006 . the doctor knows


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006 . el doctor despierta

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  —He estado teniendo sueños con ella —confieso en voz alta, frunciendo mi ceño mientras que perturbadoras imágenes cruzan mi mente—. Pesadillas —corrijo, luego tomando algo de agua para aclarar mi garganta.

El Doctor Stephen Strange escribe rápidamente en su libreta.

El día de escuela pasó rápido, tuvimos un par de horas de literatura con Gwendoline lo cual lo volvió mucho más ligero y soportable, luego Billy y yo acompañamos a Tommy en su entrenamiento, pero me retiré antes de que lograra finalizar para no perder mi sesión con el Doctor.

  —¿La bruja escarlata? —cuestiona él, el nombre revuelve mis entrañas, yo asiento—¿Qué es la primer imagen que se te viene a la cabeza cuando piensas en ella?

  —Mi padre —respondo sin pensarlo demasiado, es la realidad.

  —¿Le temes a tu padre, Lara? —pregunta el hombre a continuación, y yo siento que mi garganta se cierra.

Sé la respuesta con claridad. Recuerdo la sensación al estar frente a la puerta de mi casa. Miedo.

Hoy todo está mucho más claro en mi cabeza, recuerdo todo el día a la perfección, es más, recuerdo toda la semana a la perfección. Recuerdo el interior de mi casa, es una sensación extraña, como si fuera la primera vez que la veo, o le perteneciera a alguien más, pero sé cuantas habitaciones tiene y donde está cada una, cuales muebles hay y del color que cada uno es, la recuerdo a la perfección.

  —Creo que la medicación está haciendo efecto —comento sobretodo en un intento por sacar la atención del doctor de su libreta, en la que estaba escribiendo con entusiasmo—. Las cosas en mi cabeza están mucho más... Claras.

  —Me alegra oírlo Lara —Strange me dedica una sonrisa—¿Le has comentado a tu padre de tus avances? —cuestiona acomodándose en su  sofá, a la par ladeando ligeramente la cabeza.

  —N-no, no tuve la oportunidad —respondo desviando mi mirada a la biblioteca del consultorio—. Está muy ocupado con el trabajo, como siempre, en un viaje de negocios —respondo de forma vaga, sin realmente prestar atención a mis palabras mientras analizo los distintos libros de la colección del Doctor.

Me siento incomoda con la respuesta. Es difícil de describir, son mis palabras, salieron de mi cabeza, pero realmente no las pensé. Simplemente es la respuesta que sé que tengo que dar a preguntas relacionadas con mi padre. Un viaje de negocios.

  —Viaja mucho tu padre, es un hombre muy ocupado por lo que se ve —señala Strange elevando una ceja, yo asiento—. Pero ahora está aquí ¿No? —suelta captando nuevamente toda mi atención.

  —¿Disculpe? —pregunto nerviosa.

  —Está en Westview, él te llamó, ¿No es así? —dice causando que frunza mi ceño.

  —N-no.

  —¿Por qué titubeas al hablar de él? —cuestiona entonces, acercándose a mí—Te pones nerviosa e incomoda cada vez que entra en la conversación, ¿Por qué es eso? —El Doctor parece haber abandonado toda cordialidad, quiere su respuesta y la quiere ahora.

Mi corazón se acelera. Siento un sudor helado recorriendo tanto mi espalda como mi frente. Abro la boca un par de veces intentando dar una respuesta, pero no sé que decir realmente, y sé que tengo que responder algo, porque después de todo es mi padre. Yo debo saber como es la relación con mi padre. Debo saber quien es él.

Sé quien es.

  —El no está aquí —sentencio con severidad—. Y realmente no quiero hablar de esto, yo... Preferiría hablar de como Tommy me...

  —¿Le temes a tu padre Lara? —Strange me interrumpe repitiendo la pregunta que ya había hecho, su mirada está fija en mí, pero está vacía.

Alguien está expectante por mi respuesta, pero no es el pelinegro frente a mí. Más de una persona en realidad. En el consultorio sólo estamos el Doctor y yo, y aún así siento varias miradas clavadas sobre mí, atentas a mis siguientes palabras.

Tengo que responder.

No tienes que hablar de tu padre padre.

Mi cabeza comienza a dolerme y mi estomago da vueltas. Pienso en mi hogar nuevamente y las imágenes son mucho más confusas, las cosas cambian de lugar, el número de habitaciones cambia, los colores se mueven. La casa que recordaba antes era falsa, como la de un set de grabación de alguna película o programa. El descubrimiento me estremece, no recuerdo como es verdaderamente mi casa, y hasta hace unos segundos no recordaba que tenía ese problema.

¿Cómo no le comenté todo esto a Billy, o a Amy? ¿Cómo me olvidé de que no sé como es mi casa?

Hago un repentino movimiento de cabeza y fijo mi mirada en el Doctor, quien sigue mirándome con su mirada vacía, esperando por mi respuesta. Sé que yo realice el movimiento, y aún así siento que alguien más movió mi cabeza, como si fuera una marioneta y el titiritero me recordara que debo responder la pregunta, que ese es mi papel en la obra. Puedo sentir sus hilos en mi cuerpo, y su respiración en mi cuello. Y siento el susurro de un fantasma, una indicación, una orden: responde.

Tengo que responder la pregunta.

  —Mi padre...

Me detengo. No tengo que hablar de mi padre. Me acomodo en el sofá y desvío mi mirada mientras espero que Strange cambie su pregunta, no responderé. No puedo hacerlo.

Observo nuevamente la biblioteca en el consultorio, y descubro detalles que llaman mi atención, los libros están desordenados, algunos tienen autores distintos y otros cambiaron de titulo o de color.

  —¿Hace mucho tiene todos esos libros Doctor? —cuestiono regresando mi mirada al frente.

Strange mantiene sus ojos fijos en mí, la misma pose que tenía hace minutos, y su mirada perdida, como si alguien le hubiera puesto pausa o hubiera incinerado su alma en el fuego del infierno, observándola arder hasta las cenizas.

  —¿Doctor?

Me inclino hacia él y poso una mano sobre su brazo, entonces él realiza un brusco movimiento tomando una bocanada de aire mientras su cuerpo sufre una violenta sacudida luego de la cual lleva una mano a mi oído y chasquea sus dedos. La reacción es tan rápida que apenas tengo tiempo de procesarla.

Caigo sobre mi asiento nuevamente, el consultorio ya no tiene color, todo está en blanco y negro salvo el Doctor, que ahora lleva una extraña vestimenta, y yo.

  —¡Esto está mal! —exclama furioso, levantándose de su sofá—¡Debes detenerte de una vez! —ordena apuntándome con su dedo índice. 

Primero intento comprender a que se refiere, ya que no hice nada, pero entonces noto que no me está mirando a mí. Está viendo algo detrás de mí. Trago saliva con dificultad por lo seca que mi boca resulta de repente, y con mi corazón amenazando con salirse de mi pecho, volteo.

Ahí la encuentro a ella, con sus ojos brillando en rojo de la misma forma que sus manos, levitando sobre el suelo, con una escalofriante expresión. Contengo un grito de puro terror.

  —Wanda, debes detenerte —ordena el Doctor nuevamente, ahora él también levita.

  —Nunca quise que estuvieras aquí Strange —suelta la pelirroja con aquel acento impregnando sus palabras—. Vete —ofrece ladeando la cabeza—, deja mi hogar tranquilo y será todo —asegura, su voz tiembla—. Y deja a la niña —agrega, poniéndome la piel de gallina.

  —La chica es inocente Wanda —Strange no parece dispuesto a ceder ante ella—. Estas personas están sufriendo Wanda —argumenta con severidad el pelinegro—. Si no vas a detenerte, yo tendré que hacerlo.

Ambos se mantienen la mirada por unos cuantos segundos. Ambos esperan a que el otro haga el primer movimiento.

  —Te lo ofrecí, Stephen.

El pelinegro comienza a hacer rápidos movimientos con sus manos, pero se ve interrumpido por un aura escarlata que inmoviliza sus manos. Su mirada se llena de pánico por unos segundos y cuando regresa su mirada a Wanda, es impactado por un rayo escarlata que lo lanza fuera del consultorio, revelando que la pared en realidad se encuentra hecha de papel.

Wanda va tras él y cuando consigo que mis piernas respondan, los sigo.

Ambos vuelan por la calle de Westview, la pelirroja continúa lanzando rayos escarlata al Doctor, pero éste los esquiva mientras mueve sus manos, unos brillantes orbes anaranjados rodean sus brazos y luego un cubo del mismo color comienza a aparecer entre sus manos, el hombre lo lanza y comienza a adquirir tamaño hasta atrapar a Wanda, una vez la mujer está dentro, símbolos comienzan a dibujarse en todas sus paredes mas antes de que terminen de formarse, adquieren un color rojizo y se resquebrajan. El cubo se rompe y Wanda le dedica una mirada asesina al hombre.

  —¡Hay familias aquí Wanda!

La pelirroja logra darle y el hombre da un par de giros en el aire hasta caer al suelo. El impacto se ve duro y temo que se haya lastimado seriamente, corro hacia él para ayudarlo pero antes de poder acercarme demasiado, un rayo escarlata me impacta y me lanza contra una farola. Suelto un quejido ante el impacto y siento el sabor de sangre en mi boca.

  —Todos estamos felices aquí Stephen —suelta Wanda—. No hay nadie a quien rescatar, no hay nadie en apuros ni nadie que necesite ayuda.

  —¡Tú necesitas ayuda! —exclama el hombre, dando un golpe con ambas manos al cemento.

Bajo los pies de la pelirroja, el cemento se convierte en arenas movedizas que comienzan a tragarla con gran rapidez, ella lanza un par de rayos más a Strange, pero el hombre crea un escudo y los repele con facilidad. Una vez sólo el rostro de Wanda permanece en la superficie, el Doctor se acerca a ella y se agacha para poder hablarle a la cara.

  —Esto está mal Wanda, no tengo idea de como lo hiciste, pero este mundo que creaste, por muy fantástico que lo creas, está maldito —habla con seriedad—. Sentí tus hechizos desde New York, esto es magia antigua Wanda, estás jugando con fuerzas peligrosas, y que no entiendes.

  —No tengo magia —Es todo lo que responde la mujer atrapada en el cemento, Strange formula una mueca.

  —Entonces entiendes mucho menos de lo que pensaba —dice con preocupación para luego soltar un suspiro—¿Qué alma utilizaste para hacer a tus hijos? —cuestiona, y yo siento a mi corazón detenerse por un segundo, está hablando de mis amigos.

  —¡Mis hijos son míos! —exclama furiosa la pelirroja.

  —Tú creaste sus cuerpos —corrige Strange—, pero los he visto, ningún hechizo puede crear un alma Wanda, la tomas de alguien más, ¿La alma de quien usaste? —demanda nuevamente, tan preocupado como severo—Oh dios, verdaderamente no tienes idea.

Strange permanece en silencio unos cuantos segundos, como analizando la situación y finalmente suelta un suspiro.

  —Iremos al santuario —decide levantándose—. Te explicaré lo que hiciste y veremos cono deshacerlo, juntos —propone con un velo de pena cubriendo su rostro—. Eso incluye a tus hijos Wanda —aclara, y yo escucho a la pelirroja sollozar.

Deshacer a Billy y Tommy. Strange está hablando de deshacer a mis mejores amigos.

  —¡No! —grita Wanda cargada de dolor—¡No tengo magia! —repite—¡No usé ningún hechizo! —asegura con el mismo dolor en su voz.

  —¡¿Y entonces cómo crees que lo hiciste?! —exclama el Doctor—¡Es magia Wanda! De la más peligrosa que existe...

Strange se calla, tanto él como Wanda observan al cielo anteriormente despejado ahora siendo cubierto por nubes rojas, sumergiendo a Westview en una macabra oscuridad.

  —Wanda... —advierte el hombre escondiendo el miedo en su voz mientras la brisa gélida juega con su capa.

  —Yo no estoy haciendo esto Strange.

El hombre se mantiene quieto durante unos segundos observando a la mujer atrapada en la calle y con un movimiento de su mano izquierda la libera. La pelirroja frunce su ceño, confusa, mientras Strange vuelve a formular aquellos orbes mágicos y luego gira a verme.

  —Lara...

Estoy levitando a un par de metros del suelo, siento un abrigador calor cubriéndome desde la espalda, pero no es desagradable sino todo lo contrario, es reconfortante. Me llena hasta que no hay más espacio dentro de mí y luego sale al exterior en forma de luz, estoy brillando, o más precisamente los símbolos que aparecieron por todo mi cuerpo lo están haciendo.

  —Lo siento Strange —suelto—, pero no vas a hacer desaparecer a mis amigos —sentencio mientras me acerco a ambos—. No lo voy a permitir —aseguro, luego observo mi mano y noto como una pequeña llama comienza a crecer en ella, y su calor, así como la forma en que danza con el viento en la palma de mi mano me parece hipnótica—. Aunque gracias por las sesiones, ya recordé quien es mi padre.

Wanda me mira tan asustada como maravillada, confusa y asustada a partes iguales, y el hombre a su lado lo nota.

   —No lo hagas Wanda —advierte el hombre, asustado—. Este mundo que creaste... Tarde o temprano va a quedar en cenizas —asegura con pena—. Y lo siento, pero ese es el orden natural de las cosas, nadie puede jugar a ser un dios —argumenta, el labio inferior de la pelirroja tiembla, su mirada continúa viajando entre el hombre y yo.

  —No tiene que jugar a ser uno —suelto captando la atención de ambos—. Los dioses podrían arrodillarse ante ella, y tú deberías hacer lo mismo.

  —¿Quién eres? —pregunta Wanda asustada—¿Quién es tu padre? —cuestiona a continuación, insegura, con sus manos cubiertas en una estela escarlata.

  —¿Amas a tus hijos? —suelto en respuesta—Pues yo también —agrego rápidamente—, ¿Vas a dejar que este tipo te quite tu hogar? ¿Nuestro hogar?

Y sé que la convencí. Strange también lo comprende, ya que retrocede rápidamente y luego crea un látigo de energía con el que intenta golpear a Wanda, mas yo lo detengo antes de que pueda tocarla y éste se convierte en cenizas. Luego junto un par de llamas en la palma de mi mano y cuando tengo las suficientes para formar una gran bola, la lanzo. Strange se protege del proyectil con un escudo pero no tiene tiempo necesario para defenderse del ataque de Wanda, por lo que nuevamente cae al suelo.

  —¡Puedo ayudarte Wanda! —asegura el Doctor—¡Aún no es tarde!

La Maximoff y yo compartimos una mirada, sus ojos brillan en un color escarlata y luego esboza una sonrisa.

  —Aquí nadie necesita ayuda.

Ella toma al pelinegro por el cuello y la estela escarlata en su mano no tarda en esparcirse por todo el cuerpo del Doctor, rodeándolo hasta que tan sólo resulta una mancha roja. Entonces le basta con un ligero movimiento de mano para lanzarlo fuera de Westview.

Una vez solas, mis pies vuelven a tocar el piso y las marcas en mi cuerpo desaparecen. Las nubes rojizas se dispersan hasta devolver el soleado día que había minutos atrás y yo me dejo caer sobre el suelo disfrutando de la calidez del sol sobre mi piel.

  —¿No me dirás quien eres? —cuestiona Wanda, yo me encojo en mis hombros como si no tuviera realmente importancia.

  —Lara Lightburn —respondo con simpleza, esbozando una sonrisa—. Es quien creeré que soy en unos minutos —suelto ahora dedicándole una mirada a la pelirroja—, y sinceramente quien prefiero ser —confieso.

Wanda frunce su ceño, aún algo confusa.

  —No estabas en Westview cuando llegué —deduce ella.

  —Muchas cosas no lo estaban —afirmo con mi mirada nuevamente en el cielo—. Wanda, tú me diste una familia, sé que esto es tu mundo, tu show, que es tu familia y que yo sólo soy un personaje secundario, pero aún así me hiciste parte de ella —comento con mis ojos nublándose por las lagrimas—. Sólo... Gracias —suelto en un susurro.

  —Lara, yo...

  —Sólo una cosa antes de que lo hagas Wanda —interrumpo a la mujer al recordar algo importante, la miro con mis ojos brillando por las lagrimas y aún así con severidad en mi mirada—. No preguntes más sobre mi padre.

No quiere saber la respuesta.

  —No quieres saber la respuesta.

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