Capitulo XXXIV
ITALIA: PARTE I
Dianne.
Gabrielle se fue hace un par de meses, y el ambiente no es el mismo de antes. Digo, porque ella era la única capaz de pararse frente a Alyssa y decirle que era una maldita perra asquerosa, engreida, idiota, buena para nada.
Dios perdone mi vocabulario, pero ya me estoy es cansando de tanta cosa con esta mujer.
Si Gabrielle supiera que cierta rubia a querido acercarse de cierta forma al enmascarado, ya tendríamos más de mil demostraciones de una mujer marcando territorio. Y aunque Gabrielle lo niegue, cuando algo a ella le gusta o siente afinidad, marca territorio de una manera increíble.
Por no decir que se va a los golpes.
Aunque, entre estar escuchando a Alyssa quejarse, y ver a cierta pelirroja coqueteando con cierto persa... lo segundo es más interesante.
Alexandra lleva rato hablando con Darius, y es que se hacen unas miraditas que yo digo: Controlen esas hormonas muchachos. Según mi vista, Darius le trajo unos tulipanes a Alex, ¿de dónde los trajo?, no se sabe, pero Alexandra está muy feliz.
Vea pues, él se los va a dejar en sus aposentos. Qué caballero.
—Gracias, monsieur... lo veo luego.
Entrecerré los ojos al tenerla de frente.
—¿Qué?
—Nada— dije, al encogerme de hombros. Sin que yo insistiera en saber el contexto de la situación, Alex comenzó a chillar emocionada.
—Esta noche vamos a ir a montar caballo.
Arrugué el entrecejo.
—¿El que hace yija u otro tipo de caballo?— cuestioné, claramente en doble sentido, con esta juventud de hoy día, uno no sabe.
La pelirroja se quedó pensando por un momento, analizando mi pregunta.
—Supongo que... ¿Dianne, qué fue ese comentario?
Me encogí de hombros, después de todo Alexandra no es ninguna niña inocente, y con la mirada se ve que a cada nada se come a Darius. No voy a mentir que ese muchacho está... ¿cómo es que dice Gabrielle?
Justo ella es la de los términos medio técnicos.
—Admitelo, Alex, ese hombre está devorable.
—Lo admito— responde, yo sonrío levemente—. Ya le ha cometado cosas mías al yasabemosquien, entonces, me comprueba que le gusto.
Gabrielle se reiría al escuchar los apodos que le hemos colocado al enmascarado, hemos sido bastante creativas con cada nombre que le ponemos al pobre hombre. Erik sabe que se debe aguantar, pero bueno, él también le tiene un apodo a cada una.
Desgraciado, me da muchísima gracia que le diga a Alex 'Rosita fresita'.
—¿Luego no que odiabas a Erik?
—A ratos.
Para que negar que realmente este hombre de alguna manera se ha acercado a nosotras; y es que le corresponde, porque sino no hay aprobación por parte del grupo de amigas. En fin. Tengo que comentarles a Hermione y a Alex lo que hablé con Erik.
Dio la casualidad que Hermione se encontraba en el pasillo hablando con una de las chicas nuevas, con una sola mirada logré hacerme entender. Como ya era costumbre mía, de mi ser, de mi persona; cosa que molestaba mucho.
Sin tocar la puerta entramos al despacho principal.
—¿Se puede saber cuál es la necesidad de no tocar la bendita puerta?— la mirada del enmascarado estaba sobre nada más y nada menos que...
—¿Le andas pidiendo consejos al señor Darcy?
Alex y yo tratamos de contener la risa ante el comentario que lanzó Hermione.
—Vaya uno a saber si Sophie vuelve para que realices la práctica, porque teoría tienes.
La verdad.
Siendo sincera.
Para mí eso fue una humillación de la cual tocaba reírse.
—Era hacer un comentario, Hermione, no humillarlo— comentó Alex, mientras trataba de controlar su respiración.
Apenas escuché una risa fingida por parte del hombre.
—Si vienen a realizar sus comentarios fuera de lugar, les invito a largarse de mi despacho.
—Odioso— hablé, ya calmada—. Vinimos por lo que hablamos.
Sus ojos azules chocaron con la mirada juzgadora de las tres, lo que daría porque la señorita Daaé viera este momento.
—¿Qué hablamos?—pregunta, su mirada volvió al libro.
—Oye, ¿Gabbie que te vio o qué?— nuevamente Hermione abrió la boca, eso justamente despues de sentarse cual reina en el sillón más amplio—. Me imagino que memorizaste el cumpleaños de ella, por lo menos; es que noto que padeces de falta de atención.
—Para su información, Hermione, me acuerdo más de esa fecha que de mi cumpleaños— respondió el hombre, tranquilamente—. Tomen asiento.
—Hermione, levanta ese trasero, ¿no ves que somos tres?
Esa fue Alexandra, ante lo cual asentí. Mimi se había acostado, literalmente, en el sillón. Y en este momento no andaba para sentarme en el piso y ensuciar mi vestido. La susodicha nos miró mal, pero finalmente nos hizo el espacio.
—El tema por el que viene Dianne, o mejor dicho...—hizo una breve pausa para cerrar el libro y dejarlo sobre su escritorio— es por el tema de las respuestas inexistentes de Gabbie.
—¿Tienes alguna novedad de ella?— interrumpió Alex— Quiero decir, ¿te ha mandado más cartas a ti que a nosotras.
Negué de inmediato.
—Nada, ni siquiera él sabe de ella. Tampoco Antoniette, ni Meg.
Alex frunció el ceño de inmediato.
—Pero... esperen, si Gabbie anda más que enamorada de este sujeto desagradable de aquí, ¿de la nada lo ignora?
Apreté mis labios para no reírme.
A ella le cae bien Erik, solo que le gusta tratarle de esa forma para que piense lo contrario, eso sí, no se ha ido al extremo. Él es igual con ella.
Gabbie estaría orgullosa de ver que por primera vez un hombre que es de su gusto, nos cae bien... este es el primero que logra gustarle después de que terminó con otro sujeto. A ese no lo conocimos, pero yo lo odio.
—Gracias por el halago, madeimoselle Alex, usted igual— habló Erik, con una elegancia, que costó comprender si lo decía de broma. Prosiguió—. Como les venía diciendo, con Dianne conversamos sobre la situación y llegamos a una conclusión.
—De que Gabbie se casó con un italiano rico, y que se olvidó de la plebe que somos.
Mimi hoy anda de bromista.
—¿Qué?— cuestionó confundida, al ver el silencio que se formó mientras le mirábamos raro— No lo digo en serio.
—¿Desde cuándo eres payasa, Hermione?— cuestiona Alex, con mucha seriedad— Ni siquiera sabemos las razones de la misteriosa desaparición de Gabrielle, dejemos que Didi y Erik nos digan bien.
—Gracias, Alex— fue mi turno de hablar. Suspiré—. Llegamos a la conclusión de que la perra de Christine, con todo respeto, está ocultándole las cartas a Gabrielle.
Alex y Hermione intercambiaron miradas por un par de segundos, para luego, quedarse en absoluto silencio. Noté la cara de asombro de Erik después de que dije 'con todo respeto', o bueno, de asombro no era.
—¿Hay posibilidad de enviar una carta a Raoul?— preguntó Hermione— Lo veo como más factible de que él pueda permitir comunicarnos con Gabbie.
—Eso mismo me dijo Didi, Hermione— menciona Erik—. Con todo respeto el apodo, Dianne... justamente ya le envié la carta a monsieur de Chagny. Lo que queda es esperar, tampoco sé si ella vaya al viaje del que les comenté.
España.
Ese sí lo sabíamos.
Pero conociendo a Christine, y a pesar de que Gabrielle tiene raíces de allá, sabe el idioma y costumbres, dudo que vaya con ella.
¿Me pregunto por qué la odiara tanto?
—Monsieur, por favor, lo que sepa de Gabbie, nos lo puede comentar— fue turno para que Alex hablara—. Nos preocupa mucho esta situación, y sí me gustaría poder verle antes de irme a mi viaje correspondiente.
Erik asintió.
—Ustedes son sus mejores amigas, de eso no puedo privarles nada, y sería muy atrevido de mi parte hacerlo—asegura, en su voz se nota la preocupación por ella, por la niña de sus ojos—. Ahora, creo que ustedes deben seguir con lo que andaban haciendo, sino Madame Giry comenzará a gritar en cualquier momento.
Y a lo lejos escuché que llamaron a Hemione.
—Ugh, Alyssa.
—Esperemos que no le dé por golpear aquí...—murmura Erik, posteriormente nos hizo una seña para permanecer en silencio en lo que la hermana de Mimi pasa por el pasillo. Desafortunadamente la chica tocó la puerta— la vida me trata como si yo hubiera escrito Romeo y Julieta.
Abrí los ojos de par en par.
Pero no pude mencionar nada porque escuché que Erik golpeó la mesa.
—Ya les había mencionado que no quería recibir más quejas de parte de ustedes tres, en especial de usted, madeimoselle Dianne.
Con las chicas yo creo que hasta pestañeamos al mismo tiempo, pasamos saliva al mismo tiempo... ese cambio de actitud nos tomó por sorpresa.
Erik nos guiñó el ojo e hizo una seña dando a entender que le siguiéramos la idea.
—Ya es extenuante escuchar solo quejas de las... oh, madeimoselle Alyssa.
Las tres hicimos todo lo posible por no reírnos.
El cambio de actitud que puede presentar este sujeto es increíble. La chica entró como si nada al despacho, pavoneandose como si fuera la dueña del lugar.
—Monsieur, no sabía que se encontraba ocupado.
Erik cerró los ojos por un momento, mientras respiraba profundo.
—¿A qué se debe su visita por aquí?— cuestiona el hombre, Alyssa le mira de manera inocente— Debería estar ensayando para la obra que se encontran preparando.
La rubia asintió.
—Oui, monsieur, solo que...— hizo una breve pausa para mirar a Hermione— necesitaba a mi hermana, usted sabe, asuntos de familia. Oh, creo que usted no es que sepa mucho de eso, disculpe.
Mis ojos estucieron a punto de salirse de mis cuencas al oír tal imprudencia. Que Erik usara el lazo, sería tan bueno, hasta Gabrielle aprobaría.
Erik simplemente apretó sus labios y asintió, su mirada era más allá de ser frívola.
La rubia se giró hacia su hermana, y junto a una sonrisa hipócrita habló.
—Son mami y papi, Hermione— el semblante de la susodicha cambió por completo—. Vamos, no seamos hijas groseras, te espero en el pasillo.
Hermione asintió, de inmediato se levantó del sillón para salir tras su hermana.
—Yo que Erik, hubiera usado el famoso lazo, solo digo— murmuró Alex, mientras se miraba las uñas.
—Tengo mis malditos límites... y mi educación, no fui criado por cualquier persona.
—¿Si tuviste mamá?
Alexandra cuestionó demasiado asombrada, cualquiera creería que lo dijo en broma, pero no. La pelirroja habló en serio, haciendo que Erik se riera.
—¿Cómo crees que nací, Alex, en el viento?— ironizó, mientras reía— Por supuesto que tuve una madre, solo que... —suspiró— Deben seguir en ensayo, no es momento de que Meg les llame la atención.
Después de una ligera despedida, salimos del despacho.
Solo espero que Gabrielle esté bien, y que Erik no sea capaz de cometer alguna locura.
Raoul.
Sorprendente.
Inimaginable.
Sublime.
Erik me escribió una carta.
Y no son buenas noticias por lo que leí.
Debería estar sorprendido por recibir por primera vez un comunicado del enmascarado que en algún momento me quiso matar, pero no, estoy anonadado por ver que mi propia esposa no ha dejado que su hermana se comunique con sus amigas, ni siquiera con su propia madrina.
Con razón Gabrielle a estado emocionada cada que llega el correo, pero a la vez se desanima porque ve que no hay nada para ella.
Maldita sea, Christine.
Es lo que digo entre dientes antes de golpear la mesa.
No es muy educado de mi parte cometer estas acciones, pero mi teperamento en este momento está a nada de salirse de control.
Por fortuna, Gabrielle entró a mi despacho... con una copa de vino en la mano.
Mierda.
—Yo opino, que sea un poco más dulce el vino...—hizo una pequeña pausa. Se le veía que no podía controlar su propio equilibrio... estaba ebria— ¿puedo...pasar?
Me levanté de mi asiento con rapidez para ayudarle a entrar, de paso a que se acomodara de una vez en el sillón.
—¿Alguna vez sentiste que tu corazón estaba incompleto?— cuestionó en primer lugar, bebió con rapidez lo que le quedaba de la bebida, posteriormente se recostó— Porque es el sentimiento que tengo ahora, ¿sabes?
—¿A qué te refieres, petite princesse?
La castaña fijó sus orbes azules en el fuego de la chimenea.
—Quizá fui su carruaje de escape... él solo querría olvidarle conmigo, y después deshecharme.
Sabía perfectamente a quién se refería.
Poco a poco los ojos azules de Gabbie se fueron empañando por lágrimas.
—Raoul, yo lo amo... yo lo quiero, lo amo... lo quiero— sollozó, con cuidado pasó sus manos por las mejillas—. Yo amo a Erik, Raoul... pero al parecer solo fui un rato y nada más... es que ni siquiera me fueron abiertas mis...
—Okay, ya entendí por donde va la cosa, Gabrielle— le interrumpí, no me apetecía esos detalles. La tomé de las manos para poderle halar hacia mí— Necesito que hagas algo, no diré nada hasta que sepa si es verdad o no, ¿de acuerdo?
Gabrielle asintió a lo anteriormente mencionado, solo espero que las instrucciones que le daré las capte a pesar de su estado de ebriedad.
Por otro lado, la situación con Christine no se quedará así.
.
.
.
.
N/A: isssssh, I mean, Raoul es el mejor cuñado jajaja.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top