Capítulo 4: Víctima personal
TIGER -Taemin
Este sería su año, él lo lograría. Lo había prometido por toda la ropa rosa que tenía aún en su maleta, que yacía apoyada tiernamente a un costado de su nueva cama. Lograría pasar el año sin reprobar ningún examen.
Como todos decían, la tercera era la vencida.
No sabía el porqué de sus dos años consecutivos de universidad fallidos, él creía que hacía todo lo que podía.
Aunque claro, Jin sabía que eso no era del todo cierto. Pero no lo quería admitir.
Pero su padre sí que creía saber cuál era el problema: hombres.
Y lo peor es que había tomado cartas en el asunto.
Se encargó de mandarlo a la universidad privada más prestigiosa que el dinero pueda pagar. Pues claro, eso para ellos no era un problema.
En general, no lo era para nadie quien estudiara en esa universidad.
"Las universidades públicas están repletas de liberales y son todos unos despreocupados. Te llevaré a una universidad donde el tener novio sea algo tan irresponsable como tener una ballena de mascota".
Oh padre, no podías estar más equivocado. –pensó Jin.
A su padre no se le había ocurrido mejor idea que meterlo a un lugar donde solo había hombres y como, por si fuera poco, todos con un muy buen estilo.
Solo le basto con el camino hacia su habitación para darse cuenta de que cada chico era más guapo que el anterior.
Jin creía que lo había hecho a propósito, era tanta la ironía que casi podría reír.
Pero la amenaza de regalar a su perrito no era broma, y daría todo de sí para lograr salir con profesión de ese lugar. Aunque le costara su vida social.
Jin sabía que él no era tonto, era muy capaz. El verdadero problema yacía en su fuerza de voluntad.
¿Cómo podías decirle a un borracho "no bebas" cuando le presentan en bandeja de plata una extensa gama de licores tanto dulces como duros?
Una verdadera crueldad, si le preguntan al castaño.
La puerta se abrió y eso sacó a Jin con brusquedad de sus pensamientos.
—Hola. —vociferó sin poder evitarlo. Rayos.
No logró ver su rostro con claridad por la capucha que tenía, y también porque lo había ignorado. Sacó unos libros de un pequeño mueble oscuro junto a su cama y salió con la misma rapidez con la que había entrado.
Hizo un puchero y casi se entristece.
Ha de ser una señal del destino. –creyó Jin, que le habían perdonado su pequeño intento de ligue con un tenue rechazo.
Lo mejor sería evitar también las amistades, jamás se puede saber cuántos problemas te pueden traer esas criaturas.
Imitó la acción de su compañero de estadía y rebuscó los libros necesarios para la primera clase entre el montón que le habían dado en dirección.
Casi en el momento en que tomó el pomo de la puerta, esta se abrió. Si no fuera por su poco interés en avanzar, hubiera chocado de narices con él. Por un momento creyó que sería el mismo chico de antes.
Pero este era ligeramente diferente; más alto y con una piel más bronceada
Jin pasó por su lado y el chico entró a la vez.
—¿Qué tal? Seremos compañeros —saludó el pequeño con una curvatura en sus labios—. Me llamo...
—No me importa. —terminó por él y cerró la puerta.
° ° °
El primer día había sido tal cual a los demás de su vida.
Una mierda.
Logró evitar, de alguna manera, a Suga y NamJoon. Y aún que le doliera pensar en ello, también evitó de manera olímpica a Hoseok.
Era la primera vez que se esforzaba para agradar con una mentira, la gente se alejaba de él casi por inercia. El hecho de tener de némesis al matón del lugar te restaba muchos puntos, y fue una condena que tuvo que llevar durante toda su niñez y adolescencia.
No había necesidad de intentar ser honesto o mentir, nadie se le acercaba.
Pero cuando vio la oportunidad de hacer un pequeño cambio en su vida, TaeHyung recurrió a la falsa identidad.
Como no hablaba con nadie, para él todos eran iguales. Y mintió para agradar al prototipo que tenía de persona.
Aquella mentira le hizo fallar de manera monumental. Incrementó, si es que era posible, odio que se tenía así mismo.
Probaría su suerte e iría a comer a la cafetería, había pocas probabilidades de que se encontrara a alguien; el lugar estaba repleto. Si bien el primer día había un alto número de personas, en el segundo día parecía como si fuera el doble.
Aún con esos datos, el día anterior se había encontrado con Hoseok. ¡Y qué encuentro!
Se compró una bolsa de fritangas y procuró no alzar mucho la cabeza, intentando mantener su suerte. Llegó a una mesa medianamente alejada y sonrió para sí mismo, quizás de verdad este era su día de fortuna.
Abrió la bolsa con extremo cuidado y luego se sintió ridículo, nadie lo oiría con ese boche.
Volvió a regalarse una sonrisa, pero esta vez levantó su mirada. A unos cuantos metros, YoonGi y NamJoon compartían una mesa con Hoseok, carcajeaban y se golpeaban en juego mutuamente.
Hoseok no podría estar junto a ellos sabiendo lo que Taehyung sabe. Suponía que Hoseok tenía la triste idea de que YoonGi lo golpeaba por la misma razón por la que lo había hecho el día anterior; que YoonGi estaba en contra de los homofóbicos. Siendo que en realidad él es el rey de los intolerantes.
Y todo gracias a su estúpida inseguridad.
No le importaba si Hoseok mantenía su odio hacía él –siempre ha sido así, de todas maneras–, pero le gustaría decirle la verdad. Ser honesto por segunda vez en su vida.
A pesar de que la primera vez lo llevó a la locura...
Taehyung miró a su alrededor. Todas las mesas estaban ocupadas; gente comiendo, hablando o haciendo cualquier cosa para matar el tiempo y pasar a la siguiente clase.
YoonGi y NamJoon se levantaron y caminaron en dirección de la zona de compra, dejando a Hoseok solo en lo que creía que sería por un tiempo breve.
TaeHyung zigzagueó por las mesas hasta llegar a la del chico a quién le había mentido injustamente y se sentó frente a él.
Alzó la mirada con una de esas sonrisas que lograban acelerar el pulso de Taehyung, pero pronto se desvaneció al reconocer al recién llegado.
—YoonGi, desde ahora te lo advierto —dejó los palillos sobre la mesa y fijó sus ojos en los del contrario—: Déjame en paz, te vuelves a cruzar en mi camino apropósito o si llegaras a cometer la estupidez de dirigirme la palabra, te parto la cara.
—Hoseok, debes escucharme, sólo por esta vez.
—Ya lo hice una vez —espetó— y solo oí mierda tras mierda.
—Eso lo entiendo, y me arrepiento no sabes cuánto...
Hoseok rió con amargura.
—Lo entiendes ¿eh?, sigue pensando así y quizás dejes de ser la persona más detestable que he conocido —volvió a tomar sus palillos y no miró a TaeHyung al hablar—. Ahora lárgate, arruinas mi almuerzo.
¿La persona más detestable que ha conocido? TaeHyung había oído cosas mucho peores, de eso no había duda. Sin embargo, aquello lo descompuso.
Él había provocado a voluntad ese pensamiento en la cabeza de Hoseok.
Tragó duro y se levantó, regresó a su lugar con la anticipación suficiente como para no toparse son Suga y NamJoon. Ninguno de los dos dirigió su mirada hacia mí o intentó buscarme. No pareciera como que Hoseok les haya comentado mi breve visita.
De verdad que es una buena persona.
Relamió su labio inferior a lo que tomaba una decisión.
TaeHyung no sabía hasta qué punto tenía su amor propio, pero jamás se perdonaría si deja que la única persona que se acercó a él sin asco ni resentimiento, viviera en una mentira que viola su credo.
Sabía que solo había sido una conversación de una tarde. Sin embargo, había sido muy especial para él. Le hizo pensar que quizás si había gente que no aborreciera su existencia, le hizo creer que era alguien.
Torturó su labio húmedo y frunció sus ojos antes de ordenar a sus pies que caminaran sin temblar hacia la mesa de Hoseok.
Cuando la distancia era menos, se detuvo.
Hoseok reía muy alegre, parecía feliz. TaeHyung se preguntó qué era lo que le había dicho Suga para hacerlo reír de manera tan sonora.
También se preguntó si hacía bien en decirle la verdad.
O que quizás si sabe la verdad y de alguna manera uno de los dos cambió de ideal.
No, eso era muy poco probable; YoonGi le ha dejado más de una vez claro que jamás podría compartir una habitación con un gay por su propia voluntad, y que, si fuera por él, tal abominación debería ser extinguida como judío en holocausto.
Rió ante idea tan absurda, era obvio que YoonGi no había cambiado de parecer respecto a mí. Pero quedaba Hoseok como última carta por juzgar.
A pesar de no conocerlo lo suficiente como para plantearse esa idea como posible, él sabía que no era así. Esas miradas no eran la de un homofóbico, estaba muy familiarizado con ellas como para ser un experto y diferenciarlas. Su odio bordeaba la decepción y reproche, casi como esperara que se disculpara con él.
Y había algo de lógico en eso, TaeHyung se ganaba su confianza a medida que untaba alcohol en sus heridas. Hacerle creer que era parte de lo que más lo odiaba, debió de ser frustrante.
Sin olvidar que le había mentido con su nombre. El mundo lo había castigado por ello e hizo que se encontrara con el verdadero YoonGi.
Mientras más pensaba, TaeHyung estaba más decidido en resolver el problema que él mismo había provocado.
Retomando su camino nuevamente, volvió a frenar, pero esta vez no por voluntad.
—Perdón, perdón, perdón... —atropellaba las palabras y hacía repetidas reverencias en dirección del tipo con el que había chocado.
—No te preocupes.
Ambos siguieron con lo suyo y se encontraron con la sorpresa de que tenían la misma destinación.
—¿Quieres hablar con Suga? —preguntó el chico desconocido a TaeHyung en un tono despectivo, ya no sonaba despreocupado como antes.
—A-algo así —TaeHyung miraba su calzado, aún no conocía el rostro del chico con el que había chocado. No acostumbraba mirar directamente a la gente.
—Yo llegué primero, así que mejor retírate.
YoonGi y los demás llevaron sus miradas a los recién llegados. Las risas habían sido cambiadas por tenues expresiones de incertidumbre.
Hoseok balbuceó una maldición al reconocer a YoonGi. Es un masoquista– pensó.
Suga irguió su espalda y avanzó a firmes zancadas al chico con mirada baja, empujó a Jimin para quitarlo de su camino y tomó a TaeHyung del cuello de su ramera.
—¿Viniste por tu dosis diaria? —siseó cerca de su rostro.
Las manos de TaeHyung temblaban y cerró firmemente los ojos.
—Hoseok. —soltó, tomando desprevenido a YoonGi.
Hoseok, quién observaba la escena con desagrado, se vio aún más molesto cuando el castaño pronunció su nombre. Se levantó e igual que Suga, apartó a Jimin de un manotazo.
Éste no podía estar más ofendido y se sentía humillado, a pesar de que el centro de atención no era él. En lo absoluto. Sin decir palabra alguna, se fue del lugar soltando palabrotas.
Hoseok colocó con suavidad su mano en el hombro de YoonGi y lo jaló levemente hacia atrás y le dedicó una dulce sonrisa. TaeHyung se estremeció al ver su complicidad, quizás ya era muy tarde como para hacer algo.
—Si alguien tiene que encargarse de este tipo, soy yo —YoonGi soltó a TaeHyung y dio un paso hacia atrás. Hoseok borró la sonrisa y se dirigió a TaeHyung—. ¿Qué hago contigo?
—Hoseok, tienes que oírme...
—Hoseok, Hoseok, Hoseok, ¿es lo único que sabes decir?
—Por favor, escúchame...- —suplicó TaeHyung, dudó en un principio, pero terminó por tomar a Hoseok del hombro y tiró de él un poco. Hasta que YoonGi lo frenó agarrando con fuerza su brazo estirado.
—Cuida tus movimientos, enfermito.
Los ojos de TaeHyung viajaron rápidamente a Hoseok, evaluando su expresión. Esperando que el insulto le haya abierto los ojos. Pero en vez de ver confusión, vio como la zurda de esté se estrellaba contra su rostro. La fuerza que empleó, obligó a YoonGi soltar a castaño.
Se encontró otra vez en el suelo, viendo la cara de sorpresa de YoonGi desde abajo.
Hoseok sacudió su mano, dispersando el dolor del golpe en sus nudillos.
—Suga, NamJoon —ambos miraron a quién los llamaba, pese a que él mismo no despegaba sus ojos de TaeHyung en el piso—: cada vez que se encuentren a este enfermo, tráiganmelo. Me quiero ser el responsable de cada quejido de agonía.
—¿Víctima personal? —sugirió NamJoon, interesado en la idea.
—Llámalo como quieras, sólo reserven su piel sin hematomas para mí.
—¿Sólo lo golpearás a él? —la voz de YoonGi revelaba desconcierto, él no creía que eso fuera correcto. Le hubiera gustado presumir sobre sus habilidades en las calles.
—Mi repulsión hacia los de su especie es grande, pero con él me basta para desquitarme.
TaeHyung negó con la cabeza, eso no era lo que él esperaba.
Suga hizo un ademán con la mano.
—Ni pensarlo —había una leve pequeña arruga en su entrecejo, evidente molestia.
—Yo hago lo que quiero —Hoseok tomó su celular que descansaba sobre la mesa y dijo antes de seguir caminando: —. No te conozco lo suficiente como para comprender tus bromas. Y me gustaría seguir pensando que no te importa su bienestar.
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