capítulo 4

CDC; Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. Elio desde un inicio consideró ese lugar como una pésima idea, pero dónde mandaba un capitán, un marinero jamás podría gobernar. Así que se subió a una casa rodante, con un casi zombie, estúpido pero era lo mejor que podía hacer.

Ahvi juega animadamente a las cartas con Sophia y Carl, aunque a Elio no le agrada del todo el pequeño cascarrabias con sonrisa de Golden retriever.

Elio se apoya contra el cristal de una de las ventanas, cierra sus ojos y deja que la suave brisa le permita olvidar dónde está. La oscuridad envuelve también sus recuerdos, dejándole ver con claridad el rostro de las personas por las que se mantiene vivo; Ahvi y ella, debía encontrarla, porque apostaría su vida a que ella estaba viva.

Su mente podía ser un lugar engañoso, un descuido y los recuerdos volvieron a tres años atrás, apenas tenía dieciocho y un arma ya estaba en sus manos. A los diecinueve ya tenía sangre corriendo entre sus dedos. El sudor helado que recorrió su nuca, fue suavemente retirado por un par de dedos fríos, Elio abrió sus ojos y de inmediato los tallo. Impiendo que alguien más lo viera llorar por un mal sueño.

—¿Te gusta tocar a las personas cuando duermen? —Intento bromear, pero la sonrisa de su rostro no tenía forma, solo era un bufón en medio del escenario; su única función era hacer reír al público y si conseguia que el rey también lo hiciera. Entonces sobreviviria.

Pero Daryl no rio, solo se sentó frente a él y devoró una fruta, observándolo en ese horrible silencio.

—No le digas a nadie, arrancaré tu garganta de una mordida si lo haces.

—¿Esa es tu forma de coquetear ahora?—El rubio pregunto, la manzana en sus manos daba vueltas, Elio se preguntó si también podría destruirlo con tanta facilidad como a esa fruta.

—¿Te interesa saber?

El sonido del vehículo deteniéndose, dió por finalizada esa charla. El pelirrojo se incorporo para ver como entre los más grandes bajaban a Jim, el pobre hombre se arrastraba con lo restante de su voluntad.

Daryl desapareció de su lado, observando en silencio como aquel sujeto con el que había compartido tanto tiempo, era apoyado en la tranquilidad de un árbol. Se veía tan pacífico a pesar del dolor que atravesaba, que Dixon no pudo evitar sentir respeto por él.

Rick le pregunto si deseaba el arma, pero Jim se negó. Dejaría que las cosas siguieran su ritmo natural, se convertiría en una de esas bestias.

Elio cubrió los ojos de Ahvi, la niña se aferró a su pierna y ambos regresaron al vehículo. Dale está ahí, el sujeto le revuelve el cabello, pero el pelirrojo lo detiene. No es un niño, no lo ha sido desde ya mucho tiempo.

—Solo sigamos, debemos llegar antes de la noche.

De esa forma el resto del viaje se oscureció, todos estaban en silencio. Su mente no paraba de recordarle lo mucho que merecía todo aquello, no poder ayudar a nadie y seguir permitiendo que tantas muertes sucedieran. Si no hubiesen vuelto por ellos, tal vez conseguirían todas las armas y podrían haber detenido el ataque al campamento. Amy seguiría viva, Jim y otros más; gente que no le debía nada y había perdido todo por su culpa.

Ahvi estaba ahí, sentada frente a Daryl con una flecha en sus manos. El hombre le estaba enseñando su artefacto de defensa; una ballesta.

—Si se lastima te mato —Elio advirtió, Daryl lo observo y luego solo le enseño el dedo medio, como si ese fuese un gran insulto—. Te hablo en serio, Dixon. Si mi hermanita se lastima...

—No voy a lastimarme, no soy una niña.

—Lo eres— Interviene Daryl, retirando la flecha de las manos ajenas para devolverá a su lugar—. Las niñas grandes no reprochan.

La pequeña rubia refunfunea un poco y luego se aleja, yendo en dirección a Carol. Elio en cambio retoma su posición para seguir durmiendo, pero le es imposible cuando tiene cierta mirada sobre él.

—¿Qué quieres?

—¿De ti? Absolutamente nada, tal vez que apagues tu existencia hasta dentro de un buen rato.

Carol es quien llega junto a ellos, la mujer le entrega a Elio una botella con un poco de agua y él la mira con confusión, sin embargo obedece la silenciosa orden y toma del líquido frío.

En el poco tiempo que lleva ahí puede ver como su hermana se mueve con naturalidad y comodidad, como si esas personas los conocieran de toda la vida.

La casa rodante se detiene una vez más y el resto de vehículos igual, Dale se inclina sobre el asiento del conductor y su voz se escucha en el pequeño camper.

—Daryl, intercambia lugares con Glenn, necesito que alguien me ayude a leer el mapa —El hombre se detiene algunos segundos y luego vuelve a hablar—. Llévate al pelirrojo, que sirva para que no te pierdas.

Así que en contra de su voluntad, Elio baja de la casa rodante con Dixon detrás suyo. La camioneta vieja tiene sobre la caja una motocicleta, pertenencia de Daryl, el pelirrojo ignora por completo ese detalle y le agradece a Glenn cuando le entrega el mapa.

De esa forma pasa las siguientes horas con su trasero sobre un incómodo asiento, con un tipo sexy al lado y un espantoso calor.

—¿Tienes tu motocicleta hace mucho tiempo?

La pregunta surge luego de haber estado cerca de una hora en total silencio. Después de que Daryl le prohibiera poner un cd en la radio y el aburrimiento de la carretera le carcomiera los nervios.

—Al menos podrias responder —pero Dixon se mantiene en silencio, maneja con una mano y la otra la mantiene apoyada sobre la puerta. Elio aprecia como el sudor baja por su cuello y el viento le mueve el cabello, es un hombre apuesto pero parece ignorarlo—, eras más agradable cuando estábamos en la casa rodante.

Al final Elio se hunde en el asiento y desabrocha un poco la camisa a cuadros que lleva puesta, abanicandose todo lo que le es posible. Ahora desea más que nada estar en el camper y dormir a pierna suelta. Las quemaduras del día anterior le duelen, el estómago le gruñe y su mente es un máquina a todo vapor.

—Gracias...—el pelirrojo voltea un poco su rostro, sus ojos chocan con los azules de Daryl y se siente morir—, por quedarte cuando nadie más lo hizo.

Esa vez es él quien no responde nada, dejándole a Daryl saber que su pequeño momento de vulnerabilidad está a salvó con él.





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