Capítulo 14: Confundido

The Greatest - Sia


Se ajustó la corbata una última vez y se miró al espejo con afán, odiaba usar esas cosas, y sobretodo tan apretadas. Sentía que era una manera de decir que eran esclavos del sistema y que no podían hacer nada al respecto. No tenían utilidad, solo te dan la sensación de libertad cuando te las quitas al final del día, tal alivio como si te quitaran las cadenas para dormir.

No le servía de nada quejarse y era muy estúpido pensar en ello, en unos cuantos años más sería abogado y las corbatas pasarían a ser parte de él.

Pero aun así le era extraño, en las escuelas proporcionadas por el orfanato no usaban uniforme, y era muy cómodo usar tu ropa. Que le obligaran a usar un conjunto muy parecido al de un empresario le desconcertaba un poco.

—¿Me ayudas?

Hoseok siguió la voz y se encontró con Jimin apoyado en el marco de la puerta, observándolo desde ahí. Tenía la corbata totalmente deshecha y la balanceaba en su mano, mientras que la otra descansaba en su cadera.

Hoseok se acercó y tomó la prenda, la pasó por el cuello del más bajo y comenzó a anudarla. Jimin le seguía mirando y se relamía los labios a la vez. Cuando Hoseok casi acababa, el pelinaranjo se le abalanzó y atrapó sus labios.

Molesto, Hoseok le apartó poco más en el momento.

—¿Por qué hiciste eso? Se supone que estás con Jungkook. —se limpiaba la boca con el puño de su saco.

—No hagas un dilema de esto —la mirada de Jimin desbordaba lascivia  y a la vez sonreía con indiferencia—. Jungkook no es nada más que mi mejor amigo —dio un paso hacia Hoseok—. Además, tengo que saciar esta sed y te ves muy erótico con uniforme.

Hoseok caminó por su lado y salió del baño.

—No sé qué creas de mí, pero no soy gay —ordenó sus ropas por el anterior ajetreo y volvió su mirada a Jimin, totalmente serio—, y tampoco quiero problemas con Jungkook.

Jimin rió.

—Ya te lo dije, a Jungkook no le importa, somos amigos con derechos y él sabe que hago esto. Y sobre lo otro —salió del baño e volvió a acortar la distancia— mi especialidad es ayudar a los confundidos.

—No estoy confundido.

—Oh, no. Aún no.

Hoseok rodeó los ojos y abrió la puerta.

—Como digas, te veo en la cafetería. Iré a buscar a un amigo.

Abrió los ojos maravillado y entró de nuevo en el baño gritando algo de "¿por qué no lo dijiste antes?".

Lo más probable es que piense que es el sociópata de Suga.

Le tomó menos de cinco minutos en llegar al dormitorio compartido de Taehyung, golpeó la puerta hasta que el mismo chico con el que había hablado mal de Taehyung le abrió. Sonrió afable y le dejó pasar.

Buscó con la mirada a Taehyung y no le costó encontrarlo, pero si le costó reconocerlo.

Estaba acostado, en lo que Hoseok pensaba que era su cama, con Jungkook a un lado y Mino al otro. Hablaban entre ellos y Taehyung les miraba, sin decir nada, desde el centro.

Alzó una ceja, inquisitivo y, a lo que todos notaban su presencia, se aclaró la garganta.

—Taehyung, vamos.

Jungkook soltó un bufido.

—Qué coincidencia, no sabías que conocías al pequeño Tae.

—Es mayor que tú, ten un poco de respeto. —intervino Jin, quien seguía parado al lado de Hoseok.

—Bueno, lo que importa es que yo lo tenía primero —movió la mano en dirección a la puerta—. Anda a ver a tus amigos, deben estar esperándote.

Hoseok seguía desconcertado, pero solo miraba a Taehyung, quien también lo hacía.

—No respondiste mi mensaje.

Taehyung, al notar toda la atención de los presentes en él, se encogió y no dijo nada.

—Debiste decirme que estarías algo ocupado, me preocupé. —trató de hablar lo más normal posible. No quería que Taehyung pensara que estaba enfadado ni nada parecido, pero le disgustó la referencia a Suga de parte de Jungkook. Era un tema que no le concernía.

Por primera vez desde que había llegado, Jungkook dejó su desdén a un lado y abrió los ojos sorprendido.

—¿Para él eran los mensajes que mandaste ayer desde mi teléfono?

Hoseok asintió.

Jin alternaba su mirada entre Taehyung y Hoseok, no comprendía el porqué de su complicidad. Él mismo chico sonriente le había advertido sobre el peligro viviente que era el moreno. Tendría que hablar con él luego, le molestaba no entender.

—Taehyung, vamos. —insistió Hoseok.

—¿Adónde lo llevas? —preguntó Jungkook, más accesible que en un principio. Ayudó a salir de la cama a Taehyung.

—A desayunar, ven si quieres, Jimin está ahí esperando.

Su repentino entusiasmo fue evidente, se levantó de un salto y tiro con él a Mino, quien había comenzado a dormir hace unos pocos segundos mientras los demás conversaban. Miraba hacia todos lados desorientado.

—Ya tomé desayuno, aprovecharé de dormir un poco más.

Jungkook le miró hasta que se recostó sobre su cama para terminar encogiéndose de hombros y sonrió malicioso a Hoseok.

El pelinegro creía que quizás no sea tan malo juntar a Suga y Jimin en una mesa, no si está Taehyung. Así se dará cuenta de que está sobrando y que no tiene espacio en esa relación.

Plan G en marcha.

° ° °

A Suga le hubiera gustado decir que los rayos de sol que se filtraban por los pliegues de la cortina lo habían despertado, y que la alarma no había sonado por alguna extraña razón.

Lo último si había ocurrido, su celular estaba muerto. Pero no fue un destello que lo regresó de su sueño, si no que el zarandeo de un rubio que conocía muy bien.

—Suéltame, NamJoon. —Sentía que su cabeza iba a explotar en cualquier momento, y que su borrachera no se había ido del todo, se sentía muy mareado.

—Tienes examen en menos de dos horas —le liberó de su agarre, satisfecho con su resultado—. Si te apresuras, alcanzas el desayuno.

—Hambre es lo que menos tengo ahora.

—Pero necesitas un café —señaló, y Suga dio con que tenía razón, y lo maldijo una vez más por siempre tenerla—. Lleva el libro y te haré un rápido resumen.

Luego de un corto baño, llegaron a la cafetería y el bullicio le jugó en contra, se llevó una mano a la frente y presionó en esa zona, en un intento previo de disipar el dolor.

—Quédate aquí —dijo NamJoon—, traeré el desayuno por ti. No quiero que vomites sobre los tomates.

Suga asintió y NamJoon se fue.

Una risa muy familiar llegó a sus oídos y se paralizó por un momento, había recordado la conversación con Hoseok la noche anterior. La había dicho que no debía salir con más hombres que con él, y no sabía por qué lo había dicho.

Buscó por el amplio lugar a su examigo, sabía que no le quería ver y que le odiaba, pero le gustaba verlo reír. Aunque él no fuera el causante de ello.

Lo encontró, no muy lejos de él, con una sonrisa radiante en sus labios. Imitó el gesto hasta que supo a quién iba dirigida esa sonrisa. Frente a él estaba Taehyung con un chico que tal parecía que jugaba con su cabello. Eso era lo que le causaba gracia a Hoseok y no podía adivinar el porqué.

En principio le agradaba ver feliz y alegre a Hoseok, pero no si el responsable de esto era el marica de Taehyung.

Por su culpa Hoseok se fue, y ahora lo quiere someter a su diario vivir.

—Sobre mi cadáver.

Llegó hasta ellos con una velocidad de la que no se creía capaz, y golpeó a Taehyung en la nuca con su gordo libro que había llevado para estudiar.

El moreno cayó sobre la mesa y se quedó inconsciente en ella. La sorpresa y confusión fue presente en cada rostro de los presentes, pero no fue así en Hoseok, quién ya se había levantado, totalmente colérico.

—Te lo advertí. —Y saltó sobre Suga. Le tumbó en el piso y golpeó su rostro.

Suga, de alguna manera, disfrutaba de los toques de Hoseok. Y no hizo nada para quitar o detenerlo. Era la primera vez que lo tocaba por cuenta propia desde que había abandonado la habitación.

No prestaba real atención a su alrededor, simplemente cerraba los ojos y se entregaba a los puños del castaño, quien no parecía dar señales de querer parar.

Pero lo hizo. De un momento a otro, había sido apartado y volvió a sentir ese vacío en su interior.

Le gustaría pensar que todas aquellas sensaciones significaban lo mucho que extrañaba a su amigo, que había perdido a un hermano y eso le partía el alma.

Pero sabía que se estaría engañando si se creía eso, estaba seguro que, de ser así, cometería indiscriminadamente actos incestuosos y que no le importaría nada.

Por qué siempre supo que era gay, pero trataba de reprimirlo golpeando a otros y diciéndose una y otra vez que las tetas eran lo mejor del mundo.

Hoseok le hacía creer que nada de eso importaba, que olvidara sus traumas del pasado y se lanzara a sus brazos.

Pero, lamentablemente, eso ya no sería posible. Se había dado cuenta muy tarde.

Ahora le odiaba, y ya no había vuelta atrás.

La había cagado.

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