Demonios

Nadie te dice como actuar ante una muerta, después de la partida de mi mejor amigo yo no volví a ser el mismo y esa chispa que tenía en mi se la llevó para acompañarlo.

Pero con Beck... le arrebataron la vida al parecer.

No había contestado en días, no sabía nada de él y me preocupaba... me preocupaba demasiado.

—¿Tuviste suerte? —pregunté llegando con Tris.

—Ni un poco —bufó.

—Que te parece si...

—No puedo saltarme más clases mi mamá ya está como loca —menciono el niño.

—Bueno iré solo entonces —suspiró.

—Solo a Inferno —señaló— ni hablar, iré yo también.

—Se los comerán vivos —interrumpió Eliot.

Nos giramos para mirarle serios.

—Ya hemos ido —me quejé.

—Y cuantas veces los han asaltado —remarcó.

—Tres veces —contestó Tris aún molesto.

El chico negó rodando los ojos poniéndolos en blanco.

—Venga vamos —ordenó.

Lo seguimos, un camino demasiado largo caminando.

Al llegar a la casa de Beck tocamos la puerta, claramente no abrió.

—Medidas extremas serán —suspiró Eliot.

Una patada a la puerta y se abrió como si nada.

—Podía haberla abierto con una tarjeta —señaló el listo.

—No, así se abre Beck perdió las llaves hace un par de meses —contó— van a entrar o que.

Asentimos para entrar... la casa era un desmadre, ropa por todos lados, platos sucios en el fregadero sin contar la cantidad de polvo.

Entramos a la habitación del chico, ahí estaba el recostado en la cama que era de su hermanito.

—Hey Beck —saludé sentándome a su lado— ¿Cómo estás amigo?

Apenas y me miró para apartar la vista.

—Largo —ordenó.

—Sabes que no —negué.

Él me jaló de la camisa para acercarme a él.

—¡Dije largo, no me obligues a sacarte! —me gritó.

Sin decir más lo abracé con fuerza, con mucha fuerza, agotado se dejó caer en mi pecho.

—Nos dan un minuto —pedí viendo a los otros dos que se limitaban a ver.

Ellos salieron para dejarnos solos.

—No puedo Sammy, no puedo —negó deprimido.

—Si puedes —sentencie— eres Beck Jones —le recordé— eres la persona más fuerte que conozco.

Beck levantó su carita para verme.

—Yo sólo era fuerte por el Sammy, resistía por él pero ahora que ya no está no tengo razones por las que vivir —suspiró.

—Claro que si Beck, vive por ti —pedí.

Él me miró cansado para negar.

—Escúchame —tomé su mentón para que me viera— desde que te conozco siempre velaste por tu hermano, lo protegiste y cuidaste pero ahora, ahora es tiempo de que cumplas todo lo que quieras hacer, tienes dinero, tienes una nueva casa y estamos aquí para ayudarte.

—Si me voy... que me quedara de él —presentó su verdadero miedo.

—Los recuerdos, las memorias... él no querría que te quedaras aquí llorándole —le recordé— tu y tu hermano no tenían planes, una lista.

Beck asintió levantándose para sacarla, una hoja arrugada para dármela.

—Está es tu nueva razón —la miré— estoy seguro que tu hermano querría que las cumplieras, que vivas lo que les faltó por vivir.

Miró la hoja para asentir, una lágrima rodó por su mejilla.

—Okay... Okay —asintió.

Lo abracé, los chicos entraron para unirse al abrazo, Eli lo jalo a él para abarcarlo completamente.

—¿Por dónde inicio? —preguntó cansado.

—Que tal esta —señale— ya tienes la casa.

Beck miró a Eli inseguro.

—Pero esa está lejos de ti —gruño.

—Beck sal de Inferno ahora que puedes —ordenó— y por eso ni te preocupes papá está a dos de correrme.

Beck asintió para suspirar.

—Hagámoslo ahora o nunca lo haré —aceptó.

—Hagámoslo —sonrió Tris.

Beck lo empujó para que se cayera de la cama, una sonrisa torpe para levantarse.

Empacamos solo lo esencial, todo lo demás lo daría a la caridad, un nuevo inicio requería nuevas cosas.

—Esto es para ti —le dió Beck a Tris— le hubiera gustado que los tuvieras.

Tris abrió la caja para sacar sus libros, una sonrisa se dibujo en su rostro.

—Decía que solo tú apreciabas el buen arte —gruño.

—Gracias —lo abrazó con fuerza.

Beck le devolvió el abrazo.

Sonreí para volver a lo mío empacando la ropa de Beck en una caja pues no planeaba comprar más.

Eliot a mi lado empacaba los premios de Cas, era un chico muy listo.

—¿Y esos guantes? —pregunté al ver la medalla.

—Se los ganó Beck en un torneo de la escuela —asintió— era el mejor en box de la escuela.

—¿Y porque lo dejo? —pregunté más confundido.

—Se rompió la mano —contó guardando los guantes.

—Suena a Beck —asentí.

Eliot me vió algo confundido.

—Puedo preguntarte algo —se adelantó.

—Claro —levanté los hombros.

—Tu pasaste la mayor parte de su infancia con él —mencionó— ¿Por qué no hiciste algo para ayudarlo... ya sabes en esos momentos.

Sabía a que se refería.

—Porque no lo supe hasta que ya estaba lejos de aquí —expliqué— no es como que me contara mucho —añadí— a esa edad yo era muy inocente y algo estupido.

—Eras —señaló burlón.

—Créeme era —remarque— y cuando me contaba algo sobre eso me decía que estaba bien, entonces yo le creía, cuando se escapaba de su casa y llegaba a la mía por las noches me decía que tenía miedo, le decía que lo cuidaría de los mounstros —sonreí— pero era claro que no era consciente de lo que un verdadero mounstro es capaz de hacer.

Suspiré, tantas señales que vi pero no interpreté que de haber sido un poco más listo todo esto no hubiera pasado.

—Fue hasta los trece cuando le conté a mi mejor amigo que me explicó lo que realmente pasaba —recordé esa charla con Cade, su mirada... algo que no olvidaría— pero a ese punto ya era tarde.

Eliot asiento, muchas personas en su vida tuvieron la oportunidad de ayudarlo, escuela, padres o personas cercanas... nadie nunca lo hizo.

La puerta se abrió espantandonos.

—Hablando mal de mi —nos miró serio.

—Siempre —asentí.

El sonrío restándole importancia.

—Ya tengo todo —confirmó.

—Te falta señor oso —dije agarrándolo de su cama.

—Cierto —lo tomó feliz— ahora si —asintió abrazando al osito.

Eliot fue por el auto para ayudarnos a llevar las cosas.

—Saben deberíamos hacer algo por una última vez — miré las escaleras.

—Oh no —se negó Tris— no, no, para nada, bajo ninguna situación.

Y ahí estábamos sobre las escaleras con la vieja tabla de surf.

—Los odio —susurró Tris.

—A darle —sonrío Beck.

Nos deslizamos por las escaleras empinadas, al llegar al suelos salimos volando para caer sobre Beck... Justo como cuando éramos pequeños.

—Niños —negó Eliot mirandonos— sigo yo.

Nos lanzamos un par de veces más, después de un rato terminando con dolor de culo, terminamos.

Salimos dando una despedida a la casa.

—¿Listo? —pregunte al ojiazul.

El chico suspiró para asentir, algo tenso pero lo logró.

Salimos de infierno para llegar a su nueva casa, ya estaba amueblada ya que estaban por mudarse, dos días más y Cas habría vivido en esta nueva casa.

Una casa pequeña pero en un mejor lugar, una que no se caía a pedazos con todos los servicios, mi amigo no tendría que bañarse más con agua helada.

Le dimos un vistazo para empezar a meter las cosas, me quedé observando la caja de fotos, desde chiquito Cas siempre fue demasiado tierno.

Me encontré una foto donde estaba yo sentado, con Cas en mis piernas feliz, sonreí, esa había sido un par de días antes de mudarme.

—Quédatela —me dijo Beck— era de sus fotos favoritas.

—De verdad —miré ilusionado.

El chico asintió mirando la foto.

Lo abracé con fuerza a lo que me correspondió el abrazo.

—Hey sabes que estoy aquí para ti verdad—le recordé.

—Gracias —contestó.

Nos sentamos en el sillón, sentí que tenía que sacarme esa espinita.

—Oye yo... quería disculparme —mencioné.

—Por abandonarme si eso ya lo dejamos en claro —me calmó, claramente no me lo iba a perdonar nunca.

—No, por no haberte ayudado cuando éramos niños —solté.

El chico suspiró para verme.

—Que dice si eres quien más a hecho por mi Sam, me alimentaste, quisiste a mi hermano con todo tu corazón, me dejabas quedar en tu casa cuando no quería volver —señaló— no tienes que disculparte por nada.

Negué si tenía.

—Por ser tan imbecil de no notarlo —susurré.

Beck me miró para suspirar.

—Éramos niños Sammy —me miró— ninguno de los dos tuvo la culpa.

—Ya pero si me hubiera...

—Y si yo hubiera dicho algo también hubiera parado —mencionó.

—No fue tu culpa —señalé.

—Ni la tuya —me miró— si, fui abusado sexualmente cuando niño pero eso... ya lo dejé atrás.

Indudablemente la persona más fuerte que conocía.

—De verdad me vas abrazar cada que puedas —gruñó.

—Si, no te librarás de mi —sonreí.

El chico negó, Tris llegó para abrazarnos.

—Suéltenme —gruñó.

—No —dijimos al unísono.

—Uno...

Lo soltamos antes de que pasara a más.

El teléfono sonó con el sonido predeterminado especial.

—Ay no... soy hombre muerto —susurró para contestar— Hola mami.

Tris se salió algo alterado.

—Lo van a castigar —afirmó Eliot.

—Sip —asentí— oye sé que no es momento pero que habrá pasado con el de la foto...

—Fui yo —confesó Eliot acomodando los platos en la despensa.

—¿Qué mierda...

—¿Qué mierda yo? Que mierda ustedes que ocultaron un cadaver —atacó acercándose.

Miré a Beck desconcertado.

—Se lo tuve que contar —murmuró.

—¿Y la foto para que? —dije confundido.

—Pensé que lo estaban llevando por un mal camino, planeaba chantajearlos —explicó— pero descubrió que yo tomé la foto.

—¿Cómo? —pregunté confundido.

—El imbecil se ve en el reflejo del espejo —murmuro Beck.

—Al menos les di un buen susto —asintió sentándose a lado de Beck.

—Recuerda, sabemos ocultar un cuerpo —amenace.

—Ya, pudieron con una perra que les hace pensar que podrían conmigo —señaló.

—Sería más complicado, aunque después de unos meses tu papá dejará de preguntar —sonrío Beck.

Recibió el golpe en la cabeza de su novio.

—Aún así no somos las malas influencias—señale.

Eliot me miró serio por unos segundos.

—Te vas y después de media vida regresas a poner la suya de cabeza... no lo sé pero eso me suena a mala  influencia—atacó.

—Ahora es mi culpa —cuestioné— si bien te recuerdo que ya era un desastre, ¿Qué hiciste tú en cambio?

—Yo...

—Se calman carajo —nos detuvo Beck— es mi vida,  mis decisiones y no se vió influenciadas por dos grandísimos pendejos.

—Pero si tú eres el mayor —murmure.

—Cierto —me apoyó Eliot.

Nos ganamos un golpe a lo Beck, fuerte que deja marca.

—Es todo, soy hombre muerto —se quejó Tristán tirandose en el sofá.

—Mami no te dejará salir más —me burle.

—Amenazó con enseñarme en casa —se quejó molesto.

—Pobre bebé —le pegó Beck en sus mejillas.

Se empezaron a pelear, después de un rato mi hermana vino por mi, vió a Beck para abrazarlo y besar su mejilla.

—Hey eres mi niño valiente recuerdas —dijo abrazándolo— no lo olvides.

Beck asintió para sonreírle, cuando Beck era chiquito y no quería volver a casa pero mis padres no le dejaban quedar le decía que era su niño valiente.

El mood de mamá de mi hermana siempre a sido desde pequeños, si se raspaba las rodillas ella lo curaba para darle un besito, si se pegaba y lloraba lo calmaba y si... cuando se peleaba en clases era ella quien lo regañaba.

Me fui con mi hermana en el auto de camino a casa, al llegar nos tiramos en su habitación a ver una película.

—¿Cómo está? —preguntó triste.

—Cansado, algo abatido pero mejorará—asentí.

—Así será, y ahí estaremos para él —afirmó.

Abracé a mi hermana con fuerza, mi aliada de crimen, mi mejor amiga y si mi mamá de vez en cuando.

Me quedé dormido en sus brazos como siempre.

El nombre de mi acusado ella nunca creyó y mi última noche de vida lo pasé con ella porque en menos de 24 horas yo estaría muerto.


Ya se, ya se soy un asco es que los finales siempre me causan conflicto pero prometo escribir más 🥺

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