───capítulo VII.
----------- ≪ °❀° ≫ ---------
----------- ≪ °❀° ≫ ---------------
Gabrielle.
El ser la una chica mayor del nuevo grupo de actores en Garnier tenía sus ventajas y desventajas.
Como por ejemplo, tener que jugar a las escondidas.
Me encontraba con el grupo de niños ya que, como dije anteriormente, por ser la mayor me mandan a cuidarlos o les gusta estar conmigo. Y no me disgusta, ¿saben?, al contrario, me encanta tener un tiempo de esparcimiento.
Habíamos jugado una última ronda, en dónde logré encontrarles por completo, por consiguiente era turno de Genevieve, de nuevo.
—A la cuenta de diez, ¿listo?— asentimos ante su palabra, Genevieve se dió la vuelta para empezar a contar— Uno, dos, tres...
Cada uno salimos corriendo hacia lugares distintos, y como es normal en mí, me entró la ansiedad más descomunal.
Empecé a correr rápido por todo el lugar, bajé las escaleras y me adentré en un pasillo. Para ese momento mis pulmones ardían por la falta de aire, así que me detuve para recostarme sobre una pared.
Oh sorpresa, la pared se abrió.
—Genial... supongo.
Miré hacia los lados.
—¡Los voy a encontrar!— escuché a Genevieve.
Mi corazón se aceleró aun más, no me quedaba de otra que meterme allí. La pared se cerró tan pronto estaba dentro. Creyendo que se había dado cuenta, empecé a correr a través del pasillo.
La oscuridad de este era iluminada por unas cuantas antorchas; se me hace increíble, puesto que con el tiempo que llevo aquí, nunca me había percatado de los pasadizos.
Seguí corriendo, pues sentía alguien detrás mío, y con lo competitiva que soy, no quería perder.
—Las manos a la altura de tus ojos...
Escuché esa voz unas cuantas veces antes de voltear a mirar hacia atrás. Pero fracasé en el intento, porque caí al vacío, para luego estar dentro en lo que parecía ser un lago.
Entré en pánico.
Primero, no sabía cómo había logrado entrar a ese pasadizo; segundo, esa voz me asustó a lo desgraciado; tercero, no sé nadar.
Y es el punto más importante, porque creo que moriré ahogada.
Mi instinto de supervivencia me decía que empezará a agitar los brazos de arriba a abajo, mientras que mi ansiedad me decía que me iba a terminar muriendo, luego aparecería en los periódicos reportada como una persona perdida, para finalmente encontrar mi cuerpo días o meses después aquí.
Mi ansiedad y sus escenarios catastróficos.
—¡AYUDA!— empecé a gritar, alguien debía escucharme, de lo contrario moriría ahogada aquí.
Traté de mirar si había alguna orilla por ahí, pero para mí mala suerte no. Estaba rodeada de muros y de mucha agua.
Con todas mis fuerzas traté de poder nadar, pero ya no daban. Sentía el agua entrar por mi nariz aunque aguantará la respiración.
Grité por última vez con las fuerzas que me quedaban, y fue en ese instante cuando sentí que alguien pasó su brazo alrededor de mi cintura para halarme. Empecé a recobrar sentido, y a toser para botar el agua que había tragado.
No distinguía muy bien quién era la persona que me estaba ayudando, de lo que sí estaba segura era que se trataba de un hombre.
Sentí el frío del suelo, quedé tendida, tosiendo bastante.
—¿Se encuentra bien?
Dejé de toser.
Creo que fue la pregunta más estúpida que pude haber escuchado en mi vida, viendo en el estado que estoy.
—¿En serio?— cuestioné de vuelta, la tos interferir un poco mi voz— ¿¡A quién carajos se le ocurre poner una maldita trampa en el suelo!? ¿¡Acaso estamos jugando policías y ratones!?
Se escuchó un silencio sepulcral.
Me senté en ese suelo frío, tratando de controlar mi respiración.
¿Cómo iba a regresar así de mojada?
—Ugh, ahora me van a regañar por estar en este estado.— protesté, apreté un lado de mi vestido dejándole caer abundante agua.
—Creo que a la próxima debería tener más cuidado por donde camina, señorita.
Volteé a mirar a donde sea que esté este personaje, llevándome una agradable sorpresa: un hermoso órgano, velas blancas, partituras, un olor a canela, y luego estaba el sujeto por el que quizá me caí a un lago artificial gigante.
—Me encantaría hablar con el arquitecto de este lugar, si es que aún vive, porque si yo casi me muero aquí cuántos no se habrán muerto primero.
Escuché una risa delicada.
—Estás justo frente al arquitecto.
¿Acaso este hombre no tiene vergüenza alguna?
Abrí mis ojos de par en par, aquella contestación no me había parecido graciosa. Me levanté de golpe para mirarle, aunque me estuviese dando la espalda.
—¿En serio?— contesté — ¿Me está diciendo que usted fue el de la grandiosa idea...?
—Ya es mejor que se vaya, ¿no cree?— me interrumpió, mientras me miraba de reojo, no podía divisar muy bien su rostro — Quizá la madame la esté buscando después de todo. Ahí, seguida donde está sentada hay un bote, en la primer orilla que encuentre sube por esas escaleras en la tercer vuelta hay un pasadizo le conducirá a las habitaciones donde se ubican usted y su grupo.
Gruñí.
Odiaba que me pasara esto, ahora no era de sorprenderme que me diera un resfriado.
Con la cabeza acalorada, y un sentimiento de rabia en mi interior, seguí aquellas indicaciones que me dió esta persona.
¿Cómo mierda iba a manejar un bote?
Diosito tendría que ayudarme.
💀🖤🎭
No niego que fue un trayecto asqueroso e intranquilo. Unas dos veces intenté caerme del bote en donde iba, el remo pesaba más que yo así que me era difícil.
Llegué a la primer orilla que ví, daba el inicio de una escalera.
No me quedaba de otra que quitarme los zapatos y empezar a subir. El frío del suelo se colaba por mis huesos. Mientras que mis oídos captaban una singular melodía.
Me detuve en uno de los escalones para mirar hacia atrás, y aunque el corazón me latiera a mil y me diera la más grande curiosidad del mundo, mi cerebro me pedía que subiera con rapidez antes de que notarán mi ausencia.
Subí como si tuviera alas en mis pequeños pies. A la velocidad de la luz.
Metafóricamente.
Seguí las indicaciones de este individuo, logrando así llegar a mi habitación directamente. Lastimosamente todos los niños estaban ahí con cara de temor.
—¡Está con vida!
—¡Está con vida!
En ese momento me tumbaron al piso, nunca los había visto tan emocionados como ahorita.
Siento que no me perdí por mucho tiempo... creo.
—¡Tonta, casi me matas de un infarto!— le escuché a Dianne, quien disipó a varios de los niños que estaban encima mío. Me extendió la mano para ayudarme a levantar— ¿Por qué estás mojada?
Le hice un gesto, indicando que después hablaríamos de ello.
—¿Pensaron que me había muerto o qué carajos?
—Sí.— me respondió Genevieve, sus ojos estaban enrojecidos. ¿Acaso, estaba llorando?
Me acerqué a ella y la rodeé con mis brazos.
—Me ocurrió algo raro, pero estoy viva.
Después de escuchar la cátedra de preocupación de todos, pedí un momento a solar para poder retirarme mi ropa mojada, de lo contrario adquiriria un grave resfriado.
Mientras secaba mi cabello con cuidado, mi madrina entró a la habitación, no se notaba contenta.
—¿Dónde estabas, Gabrielle?
—Querida madrina, hola.— le saludo cordialmente, mientras tanto sigo tratando de secar mi cabello— Eso mismo me pregunté yo hace un momento... ¡lo juro!
Mi madrina se hizo frente a mí y me tomó del mentón para que la mirara a los ojos.
—¿Bajaste al quinto sótano?
Me solté de su agarre, respiré profundo y le pedí que se sentara para poderle contar todo.
Y así fue.
Le conté lo del juego, posteriormente el cómo terminé en aquel pasadizo secreto, y por último en un lago artificial del cual no tenía conocimiento sobre la existencia del mismo.
Y aunque me molesté en contar sobre dicho hombre que tuvo la amabilidad de... Dios mio, creo que hice mal en haber sido grosera.
—Gabrielle.
—Antoniette.
Mi madrina tenía una cara de preocupación que no entendía. Ella se tomó su tiempo de procesar aquello que me diría.
—Prométeme que no le vas a contar a nadie más, ¿entendido?
Fruncí el ceño.
—¿A qué se debe?
Toni suspiró profundo.
—Es una larga historia, pero por lo pronto ni se te ocurra volver a bajar.
—Espera... ¿conoces a esa persona?
La verdad... no estoy entendiendo nada de lo que está pasando en este momento. Me siento en el lugar equivocado y con demasiadas preguntas.
Mi cabeza pide una respuesta, pero la circunstancias no las van a permitir. O al menos es lo que me está haciendo creer mi madrina.
—Haz caso a lo que te pido, por favor.
—Está bien.
Mi conciencia me repetía que no dejara a la curiosidad apoderarse de mí, pero ya era demasiado tarde para retroceder. Necesitaba una respuesta, así tuviera que averiguar por mi cuenta.
Es más, necesito disculparme con ese hombre, fui muy grosera.
—Sí tienes oportunidad... dale las gracias de mi parte por haberme ayudado.
—Lo prometo.— respondió, rendida ante mi insistencia. Se acercó a mí para darme un beso beso la frente— No nos vuelvas a asustar así, señorita. Hoy iré a una cena que preparó el prometido de Meg, así que, buenas noches mi niña.
Sonreí, me encantaba ver a Meg ser feliz con la persona que verdaderamente la ama. Ya muero por estar en la boda.
—Dile que quiero ser la madrina, y que me diga para tomarle las medidas del vestido.
—Se lo diré.
Nuevamente me encontraba sola en la habitación. Mi mente maquinaba respuestas inconcretas o sin sentido, pero tenía una incógnita muy grande y era: ¿cuáles son los secretos con exactitud que esconde este lugar? ¿Por qué está prohibido bajar al quinto sótano?
Pero la más importante, la que más me tenía maquinando mi mente al punto de no poder dormir bien por recordarle: ¿quién es el misterioso hombre del sótano? ¿quién es aquel hombre que decidió salvar mi vida?
The music of the night.
N/A: Muchísimas gracias a quienes se han tomado la oportunidad de leer esta nueva hazaña mía. Esta historia promete demasiado, se los digo en serio. No obstante, espero que hayan disfrutado este capítulo 🖤.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top