004 . pretty new one
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004 . él no debería estar aquí
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Las clases habían acabado, y en un día normal, ya estaríamos de regreso en casa, o más específicamente, tirados sobre el sofá en la sala de los Maximoff mientras comíamos algo. Pero Wanda había estado hablando con Billy acerca de la situación del otro mellizo, quien resultó encontrarse mucho más nervioso por el próximo partido de lo que aparentaba.
Así que cumpliendo con su papel de hermano, más obligado por su madre que otra cosa, Billy aceptó hacerle compañía a su hermano en el entrenamiento, y por mi parte, decidí cumplir con mi rol como mejor amiga y ayudarlo a hacer que la tarea no fuera tan pesada. Además, ya había notado a Tommy algo nervioso por el partido, así que imaginé que algo de apoyo extra no le vendría mal.
Para mi sorpresa, observar al mellizo de cabello platinado moverse por el campo de futbol con el uniforme del equipo de la escuela no resultó tan agotador ni aburrido como lo había imaginado. En realidad, podía encontrar cierta gracia en la manera en que manejaba la pelota con sus pies, avanzando entre sus compañeros como si fuera imparable, con algunos mechones rebeldes pegados a su frente por el sudor y una expresión de concentración plena.
Tal vez, más resumidamente, podía encontrar cierta gracia en él. Un efecto hipnótico en sus movimientos que nunca antes había llegado a captar. Y cuando luego de anotar un gol, eleva su mirada hacia nosotros y sonríe, mis mejillas se tiñen de rojo mientras un cosquilleo se esparce por mi estomago.
Muerdo mi labio inferior y giro mi rostro para esconder el nuevo color que adquirió, temo encontrarme con algún comentario de Billy, pero él está demasiado entretenido con lo que sucede dentro de la cancha como para haber notado lo que acababa de suceder. Frunzo mi ceño mientras intento seguir la dirección de su mirada, claramente no es el juego lo que le interesa tanto, pero entonces ¿Qué?
Analizo el campo repleto de chicos uniformados con las camisetas del equipo en busca de mi respuesta, pero pronto descubro que la mirada de mi mejor amigo no está puesta sobre el juego, sino cerca de el. Fuera de la cancha, uno de los chicos se encuentra bebiendo agua de una botella de plástico lleva su camiseta hecha un ovillo en una mano y su torso está empapado en sudor, se ve que tiene calor, ya que deja caer el agua sobre su torso y luego utiliza su remera para secarse, todo un espectáculo a nuestros ojos.
Reconozco al chico por haberlo visto en los pasillos, es difícil no hacerlo, es gigante. Hombros anchos, brazos gigantes, y una altura que le permite observar a todos desde arriba, parece prácticamente como si un ropero hubiera tomado vida y decidido asistir a la secundaria. No sabía que jugaba en el equipo, pero es perfectamente lógico.
Debe haber sentido el peso de nuestras miradas luego de haberlo estado observando durante tanto tiempo sin disimulo alguno, así que voltea y mira en nuestra dirección. Si yo me sonrojé con Tommy, la reacción de Billy no tiene nombre, su rostro alcanza nuevos tonos de rojo mientras cierra sus ojos con fuerza e intenta esconderse, de ser una tortuga, se habría metido dentro de su caparazón.
Yo formulo una sonrisa traviesa.
Bingo.
Agito mi mano en dirección al castaño y el chico responde esbozando una sonrisa para luego ponerse la camiseta, imagino que sintiéndose incomodo luego de descubrir que tenía publico.
—¡¿Por qué hiciste eso?! —reclama Billy con sus ojos abiertos como dos platos, yo elevo una ceja, confusa.
—Porque lo estuvimos mirando como por dos horas y no hacerlo nos haría quedar como raros —respondo con obviedad—. Era eso o pagarle por el espectáculo —agrego conteniendo una risita, Billy parece tener más ganas de matarme.
Regreso mi vista al campo y descubro que la practica ya acabó, todos los chicos se están dispersando, algunos van directo por sus cosas, otros se dirigen a las duchas y unos intercambian comentarios de sus jugadas. No me resulta difícil ubicar al chico de antes en aquel caos, como siempre, destaca con facilidad, pero me llevo una sorpresa al encontrarlo hablando con Tommy.
—¿Por qué Teddy Altman está hablando con mi hermano? —cuestiona consternado el castaño a mi lado, yo no puedo evitar soltar una risita—¿Tengo algo en la cara y no me avisaste? —Claramente no está en su mejor humor, pero eso no hace más que darme más razones para reir.
—Sí, corazones flotando a todo su alrededor —respondo formulando una mueca—. Siento no haberte avisado, se te ven bien —El castaño me da un suave empujón y yo intento nuevamente contener la risa, porque sé que si llega a enojarse deberé pasar horas pidiendo perdón—. Ya acabé —aseguro elevando ambas manos—, pero agradecería que la siguiente vez que te guste alguien me lo digas antes.
La cara de Billy es digna de encuadrar, pero luego comienza a pasar por una cantidad de emociones tan grande en un periodo tan corto de tiempo que preferiría grabarlo para que nada de aquella preciosidad se pierda.
—No me gusta —acaba soltando lo más frío y serio que puede, como si no acabara de realizar gestos dignos de una telenovela—. Lo conozco porque es parte del equipo y ha estado en casa alguna vez...
—¿Ya ha estado en tu casa? —Lo interrumpo sorprendida, ahora sintiéndome ofendida—¿Y no me contaste nada? —cuestiono frunciendo mi ceño.
—Porque no hay nada que contar, porque no me gusta —insiste, pero yo clavo mi mirada sobre la suya y lo desafío a seguir mintiéndome a la cara.
El castaño automáticamente se pone nervioso y los signos de ello comienzan a brotar de una forma incontrolable, la picazón en su nuca, la forma en que evita mantenerme la mirada, como sus dedos comienzan a repiquetear contra su pierna. Sé que si sigo así, la verdad no tardará mucho más en salir, pero dos figuras detrás de él captan mi atención.
—Entonces no tendrás problema en, ya sabes, tener una conversación civilizada con él —suelto con fingida inocencia, a lo que él asiente.
—Claro que no —murmura, como si hablando más bajo pudiera ocultar que está mintiendo.
—Genial —suelto escondiendo mi enojo detrás de una radiante sonrisa—. Porque tu hermano y él están viniendo hacía acá.
Y sí, disfruto del pánico que invade al castaño en cuestión de segundos, la mejor parte es que no tiene la posibilidad de correr, para cuando le digo, las sombras de ambos miembros del equipo ya están sobre él.
—Hey —saluda Teddy de forma amigable.
—Hey —responde Billy en un tono demasiado agudo.
Retengo una carcajada.
—¿Tienes agua? —Le pregunto a Teddy—La garganta le está molestando desde tempano —miento como se debe mentir y no como el patético intento de mi amigo.
—Oh, claro —El grandote rebusca en el bolso que cuelga de su brazo y luego le extiende una botella con agua al castaño.
—Gracias —formula Billy prácticamente sin voz y luego comienza a beber el liquido, excusa perfecta para no hablar, pero no se salvará tan fácil.
—Estuviste increíble Tommy —digo sonriente, el de cabellera blanca se sienta a mi lado y suelta un suspiro.
—Gracias —Él también sonríe y luego se deja caer sobre la grada—, aunque ahora me duele todo —Se queja formulando una mueca.
—Eso es por no estirar —señala Teddy encogiéndose en sus hombros—, siempre te lo advierto.
—Debe ser difícil tener a alguien así de cabeza dura en tu equipo —suelto señalando a Tommy con mi cabeza, el más grande arruga la nariz.
—Podría ser peor.
Teddy amenaza con cambiar mi percepción sobre los jugadores del equipo. Parece amable y amistoso, y una de esas personas que parecen intimidantes en una primera impresión pero que luego resultan siendo encantadoras.
—¿Por qué nunca habíamos hablado, Teddy Altman? —cuestiono curiosa, cruzándome de brazos.
Tampoco soy la persona más sociable de todo Westview. Pero es un pueblo pequeño, estaba segura de haber intercambiado palabras al menos con todos los pertenecientes a mi generación, claramente el rubio frente a mí es la prueba que lo desmiente.
—Puede ser porque soy algo nuevo —responde él con timidez, lo que suma positivamente a mi percepción sobre él—. No vine a Westview hace mucho.
—Uy, lo lamento por ti —bromeo posando una mueca en mi rostro—. Cualquier lugar debe ser mejor que Westview, ¿De donde vienes?
Teddy abre su boca dispuesto a responder pero ninguna palabra abandona su boca, entonces su ceño se frunce en una mezcla de confusión y preocupación. Intenta responder nuevamente, pero sucede lo mismo. Su mirada se clava en el horizonte y el sol ilumina sus claros orbes azules, de repente pareciera como si se encontrara nadando en la profundidades de su mente, indagando por una respuesta que no parece llegar.
—¿Viniste hace mucho? —decido cambiar la pregunta, ya que tal vez simplemente no le agrada hablar de donde vino.
Él clava su mirada de una forma que me pone la piel de gallina y pasa unos cuantos segundos en silencio, yo comienzo a preguntarme si los mellizos también están presenciando esto o si es que me salteé alguna pastilla, pero creo llevar mis medicamentos al día.
—No lo sé.
Yo lo observo confundida, pero antes de poder decir algo, el rubio repite sus palabras.
—No lo sé.
—Eh...
—No lo sé —Su tono comienza a aumentar—¡No lo sé! —comienza a gritar.
Tommy se levanta mientras el rubio continúa repitiendo lo mismo cada vez de forma más desesperada, pero apenas pone una mano sobre su brazo, Teddy lo lanza de las gradas con una fuerza desmedida, una fuerza sobrehumana. Inhumana. La piel del rubio comienza a tornarse verde y observo al amigable muchacho convertirse en una bestia verde con piel escamosa, orejas puntiagudas y afiladas garras.
—¡No lo sé! —continúa repitiendo, llevando ambas manos a su cabeza mientras se sacude esporádicamente.
El miedo no me permite moverme, mis piernas no me obedecen y ni siquiera puedo gritar. Logro observar por mi visión periférica a Billy sentado a mi lado, con sus ojos emanando un brillo azulado y una estela del mismo color danzando entre sus manos.
—A mamá no va a gustarle esto —murmura serio.
Entonces realiza un par de gestos con sus manos formando una esfera de aquella estela azul y la lanza a la bestia verde, que se retuerce mientras parece llorar. Billy mueve sus dedos y lleva sus brazos hacia atrás como si estuviera tirando de algo, Teddy se endereza y entonces el castaño cruza sus manos, la estela azul cubre a la bestia verde, devolviéndole su apariencia humana a su paso. Tommy parece recuperarse y se levanta, se sacude la tierra y en un parpadeo se encuentra nuevamente a mi lado.
Los recuerdos comienzan a llegar a mí, y de repente no estoy temblando por Teddy, sino por mi mejor amigo.
—Billy —Mi voz tiembla mientras mis ojos se nublan por las lagrimas de puro terror—, no lo hagas —suplico—, por favor, creo que me estoy volviendo loca ¿Tienes una idea de lo que eso se siente? —suelto mientras el castaño me observa, su labio inferior tiembla, no sólo está nervioso sino que asustado—Déjame recordar —pido mientras un par de lagrimas se me escapan—, por favor, no quiero volver a sentirme así, por favor.
—No queremos que te vayas —suelta Tommy apenado a mi lado—. No hay otra opción.
—¡No iré a ningún lado! —aseguro desesperada.
—Tú no lo decides —dice Billy, quien comienza a mover sus dedos formulando la estela azul entre ellos nuevamente.
—¡¿Y entonces quien?!
—Ya lo sabes —responde Tommy en un murmuro.
Sí lo sé.
Wanda.
—¡Billy, no!
El castaño me lanza la estela, sus labios se mueven en lo que puedo comprender como un "lo siento" y entonces volteo a ver a Tommy, a quien descubro levantado nuevamente. Realmente no me extraña que no pueda pasar mucho tiempo sentado, desde pequeño siempre fui hiperactivo.
—¿Podemos irnos ahora? —Tommy estira sus brazos y luego intenta hacer sonar su cuello—Todo lo que quiero hacer es llegar a casa y morir.
—Lamentablemente vamos a necesitarte el viernes —comenta Teddy sonriente—, ¿Puedes mantenerlo vivo hasta ese entonces? —Le pregunta a Billy, quien para nuestra sorpresa, se terminó todo el contenido de la botella.
—Eh... C-claro —suelta avergonzado mientras le devuelve al rubio la botella vacía.
—Genial.
La mirada de ambos se conecta, desde mi lugar puedo sentir la intensidad en ambas y siento ganas de gritar, pero me contengo. No sólo es claro que mi mejor amigo se siente realmente atraído por el tal Teddy, sino que aquello es algo mutuo. Y me parece hermoso.
—Muy bien creo que iré a casa —suelta el rubio luego de un pequeño silencio, bajando la mirada, por lo tanto interrumpiendo aquella conexión entre ambos—. Fue un placer.
—Me olvidé mi bolso en los vestidores, te acompaño hasta allí —anuncia el de cabello blanco.
Teddy nos dedica una sonrisa y luego ambos comienzan a bajar las gradas hasta dirigirse a la entrada de la escuela, nosotros observamos el recorrido, yo en particular con una sonrisa creciendo a cada instante hasta acabar luciendo como la del gato de Alicia.
Una vez solos me permito soltar el grito de emoción que estuve conteniendo todo el tiempo y sacudo el brazo de Billy sin medir mucho mis fuerzas.
—¡Tienes que ir con él! —lo animo emocionada.
—No, no puedo —murmura él con su rostro sonrojado.
—¿Por qué no?
—A mamá no le gusta que lleguemos tarde.
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