Capítulo 23: Pesadilla

Gods And Monsters - Lana Del Rey

«—¿Por qué no simplemente vives y dejas vivir? —preguntó su padre.

¡¿Cómo mierda puedo vivir sabiendo que hay asquerosidades como él por las calles?!

—Yoongi, no hables así de mi pareja o...

—¿O qué?

—¿Te está dando problemas otra vez? —dijo una voz que no era la de su padre.

El delgado cuerpo de un Yoongi adolescente se estremeció, descubrió que su padre había desaparecido y que ahora solo era él y su padrastro en la habitación.

—Deja ya de insistir con el tema, jamás te creerá. Está cegado de mí. Me ama más que tú, acéptalo de una vez.

—Jamás he dicho lo contrario.

—Nadie puede querer a alguien tan patoso y arrogante como tú —volvió la cabeza cuando estiró una mano hacia su rostro. Sentía la bilis subir por su garganta—. Pero puedes conformarte con mi polla.

—Aparta, o llamaré a...

—¿A quién? —se mofó, sin alejarse—. Tu padre me protegerá de cualquier cosa. Ya te lo dije, deja de insistir —Colocó su mano en la blanca nuca de Yoongi y le obligó a verle—. No eres nada más que un niño rico sin ambiciones, eres basura.

—Yo también creo que eres genial, Suga. —Otra voz dijo sobre él.

Y otra vez, su padrastro desapareció al igual que su padre, y la escena cambió. Estaba tumbado sobre el césped, con el regazo de Hoseok como almohada. NamJoon sentado frente a ellos, no muy lejos, discutiendo con Hoseok sobre cuál era el mejor anime de la temporada, mientras este último nombrado jugaba con su cabello. Iba vestido con el uniforme, como cualquier otro día, pero sus ojos y dientes parecían más brillantes que nunca. Pensó en lo feliz que sería si pudiera tener esa imagen con él durante toda su vida.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Suga, en un murmuro.

—¿Cómo que qué hago aquí? Jamás me he ido —Hoseok le sonrió divertido.

—Oh, Suga está tierno. Pide un deseo, Hobi. —rió NamJoon.

—Siempre dices eso —le defendió el castaño— Suga siempre es tierno.

No podía acotar nada a la conversación, creía que cualquier palabra que saliera de sus labios podía arruinar ese momento. Tan solo le bastaba con ver como esos labios bien formados se estiraban en una tan conocida sonrisa.

—Sólo contigo es así... ¡Oh! —NamJoon alzó la voz— Vinieron por ti, Hobi.

Yoongi no tuvo tiempo para preguntar a qué se refería cuando un castaño le había empujado y subido sobre Hoseok. Le besó con tanta pasión que no pudo evitar sentirse incómodo, viendo como refregaba su cuerpo con el otro en busca de más contacto. Pero Hoseok tampoco se quedaba atrás. Sus respuestas eran casi tan deseosas como las de Taehyung.

Y de pronto, Hoseok le miró. Dejó de besar al menor y le sonrió ladino.

—¿A qué te sabe la realidad, Min Yoongi?»

La pena que sintió por su sufrimiento le había comprimido los pulmones y le provocó un dolor tan intenso que lo despertó de ese sueño tan tortuoso. Se había despertado con la cara y la almohada mojada de lágrimas, con los residuos de angustia y dolor retorciéndole el estómago.

Se sentó con las rodillas dobladas bajo la barbilla, miró a su alrededor, aun aturdido y con la respiración acelerada por el llanto. Por la ventana podía ver que faltaba poco para que anocheciera y las lámparas de noche estaban encendidas, NamJoon no hace mucho estaba aquí.

Buscó su celular y lo encontró bajo la almohada, toqueteaba el teclado de él considerando la sensatez de llamar a Jeff, su mayordomo personal, para que le trajera algo de alcohol. Los primeros días, luego de hablar con Hoseok borracho y decirle un montón de mierdas, fue fuerte, se abstuvo de ingerir, aunque sea, una gota de licor, pero la noche anterior había sido dura. Se cumplía un año más de la muerte de su madre, y para arruinar más su estado anímico, vio como Hoseok entraba a la habitación de Taehyung hacia ya muy avanzada la noche.

Fue un mensaje corto, lo envió y cuando regresó a contactos, vio el de Hoseok. Se detuvo en él y consideró la idea de llamarlo para pedirle que hablaran. Pero... ¿qué le diría? Bueno, eso sería algo que pensaría en el momento. Por ahora, tan solo quería volver a oír su voz.

Yoongi pulsó el botón marcar en el teléfono y se lo llevó al oído.

Hoseok descolgó casi al instante.

—¿Aló?

Le dio un vuelco en el corazón. Era una voz demasiado temerosa y débil para ser la de su Hoseok. Pasó saliva y colgó.

Era la voz de Taehyung.

¿Habría borrado su nombre? Esa era la única opción para que el cobarde de Taehyung le contestara. Pero ¿por qué él contestó y no el dueño del aparato? ¿Sería su sueño uno de esos proféticos? ¿Hoseok estaría enrollándose realmente con ese enfermo? Con solo pensar un segundo la idea, se sintió con ganas de llorar otra vez.

La puerta dio con tres golpes, se apresuró a abrir y recibir su encargo, quería dejar de pensar lo desgraciada que era su vida y volver a dormir con ese precioso líquido corriendo por sus venas.

Pero al girar el pestillo, un mayordomo no fue justamente lo que se encontró.

—Hola, Sugatito.

—¿Ga... gatito? —pestañó consternado hacia el chico de cabellos naranjos.

—¿Qué tal, cariño?

El platinado le miró con una mueca y cerró la puerta en sus narices. O eso quiso hacer sino fuera porque Jimin puso su pie para impedirlo.

—Te lo juro, niño. No es buen momento.

—Siempre es buen momento para una fiesta. —buscó su mirada por la rendija de la puerta.

—Aparta, enano.

—Suga, también puede ir NamJoon. Te aseguró que os va a gustar.

—Lo dudo, saca tu pie o yo...

—Va a ir Taehyung.

Ese nombre le taladró la mente y frunció el ceño. Una oleada de ira le recorrió el cuerpo a Yoongi. ¿Quién se creía que era ese enano para tratar de provocarlo?

—¿Qué te hace pensar que quiero estar en el mismo lugar que ese imbécil?

—Por favor, anda...

—Si va Taehyung, va Hoseok. —habló una voz por detrás de la puerta.

NamJoon apartó a Jimin de un empujón y abrió la puerta apoyando una mano en ella. Yoongi se hizo a un lado y le dejó pasar.

—¿Dónde estabas, maldito...?

—¡Eh, enanito! —vociferó NamJoon a Jimin, ignorando por completo la pregunta de Yoongi—. Ahí estaremos.

El mayor de los tres le miraba horrorizado y el pelinaranja sonrió ampliamente.

—Los vendré a buscar mañana al atardecer. Tienen que usar un traje elegante o no podrán entrar.

NamJoon asintió y cerró la puerta, sin esperar que Jimin se fuera aún.

—¿Qué mierda pasa por tu mente? —preguntó Yoongi con evidente molestia—. No iré a un lugar en el que no quiero estar.

—Claro que quieres estar ahí.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Ya te lo dije —habló tranquilo, recostándose en su cama, colocando ambas manos bajo su nuca—; Hoseok estará ahí, no necesitas más razones para querer ir.

Yoongi se puso de pie y le miró amenazante.

—No decidas por mí, deja de usar tu inteligencia para analizar cada cosa que hago. No tienes idea de lo que siento.

—Sé perfectamente cómo te sientes —espetó. Antes de que Yoongi pudiera replicar, NamJoon agregó—. Estás de la mierda, todos los días llegas y lloras hasta dormir, no comes ni bebes nada que no sea alcohol, a no ser que yo te obligue a meterte, aunque sea un trozo de fruta a la boca.

—Sé que para ti es una porquería cargar conmigo, pero yo...

—Eres mi mejor amigo, jamás te consideraría una carga —le aventó un sándwich de queso y Yoongi lo atrapó en el aire—. Iremos, hablaras con Hoseok hasta que te sientas satisfecho y daremos fin a toda esta mierda.

—Lo haces sonar tan fácil —masculló decaído el platinado.

—Lo es, tú lo complicas. Ahora come.

Con una mueca, lo sacó de su envoltorio y le dio una pequeña mordida. Al ver que se dirigía a su closet, le llamó con un gesto.

—Cállate y come tranquilo, maldito enano. Buscaré algo que te haga ver como un príncipe —ante la mirada fría de su amigo, sonrió— un príncipe oscuro, claro.

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No es maratón, pero subí fuera de horario y, aparte, les tengo una sorpresita. La subiré en minutos.

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