Belphegor
Si mi padre investigaba algo quería decir que sospechaba y si mi padre sospechaba no tardaría en descubrir la verdad.
—¿Por qué lo haces? —pregunté molesto.
Mi padre suspiró mirando su tablero.
—No espero que lo entiendas pero tengo un presentimiento —confesó mirándome.
—Oh por favor papá, tú y yo sabemos que odias a Beck y no es coincidencia que hagas esto —gruñi molesto.
—Yo solo hago mi trabajo —contestó gritándome— pero si no confío en este chico y muchas cosas no cuadran.
—¿Cómo qué? —pregunté molesto.
Mi padre me sentó en su silla para mostrarme.
—Revise los expedientes de Beck y su hermano, después de todo lo que han pasado... de lo que les a hecho su madre no me sorprendería que la haya matado.
—Y te basas en eso solo porque es mala madre —trate de ponerme en un plan defensivo.
—No, su madre trabajaba en una fábrica y estaba asegurada —agregó— Sam con la muerte de Jessica sus hijos recibirán casi un millón de dólares.
Escuchar esa cantidad me hizo dudar.
—Eso que papá, sabes que Cas su hermano está gravemente enfermo, ese dinero será para sus medicamentos y tratamientos —traté de convencerme.
—Eso pensé yo hasta que revise los expedientes más a fondo, sabías que los tratamientos, medicamentos y hospitales están pagados por un donador anónimo —inserto la duda— los Jones no han pagado ni un solo peso de las cuentas de hospital de Casper.
No supe qué decir, no lo sabía porque parte de mí empezaba a creerle a mi padre.
—Aún así ni siquiera viven en una buena casa, lo más probable es que se muden a un lugar mejor —lo defendí.
Mi padre suspiró frustrado, sabía que le costaría hacerme entrar en razón.
—No es todo Sammy —dijo mirando el pizarrón cruzándose de brazos— encontramos un teléfono en la escena del crimen.
—Su teléfono —concluí sin tomarle importancia.
—Dos teléfonos Sam, porque alguien de escasos recursos tendría dos teléfonos uno de ellos bastante bueno—expuso mostrándome la imagen.
Mi corazón se paró al ver el teléfono... mi teléfono.
—Mierda —susurré.
Mi padre notó algo raro en mí y su instinto lo hizo ponerse en guardia.
—¿Qué sabes? —preguntó molesto.
—De qué hablas —contesté duro.
—Te conozco Samuel —gruñó— te dijo algo, viste algo —se alteró.
Él me agarró de los hombros lastimándome un poco.
—¡Papá me lastimas! —exclamé molesto.
Él me miró y me soltó.
—Lo siento —se disculpó apenado.
Salí de su oficina y me fui a encerrar a mi habitación, quiso hablar conmigo pero solo lo ignoré solo porque sabía que si me metía más presión terminaría por contarle.
Por la mañana insistí a mi hermana para que me llevara temprano y aunque no le agrado la idea lo hizo.
Me quedé dormido un rato en el salón cuando una irritante voz me despertó.
—La escuela es para estudiar no para dormirse — dijo la irritante voz de Tris.
—Cállate ñoño —bufé.
Él solo sonrió y se sentó a mi lado.
—Tenemos que hablar —ordene cansado.
—Ya se que eres gay —sonrió.
—No idiota mi papá empieza a sospechar —solté no muy alto.
Tris se puso rojo, eso pasaba cuando se ponía nervioso.
—Busquemos a Beck ahora —dijo sin alboroto.
Tratamos de encontrarlo por una hora hasta que el último recurso fue Eliot.
Lo encontramos en una mesa haciendo tarea.
—Eliot —lo llamó Tris.
—Ahora no tengo tiempo para ti —gruñó.
Tris se sentó en frente de él y cerró su computadora en su cara.
—Escúchame idiota donde está Beck, no tengo tiempo para tu complejo de superioridad —reclamó.
Eliot suspiró y solo puso los ojos en blanco.
—Está en casa, no vendrá hoy —dijo no muy convencido.
—Gracias —agradecí.
Tris le miró molesto y besó su labios, un beso rápido que no duró demasiado.
—No lo vuelvas hacer —amenazo.
—Eso está por verse —sonrió.
Los dos salimos, teníamos que ir a su casa.
—¿Tengo que ir? —preguntó.
—Si —dije poniendo los ojos en blanco.
Tristan suspiró abrumado.
—Ahí va mi historial de asistencia perfecto —expresó molesto.
Caminamos hasta la casa de Beck que no estaba tan lejos, al llegar note un auto en su entrada, no era un auto nuevo pero estaba mejor del que tenía su madre.
Toque la puerta para ver su rostro.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó confundido.
—Tenemos problemas —contesté.
Beck nos miró confundió y algo nervioso.
Entramos a su casa donde su hermano desayunaba.
—Cas puedes ir a tu habitación por favor —pidió a su hermano.
El menor le miró, no hizo preguntas solo se levantó y con la ayuda de su hermano llegó a su habitación.
Beck salió un momento después.
—Vamos afuera —ordenó cansado.
Salimos a su patio que era el lugar más alejado a la habitación de su hermano.
—¿Qué ocurre? —preguntó.
—Mi papá te está investigando —solté de repente.
Beck suspiró frustrado.
—Es por lo del dinero no es así —supuso.
—Tu...
—No lo sabía —contestó— sinceramente lo único que pensé que nos dejaría era en paz... después del funeral un hombre de su empresa nos vino a visitar, ahí descubrimos que mi madre estaba asegurada.
—¿Cuánto? —preguntó Tris interesado.
—Uno punto cuatro millones —contestó.
Tris y yo nos sentamos.
—Uno... punto... millones —dijo Tris.
—Lo se tuve la misma reacción —concluyó— al parecer mi madre estaba asegurada por su compañía y mantenía el dinero que mi padre nos había dejado.
—Eso es mucho dinero —dije en un suspiro.
—Lo es —aseguró— lo usare para salir de este porquería de casa, tal vez pague mi universidad.
Miré a Beck con una expresión que nunca había visto, esperanza.
—Entonces no sabías nada del dinero —asumí.
Él suspiró abrumado.
—No, pero más importante es que yo no la mate fue un accidente —repitió seguro.
—Yo te creo pero ellos no, ademas hay una pequeña posibilidad de que nos descubran —dije abrumado.
—¿Por qué? —preguntó confundido.
—Bueno... encontraron mi teléfono en la escena —conté abrumado.
Los dos se miraron confundidos.
—¡Como fuiste tan estupido para dejar el teléfono en el auto! —gruñó Tris.
—En esos momentos no sabía que estaba ahí idiota —le grité molesto.
Nos empezamos a gritar el uno al otro hasta que Beck nos detuvo.
—Ellos no saben que es tuyo —nos dijo a los dos— y hasta que no lo sepan no pueden probar nada.
—Son policías Beck —le recordó— sabes como atrapan a las personas por una pista.
—Es una pista que no tiene significado —exclamó— no saben nada del teléfono porque de saberlo ya estaríamos en la cárcel.
Miré a Tris quien solo asintió pues sabía que tenía razón.
—Si preguntan dire que tenía dos teléfonos ya que uno era de su otro trabajo —explicó.
—¿Otro trabajo? —preguntó Tris arqueando la ceja.
—Acompañante —contestó no muy feliz.
Tris me miró, era muy listo pero para los detalles casuales era todo un tonto.
—Prostituta —expliqué.
—Oh —dijo mientras recibía la mirada de enojo de Beck.
Nos fuimos después de tener todo el plan listo.
En esos momentos creía que podíamos ser más inteligentes que mi padre pero me equivoqué.
Mi padre estaba empeñado en asegurar que había sido Beck.
—¿Qué tenemos? —preguntó a su asistente.
—Nada señor, la autopsia fue clara y aunque recuperamos los contactos de uno de sus teléfonos el otro quedó destruido —contestó desanimado.
—¿Revisaste los registros de llamada del hijo? —preguntó molesto.
—Si, varias llamadas a su madre, familia y bueno encontré un mensaje en su Messenger donde habla de un teléfono perdido —respondió.
—Muestrame —ordenó.
Al mirar el nombre de su hijo Sam D su corazón se encogió.
—¿Lo conoce? —preguntó.
—Es mi hijo —contesto frustrado— perdió su teléfono hace unos días.
Su ayudante de nombre Lancaster lo observó confundido.
—¿Cree que el teléfono del auto pueda ser el de... su hijo? —preguntó.
Mi padre observó el teléfono para reconocerlo, sabía que era mío pero no podía admitirlo, no mandaría a su hijo a la cárcel.
—No, mi hijo recuperó su teléfono hace unos días —mintió.
—Tal vez si tuviera dos teléfonos, muchas personas tienen dos —intentó resolver.
—Probablemente —suspiró— sabes que olvidemos esto, está claro que fue solo un accidente.
Lancaster aceptó, su falta de experiencia y admiración a mi padre cegó su juicio porque debió sospechar.
No esperaba que mi padre lo supiera.
Al regresar de la escuela todo transcurría normal.
—Tu padre quiere verte —comentó mi madre sin sospechar nada.
Subí a su oficina temblando pero cuando abrí la puerta de su despacho mi corazón se detuvo.
Mi padre cerró la puerta tras de mí molesto.
—Tienes una oportunidad de decirme porque tu teléfono estaba en la escena del crimen —ordenó con rabia.
Estaba muerto.
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