capítulo 8

Luego de lo sucedido con Carl, el hecho de que Sophia no aparecía y que todo parecía ir peor, ninguno sabía como seguir adelante.

─Carol, el grupo se dividió, estamos dispersos y débiles.─ Dale habla cuando se plantea la opción de seguir avanzando.

Elio era partidario de avanzar, detenerse en el medio de la carretera podía ser un gran error y seguir buscando a una pequeña desaparecida, eso sin dudas no los ayudaría en nada. Tal vez un suicidio sería más rápido que esperar algo bueno de todo eso, sin embargo Carol estaba ahí. La mujer se veía pequeña y débil, rompiendo un poco el corazón del pelirrojo. ¿Y si fuese Ahvi? Él sin dudas no la dejaría, pero tampoco arrastraría a nadie en una búsqueda sin sentido.

─¿Y si regresa y nos fuimos? ─Carol preguntó, Ahvi estaba a su lado, sosteniendo la mochila rosada que Daryl había encontrado para ella, esa por la que Sophia y ella habían tenido una pequeña y tonta discusión de niñas─. Podría pasar...

─Si Sophia regresa y no hubiésemos ido, sería terrible.

Andrea apoya a la otra mujer, ambas parecen haber perdido el sentido de la lógica y de no ser por Ahvi, Elio ya se hubiese largado de ahí.

─Bueno, tengo un plan para esto ─Daryl habla, parece haber tomado el rol de mediador y por mucho que le asombre, no puede evitar preguntarse de dónde ha salido tanta madurez repentina─mañana será buen momento para irnos. Nos da tiempo de armar un gran letrero, dejarle provisiones. Estaré toda la noche con la casa rodante.

─Si la casa se queda, Elio también.

─¿Qué? ¿Por qué yo?

Dale lo observa de mala manera, dándole un golpe suave en el brazo, el pelirrojo refunfunea por lo bajo, maldiciendo el hecho de su existencia tanto como le es posible.

─Glenn ira en busca de la granja.

─Yo también me quedo.─ Glenn anuncia, pero es Dale quien nuevamente lleva al grupo a la realidad.

─La niña tiene que descansar en un lugar seguro. Ademas hay que curar la herida de T-Dog, su infección está empeorando, hay que llevarlo a esa granja para ver si tienen antibióticos. De no ser así, T-Dog morirá, en serio.

Daryl frunce las cejas mientras los escucha hablar, él retrocede y busca algo en la motocicleta, tirando lejos uno de los trapos que Dale le ha puesto encima.

─Saca tus sucios trapos de la moto de Merle ─Daryl apoya una bolsa transparente sobre la casa rodante, en ella hay los suficientes medicamentos para curar al chico─¿Por qué esperaste tanto para decirlo? Tengo las provisiones de mi hermano, metanfetaminas, x. Eso no lo necesito.

Elio y todos los demás observan con asombro cómo el hombre busca entre lo que parece ser un arsenal de drogas, ¿cuándo fue la última vez que probó algo como eso? Definitivamente no lo recuerda.

Al final encuentra unos analgésicos y se los entrega a Glenn, bajo el gran asombro de que Daryl Dixon este compartiendo algo con el resto.

─¿Qué es metanfetamina? ─Ahvi pregunta, Daryl la observa y luego a Elio, sin saber cómo explicar que no es una medicación convencional.

─Basura en frasco.─ Dale los salva de la incómoda pregunta, dejando ahí la conversación.

Cuando la noche llega todo se vuelve un caos. Carol llora sobre la cama y Elio jura que desea volarse la cabeza con el arma que hay sobre la mesa, pero ni siquiera es capaz de tocarla sin sentir que desea vomitar.

─Dame mi cargador, saldré a buscar a la niña a la carretera.

Daryl se levanta del suelo y observa a Carol, la mujer se seca las lágrimas y él le proporciona un movimiento de cabeza. Como si todo fuese a estar bien solo con desearlo.

Al final ambos salen de la casa rodante, Elio sostiene un bate y una linterna, para sorpresa de Dale, ambos lo ignoran cuando les dice que es una mala idea.

─¿Crees que la encontraremos?

La pregunta se ha formulado sin darle tiempo a procesar todo lo que implica decirlo, ¿acaso no confía en que pueda sobrevivir? Siendo honestos, Elio no lo cree posible.

Dixon lo alumbra con la lámpara y él lo pecha para que deje de hacerlo, nada bueno sale del contacto físico con ese hombre.

─Lo siento, quería saber si era a mí a quien le hablabas─Daryl vuelve su mirada al frente, bajando por fin la lámpara─, pero tienes la misma expresión que el resto.

─Oh, vamos. Tiene doce años.

─Yo tenía menos cuando me perdí en el bosque, nueve días sobreviviendo comiendo bayas y limpiándome el culo con roble venenoso.

─¿Te encontraron?

─Mi papá estaba de fiesta con una camarera y Merle en un reformatorio, ni se enteraron de que me fui. Logre volver solo.─Daryl sigue contando su historia, como si fuese algo completamente normal el haber atravesado por tantas dificultades a una corta edad─ Fui derecho a la cocina y me preparé un sándwich, sin ningún problema. Excepto que me picaba el trasero.

La risa fue inevitable, el pelirrojo bajó la linterna y ahogó sus carcajadas en su mano. El hombre a su lado lo observó de mala gana, solo que su humor parece cambiar cuando nota como los ojos del chico no pueden abrirse mientras ríe.

─La diferencia es que a Sophia la estamos buscando, para mí es una ventaja.

Mientras avanzan, encuentran una carpa de campaña, es grande y de color amarillo. Justo en el árbol hay un caminante colgado.

─El idiota no tuvo el coraje de pegarse un tiro en la cabeza.─Elio murmura, pero la oleada a muerte y carne podrida, acaba por darle náuseas.

─Vomita si tienes que hacerlo, pero será una venganza por haberte reído de que me picaba el trasero.

─Es que fue chistoso.

Daryl voltea, dispuesto a regresar a la ruta, sin embargo se detiene al ver que Elio no lo sigue. El chico aún está de pie frente al árbol.

─¿Vas a decirme por qué me ignoras?

─Te cambio la respuesta por una flecha, ¿trato?

El rubio asiente con la cabeza y luego se aproxima al caminante colgado. Su brazo se estira y con la ballesta le causa una última muerte al sujeto.

Cuando toca su turno de cumplir el trato, Elio no sabe como explicar lo que ha rondado en su cabeza los últimos días, así que comienza por caminar mientras Daryl lo sigue.

Al llegar a la ruta, Dale los está esperando, el hombre hace una señal con su mano y Elio le responde de manera vaga. Al final entra a la casa rodante y se deja caer en el suelo, justo donde Dixon había estado antes.

La situación los había arrastrado hasta una vieja granja, el pequeño Grimes estaba siendo atendido por el dueño de la propiedad, todo después de que uno de los suyos le disparara al niño.

Elio no puso ninguna queja cuando el grupo decidió hacer una parada temporal en aquel lugar, después de todo debían buscar a Sophia y esperar por la recuperación de Carl.

─No creo que sea buena idea estar mucho tiempo aquí.

Shane era el único que parecía estar en desacuerdo con la decisión, él y Andrea. Luego de lo sucedido en CDC, la mujer parecía odiar la existencia de Dale y por consiguiente la del resto del grupo. Elio solo podía pensar en lo mucho que le hubiese dado igual dejarla morir, aunque su instinto al igual que el de Dale, lo llevó a salvarla días atrás en la casa rodante.

El campamento formado por el grupo era pequeño, algunas carpas y zonas donde poder practicar tiro. Shane se encargaría de entrenar a los que no tenían idea, en cambio Rick lo acompañaría y descansaría, haber donado tanta sangre podía ser una clara complicación.

Ese día todos se despertaron temprano, Daryl había decido salir en busca de la niña, Ahvi estaba junto a Lori todo el tiempo y Elio estaba ayudando con un caminante atrapado en un pozo de agua. Si, la peor parte le había tocado al pelirrojo, pero no se quejaba, prefería eso antes que cocinar o lavar ropa.

Luego de acabar con el caminante y de quedar totalmente bañado en tripas, muy poco agradable y demasiado apestoso. Elio tomó un baño, por lo que se acercó a la casa rodante en busca de una camisa que lo cubriera. Solo no esperaba que Daryl entrara primero.

El chico se apoyó en el lado exterior del vehículo, escuchando la conversación de Carol con el sujeto.

─¿Una flor?

─Es una rosa Cherokee─Daryl se detiene, por el tono de su voz Elio cree que está nervioso, en cambio él sólo desea escuchar lo que tiene para decirle a una pobre madre─. Cuenta la historia que cuando, los soldados Americanos expulsaron a los nativos indios. Por el Sendero de las Lágrimas, las madres Cherokee lloraban por perder a sus hijos en el camino, por la exposición, las enfermedades y el hambre.

El silencio reina una fracción de segundo, la misma que le hace falta a Elio para comprender lo mal que había juzgado a aquel hombre.

─Muchos de ellos desaparecieron, así que los mayores rezaron una oración; pidieron una señal, para animar a las madres y darles esperanza, darles fuerza. Al día siguiente comenzó a crecer está flor justo donde caían las lágrimas. No soy tan tonto, para creer que están creciendo flores por mi hermano, pero si creo que está creció por tu hija.

Esa misma noche Elio lo decide. Sabe que debe enfrentarse a sus decisiones y dejar de huir por una vez. Al menos por una vez. Así que luego de la cena, una donde todos parecían agotados, el pelirrojo esperó y tomó por fin el arma que estaba dentro de su mochila, una pistola glock 19, la misma que utilizo en sus años de servicio. 

Luego de que el resto se fuese a dormir, Elio avanzó hasta el inicio del campamento. Daryl estaba ahí, una pequeña carpa alejada del resto para las rondas de vigilancia.

Él lo sintió venir, sin embargo no le apuntó, sabía reconocer sus pisadas. El pelirrojo tomó asiento justo a su lado, en el suelo.

Parecía que la noche no podía ser más silenciosa, únicamente  se escuchaban algunos grillos, propios del verano, y el de los animales salvajes del bosque.

─Siempre le prometí a Ahvi llevarla a acampar, supongo que esto no cuenta como eso─Elio comienza su pésimo diálogo con lo primero que cruza su cabeza, sabiendo que debe darle la respuesta prometida a Daryl─. Mi mayor miedo siempre fue perderla, me prometí ser fuerte, pero solo estaba protegiéndome.

Dixon no dice nada, deja que el cigarro de sus labios se consuma poco a poco, como si estuviese bien con eso. Con escuchar a Elio decir todo lo que está en su cabeza.

─Shane tenía razón, tengo miedo de lastimarme, por eso no soy capaz de tomar un arma y hacer lo que hay que hacer─La charla parece un monólogo, hasta cierto punto lo es, porque el rubio solo se mantiene en silencio y apaga el cigarro─. Tú me provocas miedo, cada respiración, cada mirada. Haces que quiera volver a tomar un arma y protegerte, ¿tiene sentido?

Es entonces cuando la charla consigo mismo termina, Daryl es quien se ríe de él ahora. El hombre voltea a verlo y Elio puede jurar que tiene la risa más horriblemente perfecta que ha escuchado.

─¿Te burlas?

─Supongo que soy tu karma.

─Lo eres, créeme, Daryl Dixon. Lo eres.

Es entonces que las risas acaban, Elio estira su mano y Daryl le permite tocarlo. Ambos se acercan y es cuestión de segundos para que sus labios se encuentren con la misma desesperación que la primera vez.

Manos ásperas y dientes afilados, solo les lleva algunos minutos estar dentro de la carpa. Las prendas han desaparecido.

Elio apoya sus labios en el cuello ajeno y Daryl maldice, se siente como un adolescente haciendo algo indebido, un pecado.

El más joven tira de él, de su cintura, no es un movimiento rudo pero le ayuda a juntar el valor que necesita para empujar. Daryl se siente morir en esa pequeña carpa, sus ojos han recorrido el rostro ajeno una infinidad de veces. Puede reconocer cada peca, cada lunar e incluso la cicatriz casi invisible que hay debajo de su pómulo.

Las manos del mayor recorren sin vergüenza las piernas ajenas, separándolas cuando es necesario y permitiendo que sus talones se posicionen en la parte baja de su espalda; invitándolo a seguir con aquel movimiento de cadera.

Elio maldice cuando está a punto de acabar, se retuerce debajo suyo y lo observa entre lágrimas, Daryl sabe que lo está insultando cuando se detiene, como también sabe lo mucho que le gusta cuando lo hace. Es así como Dixon lo recordaba, dócil y salvaje, al igual que una presa atrapada en una trampa.

─¿Quieres que me detenga?─Él susurra contra su oído, Elio apenas puede murmurar un "no" lastimero, su garganta duele por los gemidos ahogados y el llanto enterrado en el hombro desnudo de su amante.

Cuando acaban, Daryl se deja caer a su lado, la mitad de su cuerpo se encuentra sobre el ajeno, sus dientes dejan algunas mordidas en la suave piel, pero Elio no pone ninguna queja, solo le da más espacio en su cuello.

Las cicatrices en la espalda de Daryl son otro asunto, el pelirrojo ha deslizado su mano con cautela, primero toca la cadera ajena y poco a poco sube. Sus dedos dibujan garabatos sobre las heridas, los músculos de su compañero se tensan, pero no le pide que se aleje y Elio sigue hasta que siente el suave suspiro de Daryl.

─Buenas noches.

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