xiv. bésame.
𝑲𝑰𝑺𝑺 𝑴𝑬 ! ! !
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SHARON
- Nat, SHIELD nos puso a localizar a Rogers. Trata de encontrarlo tú primero. Cuídense.
Aquel mensaje de la agente Carter, junto a varios más de Brock Rumlow y Alexander Pierce, pidiendo su asistencia inmediata a los cuarteles fueron los que interrumpieron la pesadilla que se formaba en su cabeza mientras dormía.
Se puso en alerta de inmediato, cambió con rapidez la ropa que llevaba, por algo en el que pasara más desapercibida, y se encaminó hacia el mismo hospital donde Nick Fury había perdido la vida hace unos días.
No demoró en llegar a la pequeña maquina dispensadora donde Steve creía haber ocultado la memoria USB sin que nadie se diera cuenta. Allí estaba, reluciendo tras dos paquetes de goma de mascar. Sacó un par de dólares de su bolsillo, y en pocos segundos tenía dos paquetes de fresa explosiva y la pequeña memoria que Fury le había confiado a Steve entre sus manos.
Se ocultó en un pasillo que no era concurrido, esperando por el rubio que de alguna manera se había convertido en fugitivo en aquellos dos días que estuvieron sin hablar. No pasó menos de una hora, cuando lo vio llegar vestido de una sudadera y pantalones deportivos, caminando directamente hacia la maquina dispensadora, encontrándose con la sorpresa de que no había ninguna goma de mascar, ni ninguna memoria USB a la vista.
Natasha sonrió burlesca, parándose tras del hombre, reventando una burbuja de chicle a su lado. La expresión de confusión que inundaba el rostro de Steve Rogers pasó de inmediato a una de enojo, y tomándola del brazo, la empujo contra la pared de la habitación más cercana.
La pelirroja soltó un pequeño jadeo de dolor, pero su ceño fruncido no abandono su expresión.
— ¿Dónde está? —Steve preguntó en un tono seco, seguía furioso con la espía frente a él, pero no pudo evitar sentir el ardor constante en su muñeca.
— A salvo.
— Miente mejor.
Steve no pudo alejar el pensamiento de que estaba demasiado cerca del rostro de Natasha, y aunque estuviera colérico contra la pelirroja, de manera inconsciente sus ojos se turnaban en admirar aquellas preciosas orbes verdes y sus apetecibles labios.
— ¿De donde lo sacaste?
— ¿Por qué te lo diría?
Natasha se demoró un segundo en contestar, bajando su mirada hacia los labios del capitán frente a ella, mientras su marca ardía cada vez más bajo su clavícula. Volvió a subir su mirada a los furiosos ojos azules que estaban atentos a cada movimiento, mientras las manos del rubio seguían fuertemente cerradas en sus antebrazos, y su cuerpo cada vez más cerca.
— Fury te lo dio, ¿Por qué?
— ¿Qué contiene el USB?
— No lo sé. —Aquello solo hizo que Steve se enojara más, los ojos verdes seguían manteniendo la mirada ante los ojos azules, y las fuertes manos del capitán volvieron a pegarla a la pared. —
— ¡Deja de mentirme!
— ¡Nunca te he mentido, Steve! —Natasha exclamó, comenzando a enojarse ella también. — Yo no lo sé todo, Rogers. Solo finjo que lo sé.
— Sabías que Fury mandó a los piratas. —El rubio afirmó, mientras veía a Natasha ni siquiera temblar ante su mirada. —
— No me extraña, el barco tenía algo. Fury necesitaba entrar al igual que tú. —El rubio volvió a apretar sus brazos, haciéndola titubear en la ultima sentencia. — Steve, me duele. —La rusa profirió con enojo, para luego soltarse del agarre. El soldado había logrado colmar la poca paciencia que le tenía. — Sé quien mató a Fury. Muchos en la comunidad de inteligencia piensan que no existe, los que sí, lo llaman el soldado del invierno. Se le acreditan más de dos docenas de asesinatos en los últimos 50 años.
— Así que es un cuento. —Steve había logrado calmarse un poco después de que la espía había admitido que el agarre le había dolido. La culpa adueñándose poco a poco de su mente, Natasha no merecía ni una pisca de su agresividad, ni la de nadie.
— Hace cinco años escolté a un ingeniero nuclear fuera de Irán, dispararon a mis neumáticos cerca de Odessa, perdí el control y caímos a un acantilado. Apenas salimos. —Natasha comenzó a narrarle, sosteniéndole la mirada, pero aun así, desviándose algunos segundos a los rosados labios del americano. — Pero vi al soldado del invierno, protegí al ingeniero, así que... —La rusa levantó un poco su camiseta, por sobre su cadera. Cerca de su ombligo había una cicatriz ovalada, la cual Steve no había visto antes. — le disparó a través de mí. Sin estrías, balas soviéticas. Bye–bye bikinis.
— Sí, apuesto que te veías terrible en ellos. —Mintió, haciendo que Natasha riera con suavidad.
— Es inútil perseguirlo, lo sé. Lo intenté. Tú lo dijiste, es solo un cuento. —La pelirroja alzó la memoria USB, la cual Steve tomó con suavidad.
— Entonces averigüemos de que trata el cuento.
Natasha volvió a sonreírle, y Steve apretó con suavidad su mano. Ambos se miraron por unos segundos, mientras pequeñas descargas eléctricas viajaban por sus dedos, mientras un impuso de abrazarla y pedirle perdón por no confiar en ella y hacerle daño surgía desde las entrañas del soldado, pero no lo hizo, solo se limitó a murmurar un: — Lo siento.
Al mismo tiempo que Natasha lo murmuraba también.
Ambos rieron, y mientras Natasha sonreía, tan cerca del rostro del super-soldado, Steve Rogers se dio cuenta de las increíbles ganas que tenia de juntar sus labios y comprobar si eran tan dulces como se los imaginaba.
Natasha le había sugerido ir al centro comercial, buscar alguna tienda de electrónicos, y allí averiguar que contenía el USB. Steve coincidió, y antes de entrar a la tienda apple donde estaban sus nuevas computadoras en exhibición, Natasha lo arrastró hacia un outlet de ropa, donde cambió por completo los atuendos que llevaban.
— Primera regla al escapar. No corras, camina —Natasha murmuró a su lado, mientras caminaban a un paso normal, como dos simples civiles, a la MacStore.
— Haré pedazos estos zapatos si corro, Nat.
La rusa le sonrió de lado, para luego guiarle el camino. Entró a la tienda y buscó con la mirada alguna computadora que no estuviera rodeada de gente, ni tan cerca del fondo de la tienda. No demoró en encontrarla, y Steve solo podía observar sin entender bien lo que la rusa tecleaba sin dejar de mirar la pantalla.
— El USB trae un localizador nivel 6, así que apenas lo conectemos SHIELD sabrá exactamente donde estamos. —el soldado alternaba la mirada entre el programa que la rusa tenía abierto en la computadora, y su alrededor, asegurándose que no hubiera nadie sospechoso a su alrededor. —
— ¿Cuánto tiempo tenemos?
— Como nueve minutos desde... —La rusa conectó el USB, y múltiples carpetas se extendieron por la pantalla. — Ahora.
— Fury tenía razón respecto a la nave. —Steve volvió su vista a la pantalla, donde muchísimos archivos aparecían. — Alguien trata de ocultar algo. La memoria contiene un programa inteligente que se reescribe a medida que voy ingresando mis comandos.
— ¿Se puede borrar?
— La persona que lo creo es algo más lista que yo. —Nat lo miró por medio segundo, para luego clarificarle: — Solo un poco. Intentaré instalar un rastreador, SHIELD lo creo para rastrear programas maliciosos, así que, si no podemos leer el archivo, puedo averiguar de donde vino.
— ¿Se les ofrece algo? —Un joven ayudante de la tienda se les acercó, Steve se puso inmediatamente delante de Natasha, protegiéndola, pero esta fue más rápida en abrazarlo por los hombros y ponerle una sonrisa simpática al rubio de cabello largo frente a ellos. —
— No, mi prometido y yo buscamos destinos para la gran noche.
"¿Prometido? Eso suena bastante bien."
— Sí, nos vamos a casar. —Steve replicó, con una sonrisa no tan convincente. Pero lo suficientemente real para convencer al ayudante de la tienda.
— ¡Felicidades! ¿La luna de miel donde será?
— Nueva Jersey. — El soldado le confirmó al muchacho, luego de darle una vista rápida a la pantalla. Un jadeo de sorpresa lo puso en alerta, pero solo era el joven comentándole que tenía unos lentes exactamente iguales a los que Steve estaba usando.
— Wow, son gemelos idénticos. —Natasha comentó de forma sarcástica, pero aquel joven llamado Aaron solo rió, para luego retirarse.
— Nueve minutos, Nat. Vámonos.
— Relájate... — La pelirroja miró la pantalla por unos segundos, hasta que esta por fin mostró la ubicación exacta.— Lo tengo.
Steve reconoció de inmediato la dirección, las coordenadas de su antigua base militar brillaban en la pantalla.
— ¿La conoces?
— Hace años, hay que irnos. —El soldado tomó la mano de la rusa, junto a la memoria USB, y con las miradas algo bajas salieron de la tienda, identificando de inmediato a los seis agentes de SHIELD que se encontraban en el centro comercial.
— Táctica estándar, dos al frente, dos a los lados y dos directo a nosotros. Si nos reconocen, yo ataco y tu corres a la escalera sur al metro.
— Cállate y abrázame. Ríete de algo que dije. —La espía le interrumpió, soltando la mano de Steve.
— ¿Qué?
— Hazlo.
El soldado la abrazó por los hombros, juntando sus cabezas a la par que reían juntos, evitando con éxito a los dos hombres de SHIELD. Steve no soltó los hombros de Nat hasta llegar a las escaleras mecánicas, donde no entraban los dos juntos en los pequeños escalones.
La pelirroja miró hacía el gentío que iba subiendo, volviéndose de inmediato hacia Steve al visualizar el rostro de Rumlow.
—Bésame.
— ¿Qué?
— Las muestras públicas de afecto hacen incomodan a las personas.
Y mientras Steve le daba la razón, la rusa juntó sus labios.
Al principio fue algo duro, casi como si él no quisiera besarla, los labios del rubio no se movieron, pero de pronto, sus manos rodearon su cintura, apretándola contra sí. Sus labios se ablandaron y se movieron al ritmo marcado por la rusa.
El contacto contra sus labios era electrizante, ambos podían jurar escuchar los latidos del corazón del otro, y los pequeños segundos en que sus respiraciones se combinaron, ambas marcas ardían con fulgor.
Algo pasó, algo congeló su mundo por breves instantes, mientras sus respiraciones se entremezclaban.
Y cuando Natasha se volteó, y le preguntó si seguía incomodo mientras terminaban de bajar las escaleras, su mirada se dirigió a la muñeca que no paraba de arder.
NR.
— No es la palabra que usaría. —Replicó, mientras la idea de que su alma gemela ya tenía un nombre y rostro golpeaba su cabeza.
Natasha Romanoff era la dueña de las iniciales dibujadas en su muñeca.
n/a: pOR FIN, OMG. OMG. OMG. LOS DOS TIENEN SUS MARCAS, LOS DOS TIENEN SUS MARCAAAAAAAAS. Y SE VIENE BUCKY, Y EL DRAMA, Y SAM PRECIOSO, Y HILLSTON JEJEJEJEJ pero la universidad me puso mil cosas para esta semana así que yo venia a dejarles esto de regalo por mi ausencia para volver a desaparecer. :( anyways, tengan una hermosa semana. espero sus votitos y dIGANME QUE LES PARECIO EL CAPÍTULOOOO, Q ESTOY TAN EMOCIONADA LAKDLAJ
pd: subí un librito de one shots romanogers - winterwitch para q vayan a pasarse por allí.
pd2: siempre me olvido de poner mi usuario en los gifs xfavor no se los roben :(
lxs amo, bai
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