capítulo 20

No es una sorpresa que Merle se encontrará encerrado dónde antes estaban Tyreese y Sasha. Es decir, el tipo está trastornado y todos lo sabían.

Elio decide no unirse a la charla del grupo, Rick no lo obliga y tampoco crítica; sabe lo difícil que es para él estar cerca del imbécil de Merle.

Así que el pelirrojo decide quedarse en su celda, la bebé está en un pequeño cajón con una almohada como colchón. Sus grandes ojos lo observan y luego caen lentamente hasta dormirse, tan cómoda y pacífica.

─¿Podemos hablar?─Esa voz le eriza la piel, genera rabia en su estómago y le provoca unas inmensas ganas de golpear al dueño de la misma.

Elio no me responde, sigue con la vista fija en la pequeña rubia, consiguiendo así que Daryl haga lo mismo. El mayor observa a la bebé y luego de regreso al pelirrojo.

─¿Es..es tuya?

─¿Eres imbécil?

Esa respuesta le alcanza a Daryl, se recuerda que Elio no es ese tipo de persona y que el único que ha estado mal es él.

El arquero se acerca y toma asiento a su lado en la cama, el chico se aleja y Daryl suspira con frustración. Siente que la ha cagado muy grande, el resto de sus amigos lo han perdonado como si nada hubiese ocurrido, pero Elio es diferente.

Beth interrumpe en el dormitorio, la rubia los observa y luego baja la mirada, aún es difícil para ella acostumbrarse a la relación de esos dos, sin embargo lo intenta porque Elio es una persona especial.

─Solo me llevaré a Abbie para darle de comer, perdón por interrumpir─ Elio y Daryl apenas consiguien entender lo que Beth murmura, pero solo pasan unos minutos para que estén solos.

─Vete, no quiero verte.

─Lo siento, me equivoqué al irme con Merle─Daryl murmura, su mano está apoyada sobre la rodilla del chico, esperando que por fin le devuelva la mirada─. No quise alejarme.

No hay respuesta, Daryl se levanta cuando siente que nada arreglará el desastre que sus acciones han generado. ¿Cómo puede solucionar todo eso? No tiene idea.

La cortina de la celda se levanta, Daryl está a punto de irse cuando Elio se decide a hablarle.

─Comienza por besar mis pies y luego pensaré si de verdad estás tan arrepentido para merecer mi perdón.

El silencio se instala de nuevo, ninguno dice nada y Daryl se pregunta si ha escuchado bien, ¿Elio le está ordenando que suplique su perdón? En efecto, eso es exactamente lo que está sucediendo.

Daryl baja nuevamente la cortina y regresa sobre sus pasos, se siente arrepentido y humillado, ¿de verdad es capaz de rogarle a alguien? Solo si se trata de Elio Ford.

El castaño se arrodilla delante del hombre que ama, toma entre sus manos la cadera ajena y tira de él para acercarlo más al borde del colchón. Elio le permite hacer lo que quiera con su cuerpo, porque no solo es suyo, sino que también le pertenece al hombre frente a él.

─Perdóname, te lo ruego.

Los ojos verdes de Elio están sobre los suyos, Daryl se pregunta cómo ha sido capaz de dejarlo. Definitivamente fue un idiota.

─Volverás a irte cuando él lo haga.

Una mano áspera se apoya sobre su mejilla, Daryl la recibe con gusto, desea más de su tacto.

─No lo haré, fue un error.

Elio separa un poco más sus piernas y Daryl aprovecha la oportunidad para arrastrar sus rodillas por el suelo, acomodándose en las puertas del paraíso.

─¿Y por qué no lo harás?─Un dedo delinea los labios del arquero, él le permite introducirlo en su boca y se permite morderlo un poco, Elio lo observa sin emoción alguna.

─Porque soy tuyo, tú eres mío. Somos esposos.

Eso le basta a Elio, quien acaba por retirar su dedo para fundir sus labios en los ajenos, Daryl ha ganado.

Las manos del pelirrojo se han enterrado en el cabello ajeno, tirando de él para incentivar a Daryl. Su acción parece surtir efecto cuando el mayor sube sobre él, Elio retrocede sobre el colchón, la figura desmesurada se acomoda sobre él y pronto los botones de su camisa están regados por el piso de la habitación.

Daryl ha dejado sus labios para bajar por su cuello, pecho y Dios, Elio siente que muere mientras escucha el sonido de la cremallera.

La mano pálida y venosa del pelirrojo, acaba sobre el cabello castaño de su esposo. Daryl lo observa desde su posición, la cual es entre sus piernas con su boca ocupada.

Las reconciliaciones son buenas, definitivamente Elio lo recordara la próxima vez que se sienta furioso con Daryl.


A mediados de tarde sucede lo que nadie espera, una figura rubia aparece cerca de la prisión, todos ocupan un arma mientras salen a investigar. Es Andrea, quien lleva un caminante delante de ella para evitar que los otros la ataquen.

Rick hace que la mujer se arrodille en el suelo del patio, la desarma y entonces Elio siente la necesidad de protegerla, de pedirle que regrese con el grupo. Pero no es nadie para ir en contra de las decisiones de Andrea, tampoco para tomar una decisión sin que Rick, su líder, lo haga.

─Bienvenida.

Andrea tiene acceso a la prisión, al hogar de todos lo que alguna vez fueron su familia y apenas entra Carol corre a abrazarla. Ahvi sonríe cuando la ve y Andrea no duda en abrir sus brazos para recibir a la pequeña rubia.

La mujer pregunta por sus antiguos amigos, todos los que han muerto generan un ambiente de pesadez entre los que aún están ahí. Anhelo de volver a hacer las cosas, cambiar el pasado.

─¿Todos vienen aquí?

─Aquí y en las celdas.─Glenn responde, parece agotado y nadie lo culpa.

─¿Puedo ver?

Andrea intenta acercarse, sin embargo Rick se interpone. Parece un muro frente al pasillo. Ya no confía en ella.

─No puedo permitirlo.

─No soy su enemiga, Rick.

─Teníamos ese patio y ese campo, hasta que tu novio destruyó la reja con ese camión ─Rick se muestra determinado, como un líder nato─y abrió fuego hacia nosotros.

─Dijo que dispararon primero.

─Está mintiendo.─Elio afirma y Andrea lo mira con confusión, llevando luego su mirada a Hershel.

─Mato a un prisionero que sobrevivió aquí, nos caía bien.

─Era uno de nosotros.─Aporta Daryl, quien se encuentra sentado sobre una de las mesas con Ahvi a su lado.

─Yo no sabía nada, en cuanto me enteré vine aquí─Afirma, su rostro denota tristeza y confusión ─. Ni siquiera sabía que estuvieron en Woodbury hasta después del tiroteo.

─Eso fue días atrás.─Glenn afirma.

─Se los dije, vine en cuanto pude.

─Llegaste tarde.─Esa vez fue Ahvi quien hablo y a diferencia de los adultos, no parecía molesta. Su pequeña voz solo detonaba tristeza, estaba cansada de perder amigos por un pleito que no tenía nada que ver con caminantes.

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