001 . the maximoff
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001 . mi familia favorita
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Una vez escuché decir que los pueblos asfixian a aquellos con sueños grandes. No estoy muy segura de que mis sueños sean grandes, sí extraños, largos, confusos, y en varios casos, aterradores. Pero mis objetivos a largo plazo son simples, no anhelo grandeza, ni pretendo ser rica o viajar por todo el mundo.
Todo lo que quiero es abandonar este pueblo que parece succionar la energía de todos los que viven en el. Mudarme a alguna gran ciudad donde ni mis vecinos sepan mi nombre aunque pase años viviendo junto a ellos. Perderme entre gigantescas multitudes. Ser un número más entre cientos de miles.
Así que ¿Sueños grandes? Debatible. ¿Asfixiada? Definitivamente.
Pero supongo que es lógico sentirse así en el viejo Westview, donde la juventud parece estar en extinción, y hay realmente pocas cosas que pueden llegar a sentirse como un soplo de aire fresco. Por suerte no me siento así todo el tiempo, sí una gran parte, pero no las veinticuatro horas de todos los días.
Mentiría si dijera que Westview no tiene sus buenos momentos. Puedo soñar todo lo que quiera con vivir en una gran ciudad, con miles de cosas para a ser y millones de personas poblando las calles, pero cuando llega el momento de la verdad y comienzo a pensar en como podría irme del pueblo, me veo sumergida de repente en la melancolía, como sorprendida por las olas de un mar embravecido que hasta entonces ignoraba, y entonces llegan todos los momentos en los que fui feliz aquí, y una serie de rostros se dispara en mi cabeza, dándome un amargo sabor en la boca ante la idea de irme.
Dije que Westview tiene sus buenos momentos, pero tal vez lo que estoy buscando decir es que, entre la cantidad de zombies que habitan sus calles, Westview tiene sus buenas personas.
Crecí en la calle New Hope, la misma que la de los Maximoff y los Harkness, ambas familias tienen hijos de mi edad, por lo que de pequeños era normal vernos correteando por la calle, jugando, gritando y riendo, luego empezamos a hacer pillamadas, a ver películas de terror juntos a escondidas de Vision y así, con traumas compartidos y meriendas juntos, crecimos siendo inseparables, Billy, Tommy, Amy y yo.
Los cuatro jinetes.
Y así lo fuimos durante un largo tiempo, hasta que Tommy empezó a jugar en el equipo de football de la escuela y esos zombies acabaron comiéndole el cerebro, o en otras palabras, él se empezó a juntar mucho más con ellos, supongo que es entendible, nosotros tampoco nos esforzamos en intentar compartir un espacio con ellos, pero si la mayoría de gente en Westview me parecen zombies, los atletas de su secundaria están en una categoría mucho más baja, y me refiero a menos evolucionada, como monos, monos zombies, dios que horror.
Así que ahora somos más como los tres mosqueteros ¿Supongo? No, Billy diría que somos los angeles de Charlie, y definitivamente eso suena mejor, él realmente cumple su rol como el ingenioso.
Como sea, jamás me arrepentiré y probablemente tampoco cambiaré mi opinión acerca de los atletas de Westhigh, pero Tommy sigue siendo Tommy. Y hablando del rey de roma, es él quien me abre la puerta cuando golpeo en la residencia Maximoff.
—Hey —saluda él, esbozando una sonrisa.
Tommy mantiene sus ojos, del mismo gris que los mechones de su cabello, fijos sobre los míos. Ya de por si me toma un tiempo extra procesar que no fue Wanda quien abrió la puerta, y apenas termino de hacerlo, comprendo que aún no he respondido y que se ha generado un silencio lo suficientemente largo como para no pasar como uno normal.
—Hey —respondo entonces, algo avergonzada.
Ingreso en la casa en un intento por esconder la forma en que mis mejillas imitan el color de un tomate y doy un par de pasos hasta dejar mi bolso sobre el sofá, todo en un intenta por ganar tiempo.
—¿Está Billy? —cuestiono entonces, y al girar a verlo su expresión me indica que acabo de cometer otro error.
Un "¿Cómo estás?" no habría estado mal. Mierda, ¿Cómo es posible que me haya olvidado de como hablar con Tommy?
—Sí, está en...
—Me sorprendiste abrien...
Ambos soltamos una risita al haber hablando a la par, me siento mucho más cómoda ahora que mi rostro no es el único con tonalidades rojizas y me cruzo de brazos, indicándole con la mirada que hable él primero.
—Está en su cuarto —finaliza él, elevando una ceja con curiosidad al terminar indicando que ahora quiere escuchar mi parte.
—Me sorprendiste abriendo la puerta —completo junto a otra risita—. Wanda es la que siempre me recibe —señalo, buscando a la pelirroja con la mirada por la casa.
—Salió con Agnes y Amy, creo que iban de compras —dice para luego apoyarse en la barandilla de la escalera—. Además, ¿Tanto te sorprendí? —pregunta incrédulo a lo que yo simplemente abro la boca.
—¿Intentas decirme algo Thomas? —cuestiono adoptando una postura completamente distinta—Porque no está llegando el mensaje —agrego claramente bromeando—. Claro que vas a sorprenderme si cada vez que vengo no estás.
—¿Estás diciendo que me extrañas? —suelta él con tu típico ego.
—Sigue soñando Tommy.
Nos gusta molestarnos, siempre nos hemos tratado así, nunca hablamos en serio completamente, o al menos así era hasta que empezó a alejarse. Claro que ahora puedo decir que se siente distinto a cuando éramos niños.
—Son las practicas —Tommy baja su mirada al suelo para evitar la mía y rasca su nuca en un inconsciente gesto de nerviosismo, nuevamente se produjo un extraño silencio entre ambos en el que nos quedamos viendo al otro—, y luego también están los chicos y sus fiestas, sí, pero todo se tranquilizará cuando pase el juego del viernes —asegura, finalmente volviendo a verme—¿Irás?
—Claro —respondo rápidamente—, no me lo perdería —aseguro, Tommy sonríe ante mis palabras y un cosquilleo se produce en mi estomago ante el gesto—. Tal vez luego de eso podríamos juntarnos a ver una película —propongo, a lo que el peliblanco abre sus ojos como dos platos.
—¿Los dos solos?
Y nuevamente mi rostro parece un tomate.
—¿Qué? ¡No! —suelto, y mi exagerada reacción me parece aún peor que el malentendido por parte de Tommy—Digo, yo pensaba en los cuatro, como antes, pero... O sea, no es que estaría mal ni nada, sólo...
—Muy bien ¿Qué está pasando?
Y mi salvador de cabello castaño y pantuflas de dinosaurio aparece justo a tiempo.
—Nada —soltamos los dos al mismo tiempo, haciendo que Billy frunza su ceño mientras termina de bajar la escalera.
—Eh... ¿Okay?
Un nuevo silencio se produce ahora entre los tres, Billy y yo compartimos una mirada, y luego hago lo mismo con el mellizo a mi lado.
—Yo estaba saliendo —suelta Tommy para luego salir rápidamente.
Apenas el de chaqueta verde y camiseta azul abandona la casa suelto un suspiro y me dejo caer desplomada sobre el sofá, cubro mi rostro con ambas manos mientras intento comprender como llegué al punto en el que Billy acaba de salvarme de tener una cita con su hermano.
—¿Eso fue...
—Nada —interrumpo al castaño antes de que pueda terminar—. No sucedió nada, no escuchaste nada, nada pasó, los últimos segundos literalmente no existieron ¿Quedó claro? —suelto rápidamente, dedicándole una mirada asesina a mi mejor amigo al terminar.
—Mira si quieres comprar mi silencio vas a tener que hacerme algo de comer —suelta Billy esbozando una sonrisa maliciosa—. Porque no querrás que mi madre se entere y comience a actuar de cupido con ustedes dos.
—No te atreverías —Lo desafío enderezándome rápidamente.
—¿Por comida? No quieres probarme —amenaza él entrecerrando sus ojos.
—Sólo pienso hacerte unos sandwitches.
—Suficiente para mí —acepta encogiéndose en hombros.
—Podrías hacerlos tú.
—¿Y entonces qué tendría de divertido?
—Te odio Billy.
—Me amas.
Ruedo los ojos y me levanto para caminar hacia la cocina, podría negarme en defensa de mi orgullo, pero la verdad es que también tengo hambre y en todo caso quien está pagando por la comida es él, así que no voy a quejarme. Preparo algunos rápidamente con lo primero que veo en el refrigerador y Billy acaba sumándose, así que hacemos una buena cantidad porque a) somos dos glotones y b) Vision no debe tardar en regresar del trabajo.
Hablamos un poco de nuestro día, pero la gran parte de la conversación termina dando vueltas acerca de los icónicos looks de la princesa Leia Organa en las películas de Star Wars, lo que se extiende a otros temas relacionados e igual de importantes y finaliza en nosotros tomando la decisión de ver la película de Halloween.
En un momento nuestra conversación se ve interrumpida por el sonido de la puerta delantera y la entrada de la inconfundible Wanda Maximoff, con una gran sonrisa y unas cuantas bolsas repletas entre sus manos.
—¡Lara, linda! —exclama ella entre las bolsas, avanzando a pasos ciegos.
—¡Wanda! —respondo igual de alegre, adelantándome a Billy para ayudarla con las bolsas.
—Billy cielo, tu padre está afuera con el auto, ve a abrirle el garaje —pide la pelirroja, a lo que su hijo obedece sin palabras de por medio—. Oh, ya me parecía extraño no haberte visto hoy —comenta ella, a lo que yo suelto una risita.
—Sólo venía un rato, estaba aburrida —cuento mientras dejo la bolsa sobre la mesa de la cocina—. Pero ni se preocupe por mí, ya estaba por irme.
—No seas tonta —Wanda me dedica una dulce sonrisa y ladea ligeramente su cabeza—, sabes que no molestas, ¿Quieres quedarte a cenar? —ofrece, a lo que en primer lugar planeo negarme.
Pero nadie en Westview puede decirle que no a Wanda Maximoff.
—Me encantaría —acabo aceptando, a lo que ella sonríe.
—Genial, ¿Podrías cubrirme y guardar un par de cosas en lo que voy al baño? —cuestiona señalando con su dedo a la bolsa y el refrigerador de forma intercalada.
—Claro —respondo para luego empezar a vaciar las bolsas y guardar los alimentos.
Intento terminar rápido la tarea mientras escucho la puerta detrás de mí abrirse, como es la del garaje pienso que se trata de Billy pero termino estando equivocada.
—¡Sandwitches! —suelta el señor Vision—Esto no debe ser obra de otra persona que tú, Lara —agrega, comentario que posa una sonrisa en mi rostro.
Amo la manera en que el señor Vision utiliza las palabras, siempre se comunica de forma clara, integra e inteligente, con esos aires de caballero y un vocabulario que a veces lo hace parecer haber salido de otra época.
Me levanto dispuesta a saludarlo, ya que escucho que se acerca a mí probablemente para abrazarme, pero cuando volteo me encuentro con una silueta moribunda y sin color, con ojos blancos, vacíos, muertos, y un gran agujero en la cabeza. Quiero convencerme de que lo estoy soñando, o de que estoy viendo mal, pero por más que parpadee la figura se sigue acercando y cuando intenta atraparme entre sus brazos reacciono empujándolo y soltando un grito repleto de horror.
Tropiezo con mis pies mientras retrocedo y cierro mis ojos con fuerza para intentar alejar a aquella especie de cadáver, pero solo resulta peor, puesto que la imagen parece grabada a fuego en mi mente, lo veo con claridad, su expresión vacía, la manera en que se me acercaba. Escucho voces pero resultan distantes y me es imposible prestarles atención, pero entonces siento que alguien me sacude y al abrir los ojos me encuentro con Billy arrodillado frente a mí, una especie de estela azul siguiendo el movimiento de sus dedos y el mismo color en el brillo de sus ojos. Azul.
—Calma —dice, y la tranquilidad en su voz parece inundarme de repente, porque todo el pánico que estaba sintiendo me abandona.
Billy levanta la mirada y entonces yo sigo la dirección hasta dar con Wanda, cuyos ojos están brillando en rojo.
—Mamá, no, ya pasó —suelta él y yo estoy demasiado confundida como para comprender.
—Lo siento William —dice ella, con un acento en su voz que jamás había escuchado y una expresión exenta de cualquier tipo de emoción.
Un estela aparece entre sus dedos justo como en los de Billy, pero esta es de un rojo escarlata, se mueve como una serpiente, escala por toda la mano de la mujer y yo sigo el recorrido hipnotizada por el movimiento, hasta que en una simple sacudida me lo lanza a mí, y cuando me alcanza, todo se torna negro.
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