¡¿Crees que el equipo no puede ganar sin ti Maximoff?! —suelta a continuación, junto a otro golpe.
Yo formulo una mueca y volteo para observar a Teddy, el rubio imita mi expresión y mueve sus labios para formular un "No, no podemos".
—¡Tienes dos minutos! ¡¿Me oíste?! —grita, con las venas en su cuello amenazando con explotar en cualquier segundo—¡Acaba tu rabieta o sino el partido iniciará sin ti! —amenaza, para luego girar a ver el resto de sus jugadores y soltar un fuete silbido—¡Andando equipo!
Me despido de Teddy con una última sonrisa y de la misma forma que él antes, le deseo suerte. Luego, cuando el hombre avanza junto a ellos. Yo me acerco a la puerta.
—En realidad eso me sonó más a una suplica que a una amenaza —comento junto a una pequeña risita.
No tengo respuesta por unos segundos, y temo que Tommy tampoco esté con muchas ganas de hablarme, pero cuando comienzo a preocuparme por eso, escucho unos pasos al otro lado de la puerta y luego el sonido de la cerradura. Sonrío victoriosa pero me apresuro a desvanecer la expresión de mi rostro mientras entro, claro que la imagen del mellizo Maximoff sin camiseta y con su cabello mojado contribuye considerablemente a hacerlo.
—¿Q-qué pasa Tommy? —pregunto en cuanto logro reponerme de la sorpresa, simplemente no me esperaba verlo así—¿No vas a salir?
Aquellos orbes grises como un cielo nublado se clavan sobre mí, las blanquecinas luces artificiales se cuelan por los pequeños ventanales del lugar, dándoles un particular brillo, así como a las demás facciones de su rostro, y no voy a mentir, sus abdominales. Su boca se abre, pero nada sale de ella y entonces voltea y camina hasta dar con la pared, yo muerdo mi labio inferior mientras intento decidir que hacer, y finalmente termino acercándome a él hasta poner una mano sobre su hombro. El contacto lo toma por sorpresa, ya que se estremece bajo mi tacto, pero no es el único, yo retiro mi mano preocupada mientras frunzo mi ceño, está helado.
—Tommy...
—No sé quien soy Lara —declara él en un susurro—. Se supone que esto debe gustarme, que tengo que disfrutarlo...
Ah genial, entonces una crisis de identidad minutos antes del partido. Perfecto.
—¿Y no lo hace? —cuestiono con sincera curiosidad y preocupación.
—No lo sé —responde a la par de un suspiro, yo lo tomo nuevamente por el hombro y esta vez aplico algo más de fuerza para girarlo, acto que él termina haciendo si solo.
Mierda, realmente no estaba preparada para que su rostro se viera así de bien. Mantengo mi mano sobre su hombro mientras intento despertar de mi trance nuevamente, pero cualquiera en mi situación tendría el mismo problema. Él es algo más alto que yo, la luz da justo sobre sus ojos, permitiéndome apreciar la intensidad y el brillo en su mirada, me tomo el atrevimiento de acomodar un par de mechones rebeldes devuelta a su cabello, y él no parece quejarse sobre el acto, así que mantengo mi mano allí.
—No tiene que hacerlo, si no te hace feliz puedes hacer cualquier otra cosa —argumento hablándole de forma clara y tranquila—. No es como si Wanda o Visión fueran a decepcionarse, te amarán sin importar a que te dediques o que te guste, igual que Billy e igual que yo —suelto junto a una sonrisa, tardando unos segundos en comprender la manera en que aquello podría interpretarse—, o Amy —agrego rápidamente, retirando mi mano de su cabello y dando unos pasos hacia atrás en busca de cierta distancia.
De repente siento la necesidad de quitarme la chaqueta, e imagino que estar sin camiseta tampoco estaría tan mal, así que ahora comprendo el look del de cabello blanco.
—Sí me hace feliz —asegura él, sentándose sobre uno de los bancos y clavando su mirada sobre el suelo—. Es sólo que...
Se detiene, su mirada se pierde y yo no pienso permitir que la oportunidad se me escape, por lo que me siento a su lado y repito mi acción de más temprano, dándole un pequeño apretón en la pierna para captar su atención nuevamente.
—¿Sólo que qué? —pregunto mirándolo a los ojos—Habla conmigo Tommy —Le pido ladeando ligeramente mi cabeza, él se mantiene callado un par de segundos, analizándome, lo que me produce un escalofrío, y luego suspira.
—Siento que hago trampa —responde frunciendo su ceño—. Quiero ser bueno en algo por ser quien soy y como soy, y además... Mis padres fueron quienes me anotaron de pequeño —cuenta formulando una mueca—, nunca le dediqué mucho tiempo a pensar otras opciones, ni a intentar buscar otra cosa que me gustara, simplemente me dejé llevar por la corriente...
—¿Estás mal porque eres tan bueno en lo que haces que los demás no tienen oportunidad? —suelto incrédula, él suelta una pequeña risita.
—Poniéndolo así hasta me gusta como suena —dice sonriente, no parece notar que lo está haciendo, pero yo disfruto del gesto todo lo que dura —. Pero es más que eso, no sé como ponerlo en palabras, pero si sigo haciendo esto, si salgo ahí y hago lo que todos quieren que haga... Siento que lo estoy haciendo para complacerlos más a ellos que a mí, para acomodarme a Westview y al lugar que supuestamente tengo que tener dentro de el —intenta explicarse con tal sentimiento en sus palabras que jamás pensé llegar a encontrar en aquel chico bromista que era uno de mis mejores amigos desde pequeños.
—¿Si sales ahí lo harás sólo para poder conformarte con tu lugar en Westview? —cuestiono frunciendo mi ceño, él esquiva mi mirada y se encoje en sus hombros, y eso es suficiente respuesta—Pues que se joda Westview —sentencio.
Él me observa sorprendido y yo simplemente suelto una pequeña risita.
—Que se joda —repito junto a un asentimiento y una sonrisa—. Este pueblo no nos domina, ni marca quienes somos ¿Sabes? Yo también estuve pasando por algo parecido últimamente —confieso, a lo que él eleva ambas cejas.
—¿En serio?
—Las maravillas que hace una buena comunicación, ¿No crees? —bromeo dándole un pequeño empujón, gesto que no responde pero del cual se ríe—Pero sí, en serio... Es este pueblo...
—Tengo ganas de salir —murmura como si sus palabras fueran prohibidas.
Yo tomo su mano.
—Yo también —Esbozo una nueva sonrisa—. Es más, si quieres lo hacemos juntos —Él formula una mueca pervertida y yo pongo mis ojos en blanco, ahí está, el Tommy de siempre.
—¿Qué? A mí me encantaría —bromea él con un exagerado tono seductor.
—Te recuerdo que hace unos segundos estabas en plena crisis de identidad y si vas a empezar así hubiera sido mejor dejarte en ella —advierto señalándolo con mi dedo índice, él contiene una risita mordiéndose el labio inferior, y yo me pierdo unos segundos observando aquel gesto.
Nos sumergimos en un repentino silencio, las voces de las gente fuera comienza a colarse entre la lejanía, pero son apenas ecos que no terminan de penetrar aquella especie de burbuja que creamos mientras estamos allí, sentados, simplemente mirándonos.
—Está bien —murmura él, pero yo ya me olvidé de lo que dije, cosa que parece comprender—. Nos iremos juntos de aquí —promete, y yo formulo una nueva sonrisa y asiento.
Decido confiar en las palabras del Maximoff.
—Y conocerás el mundo, y te conocerás a ti mismo —aseguro, luego arrugando mi expresión al analizar mis palabras—. Y yo también —agrego de forma algo torpe.
—Los dos —murmura él, y tampoco estoy muy segura de si es muy consciente sobre lo que está diciendo.
Y cuando alguien abre la puerta, nos interrumpe justo a tiempo, ya que nuestras bocas comenzaban a acercarse de forma alarmante. Y comprender aquello se siente como un balde de agua fría. Me levanto del asiento casi de un salto y luego giro a la puerta para observar a Gwendoline, parada allí con sus ojos abiertos como dos platos, de la misma forma que su boca, su mirada viaja entre el muchacho de cabello blanco y sin camiseta detrás de mí y yo.
—Miren chicos diría que lo siento pero... ¿Sí saben que no pueden tener sexo aquí verdad? —suelta la castaña, y mi rostro alcanza nuevos tonos de rojo nunca antes explorados por ningún artista.
—¡Gwendy!
—¡Lara!
—Lo lamento Gwendy —suelta Tommy mientras se pone la camiseta del equipo apresuradamente—. Es que ya sabe, con las hormonas y la adrenalina y todo eso —Él realiza un gesto con las manos para simular que su cabeza explota—, la carne es débil, ¡Seguro que usted también fue joven! —agrega señalándola con picardía mientras avanza.
Mi boca imita a la de la profesora, quien realmente agradezco sea quien abrió la puerta en lugar de otra persona. El peliblanco deja un beso sobre mi mejilla y luego abandona los vestidores como un rayo, dejándome allí, con la castaña de rasgos asiáticos y ojos cafés observándome con ambas cejas elevadas y cierta incredulidad.
—Gwendy, me conoces y sabes que esto no es lo...
—Ay por dios, no le diré a los Maximoff ni al director y nos olvidamos de esto pero ya —propone rápidamente la mujer mientras caminamos juntas por el corredor.
—Está bien por mí —acepto el trato cerrando mi boca posteriormente.
Sí, mejor olvidarse de esto pero ya.
Poder hacerlo en realidad estaría genial.
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