Capítulo 11: No me toques
The Offspring - The Kids Aren't Alright
A la mañana siguiente, Hoseok se sirvió un zumo de naranja mientras veía a TaeHyung dormir, se lo tomaba a sorbitos a la vez que movía su cabeza al ritmo de la música de su celular.
Se sentía un idiota por haber creído la mentira de TaeHyung, era obvio que no le haría daño ni a una mosca. Debió creer más en su instinto.
Pero si le volviera suceder la misma situación, le volvería a creer. Y no sabía por qué.
Se sentó a un costado del moreno, y con su mano libre, le removió un mechón que le cubría la vista e hizo lo mismo con todos hasta dejar su frente descubierta.
—TaeHyung, hay que regresar.
Había estado durmiendo desde la última vez que hablaron y Hoseok le dijo que cuidaría de él. Eso había sido viernes a la medianoche, y actualmente, ya era domingo por la tarde.
Creía que debido a exámenes no había podido dormir bien, pero él sabía que no era así.
¿Quién podría dormir sabiendo que en cualquier momento puede llegar alguien a golpearte hasta que sus puños se bañen en sangre?
Se sentía muy culpable de eso, esperaba que no le guardara mucho rencor por ello.
Aunque tampoco tendría porque, él mismo provocó este malentendido.
Durante todo ese tiempo en el que no quería despertar, se había pasado jugando con el cabello de TaeHyung, tal como lo hacía con el de Suga.
Suga...
TaeHyung comenzó a moverse bajo el tacto de Hoseok, abrió sus ojos perezosamente, y cuando se percató de la presencia del castaño se estremeció, pero no se alejó ni lo apartó.
Estaba rígido.
Hoseok le sonrió sin mostrar dientes
—Tenemos que irnos. —su voz era dulce, no quería que le temiera más.
TaeHyung se limitó a mover su cabeza afirmativamente, y solo ahí Hoseok se dio cuenta de que aún no quitaba su mano. La retiró y seguido se levantó, y volvió a tomar su zumo.
—Vamos, date prisa. Tengo mucho que empacar. Espera, no —se corrigió— en realidad no, no tengo muchas cosas. Aun así, apúrate.
° ° °
Después de dejar a TaeHyung en su habitación, se encaminó a la suya. Ya había hablado con el rector, tan solo tenía que tomar sus cosas e irse.
Tal como lo hizo la primera vez, golpeó tres veces la puerta antes de que se abriera por un chico de cabello platinado.
—Hobi.
Este sonrió ampliamente, quiso abrazarle, pero Hoseok se adelantó y entró antes de que pudiera hacerlo. Yoongi frunció el ceño, pero no dijo nada.
NamJoon y Suga miraban extrañados como el recién llegado sacaba su maleta y metía sus pertenencias en ella. Todo en un incómodo silencio.
—¿Qué crees que haces? —preguntó Yoongi con una pequeña risa, tratando de animar el ambiente.
—¿Qué no es obvio? Me voy.
—¡¿Qué?! —exclamaron ambos al unísono.
Hoseok siguió con su cometido, sin explicar nada.
—¿Reprobaste? Mierda, perdiste la beca ¿no es así? —atropellaba las palabras al hablar, estaba alterado—. Llamaré a mi padre y él puede hacer que te devuelvan la matrícula...
—¿Quieres sobornar al director? —soltó una risa amarga—. No me hagas odiarte más de lo ya hago.
El estómago de Yoongi dio un vuelco, NamJoon le miraba atónito.
—¿Me odias?
Hoseok terminó de empacar y se giró hacia los dos chicos.
—No eres homofóbico. —observó NamJoon.
—Tu inteligencia no es un juego ¿eh?
—¿Me odias? —repitió Yoongi, aturdido, con la mirada perdida.
—Desde que supe que eras un psicópata, sí —la confusión llenó su expresión y explicó—. En mi tiempo libre salgo a las calles para evitar el abuso y también ayudo a las personas, detesto con mi vida la injusticia y ustedes, ahora mismo, son la injusticia personificada.
—Deja de bromear —dijo Suga—. Golpeas a TaeHyung, te he visto disfrutar de su sufrimiento.
—Y me arrepentiré de eso toda mi vida —confesó—. Lo malinterpreté y también a ustedes. Creí que él era el homofóbico y que ustedes eran como yo, moralistas que defienden a los débiles.
—Pero ya ves, no es así. —dijo NamJoon, en tono frío.
Hoseok tomó su maleta y la arrastró a la salida, pero le interceptó Yoongi, parándose frente a él.
—Hoseok, no es gracioso.
—Con todo lo que me han contado debería golpearlos hasta el punto de matarlos. No lo haré, por todos los buenos momentos. Pero si te acercas a TaeHyung, olvidaré todo eso y te partiré la cara.
—Hoseok... —gimoteó.
—¡Basta, Suga! —le reprendió NamJoon molesto— Pareces una mujer suplicando. Déjalo que se vaya, defiende a los maricas. Deberías odiarlo tanto como él te odia a ti.
Hoseok hizo el amago de querer acercarse para agredir al moreno, pero Yoongi le detuvo, poniendo una mano en su pecho. Hoseok miró el lugar donde le había tocado y luego subió la mirada hacia su rostro.
—No me toques.
Esquivó al platinado y se fue, este le siguió con la mirada hasta que desapareció por el pasillo.
Algo estrujaba su pecho y un vacío creció luego, no sabía qué significaba exactamente ese sentimiento. Pero lo que sí sabía es que tenían que ver con el hecho de que Hoseok le odiara.
Se sentó sobre la cama de Hoseok, era pulcra, como todo en él. Era muy ordenado y estricto con respecto a la limpieza, tanto personal como espacial. Jamás vio algo desorganizado en él, debió de haber tenido una infancia muy rigurosa. Se podía imaginar a Hoseok sentado sobre el césped, enseñando a leer a los niños más pequeños del orfanato, con una mirada más madura de la que tendría un niño normal a sus cortos ocho años.
Un repentino impulso de llorar le invadió y eso le asustó. Ni siquiera lloró cuando su madre murió y lloraría porque un tío se fue. Era muy ridículo.
NamJoon, por el contrario, estaba muy molesto. No porque Hoseok no fuera lo que él pensaba, ni siquiera era homofóbico de verdad. Solo apoyaba a Yoongi en lo que él quisiera, solo porque era divertido.
Estaba molesto porque no se había dado cuenta de la situación hasta que se lo dijo en su cara. No estaba acostumbrado a que lo ayudaran a comprender. Le hacía sentir impotente.
Un completo estúpido.
Siempre se adelantaba a las cosas, desde pequeño había sido muy observador, y el hecho de que su inteligencia fuera más desarrollada que la de los demás, influía.
Siempre se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor, incluso podía adivinar cosas de las otras personas que ni ellas mismas sabían.
Como, por ejemplo; Yoongi hyung, quién estaba perdidamente enamorado de Hoseok. Es tan irónico que da pena.
Solía preguntarse qué reacción tendría al saber la verdad. Él no se la diría, disfrutaría de su ignorancia. Tal como siempre hacía cada vez que descubría algo que los demás no.
¿Se suicidará? –pensó con disgusto, pero luego rió–. Veamos hasta donde llega.
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