Izuku y Katsuki

N/A:
• Recomiendo la multimedia de fondo al leer, la usé para escribir.
• Nunca escribí nada de este AU, pero leí bastante de él.
¡Espero lo disfruten!

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Un joven de pecoso rostro y aparentes no más de 20 años, camina por el espeso bosque de su propiedad. Se mueve con gracia escapando de los tenues rayos de luna que iluminan entre los árboles, vestido en un elegante traje de etiqueta burdeo, observando cauteloso los alrededores en busca de su presa.

Su hogar está en un sector conocido en la ciudad de Londres, aislado de todos y temido por la mayoría. Circulan muchas leyendas en torno a su familia, todas ridículas y muy distantes a la realidad. Donde Izuku no es ni más ni menos que un vampiro de clase A, un pura sangre quien a diferencia del resto de sus parientes... odia matar humanos.

Aborrece la sensación de sangre de seres tan frágiles, derramada en sus manos. Se niega a ser así...

Un monstruo.

No te muevas. — susurra a su presa de hoy, encantándola. Los años le habían hecho dominar el arte de cazar animales sin siquiera ensuciarse la ropa. Y su familia, quien no respetaba su afán de proteger a lo que ellos consideraban una "raza inferior", solían burlarse de él calificándole de débil.

Tristemente, en parte, tenían razón. Beber sangre de animales disminuye los sentidos. Con el tiempo la sed se apaga y si bien poseía las habilidades innatas de su clase, estas estaban reducidas.

Llevaba más de 500 años así, luego de aquel incidente donde sin querer terminó masacrando a sus personas amadas.
Su adición a la sangre es letal, mucho peor que la del resto de su familia. Razón por la que tuvo que contenerla. Aunque fuera de esa forma, denigrante para su clase.

El conejo ni siquiera se da cuenta cuando ya ha sido decapitado, de una forma tan limpia que hasta podría catalogarse como piadosa. Izuku también ama a los animales, pero necesita comer y la cadena alimenticia es así: Cruel.

Alguna vez pensó en aceptar la oferta de su hermano y beber sangre de donantes humanos, los que obviamente él iba a generosamente encantar, más se negó, temeroso del adictivo sabor de la sangre y de luego no poder detenerse, despertada su sed por completo.

Aún concentrado en secar hasta la última gota de su cena de hoy, no puede evitar escuchar un grito de dolor, seguido de aquel olor que tanto aborrece...

Sangre humana.

El aroma metálico le es imposible de no distinguir. Es fuerte, debía de ser perteneciente a un tipo A. Había que encontrarle rápido o alguien de su familia lo devoraría al instante. La sangre humana tipo A es un manjar para sus parientes, son gente fuerte y determinada de sabor dulce y adictivo.

A medida que se acerca, curioso por humanos en su alejada propiedad, comienza a dudar. Aquel aroma no resulta ser tan repugnante como de costumbre y empieza a pensar que quizás es otro exótico animal.

Intrigado por ello avanza a toda velocidad dando saltos hasta llegar a su objetivo, quien efectivamente resulta ser un simple humano, del cual su complexión indica bordearía los 18.
Yacía en el suelo y en una de sus piernas tenía una herida profunda, la cual, le estaba desangrando. Minutos más y aquel pobre joven iba a morir.

— No. — Se dice a sí mismo cuando su voluntad comienza a flaquear, no para devorarle precisamente.
Hace mucho que no ve humanos y apenado por la muerte de alguien en los inicios de su juventud en una vida tan corta, su mente maquina hacer un acto casi prohibido para su clase, por lo delicado de aquello:

Ofrecer su sangre.

La sangre de un vampiro de clase A posee muchas propiedades beneficiosas para los humanos, motivo suficiente para nunca contarles de ello. La regla en su familia es que al humano des de tu sangre le debes automáticamente convertir, y volverlo con ello tu fuente de alimento y servidor.

En sus más de 1000 años Izuku nunca ha hallado necesidad de esto, lo encuentra un acto cruel pues hace al otro perder su voluntad. La sangre de un vampiro original es como una droga que vuelve a los humanos adictos a ti.

No quiere que alguien le ame así,
cegado por lo que provoca su sangre en su sistema.

Angustiado al oír el sonido de su frágil corazón comenzar a detenerse, se aproxima. El joven está ido. No podrá verle en ese estado.

...

"Nadie lo sabrá"

Se dice el relajándose y jurando que esto es una de esas cosas que nunca confesará, antes de rápidamente morderse la muñeca y tomar al rubio de los carillos presionándolos y entreabriendo sus labios, para que reciba el espeso contenido.
La sangre cae por sus pálidos labios y cuando le ve lamérselos, ya más despierto y aún con los ojos cerrados, sin saber porqué el mayor se sonroja.

O quizás si lo sabe y no quiere aceptar... que este no es un gesto tan caritativo.

Ese humano de rubia cabellera y alta complexión le parece atractivo.

Desea cuidarle y saber más de él,
pero aquello es sólo un sueño en su condición.

"No merezco amar a nadie".

Se recuerda antes de desaparecer.

• • •

—¿Qué demonios?— pregunta levantándose y notando que la enorme herida en su pierna ya no está.

Juraría hasta hace unos minutos estarse muriendo, luego de que una jauría de perros salvajes le atacara.
Cuando uno le alcanzó casi destrozando una de sus piernas, luego de golpearlo con un fierro, no encontró mejor solución que saltar el portón e ingresar a aquella propiedad. Vagó por una hora arrastrando su pierna lastimada en busca de ayuda, hasta que cayó al suelo dándose por muerto.

Explorar con sus amigos aquella zona montañosa fue una terrible idea y espera que ambos hayan podido escapar también. La mayoría de esos perros fueron a por él, quien los incitó a ello, temeroso por la integridad del par de idiotas que tiene por amigos.

A medida que avanza buscando la salida, comienza a sentirse sofocado y acalorado. Mas decide ignorarlo y concentrarse en salir de aquel inquietante lugar, donde según todos reinan los demonios y la magia negra.
La gente que entra a la propiedad Shōta no sale viva, según dicen los relatos.

Los que se vuelven puras pamplinas para el joven al divisar el gran portón de entrada. No le fue tan difícil encontrar el cómo salir, llegó en menos de lo que pensó.

—¿Quién anda ahí?— pregunta molesto,  luego de sentir todo el camino una presencia seguirle, observándole.
Mira hacia todos lados y sin ver a nadie intenta saltar el portón, notando que alguien ya lo ha abierto — Gracias. — dice a la nada, seguro de que quien sea ese psicópata, le ha salvado.

Sin saber, que este sonríe dulcemente desde su lugar, abrazándose a sí mismo impactado por lo que ha hecho...

Y emocionado por el primer gesto de reconocimiento que recibe, desde hace ya mucho tiempo.


— ¡Katsuki!, ¡¿dónde rayos estabas?!— pregunta Mitsuki, su madre — ¿Quieres matarme de un infarto? ¿Sabes siquiera que hora es?

— Me voy a dormir. — dice mirando el reloj de pared que marcaba las 2 am.

—¡Ven aquí mocoso!— Le llama nuevamente, enfurecida —Denki y Eijirō pasaron a buscarte, parecían preocupados. No sé en qué idiotez anduvieron hoy, pero llámales.

—¿En serio?— pregunta aliviado de saber que están bien —Ok, gracias vieja.

— ¡¿A quién le llamas vieja?!— grita cuando este ya desapareció por las escaleras, rumbo a su habitación —Mocoso ingrato — refunfuña.

Ese chico le volvería loca.

...

—¡Bro! ¡¿Estás bien?!— prácticamente grita su amigo por el auricular, dejándole momentáneamente sordo.

—Sí, ¿y tú?— responde omitiendo su milagrosa recuperación, casi producto de "artes oscuras".

—¡Hermano, nos diste un susto de muerte! Cuando llegamos a tu casa y tu madre no sabía de ti volvimos a buscarte, pero tuvimos que regresar... La madre de Denki se despertó y empezó a hacer un escándalo infernal. Él ya no puede salir en toda la semana, más que a la escuela.

—Sí que tiene mala suerte...— responde riéndose e imaginando la cara que debía llevar su compañero, quien odiaba estar encerrado — Nos vemos mañana idiota, descansa.

—Sí, y hey...

—¿Qué?— pregunta preocupado por su tono de voz, el cual se había tornado serio.

—¿Hiciste la tarea?

—Buenas noches.— Le corta antes de quitarse la chaqueta y arreglarse para dormir. Aún tiene calor y decide recostarse en bóxers.

Cierra los ojos mullido en su cama y comenzando a acomodarse. Lo hace una y otra vez, de un lado a otro sin parar hasta rendirse y aceptar la realidad...

No puede dormir,
tiene demasiado calor.

—¿Quién demonios eres?— pregunta mirando hacia el techo de su habitación, como si de ahí fuera a caerle la respuesta acerca de aquella persona que aparecía constantemente en su cabeza, cada vez que cerraba los ojos.

No puede dejar de pensar en él y su cuerpo se acalora cada vez más, junto a sus labios que arden mientras su cabeza comienza a imaginar cosas que le aceleran el pulso y ponen la piel de gallina.

Ese hombre de ojos en un intenso color verde aparece una y otra vez, incitándole de una forma que nunca creyó posible, menos por alguien del género masculino. Su cuerpo tiembla bajo suyo mientras en su mente le posee con brusquedad. Tiene un no sabe qué, el cual despierta sus peores intenciones.

—No... no quiero...— susurra caído en los brazos de morfeo, cuando aquel hombre de piel blanca y pecosa en sueños le besa incitándole hasta que, desesperado por tomarle, termina por abalanzarse sobre él. Acorralándole y mordiendo sus delgados labios mientras le jala del verdoso cabello, sucumbido ante el deseo de poseerle por completo.

Katsuki ha tenido sueños húmedos alguna vez, normales como los de cualquier adolescente. Pero hay algo peculiar y extravagante en aquel hombre...

Y le está volviendo loco.

Lentamente consume sus pensamientos, volviéndole adicto a cerrar los ojos, sólo para encontrarle.


—Mocoso, ¿no tenías clases hoy? — pregunta su madre despertándole de golpe.

—¡¿Qué haces aquí?!— pregunta devuelta atacándole, mientras cubre su cuerpo temeroso de que note el cómo se ha tocado toda la noche, pensando en un hombre sacado de su imaginación.

Ni él mismo puede creerlo, su encuentro se sintió tan real que hasta estaba cansado.

Y sudado,
por no mencionar otras cosas.

—Ve a clases, vago— Se despide la mayor, "cariñosa" como siempre — Me voy a trabajar.

— Adiós.— responde a regañadientes, esperando a oír el como baja las escaleras para levantarse y correr como un criminal de un asalto a la ducha.

Una vez en ella, se baña con agua fría esperando que el agua borre sus insanos pensamientos, antes de irse a clases.

—¡Katsubro!— Le abraza efusivamente su amigo de cabellos rojizos, junto al decaído Denki quien viene detrás, arrastrando los pies — ¿Juegas hoy?

—Claro.— responde algo incómodo. La gente hoy estaba hablando muy fuerte y sus conversaciones llegaban hasta sus oídos. Había un par de molestas chicas cuchicheando de los tres, poco disimuladamente.
—¿Qué tanto miran?— brama asustándolas cuando las escucha empezarles a comparar y prácticamente elegir a uno.

Como si fueran a mirarles, parecían estúpidas.

—¿Qué te sucede?— pregunta Denki alzando una ceja, sin entender el repentino arrebato en contra de unas inocentes chicas a la distancia.

—Sí, que mosco te picó viejo. Estás muy agresivo esta mañana y esas chicas estaban lindas— secunda Eijirō, deprimido porque no le vuelvan a hablar. Eran de su clase.

—Nada, vámonos. — pide y sus amigos, mirándose entre ellos, le siguen.

Katsuki siempre era extraño,
pero hoy lo estaba más.

...

—¡Gol!— grita Eijirō impresionado.
Si estar furioso hacía a su amigo jugar así, iba a enfadarle todos los días. Llevaban la delantera y él seguía corriendo, digno de un miembro del equipo de atletismo.

— Oye, ¿y quién es él?— pregunta Denki al alzar la vista hacia las bancas y notar a un desconocido con la vista fija en el entusiasta Bakugō. La sonrisa perversa en sus labios le da un escalofrío.

Era un tipo extraño,
llamaba la atención.

—¿Qué dices?, yo no veo a nadie...— responde Eijirō, mirando en la dirección donde este apuntaba.

Denki parpadea varias veces, suponiendo que fue su imaginación.

Terminado el partido todos se van a las duchas y entre risas Denki y Eijirō felicitan a Katsuki junto al resto del equipo, quienes también estaban impresionados por su destreza de hoy.

—¿Viste la cara del entrenador?— pregunta el pelirrojo cuando ya van camino a la estación, imitando el gesto impactado del hombre cuando Katsuki hizo un gol prácticamente desde media cancha — Te ofreció un puesto en el equipo de su universidad, ¿qué le respondiste?

—Que lo pensaría— dice sin interés. Su sueño era ser ingeniero, no jugador.

—Que aburrido...— responde deteniendo sus pasos al notar que Denki les jala de un brazo.

—Es él.— menciona y ambos amigos miran al frente, encontrándose con un extraño chico algo mayor que ellos.

Tendría unos 23 al menos, sus facciones eran maduras y a la vez delicadas por lo cual, no podían asegurar su edad.

—¿Qué eres de él?— pregunta él desconocido, completamente vestido de negro con sus gafas, guantes oscuros y un serio chico cubriéndole con un quitasol. Parecía tener un serio trastorno con la luz y al quitarse las gafas les deja más confundidos.

Sus ojos son de distinto color,
al igual que su cabello.

Al no recibir respuesta, el desconocido vuelve a colocarse las gafas y hablar:
—Ese idiota se atrevió a dejarte vivo, es tan compasivo... No tiene remedio.— menciona como si nada y sin pensarlo mucho los 3 chicos retroceden, saliendo disparados en direcciones opuestas, al igual que cuando los atacaron los perros en aquella montaña.

Si eran sólo dos uno estaría a salvo,
y ese extraño chico no parecía poder moverse por cuenta propia.

...

Katsuki al perderlos de vista se esconde en un oscuro callejón, respirando agitado. Ese tipo era un completo demente y no puede evitar preocuparse otra vez por sus dos amigos, por lo cual, apenas se recupera un poco decide salir a buscarles.

Pero alguien le detiene.

—¿Qué eres de Izuku?— pregunta aquella ya conocida voz, dándole un escalofrío.

—¿Quién demonios es-

Repentinamente calla, comenzando a recordar borrosamente a aquel chico con el que tanto fantaseó anoche, abriendo sus labios y dándole de beber...

"¿Qué mierda estoy bebiendo?"

Se pregunta confundido por haber olvidado aquella imagen donde ese joven le sonríe, luego besándole y limpiando cualquier rastro de lo que dio, antes de desaparecer.

—Te la dió, ¿no?— interroga acusador — Estás bajo sus efectos, puedo olerte en el limbo entre la vida y la muerte.

—¿De qué rayos estás hablando?— pregunta alzando ambas cejas, espantado por haber sido aparentemente drogado por un desconocido en el bosque, con el que ahora tenía sueños húmedos.

—De todas formas da igual, irás a él por instinto y entonces...— Se calla sonriendo para sí mismo, extasiado con la sola idea de volver a poder salir a cazar con su hermano.

—No sé de qué mierda hablas, pero no soy quien piensas.

—¿Seguro?— pregunta apareciendo en menos de un segundo junto a él y acorralándole contra la fría pared de concreto. Está muy cerca y Katsuki siente incomodidad, ese tipo no sabe medir distancias — Hueles a él...— susurra aspirando su cuello y provocando en el joven un escalofrío que le estremece— Eres bastante dulce, quizás no le moleste compartir... No te muevas. — dice lo ultimo con una entonación distinta y peligrosa, ante la que Katsuki le empuja apartándole.
Y entonces, a diferencia de lo que uno pensaría, el desconocido sonríe rompiendo a reír — ¡ja, ja, ja!

—¡¿Qué demonios eres?!— pregunta al notar que sus ojos, los que se habían tornado rojizos, ahora volvían a su antiguo color: Uno gris y el otro azul.

—No te importa, sólo déjate llevar...— contesta satisfecho de comprobar que su querido hermano finalmente tenía un posible Ghoul. Ese chico tenía sangre de un original en su sistema, de su hermano. Debía de ser así para que no pudiera encantarle — Quiero a mi hermano de vuelta y eres la primera presa que le veo en años.

—¿Presa?— pregunta cada vez entendiendo menos.

—Nos vemos, hasta luego.— dice antes de desaparecer como por arte de magia, desvaneciéndose en la oscuridad del callejón.

Y dejando al menor en un silencioso camino rumbo a su hogar, donde a cada paso que da, se forman nuevas preguntas.



—¿A dónde vas tan tarde?— pregunta su madre al verle a punto de salir.
Katsuki responde cualquier excusa intentando calmarle, necesita caminar y dejar de rodar en su cama ansiando conocerle. Añorando que detenga lo que sea que le hizo y tanto le enloqueció.

Quiere verle.
No, necesita verle, y está seguro que está ahí. En ese bosque... el cual probablemente sea su hogar.

Ni siquiera nota cuando ya está frente al gran portón metálico, en pro de sus deseos y la curiosidad.
Este está abierto otra vez y sin pensarlo mucho se adentra en propiedad ajena nuevamente, decidido a encontrarle y preguntarle qué hacer con esos sentimientos...

Qué hacer para dejar de pensar en él
y volver a dormir con tranquilidad.

Sin que su cuerpo le llame con tanta desesperación.

...

Pasan los minutos y nada, el joven no encuentra ningún asomo de vida inteligente a los alrededores.
Derrotado toma asiento en unas rocas cercanas al pequeño riachuelo de la propiedad, mirando la luna llena y preguntándose qué demonios hace ahí, buscando a alguien que apenas conoce.

Sumido en ello, escucha algo.

—¿Hola?— pregunta en voz alta, mirando hacia todos lados. Al notar que nadie le responde, vuelve a insistir —¡Sé que estás ahí! ¡Te recuerdo!

— Hola.

Escucha finalmente y se queda prácticamente sin aire, cuando ve sus cautelosos ojos verdes clavados en él.

Es él, su misterioso salvador, quien porta un traje de lo más elegante en tonos grises, como si fuera de otra época. De rostro pálido y cabello alborotado, es el reflejo perfecto de la imagen con la que tanto se tocó anoche.

Nervioso intenta no parecer un completo idiota y fingir tranquilidad. Maldición, algo en él le volvía la persona más atractiva que haya visto y su mirada le ponía muy nervioso. Sus esmeraldas nunca dejaban de observarle, atentos a cada uno de sus movimientos.

—Tú, me ayudaste el otro día.— afirma ante lo que el pecoso se muerde los labios, dudoso en qué responder.

—Deberías irte.— Es toda su respuesta, aún desde su lugar. Cerca, pero no tanto como para tener contacto. Listo para escapar.

—Dime qué me hiciste.— ordena no dispuesto a ceder, comenzando a aproximarse. Algo le hace no temer de él y sin poder evitarlo, sus pies se mueven en su dirección.

Izuku, comenzando a marearse ante aquel aroma que comienza a despertar su apagada sed, se tapa la boca ocultando sus colmillos —Detente.— ordena en un tono distinto, parecido al que Katsuki sintió en ese extraño chico de la tarde.

"Se detuvo"

Piensa el mayor aliviado y suspirando cuando los pasos del rubio paran, y volviendo a caer en espanto cuando este se recupera y continúa avanzando.

Izuku ha subestimado el poder de la V, sangre de vampiro con efectos poderosos en humanos, los cuales varían en cada persona.

A este parecía darle una fuerza de voluntad sobrehumana. Definitivamente era un peligro, más con ese aroma característico de los tipo A.

Pero con notas que se le hacían irresistibles.

—¡Voy a lastimarte, apártate!— insiste retrocediendo y sin darle la espalda.

Los ojos rojizos del rubio prácticamente le están desnudando, y a pesar de la clara diferencia de fuerzas, Izuku está asustado. No entiende qué demonios hace ese chico ahí. No debería poder recordarle, estaba casi muerto aquella vez cuando cometió el error de darle de su sangre y entrar en este terrible dilema.

—No, no lo harás...— responde con tanta seguridad que el mayor le cree, desea creerle y pensar que no es un monstruo. Mas sus colmillos asomándose no dicen lo mismo —¿Qué eres?— vuelve a preguntar aquel rubio joven de ojos rojizos como la sangre, la que Izuku en estos momentos tanto desea succionar.
—Parece que olvidaste como hablar...— masculla, tomándole por la barbilla y dejando al ancestral vampiro boquiabierto.

Ese chico no parecía atender a razones,
era muy terco.

—No puedo hablarte de ello, está prohibido...— responde luego dudando, pues para el resultado daría lo mismo— Si te digo lo que soy, ¿me creerás y te irás?

—Inténtalo.— ofrece.

— Soy un vampiro, un monstruo en persona. Vivo aquí con mi familia de chupa sangres y esta es la primera vez en 500 años que hablo con un humano.— explica sin filtros, esperando la obvia reacción que terminaría en un encantamiento de su parte.

—¿Entonces no eres un brujo?— pregunta alzando una ceja.

—¡¿Brujo?!— exclama, luego rompiendo a reír —¿De dónde sacan ustedes esas cosas? ¡Ja, ja, ja!

Katsuki, avergonzado de su teoría fallida que tan asegurada tenía, se queda admirando los hoyuelos que enmarcan la sonrisa de aquel chico, quien supuestamente era una temible criatura sacada de algún libro fantástico — Y bien, ¿qué me hiciste?

Ante la pregunta del rubio, la risa de Izuku se detiene —Te acabo de decir que soy un vampiro, ¿por qué no estás corriendo?

—Necesito saber qué me hiciste.— insiste contra toda lógica.

—¿Por qué es tan importante?

—¡Quiero que salgas de mi cabeza!— reclama apuntando su sien — ¡Que dejes de incitarme todo el tiempo!

—¿Tuviste visiones conmigo?— pregunta no tan sorprendido. Ahora que lo recuerda el consumo de sangre vampírica hacía eso. Aunque nunca se la había dado a nadie como para poderlo comprobar —¿Y qué pensaste?— consulta emocionado por su primer nexo con un humano.

Dar tu sangre a uno te enlaza temporalmente a él hasta que se limpie de su sistema, lo que tarda unas 48 horas.

—¿De verdad me estás preguntando eso desgraciado?— pregunta endureciendo la mirada. Negándose a confesar sus eróticas fantasías.

—Sí...— responde sin saber qué más decir puesto que, el gesto del menor le ha tomado desprevenido.

Se ha puesto serio de repente.

—Puedo mostrarte si quieres.— contesta con voz ronca y sintiendo como aquel fuego en su interior vuelve a encenderse, ansioso por cumplir sus anhelos y botar todo eso que no le deja dormir.

—No creo que sea buena idea...— responde cometiendo un acto poco sincero y ante la duda, leyendo sus pensamientos.
Decir que luego de ello da un salto a metros de suyo, es poco. Prácticamente se sube a un árbol del tremendo espanto que se dió.
—¡¿Eres suicida?!— pregunta a la distancia, alarmado por lo que acaba de ver.

Ese chico realmente estaba loco si pensaba que podrían coger.

El cuerpo humano es muy frágil.

—¿Eres un asesino?— pregunta devuelta el menor, dejando al pecoso meditativo.

Tener relaciones con ese humano sería prácticamente como oler un pedazo del mejor manjar y no probarlo. Jugar con él en tu plato y admirarle, sin hincarle los dientes.

—No lo soy, pero es peligroso.— concluye, negando la "generosa" oferta.

500 años en soledad hacen que se apaguen hasta los impulsos sexuales, pero al parecer, bastaba muy poco para encenderlos nuevamente.
Estuvo a punto de ceder cuando su mente reprodujo aquella escena, donde ese joven le tocaba con un descaro que le derritió.

"Juventud y su impulsividad", medita decidiendo que lo mejor era encantarle para que se olvide de él, antes de irse.

—¿Tanto miedo me tienes?— pregunta Katsuki arrogante —¡Eres el vampiro más cobarde que he visto!— Le molesta, logrando su objetivo cuando el pecoso baja del árbol de un salto, acercándose nuevamente hacia él.

—¡No puedes quedarte aquí, vete de una vez!... Es peligroso.— insiste tomándole de un brazo para sacarle de ahí como sea.

Antes de que su hermano le encuentre, eso sería un problema.

—Joder, tienes fuerza.— menciona adolorido. Apenas le tocó y casi le disloca.

—Disculpa...— Se aparta apenado, calmándose y recogiendo uno de sus mechones de cabello verdoso detrás de su oreja.

—¿Si intento tocarte, realmente me lastimarás? Sólo quiero intentar y olvidarme de esto luego — pregunta dejando al mayor si era posible aún más sorprendido.

Los humanos eran criaturas tan aberrantes.

—Tu no entiendes, ¿verdad?. ¿Qué parte de soy un vampiro asesino no has comprendido?

—Pues de asesino no te veo mucho pues no me has lastimado, es más, eres tan idiota que me salvaste.— puntualiza mirándole de arriba a abajo, sin ver lo terrorífico en él. Hasta era algo adorable, con sus pecosas mejillas y suaves facciones.

—Deja de jugar...— pide cuando el menor se comienza a aproximar, tomándole por las caderas para que deje de alejarse.

Esta situación a Izuku le era muy extraña.
Un cazador siendo acorralado por su presa, parecía un chiste.

—Creo que no quieres lastimarme, no te atreves...— susurra el impaciente joven contra sus labios y con la respiración jadeante, antes de perder la cordura y ante todo pronóstico del mayor besarle.

Ese chico tenía un descaro sin igual e Izuku, confundido pero a gusto, ahoga un jadeo extasiado por el delicioso sabor que sus labios poseen, cuando sus colmillos les raspan.

Es un sabor dulce y metálico ,
como el inicio de todos sus pecados.

—Espera...— Le detiene ahogado, mordiéndose la muñeca antes de ahora él apoderarse de la boca del menor, impregnando sus labios de su droga personal, la que espera le de vigor para poder complacerle.

Aunque esto le pareciera una completa locura, ya había dado marcha a ella.

Y ahora, solo quedaba disfrutarla lo poco que fuera a durar.

—Desnúdate...— pide el menor casi en una orden y el vampiro de más de 1000 años obedece, entregándose a alguien de una especie inferior. Un simple humano.

Si su familia le viera, probablemente le mataría. En especial su hermano, quien aunque le adora y respeta, aborrece a todos los humanos lo suficiente como para dejarle casi muerto por la atrocidad que está a punto de cometer.

Cuando las manos del chico comienzan a pasearse por su ahora desnuda piel, ardiendo sobre cada parte que osan a tocar, Izuku sabe que ya no hay vuelta atrás y le observa embelesado mientras se despoja de su ropa, botándole al suelo y entreabriendo sus muslos para explorar los rincones que desde hace siglos nadie pudo tocar, mientras sus juguetones labios se divierten con su boca y mentón, cual adictos robándole todo.

E iniciando encuentros que se repetirán más de una vez, en aquel espeso bosque repleto de estrellas.


—¡Ngh!—exclama Izuku enredando sus piernas en las caderas ajenas, las cuales le embisten sin piedad alguna, chocando contra ese punto que siempre le lleva a su paraíso personal, exento de reglas.
Katsuki, si bien es humano, sumido en el fervor de su sangre adquiere destrezas que le vuelan la cabeza.

Llevan un mes en esa extraña relación y hoy el rubio está particularmente apasionado.

Recostados su cama improvisada en una cueva, escondidos de su familia, Izuku no puede más y ya no le importa exponer sus colmillos, sedientos de él.
— Kacchan para, de-detente — pide comenzando a desesperarse por el fuerte aroma que inundaba todo el lugar, repleto de las feromonas del menor que le incitaban a marcarle.

— Espera un poco más...— masculla contra su boca robándole el aliento para que se calle y le deje terminar, pues le imposible detenerse en ese punto, cuando cada fibra de su cuerpo se muere por entregarse hasta romperle la cadera.

No tiene claro si es su adictiva sangre o un deseo inexplicable, pero quiere todo de él desde que le vió jugando en sus pensamientos. Bailando entre ellos mientras sus dulces ojos le llamaban a pecar.

—Tienes bastante energía para ser un humano.— menciona entre jadeos el mayor, ya no tan seguro de que fuera tan solo por el poder de la V — Pero en serio... ¡Ngh!— no alcanza a terminar su discurso antes de que el menor mueva su pelvis nuevamente, comenzando movimientos circulares y dejando ir a otra parte su sentido común.

Y dejando salir sin querer aquella parte desinteresada y egoísta, propia de su especie.

—Izuku...— jadea Katsuki ido en el calor del orgasmo contra su pecho y entonces, el mayor ya no puede más.

En pleno éxtasis
le muerde el cuello.
...

Muerde y succiona, mas el joven de ojos carmín está tan ido en su ola de placer, que ni se percata del peligro en el que está.
Izuku le suelta con toda la fuerza de voluntad que tiene antes de lamerse los labios, comenzando a respirar aún más entrecortado y abrazándole inconscientemente, antes de decaer y volver a hincarle los dientes con más fuerza, hundiendo sus dedos en su espalda.

—Hey...— susurra Katsuki, comenzando a sentirse mareado e intentando apartarle de su cuello. No puede.
— Idiota, deja de-
Se queda mudo al ver sus ojos antes verdes, ahora rojos como la sangre, mucho peores que los del hombre que vio aquella vez al salir de clases.
— Detente... Eso, se siente... extraño... — susurra perdiendo fuerza y
a punto de desmayarse, despierto tan solo por los vigorosos efectos de la sangre vampírica que Izuku a mordiscos le ofrece antes de intimar.

Gracias a ello ni nota cuando es tirado bruscamente al suelo y ahora le tiene sobre él, montándose por su cuenta  mientras succiona su cuello, sometido a esa faceta ante la que juró nunca volver a caer.

Se ha perdido, lo que Izuku considera su "humanidad" se ha apagado otra vez.

—¡Izuku detente!— escucha Katsuki gritar a alguien y aturdido, nota que súbitamente el pecoso con el que se ha encaprichado, ya no está sobre él.

Katsuki apenas puede ver y no puede moverse...

Lentamente,
comienza a dejar de respirar.

...

Olvídame y a todo lo relacionado conmigo — Es lo último que escucha, antes de irse a negro.


"Perdóname "
Susurra un arrepentido vampiro recordando lo que es: un monstruo.

Aunque finja que no, matando animales salvajes para poder subsistir.

_______

• • •

— ¡Bro!— saluda un emocionado pelirrojo, viendo a su amigo al fin despierto.

—¿Qué me pasó?— interroga Katsuki, sin reconocer la habitación.

—Te encontraron fuera del hospital con 3 costillas rotas, múltiples torceduras y desgarros... ¿Dónde demonios fuiste viejo? — consulta preocupado —Puede que tengas que estar un buen tiempo aquí en el hospital, pero yo-

—¿Cuántos días han pasado?— pregunta interrumpiendo y levantándose de la cama de golpe.

—Tres, y ¡hey! ¿Qué demonios haces?— dice acercándose, al ver que este se quita todos los cables y bendajes — Estás muy heri... Alto, ¿cómo demonios te sanaste tan rápido?— duda al ver que ya no hay lesión alguna en su piel.

—Tengo que salir de aquí.— responde luego de tocarse el cuello y notar que ya no hay marca en él — Hasta eso borró el muy desgraciado...— murmura por lo bajo, antes de salir corriendo del hospital.

...

—¡¿Dónde estás?! ¡Vampiro inútil!— grita enfurecido, de regreso en la propiedad donde casi acaba de morir.

—¿Qué haces aquí?— pregunta una joven castaña, apareciendo en menos de un segundo detrás de él.

—Busco al vampiro idiota que casi me mata— responde aún impactado por su velocidad—. Se llama Izuku.

—¿Vienes a que termine el trabajo?— pregunta confundida. Sabe perfectamente quien es, el chico que casi hace que su hermano vuelva a caer en la desgracia.

Como cuando mató a su primer amigo y mentor, All Might. Quien no resistió el ritual de conversión por la edad. Haciendo a su querido hermano caer a un desolador vacío de desesperanza, donde hubo que dormirle por casi un siglo completo para poder controlarle otra vez.

—No quiero eso, deseo...— incómodo busca una forma de explicar sus motivos sin parecer un imbécil, obsesionado con él —Quiero que vea que estoy bien, que su arranque idiota no fue nada. — dice algo molesto porque crea que pudo con él, y en el fondo, deseando que no sienta culpa por ello.

Aún recuerda ese "olvídame".

"¿Qué demonios estaba pensando ese idiota?"

No olvidó una mierda.

—No puede verte, está hibernando.— responde la joven cruzándose de brazos.

—¿A qué te refieres?

—Va a hibernar hasta la siguiente década al menos, cuando su sed de sangre se apague— explica antes de darse media vuelta, dispuesta a irse.

—¡Espera!

—Debes irte... Mi hermano está cerca. — ordena asustándose al notar que los pasos de Shōto se aceleran hacia ellos — ¡Demonios! —exclama acercándose al chico y tomándole por los hombros para en 3 segundos distanciarle de su hermano mayor.
La habilidad de Uraraka era su agilidad y gran poder de percepción a distancia.

Los 3 hermanos poseían un don, el de Shōto era la domesticación y encantamiento. Izuku, el menor de los tres, poseía la anulación, don del que aún no tenían muy claro su uso.

—No debería estar aquí...— reclama la castaña, iniciando un monólogo — Le dije que le cuidaría, si le asesina Shōto y le vuelve su esclavo, Izuku nunca me lo perdonará. Es mi querido hermano, debo cuidar a este engendro... debo proteger-

—Oye, estoy escuchándote.— menciona el rubio, sentado en el suelo.

—¡Tú solo cállate y preocúpate de no morir!, y no vuelvas a poner un maldito pie aquí.— gruñe irritada por lo terco que es. Izuku tenía razón, las amenazas no servirían con él.

—Despiértalo.— ordena sin dar pie a torcer y haciendo a la mayor rodar los ojos cansada.

—No, no puedo. Y si estás con él solo le causarás dolor...— explica extrañándose al ver como la mirada escarlata del menor se apaga —No me vas a decir que en serio te gusta. Oye chico eres humano, ¿acaso quieres morir?

...

Hay un breve silencio antes de que Katsuki logre contestar:
—Dime qué demonios debo hacer para vayas a despertarle...

—Pues..., dejar que te mate.— responde con simpleza.

—¿Qué?— pregunta creyendo haber oído mal.

—Si te presentas como humano te matará, pero luego podría convertirte. Caso para el cual estarías muerto también, pero podrías estar con él para siempre.— explica entusiasmada, pues siempre sufría pensando en lo solitario de su amado hermano — Eso quieres, ¿no?

—No entiendo a qué te refieres.

—Estás demente enamorándote de un vampiro, y te advierto que Izuku tiene una sed enorme. La suprime con una estricta dieta que tu humano cuerpo acaba de romper.

—¡Hey, nunca hablé de amor!— aclara avergonzado y preguntándose a sí mismo si en efecto es así.

No sabe bien qué es amor, pero desea estar con él y quiere aferrarse a ese deseo.

Nunca quiso tanto a nadie,
sólo puede pensar en él.

—Como sea, decide qué quieres hacer. Ven mañana si aceptas el trato y te digo en serio, si le despierto por mucho amor que te tenga... te matará.

...

"¿Qué quiero?"

Se pregunta recostado en su cama, riendo de tan solo analizar la excéntrica propuesta
¿Morir? Era imposible aceptar algo así. El humano se aferra a la vida, es su naturaleza.

"Podrán estar siempre juntos"

No puede decir que la propuesta no es tentadora, pero la idea de no poder poner pie a la luz del sol y vivir sediento no le parece muy atractiva, así que la descarta.

Quiere intentar estar con él aunque sea una bolsa de sangre, mas sin perder su humanidad.


— Voy a alimentarlo, pero será de a poco. Vendré siempre a entregar de mi sangre para él, hasta que decida qué hacer más adelante.— responde apenas abriendo los ojos.
No pudo dormir en toda la noche tomando aquella decisión.

—¡Te estoy diciendo que te va a matar!— exclama la castaña sin poder aceptar la loca propuesta del menor —¿Meditaste todo el día para esto?

—Si me mata dejaré que hagan lo que quieran y me vuelvan lo que sea, pero déjame intentar.

—¿Estás seguro?— pregunta dudosa.

—Sí— responde con firmeza.

— Bien... Le despertaré.— susurra la chica junto al gran ataúd donde duerme su hermano, en completa paz — Tendrás poco tiempo, apenas te huela va a enloquecer...

—Ok, estoy listo— confirma, no tan seguro en realidad.

...

—¿Kacchan?— pregunta el pecoso adormilado, liberado de su prisión de madera y plata — Uraraka, ¿cuánto dormí? ¿Por qué el sigue aquí?

—Me pidió verte...— explica jugando inocentemente con sus mechones castaños.

—Uraraka... Te dije que-

—¡No me importa!— interrumpe el único humano del lugar, impaciente como siempre.

—¿Cómo dices?— pregunta Izuku desentendido, aún sin despertar del todo.

—Puedes beber de mi sangre si quieres, pero maldición... no te vayas. ¡Te lo prohibo oíste!— gruñe lo último, en clara amenaza —¡No puedes dármelo todo y luego dejarme!

—Disculpa, nunca lo pensé de esa forma...— contesta avergonzado y algo alegre por la notoria muestra de afecto de este, sin su sangre vampírica en su sistema controlándole.
Y temblando cuando siente al menor acercarse, junto a ese fragante aroma que anula sus sentidos y llama al peligro —Ka-cchan, esto no va a funcionar — advierte comenzando a hiperventilar.

—¡Cállate jodido vampiro inútil!— responde acercándose aún más — Si quieres matarme, vas a tener que-

—¡Demonios!— exclama la castaña al notar a Izuku detrás del joven en menos de un segundo, hincando sus dientes en su cuello el cual, retuerce sin delicadeza alguna mientras lo succiona. Desesperada intenta detenerle siendo empujada lejos por su hermano, quien continúa bebiendo de Katsuki a una velocidad increíble, secándole mientras le muerde por todas partes, desgarrando su carne como un indefenso animal.

Es un espectáculo sangriento y despiadado, que hace años la joven no veía y le parte el corazón.

Ya estaba acostumbrada a ver a su gentil hermano comiendo pequeños animales del bosque y prácticamente disculpándose con ellos por lastimarles.

"No va a vivir,
este plan fracasó."

Concluye para sí, admirando a su hermano cubierto en sangre junto al cadáver de a quien quiso. Otra vez.


"Yo elegí esto"

"Soy feliz contigo,
¿no lo entiendes?"

Piensa el joven de ojos carmín y cabellos dorados, antes de acercarse y toparse con las esmeraldas de su pareja, quien sonríe ante su llegada.

—¿Estabas cazando?— pregunta recibiendo un asentimiento del menor y una sonrisa victoriosa.

—Traje un oso.— fanfarronea sonriendo torcidamente.

—Con conejos me bastaba.— responde levantándose de su asiento y rápidamente siendo atrapado por los brazos ajenos — Estás de buen humor hoy, ¿es por el oso?

— Ese estúpido oso da lo mismo, sé que lo que más te importa es el postre...— susurra ronco en su oído, antes de como todos los días desde hace más de un siglo comenzar a acariciarle, exponiendo su cuello para que beba de él.

Sólo de él y nadie más, en ese trato que ambos iniciaron y donde ahora viven en las sombras, juntos por la eternidad.

—¿El postre que no iba después?— pregunta el pecoso, a sabiendas de a que se refiere.

—Puede tocarte postre otra vez después...

...

Y entonces Katsuki, perdido en el placer que le genera Izuku cuando bebe de él y lame su cuello -borrando cualquier marca, con suma gentileza-, se da cuenta de que el verdadero monstruo no es este sinó él...

Quien le ha obligado a volverse adicto a su sangre, convirtiéndole en lo que tanto luchó por no ser.

Un vampiro,
sediendo de su progenie.

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