Capítulo 31: Fuego

Never Mind - BTS

NamJoon estaba enfurecido, ahora que estaban fuera y bajo la luz de un farol, se podía ver las deplorables condiciones en las que se encontraba Yoongi. Camisa manchada con vino, manos con cortes y magulladuras, al igual que en su rostro, teniendo los ojos hinchados y enrojecidos por llorar. Verlo así, no hacía más que irritar aún más a NamJoon.

Inmediatamente, Yoongi se bancó un sermón de éste, de cómo casi pudieron haber sido golpeados por los numerosos guardias, gracias a él. Yoongi no parecía realmente arrepentido, y es que, si fuera por él, se habría ensañado con ellos hasta descargar todo su dolor. Entre toda la palabrería del alto amigo, no olvidó incluir la parte en que había interrumpido un buen polvo. Se sentía fastidiado por ello, aunque lo hicieron tres veces, había interrumpido la cuarta, y eso no se lo perdonaría tan fácil.

Pero a Yoongi no podía importarle menos, se sentía muy devastado como para pensar en los demás.

—NamJoon...

—Y para peor estás borracho.

—Estoy bien. —frunció el ceño, sabía que aún había alcohol corriendo por sus venas, pero entre todo el ajetreo, ya no se sentía mareado. Sus ganas de romperlo todo era lo que dominaba en él, pero no podría hacerlo, no con NamJoon ahí.

—Ven que te limpiaré.

—No.

—No es ninguna elección, ven.

Corrió la mirada hacia un lado. Estaba siendo muy duro con él. Yoongi se preguntaba si sabía la razón del porque le había dado un ataque de ira. Pero, al oír sus palabras, supo que no.

—Le preguntaré a Hoseok si anda con ese botiquín de bolsillo para rescatar vagabundos...

—¡No!

—Cállate, Suga...

Se sintió abrumado otra vez, y es que no quería recordar nada con respecto al castaño, pero al girar el rostro, se encontró con él, inclinado frente a Taehyung con una obvia cara de preocupación. Después recordó el beso entre él y NamJoon. Se sintió enfermo.

Y le odió, por primera vez en su vida.

—Eres un terco, Suga...

—NamJoon —por la repentina apatía en la voz de Yoongi, NamJoon le miró con una ceja alzada, inquisitivo, y aun enfadado—. Jamás había tenido tantas ganas de no oír tu voz, y joder que me exasperas a veces.

Comenzó a caminar en dirección a la mansión, y nadie le dijo nada, ni siquiera NamJoon.

Estaba encolerizado, con Hoseok por subirlo al cielo y luego soltarlo, con NamJoon por haberle obligado a ir y besar al chico que le había lastimado, y con Taehyung por ser el único que recibiría las explicaciones de Hoseok. Pero aun con todo eso, no se desquitaría con su mejor amigo, no añadiría otra cosa más a su lista de arrepentimientos.

Pero si había alguien con quien podía desahogarse cuanto quisiera.

—¿No irás por él? —le preguntó Jin, acercándose al moreno por detrás, rodeándole la cintura por la espalda, besando suavemente ese pequeño trozo de piel que se mostraba de su cuello.

—Si ese imbécil se quiere llenar de cicatrices, que lo haga —dijo—. Por mí que se convierta en el mismísimo cuasimodo a punta de putazos. No trataré con un borracho tan obstinado como Suga.

°   °   °

Jimin, quién venía de convencer a los guardias de que no les siguieran, fue empujado por Yoongi en el hombro cuando iba caminando hacia las puertas nuevamente. Se extrañó por un momento, pero luego se alarmó. Los gigantes uniformados estaban molestos con el platinado, le costó demasiado hacerles creer que tenía problemas psicológicos y que no era consciente de sus actos.

Pero si le aventaba una piedra a una de las ventanas y gritaba "VIEJA ZORRA, TE QUEMARÉ LA CASA" no ayudaba mucho, reforzaba la idea de que tenía problemas mentales, pero no le protegería de posibles intentos de asesinatos de parte de los guardias.

Y no tardaron en llegar, podía oír cómo se acercaban corriendo por uno de los senderos del gran jardín. Jimin se apresuró a tomar a Yoongi y empujarle hacia la puerta del garaje, que se abrió con ese impulso. El platinado se quejó, pero Jimin le tapó la boca con sus manos a medida que daba una patada a la puerta y así la cerraba.

Le soltó para ver si les habían visto, pero al comprobar que pasaron de largo se volvió a él.

—Maldito enano, tócame otra vez y yo te...

Volvió a tapar su boca, pero fue empujado casi al instante.

—Me provocas, niño...

—No quiero morir aquí, Suga.

—Piensa por ti, morir no me vendría nada de mal en estos momentos...

Nuevamente cubrió su boca, pero esta vez presionando con más fuerza contra una pared, podía oír pasos por el otro lado de la puerta. Les estaban buscando.

—No quiero que nos maten —repitió en un susurro Jimin, muy cerca de Suga, asegurándose de que solo él le oyera—. Así que, solo por ahora, presta atención a lo que te digo y hazme caso.

Yoongi frunció el ceño, y en ese momento, la ansiedad dejó el cuerpo de Jimin y reparó en lo cerca que estaba de él. Sintió ese conocido calor en su abdomen bajo junto con ese paulatino crecimiento inevitable.

—Se escaparon —habló una voz desde afuera, Jimin la reconocía como perteneciente de uno de los guardias, con él que había hablado— y si no, no podrán salir, he cerrado todo. Mañana les buscamos.

—Maldición... —respondió otro, escuchándose un tanto lejano—. Ya, volvamos. Cierra el garaje, puede que tomen un auto y boten el portón.

—Qué imaginación... —volvió a hablar la primera voz, riendo, a lo que también oía como le ponía seguro a la puerta por la que habían entrado. Les estaba encerrando. El sonido de sus pisadas se hizo cada vez más distante, hasta que ya no se les podía oír.

El platinado le apartó otra vez, y le miró fulminante. Pero sin decir nada. Metió una mano a su saco y extrajo una petaca. Abrió la tapa con su pulgar y se llevó el metálico recipiente a los labios y bebió un buen trago. Luego se dio vuelta, dándole la espalda al menor.

Tragó saliva, inquieto, pensando si habría notado su erección. Normalmente no se sentía avergonzado de tenerlas, siempre le llevaban al sexo, sin excepción, y eso le encantaba. Pero esta vez era Suga, el chico del que aseguraba estar enamorado, y que también sentía alguna especie de aversión hacia el menor.

Sabía que era un homosexual reprimido, podía notarlo. Pero también sabía que, si alguna vez saliera algo afectivo hacia los miembros viriles, no sería hacia el de Jimin. No ahora, por lo menos.

Por eso le preocupaba que notara su excitación, tan solo provocaría que le rechazara más y no era un lujo que pudiera darse. Tenía que avanzar de a poco.

Pero su angustia prontamente fue aplazada por la estupefacción. Yoongi, un tanto tambaleante por su ebriedad, vertía combustible a uno de los autos que yacían estacionados en el lugar.

—Qué mierda...

Cuando su envase quedó vacío y el carro completamente empapado, le miró.

—¿Tienes mechero? —le preguntó, lanzando el recipiente a un lado—. Anda, dámelo. Tienes cara de fumador.

—No tengo y no fumo —Jimin estaba horrorizado, quería morir carbonizado, y eso le incluía, pues no podría salir para salvar su pellejo—. Y aunque tuviera, no te lo daría ni en un millón de años.

Su mirada se ensombreció por la respuesta de Jimin, y se giró hacia unos palos de golf que estaban en un bolso, apoyado en una esquina. Tomó uno, y regresó al auto. Lo alzó y lo dejó caer sobre él, logrando que se creara una gran hendidura en el centro. Por suerte la alarma no se encendió. Jimin supuso que pretendía detonar las llamas de esa manera.

Cuando Suga volvió a levantar el palo de golf para golpear una segunda vez, Jimin corrió hacia él y se lo arrebató.

—No sé por qué intentas asesinarnos, pero ya te dije que...

—Enano, no estorbes —quiso recuperar el objeto, pero Jimin lo alejó al lado contrario del que le tenía, provocando un ceño fruncido por parte de Yoongi—. Dámelo.

—Suga, no.

—Enano...

—No. —lo lanzó hacia el otro lado de la estancia y le miró triunfante.

Eso enfureció al mayor, y quiso golpearle, alzó su puño, pero su cuerpo oscilaba. Se había bebido toda su petaca, que contenía vodka puro, era cuestión de tiempo para que su cuerpo cediera. Fue tan repentina su caída, que Jimin no pudo hacer otra cosa que mirarle sorprendido.

Cuando vio que sus ojos se cerraban y su expresión se relajaba, se sintió aliviado. Eso evitaría que ambos se quemaran a lo bonzo en una propiedad ajena, por lo menos por unas cuantas horas.

Se le quedó viendo unos cuantos segundos, hasta que reparó en lo incomodo que debía de estar, pues había caído sobre el recipiente de gasolina, su pose era un tanto distorsionada. Le tomó por debajo de sus brazos y le arrastró hasta un lugar más despejado, y se sentó a su lado. Estaba durmiendo a tal profundidad que parecía estar muerto.

Se quedó observando sus facciones, embobado por lo finas de estas. ¿Sería un aprovechamiento si las tocaba? Era extraño que preguntas así pasaran por su mente. Porque Jimin no era respetuoso con nada que tuviera relación a espacio personal, pero esta vez sí le provocaba incomodidad acariciarle sin su consentimiento.

Optó por tocarle de todas maneras, pero no como él quisiera. Tan solo humedecería su corbata con su alcohol gel de bolsillo y le limpiaría tanto como pudiera sus heridas. No soportaría mucho tiempo verle en tan mal estado, le dolía verle sangrar.

En lo que pasaba su prenda por los lugares afectados, se preguntaba si su furia tendría algo de relación con que Hoseok haya sido descubierto follando con la madre de la anfitriona, y es que era lo más razonable, pero prefería mantener sus esperanzas y creer que solo era su bipolaridad saliendo a flote. Porque Jimin sabía que tenía problemas con eso, pues era obvio. Su humor cambiaba con demasiada facilidad.

Al terminar, arrojó su corbata a un costado y volvió a Yoongi, sintiéndose menos acongojado por no ver rastro de sangre. Estaba muy cerca, y su instinto le llevó a acercarse aún más, era algo casi inevitable. Toda una vida siendo un abre-fácil que poco era necesario para hacerle encender, y tenerle tan vulnerable le ponía con rapidez. Se contradecía él mismo, puesto que en un principio se sentía fatal con el pensamiento de estar aprovechándose de su amado. Pero su pene, nuevamente erecto, no le dejaba muchas opciones.

No le importó, como muchas cosas en la vida, esa era una oportunidad única. Ignoraría sus pensamientos de chico enamorado y le besaría, aunque eso sería llamarle demasiado, le conformaría con rozar sus labios, y nada más.

En lo que acortaba la distancia y acercaba su rostro al chico tumbado, sentía cada vez más fuerte el olor a alcohol, y no le dio importancia. Era Suga de quién se trataba, hasta el verle orinar le excitaba. Cosa que ya había hecho, para que mentir.

Se sintió impulsado a montar a Yoongi y despertarle y obligarle a que le cogiera cuando sus labios se rozaron. Pero se contuvo, y solo lo dejó en un beso casto, ignorando el constante latir de su pene.

Después de unos cuantos segundos en los que mantenía sus labios juntos, sin movimiento alguno, se decidió por alejarse, sobrepasaría los límites de acoso que de por sí ya los había pasado hace ya mucho tiempo, pero que, de todas maneras, no quería seguir explotando su suerte.

Pero cuando lo quiso hacer, una mano le tomó de la nuca e intensificó el beso, impidiendo que se apartara, respondiendo a él a su vez.

Jimin no cabía en su sorpresa, creía que dormía, y que también la odiaba, pero no pudo pensar por mucho tiempo, los movimientos lentos pero pasionales del platinado le volvían loco, y se sintió delirar cuando llevó su otra mano hasta su torso, buscando tocarle por debajo. Era como si una de sus miles de fantasías de hiciese realidad, aunque jamás había tenido una en la que follaran en un garaje.

Aunque no sería un problema añadirla a su lista imaginaria.

Pero luego comenzó a llorar, quedando aturdido al oírle hablar.

—Hoseok...

Jimin se separó de golpe, y le miró con labios entreabiertos. Sus sienes estaban húmedas por llorar y estar acostado, pero sus ojos seguían cerrados. Había estado soñando, y lo más probable es que le respondiera el beso en lo que pensaba que era un sueño.

Un sueño en el que lloraba y besaba a Hoseok, no a él.

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Se vienen capítulos deprimente, porque yo estoy deprimida. Me dueles YG TnT.


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