Capítulo 2: El homofóbico

It Was Love- Block B


Taehyung oyó como unos pasos se aproximaban con rapidez. Mierda, ya llegaron los vagabundos a pelear por su "casa".

Señor, venga que le ayudo a llegar a un albergue. —dijo una voz masculina muy afable y clara para ser de un indigente.

Se volvió con lentitud, preparándose mentalmente para el segundo round.

Sus ojos volaron hacia arriba: pantalones oscuros rasgados, una campera de cuero roja cubriendo una playera simple blanca, llegando hasta unos cálidos y profundos ojos. Era muy atractivo- fue lo primero que pensó.

Su expresión risueña se esfumó al ver la cara deformada de Taehyung, demostrando una creciente preocupación.

—No tengo dinero. —soltó, antes de volver a ser engañado por la cegadora belleza humana.

Le tendió la mano y sonrió otra vez.

—Yo tampoco, dame tu mano.

Taehyung negó con la cabeza, era obvio que un chico así de amable y lindo no hablaría conmigo. Intentó levantarse sólo otra vez, a duras penas, pero lo logró. Hoseok le miraba curioso desde su lugar, teniendo aún la mano estirada.

° ° °

Mierda. La había cagado, no era la intención de Hoseok decirle viejo ni asqueroso, pero no era su culpa. Vamos, solo era un montón de trapos, cualquiera se confundiría.

Lo observó mientras se levantaba, conteniendo las fervientes ganas de querer ayudarlo. Había venido a guiar vagabundos a un techo, pero en vez de eso se encontró con un chico horrible y demacrado, no había ninguna facción rescatable en su desfigurado rostro. Hoseok intuyó que debió haber sufrido una brutal golpiza para quedar así, que lo más probable es que haya sido su padrastro o un matón. Le hubiera gustado llegar antes, haber hecho algo...

—No querrás ir a un hospital —aseguró Hoseok, sabiendo perfectamente cómo funcionaba el mundo de los adolescentes acosados—. Pero te prometí un aventón, vamos.

Taehyung no parecía haber aceptado la propuesta de Hoseok, pero éste le paso el brazo por los débiles hombros del castaño oscuro y lo obligó a caminar con él.

Al inició se negó, trataba de zafarse de su agarre, pero aún estaba débil, así que terminó por dejar que lo llevara por las calles mientras lo abrazaba. Era difícil leer sus expresiones debido a las contusiones, pero Hoseok sabía que no estaba feliz.

Apreció una pileta a lo lejos y lo llevó hacia ella. Lo sentó en una banca cerca de ésta y rebuscó en su mochila su set de primeros auxilios.

Siempre iba preparado al momento de hacer servicio comunitario.

Antes de que pudiera tocar el algodón empapado de alcohol en las heridas de su cara, Taehyung detuvo el brazo de Hoseok.

—No lo hagas, no... no me ayudes. —dijo en un tono frío y bajo.

—¿Por qué no? —cuestionó Hoseok—. Ya estamos aquí.

Volvió a acercar el algodón.

—Por favor, no. —Corrió la cara.

—Pero si dejaste que te arrastrara hasta acá. —alzó un poco la voz—. Sólo dolerá un segundo.

—No me importa el dolor.

—Entonces...

—Solo no quiero ser curado, todo esto me lo merezco.

Hoseok frunció el ceño, creyó no parecía estar bromeando, que de verdad él creía que se merecía esos golpes. No podría saberlo bien, pero supuso que Taehyung quería llorar.

Le picaba la curiosidad, pero no sabía si debía o no:

—¿Qué te hace pensar eso?

Taehyung apretó sus labios hinchados y se quedó estático, mirando fijamente las manos de Hoseok sobre sus piernas. Supo que no estaba bien preguntar.

—De acuerdo, hablaré de otra cosa ¿Cuál es tu nombre?

Pensó que la había vuelto a cagar cuando mantuvo su silencio los primeros segundos, pero se relajó a medida qué soltaba cada palabra;

—Min Yoon Gi. —dijo sin vacilaciones.

Hoseok examinó su cara durante unos momentos, antes de que una ligera sonrisa se extendiera por sus labios.

—No preguntaste, pero yo me llamo Jung Ho Seok.

Pese a los reclamos y manotazos de Taehyung, Hoseok le desinfectó las heridas y las curó.

—¿Te molestaría si te pidiera tu número?

De no ser porque los labios volvieron a sangrar al estirarse, Hoseok no se habría dado cuenta de que Taehyung estaba sonriendo. Soltó una carcajada y limpió nuevamente.

—No tengo celular. —explicó el lastimado, con un poco de pena.

Le miró rápidamente para comprobar si bromeaba, pero este estaba inexpresivo.

¿Qué adolescente no tiene un celular en esta época? Inclusive Hoseok, el huérfano muerto de hambre, tenía uno.

—Anda, si no quieres dármelo no inventes mentiras estúpidas.

Taehyung abrió mucho los ojos, alarmado.

—De verdad —Hoseok alzó una ceja, sin saber si creerle o no—. No creo ser merecedor de tales artefactos.

—Pasaré por alto lo que acabas de decir.

Volvió a sonreír, haciendo que la sangre saliera otra vez. Hoseok le pasó su dedo pulgar por el camino de sangre y Taehyung se removió en su lugar.

—Pero —su voz temblaba y quitó su dedo para que Taehyung pudiera hablar— puedes darme el tuyo, y te llamo desde mi casa —Hoseok fregó la sangre de su dedo en un trozo de algodón, a la vez que una comisura de su labio se alzaba. Taehyung se apresuró a decir con timidez—. Solo si quieres.

Hoseok escribió su número telefónico en el dorso de la mano de Taehyung y le dedicó una mirada amable.

Hoseok reparó en lo rosado de sus labios y los miró por un buen rato; su cuerpo reaccionó ante lo cerca que estaban. La expresión de Taehyung cambió y su respiración se entrecortó; él también lo había notado.

El cielo se puso rojo y luego rosa cuando el sol se hundió en el horizonte. Hoseok miró la hora en su celular y después al chico sentado frente a él.

—Creo que tengo que irme.

—Está bien.

—¿Te importa si te acompaño a casa?

Su cabeza se inclinó; parecía pasmado por las palabras de Hoseok.

—¿Aún te preocupas por mí? —preguntó incrédulo.

—Claro que sí, estás herido —obvió, ayudándolo a pararse—. Aparte, me agradó tu compañía, Yoongi.

Taehyung pareció incomodo cuando dijo su nombre y torció un gesto.

—Sobre eso...

—Tranquilo, no me molesta. Tengo todo el día libre.

Taehyung jamás había estado tanto tiempo conversando con alguien, fuera de su familia, sin que termine recibiendo insultos o golpes. Y se notaba, Hoseok hablaba y él no sabía que responder. Esto era muy distinto a como lo describían en sus libros.

Pero para Taehyung, Hoseok no parecía estar incomodo con sus cortas respuestas. Al contrario, sonreía en demasía, casi como si disfrutara estar con él.

Apresuraron el paso por los suburbios, ya anochecía y mañana comenzaba la universidad.

—Y dime, Yoongi —Taehyung sabía que estaba mal mentir sobre su nombre, pero usar otro le daba más seguridad y le hacía sentir menos vulnerabilidad— ¿Cómo terminaste así?

Taehyung dudó durante un momento, y entonces, finalmente, supo que no quería arruinar este posible primer amigo.

—Venía de vuelta a casa cuando vi un par de homosexuales besándose —Hoseok asintió, dándole luz verde para seguir con la historia—. Y ya sabes, a esos infelices hay que exterminarlos.

Hoseok dejo de mirarle. Agachó su cabeza y sonrió con los labios juntos, mordiéndolos internamente. Taehyung pensó que había acertado, que Hoseok era un abusivo al igual que todos a su alrededor.

—¿Y quedaste así por...?

—Eran fuertes los maricones.

Cuando llegaron a las afueras de la casa de Taehyung, Hoseok la miró sorprendido; era la casa más grande y elegante que había visto en su vida, por un momento se sintió diminuto. Luego se quedó muy callado.

Carraspeó.

—Yoongi... No quiero que me vuelvas a hablar —se metió las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón—, si nos volvemos a ver.

Taehyung pestañó hacia a él por la sorpresa. Aquella expresión en su cara le dejó sin palabras; desilusión.

—He sido diligente contigo, pensando que... —la voz se le cortó y chasqueó la lengua—. Creí que eras especial. —dirigió su mirada al suelo y apretó la mandíbula—. Creí haber encontrado por lo menos un amigo.

Taehyung negó con la cabeza. No entendía que era lo que dijo para que se molestara. Creía quizás lo estaba poniendo a prueba o era una broma.

—Creí ver algo más que presunción e inhumanidad. Pero veo que eres igual que todos en esta asquerosa ciudad. Nadie se salva.

Negó con la cabeza de nuevo. Estaba hablando en serio.

Caminó en dirección contraria a Taehyung, pero antes de abandonar del todo la calle, se volvió hacia él y dijo con tono sombrío:

—Quiero que borres mi número. No sabré quien eres si me llamas así qué hazme ese favor.

—Hoseok, no entiendo que te molesta...

Con agilidad, le dio con su derecha en su abdomen, dejándole sin aire. Cuando cayó al suelo, le pateó en el mismo lugar tres veces seguidas, cada una con más ira que la anterior.

—Me molesta la gente como tú —dijo en voz baja y con mayor crueldad y repulsión que antes—; violadores, estafadores, ladrones y, en tu particular caso, homofóbicos.

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