Capítulo 32: Móvil
Welcome To The Black Parade – My Chemical Romance
La imagen de una puerta basculante fue lo primero que vieron los ojos de Jimin, y no era mucho exagerar lo desilusionado porque no haya sido Suga, porque el recordaba haber dormido con él. Aunque recordaba mucho más que solo dormir.
Explícitamente, el platinado ya no estaba ahí, y le atribuía la responsabilidad de que la puerta estuviera algo abierta y el frío le haya despertado.
Recapituló en los acontecimientos de la noche anterior, y no pudo evitar sonreír. Había besado a su amor platónico ¡y le había correspondido! Su alegría era inmensa, a pesar de que este estuviera durmiendo y de que le correspondió pensando en otro hombre.
Tan solo pensaba en el hecho de haberle besado, y nada más importaba. Era un gran avance, lo demás podría solucionarlo con el tiempo.
Cuando oyó ruidos, Jimin solo atinó a pensar que, si alguien le encontraba llamaría a los guardias, si es que no son los mismos guardias quien le veían sentado a un lado de un Bentley cubierto por combustible. Solo pensó en el mal rato que pasaría por no haberse ido antes, aunque tampoco podría, se suponía que las puertas estarían cerradas. No podía dejar de preguntarse cómo habría escapado Suga.
Llamó a la secretaria de su familia y le pidió que le sacara de ahí, lo antes posible.
No esperó ni diez minutos cuando recibió un mensaje de ella, diciéndole que saliera. Se levantó, ordenó su aspecto como pudo, y abrió la puerta basculante completamente. Su familia estaba ahí, no tenía nada porqué temer.
Caminó sin ningún apuro hasta la salida y hasta le sonrió petulante a los guardias que le abrían el portón. No podían hacer nada más que mirarle con odio, puesto que sus padres lo sabrían y no tardarían en encargarse de ellos si llegaban a tocarle tan solo un cabello.
El trayecto hasta la universidad fue rápido y silencioso, Jimin no contestaba a nada de lo que le decían, había dormido de la mierda y, aunque no tuvo ni una sola gota de alcohol tocando su garganta, se sentía fatal de la cabeza.
Cuando caminaba hacia su habitación, por inercia, pasó por la puerta de la habitación de Suga, y volvió a sonreír ante el recuerdo. Con ese mismo ánimo, corrió hasta su cuarto y abrió la puerta de golpe, ganándose varios reclamos de Hoseok y Jungkook. Saltó a la cama de este último nombrado y le abrazó por sobre la colcha.
—¡Notición, chicos!
Sin despegar su cara de la almohada, Hoseok tomó otra del suelo y se la lanzó, pero como no veía, tan solo le llegó a su trasero.
—Que te calles, pesado.
—Jimin... —lloriqueó Jungkook.
—Es que no saben lo genial que ha sido mi noche y... esperen ¿cómo que están aquí? Se supone que no se deja ingresar estudiantes de noche.
—NamJoon llamó a su mayordomo para que hablara por nosotros —la voz de Hoseok era casi inaudible, su cara seguía pegada a la cama—. Les obligó a que nos dejaran pasar.
—Ya veo... ¡Pero chicos, los buenos acontecimientos no dejan de llegar!
—Le llamas buen acontecimiento al abuso de poder... —comentó Hoseok.
—Me he liado con Suga.
Hoseok, por primera vez desde que había llegado, levantó su cabeza y le miró estupefacto. Jungkook se incorporó de golpe, botando a Jimin de la cama.
La cara de Jungkook y Hoseok era arte puro, podría haberles sacado una foto de no haber sido aprisionado por el pelinegro en la pared, soltando un lastimero quejido por la brusca acción.
—Mi cabeza —sus ojos se encontraron con los del más bajo luego de eso, sorprendiendo a Jimin por ver que estaban enrojecidos y acuosos— Dios, Jimin ¿qué mierda has hecho?
—Ya lo te lo he dicho —dijo, un poco menos animado que antes— me he liado con Suga.
Le miró, por lo que creyó Jimin, que fue un minuto, sin decir nada, casi como si estuviera debatiéndose internamente algo.
Luego le soltó, siendo levemente prepotente.
—Ha sido de lo mejor...
—¡Cállate mierda!
Estaba por decir que solo fue un beso, pero su grito le dejó en silencio. Prontamente comenzaba a molestarse por la actitud de su amigo.
—Es imposible... —comenzó diciendo el castaño, quien no salía de su sorpresa.
—Hoseok, no —caminó por la habitación, sujetando con una mano su frente— Joder, cállense los dos.
—No sé qué te pasa esta mañana, Jungkook —el pelinaranja se sentó sobre la cama, observando los movimientos coléricos de su mejor amigo—. Pero creí que te alegrarías por mí. Tú más que nadie sabe cuánto quiero a...
—No, estoy feliz, lograste tu sueño —espetó. Se apoyó en el alfeizar de la ventana, mirando hacia afuera— Pero joder, no entres así. Mi cabeza va a explotar y tú no dejas de chillar como cerdo.
Silencio, en lo que Jimin miraba ofendido a Jungkook mientras que él no dejaba de mirar los árboles en el jardín del campus. Hoseok seguía impactado, no podía creer que Yoongi, el homofóbico que destruyó la autoestima de Taehyung, fuera a acostarse con Jimin. Era cierto, el más tenía las características suficientespara seducir a cualquiera, pero estamos hablando de un homofóbico que sale en las noches y espera a las afueras de bares gay para poder golpear a alguno. Era simplemente ilógico para Hoseok, debió de haber tomado la misma droga que él para confundirle.
—¿Me has llamado gordo? —preguntó lentamente Jimin.
—No seas estúpido...
—Sabes que tengo un problema con eso.
—Y tú sabes a lo que me refi...
—No digas la palabra cerdo frente a mí —se levantó, derrochando enfado en cada paso que daba hacia la puerta—. Te lo he dicho muchas veces.
Después de que saliera dando un golpazo, Hoseok volvió a acostarse, dejando caer su torso sobre el colchón. Jungkook se puso de cuclillas sobre su lugar frente a la ventana, teniendo ambas manos en su cabeza, enterrando sus dedos en su cabello. Le daba la espalda a Hoseok, por lo que no pudo ver cuál era su expresión.
Tomó su móvil de la mesa de noche y lo desbloqueó hábilmente.
Jungkook respiraba pesadamente, aun con los pitidos sobre su oreja, podía oírle. Hoseok, por un breve momento, se preguntó si estaría teniendo algún ataque de pánico o angustia. No sabía mucho del tema, pero sabía que la manera en que respiraba no era normal.
—Este muchachito no me contesta los llamados. —dijo Hoseok al oír la voz de la chica diciéndole que le mandaría a buzón de voz.
Jungkook se levantó bruscamente, mirando hacia todos lados desesperado.
—Mi móvil.
—Debe de estar...
—Tú lo tienes.
Hoseok no supo que fue exactamente, si el tono consternado que uso al hablarle o la cara de lunático que tenía, o quizás ambos a la vez, pero ocultó su móvil tras su espalda. No dejaría que Jungkook tocara el celular que le había regalado Taehyung, no en ese estado de demencia en el que se encontraba.
—Dámelo. —exigió el pelinegro, acercándose a Hoseok con los ojos muy abiertos.
—Es mío.
—Dámelo, ahora.
—Jungkook, me asustas, amigo...
—Necesito hablar con Mino.
A tan solo un paso se detuvo, con la misma expresión.
—Puedo llamarle yo y decirle lo que tú quieras...
—Dame el jodido móvil. —dijo con lentitud, pronunciando cada palabra a la perfección.
—Demonios, Jungkook —escondió su teléfono bajo la almohada y se paró, quedando frente al pelinegro, quien le seguía con la mirada—. Te has vuelto loco.
Se limitó a mirarle, con el ceño fruncido, pensando en si era buena idea contarle sobre sus planes a Hoseok. Después de todo, era su compañero de habitación y posible futuro amigo, también era muy cercano a Taehyung, podía ayudarle a juntarle con Suga.
—Sé que estás enamorado de Jimin y que te jode que sea tan zorra —dijo Hoseok, pero al ver el creciente enojo de Jungkook, se apresuró a agregar—. No puedes negarlo, se les tira a todos. Se los tira a todos —se corrigió—. Pero deberías empezar por calmarte. Esta relación de amigos-folladores que tienen tú la provocaste.
—Yo solo quería ayudarle con su problema de hípersexualidad...
Hoseok le abrazó, pero Jungkook seguía demasiado perturbado como para responder cualquier afecto.
—Eres bueno, y le amas. Pero solo te estás dañando a ti. Déjale de una vez, se nota que está enamorado de Yoongi.
—¿Quién es...?
—Suga.
—Ah.
Jungkook apoyó su cabeza en el hombro de Hoseok, aún sin responderle el abrazo.
—Pero yo también estoy enamorado.
—Lo sé.
Otro silencio, la voz del pelinegro era triste, pero no lloraría. Suspiró.
—No me rendiré.
—Lo sé.
—Seguiré creyendo que tengo alguna oportunidad con él.
—Lo sé, eres un necio.
—Y tu ropa huele a vomito.
—Lo sé, y tu cabello huele a queso y perejil.
—Dame el puto móvil.
—Joder...
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Ahora si que sí, mañana maratón.
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