───capítulo XXX.



┄┄┄『 . • ㅤㅤ❝ ✿ ❞ㅤㅤ • . 』┄┄┄

┄┄┄『 . • ㅤㅤ❝ ✿ ❞ㅤㅤ • . 』┄┄┄









































PARTE I: ITALIA.

Gabrielle.

Me siento tan distraida...

Fue lo primero que pensé mientras hacia mi estiramiento para el ballet. 

Mil mañanas últimamente no han sido las mejores, no desde que vendo teniendo sueños bastante extraños y aterradores. Siempre es el mismo escenario, la misma situación. Algo que me tiene bastante aterrada y andando una que otra carta a la ópera para saber que todo está bien allá.

Toqué mi zafiro, suspiré.

Lo estaba extrañando más de lo normal, ya era una necesidad querer verlo y escuchar su voz.

—He de suponer que aquel zafiro representa algo muy importante para usted, bella signora.

Podía reconocer esa voz desde cualquier parte del teatro. 

Pierre.

Un chico que está en el ensamble de ballet.

Lo miré de reojo, suspiré de nuevo.

—¿A qué se debe su pregunta, monsieur?— cuestioné, sin quitar la mirada de la punta de mis pies.

—No sé, solamente da curiosidad de que le hayan obsequiado un zafiro tan hermoso como lo es usted.

Para ese momento, el joven se había sentado frente a mí. 

Pierre era atractivo, pero no del todo para mí. Su cabello rubio resaltaba con los rayos del sol, y sus ojos marrones eran algo intimidantes para las demás chicas de aquí, pero no para mí. 

Lo miré rápidamente, mientras cambiaba de posición para seguir estirando.

—Me lo regaló alguien muy especial para mí antes de venirme de mi ciudad— respondí, con total seriedad. Pierre resopló— ¿Algún problema con eso, monsieur?

—Dígame Pierre, suena muy bonito con su voz.

Rodé los ojos.

Este muchachito tiene actitudes muy cuestionables para mí, y una de ellas es el nivel de confianza que cree tener conmigo. Algo que no es del todo cómodo para mí. Da fastidio en muchas ocasiones.

—Por mi está bien seguirle llamando de manera educada— me levanté con cuidado del suelo, le di una última mirada antes de salir del salón de ensayo—, monsieur.

Desaté la larga trenza que tenía en mi cabello mientras iba caminando por el pasillo, las ondas de cabello cayeron tras mis hombros y sobre ellos. últimamente he estado considerando la idea de cortarme un poco más el cabello, ya que se ha colocado más pesado que lo normal.

Aunque Christine disfruta cada noche cepillar mi cabello, e inclusive hacer infinidad de trenzas.

Una sonrisa se plasmó en mis labios.

Ehi tesoro.

Escuché que me llamaron.

Era Donna, una amiga que he venido haciendo aquí.

—Donna, principessa, ¿cómo va todo?— me acerqué a ella, para luego saludarle con un abrazo—, Creí no verte sino hasta mañana.

—No, Gabbie, recién llego... pero veo que tú ya te vas— me respondió algo desanimada, después emitió una carcajada—. Mentiras, hoy vengo por unos minutos para aclarar mi situación frente al nuevo ballet. Por cierto, ¿cuándo tienes tiempo para salir un rato?

—Mañana podríamos salir después de ensayo, Donna. Te invito a mi casa— le respondí, junto a una sonrisa. Para ser realista, Donna ha sido la única chica de aquí que me ha caído bien; y no es por no ser sorora, o algo así, pero las demás chicas tienen las mismas vibras que Alyssa. Donna me mira todavía incrédula—. Sí, nena, mañana no vamos juntas a mi casa. De paso te presento a mi familia.

Donna se queda en silencio por un largo rato.

—Sólo porque eres tú, acepto la invitación— responde, algo apenada—. Aún así me da mucha pena, Gabrielle.

Negué con la cabeza.

—No, no, no. Mi hermana se alegrará de ver que ya he hecho una amiga aquí.







💀🖤🎭








Pasado el medio día, llegué a casa.

No me sentía del todo bien, ni mucho menos lo más enérgica del mundo.

—Gabbie, llegaste temprano— habló Carmen, desde la cocina.

Soplé uno de mis mechones de cabello antes de tirarme sobre el sofá del living.

—Te juro que no me había sentido tan desanimada como hoy, ¿recuerdas la vez que mi mamá me castigó por algo que hice en la escuela?

Apenas escuché la risa de Carmen.

Oh, olvidé mencionar que Carmen y yo fuimos compañeras de escuela cuando éramos pequeñas. Ella era unas clases mayor que yo, lo mismo en edad. No podía creer que la razón por la que no la volví a ver fue porque ahora trabajaba aquí en Italia, junto a su esposo.

La rubia salió de la cocina con unas cuantas copas en una bandeja.

—Pero es que justo te da por decir que fuiste a misa, cuando te escapaste con...

—Ni se te ocurra mencionar ese nombre...—pedí... supliqué, no quería que esos recuerdos volvieran de nuevo. Carmen me miró con extrañeza, pero no me pidió explicación alguna. Respiré profundo al acomodarme mejor en el sofá— Lo siento... es solo que...

Carmen negó con la cabeza.

—Te llegó una carta de alguien muy especial— mencionó, antes de acercarse a la mesa del comedor. Tomó en sus manos una carta y la levantó. Una sonrisa se formó en mi rostro— De hecho son dos de él.

Me levanté con rapidez de mi asiento.

—¿No es broma?— cuestioné, Carmen negó con la cabeza. Ella me entregó las dos cartas— Me pregunto qué dirán.

—Pues no seas tonta, ve y las lees.

Di una sonrisa pícara antes de subir corriendo a mi habitación. Hoy contaba con la hermosa suerte de que mi hermana no se encontraba en casa, así que podía leer las cartas a gusto.

Cerré la puerta de mi habitación.

Sin retirarme mis zapatillas, me subí a mi cama.

Mi corazón comenzó a latir descontroladamente.

Efectivamente las dos cartas eran de él. Hace un par de semanas llegaron fue unas por parte de mis amigas, y otra por parte de mi madrina. Pero hoy son dos de Erik, lo cual me alegra bastante.

Respiré profundo antes de abrir la primera.

—Que...

Era un dibujo.

Era un retrato mio.

Los trazos delicados y definidos, la manera en que se encontraba difuminado era tan perfecta, que el color no se veía por fuera de su lugar. Era tan espectacular la manera en que él me había retratado, parecía ser simplemente un reflejo de mi persona.

Y estaba su tradicional firma.

Dejé de lado el retrato para poder leer la carta.

Antes de eso, recogí mi cabello.

"Mon tresor"

Sentí mis mejillas encenderse.

Aquel sobrenombre es capaz de provocarme muchas cosas.

"Hace mucho que no le escribía una carta, madeimoselle. A veces mi mente sigue creyendo que la falta de su presencia ha sido porque quizá se encuentra enojada conmigo... pero después recuerdo que se encuentra en otro lugar, a muchas millas de aquí... Lejanía cual sol y luna"

Paré la lectura.

Justamente recordé aquella vez vez en la que él me pidió no volverlo a ver, fueron días horribles para mi existencia. Sentía que verdaderamente le faltaba algo a mi corazón para estar completo.

"No sé si verdaderamente le estoy escribiendo de manera consciente o quizá el vino ya ha hecho mucho efecto... Me moriría de vergüenza si su persona me viese en este estado, literalmente le he rogado a Nadir que me ayude escribirle antes de que se me olvide. Si ve algún error en la escritura, perdóneme."

Un momento, ¿Nadir?

Erik nunca me llegó a mencionar algo acerca de un tal Nadir. Okay, creo que le preguntaré en esta oportunidad. Ya me entró la curiosidad.

"No han sido meses fáciles para mí... Y no me refiero a la ópera, me refiero a que me acostumbré mucho a su presencia que me siento cual perro sin dueño. Algo difícil que cambiar, algo difícil de yo mismo comprender. Nunca dependí de una presencia humana en mi vida, salvo a la de mi fiel cachorra Sasha, pero... ¿A caso usted es una bruja? Y si es así, ¿con qué me ha embrujado?

Mi corazón pide a gritos escuchar su voz, y sentir el tacto de su mano contra la mía... mis labios piden repetir ese último beso bajo la lluvia."

Y empecé a sentir cosas extrañas para mí.

Mi corazón latía fuertemente, pero a la vez mi mente empezó a trabajar muy rápido. Mi imaginación, literalmente, me dio una cachetada para que supiera de su presencia. Me mordí el labio inferior.

"No quiero preguntarle cuándo volverá, no quiero que mi herido corazón se ilusione una vez más con algo imposible y que quizá no ocurra... Mierda, Nadir eso no va... (lo siento señorita, pero Erik está más que borracho)"

Estallé en carcajadas.

De solo imaginarme a este enmascarado con más de tres copas de vino bebidas, es gracioso. Cuanto daría por tenerlo frente a mí y contarle todo.

Dicen que los besos son una adicción mortal, y verdaderamente lo son.

Efectivamente la carta llegaba hasta ahí... algo muy desafortunado para mí, pero, gracias a su momento de embriaguez, obtuve un gran retrato.

Dejé todo sobre mi mesa de noche y me dirigí al despacho de Raoul, para poder escribirle una carta a Erik. Ni mi hermana ni él se encontraban en casa así que pude entrar con toda la tranquilidad del mundo.

Acomodé la hoja sobre la mesa, tomé la pluma y el tintero.

"Erik.

Quiero agradecerte por ese hermoso retrato. La verdad no entiendo como es que aun recuerdas mi rostro... Han pasado varios meses desde que nos dimos ese último beso bajo la lluvia... extraño las madrugadas musicales en la ópera, esas en que no me dejabas dormir pero traías algo de paz a mi vida... Aunque ya la última vez me sacaste de casillas, quería destrozarte ese instrumento, te lo juro."

Me detuve un momento para calmar mis ganas de reírme. Recordar esa vez en que lo tuve de frente por primera vez, y como le insulté por dicha caída... por cierto, ¿él qué hacía por allí?

Sacudí mi cabeza, y continué escribiendo.

"Creo que hay mucho por hablar, como por ejemplo ¿quién es Nadir? Aunque en este momento eso no me interesa, me interesaría saber si las traducciones que le he mandado a mi madrina han funcionado. Le veo como muy dormido en ese aspecto, y hasta ahora comprendo que nunca entendía lo que le mencionaba en español... no eran palabras romancistas, no se me emociones. En fin, ¿qué le digo de mi parte? 

Estoy en una nueva ópera, muy aburrida por cierto. Hacen falta las clases de Meg; que por cierto la persona encargada del tema de expresión parece un oso perezoso tratando de despertar de la larga siesta de invierno. No me mal entiendas, pero es que agh.

No he tenido riñas con mi hermana, por el momento... al contrario, le da por irme a contar cuentos para dormir. Como raro, pero creo que es la manera en que quiere recuperar nuestra relación de hermanas. 

Me quiero cortar el cabello, está más largo que la última vez que me vio en París. Y me duele la cabeza cada vez que me lo trenzo. ¿Cree que me veré bien si me lo corto casi hasta los hombros?, siento que mi hermana me asesinará por ello pero es mi cabello.

Con mis sobrinos todo bien, digamos que ya hacen el intento para pararse y caminar. Y me da tanta alegría eso, ah, Rosie me dice Lela, es como si intentara decir mi nombre en español, y no la corrijo porque me da mucha ternura que me llame así. 

Por cierto, el zafiro que me dio luce muy bien en mi cuello, lo llevo para todos lados.

Y sí, yo también le extraño... y cada noche recuerdo muy bien ese último beso bajo la lluvia.

Quiero volver a París pero no prometo decirle fecha alguna, porque no me quiero ilusionar de igual manera... Y será raro decirle esto, pero... mi corazón le pertenece, al igual que el suyo, monsieur.

Gabrielle."

Terminé de escribir aquella carta, recordando ese último beso que nos dimos antes de yo venirme a Italia. La calidez y el amor que plasmamos en los labios del otro... Pero también recuerdo ese día bailando y siendo el centro de atención. 

En año nuevo fui tan feliz, nunca me había reído tanto como en esa noche. Sus manos sobre mi cintura, mientras nuestras frentes estaban unidas.

Y ese olor a canela... ahora es solo un recuerdo temporal, solo espero no olvidar el sonido de su voz.

Dios, de verdad si me estoy enamorando y ese no era el plan. 

—Yo no contaba con que el viñedo estaba cosechando... ¿Gabrielle?— ese fue Raoul al entrar en el despacho, junto a mi hermana, ambos venían felices—. Llegaste temprano hoy de tus clases.

Como siempre, Raoul me saludaba con un beso en la frente, como si yo fuese su pequeña hermana, cada vez que él hacía esto, me hacía feliz.

—¿Qué tal el día, Gabbie?

Esa fue Christine.

Bajé la mirada por un momento, sin embargo, cuando iba a hablarle ella me interrumpió.

—¿Erik te escribió?— me cuestionó, con bastante seriedad— No me hagas repetirte de nuevo, Gabrielle Sophie.

Raoul intercambió miradas conmigo, no me era posible entender lo que sucedía en ese momento y porqué ella se veía tan molesta por ello.

—¿A qué te refieres Chris?

—Ella no puede estar recibiendo cartas de él, Gabrielle debe concentrarse en sus asuntos en la ópera Italiana, no en él.

Arqueé una ceja.

Antes de ponerme a discutir con ella, tomé la carta que había escrito y me levanté del sillón.

—Creo que ambos deben arreglar asuntos con respecto al viñedo, si me disculpan, iré a ver a mis sobrinos— hice una corta reverencia antes de retirarme, algo que ya se me había vuelto costumbre en estos casos, sin embargo mi hermana me detuvo antes de salir del lugar—. Suéltame, conozco la manera de llegar.

Si mi hermana pudiera asesinar con la mirada, en ese mismo instante ya lo hubiera hecho. Sus ojos parecían arder de rabia, yo simplemente la miré de manera neutral.

—No me hagas tomar medidas, Gabrielle.

—Soy consciente de mis decisiones, Christine, no soy una niña.

—Te queda...

—Chris— interrumpió Raoul, su voz sonó bastante firme—, Gabbie, ve a donde los niños, están en su cuarto.

Y me marché.












N/A: Oigan yo resucité. Dios, han pasado tantas cosas, pero aún así me excuso por no estar actualizando tan seguido, pero mi vida ha tenido unos cambios muy abruptos que uno dice: WTF?!

En fin, se vienen cositas para esta historia. Y por cierto, contamos con tiktok a donde ya subí el booktrailer la cuenta es @themusicofthenightfic. 

Muchas gracias por tenerme paciencia, los amooooo xoxo.


























Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top