xii. ella es quien te hace feliz.


𝑺𝑯𝑬'𝑺 𝑻𝑯𝑬 𝑶𝑵𝑬 𝑾𝑯𝑶 𝑴𝑨𝑲𝑬𝑺 𝒀𝑶𝑼 𝑯𝑨𝑷𝑷𝒀 !

𝑺𝑯𝑬'𝑺 𝑻𝑯𝑬 𝑶𝑵𝑬 𝑾𝑯𝑶 𝑴𝑨𝑲𝑬𝑺 𝒀𝑶𝑼 𝑯𝑨𝑷𝑷𝒀 !

𝑺𝑯𝑬'𝑺 𝑻𝑯𝑬 𝑶𝑵𝑬 𝑾𝑯𝑶 𝑴𝑨𝑲𝑬𝑺 𝒀𝑶𝑼 𝑯𝑨𝑷𝑷𝒀 !



Natasha llevaba hora y media sentada fuera de la habitación de Peggy Carter, esperando a Steve.

Sabía la historia entre ellos dos, el capitán se la había contado en una de las infinitas noches que compartieron donde la película se terminaba, pero ninguno estaba dispuesto a dejarse ir. Y no podía evitar que una pequeña porción de celos se cruzara por su mente.

Porque Natasha deseaba haber conocido a Steve Rogers muchísimo antes.

Deseaba haber sido ella quien tomara su mano cuando su mejor amigo calló del tren, deseaba haber sido ella la primera en guiarlo a una pista de baile, deseaba haber sido ella su primer beso, y su segundo, y su tercero.

Natasha Romanoff estaba cayendo rápidamente por aquel super-soldado de ojos tan azules como el cielo despejado, y le costaba muchísimo aceptarlo. Su propia mente la saboteaba, la persuadía, y la forjaba a pensar en que ella no merecía tener a aquel ser de pura luz y bondad en su vida como algo más que su amigo.

Pero el destino poco a poco estaba estableciendo las líneas brillantes de su piel en curvas que formaban una S y una R, que hacían la conexión, el sentimiento de pertenencia, y las enormes ganas de besar a Steve Rogers cada vez se hicieran más reales.

Y Natasha Romanoff no podía estar mas aterrada de las líneas brillantes bajo su clavícula.

— Perdón, me demoré un poco más de lo que quería. —El hombre que ocupaba sus pensamientos la distrajo de ellos, la pelirroja solo le sonrió, restándole importancia.

— Tu café se estaba enfriando, así que tuve que tomarlo yo. — La pelirroja se puso de pie, pasando sus manos por su camiseta, aunque esta estuviera pulcramente lisa, solo para ahuyentar los nervios que aparecían cada vez que pensaba en Steve Rogers como algo más que un amigo. — Pero podemos ir por otro.

— Hay a alguien que quiero ver antes de ir por otro café. ¿Quieres seguir acompañándome?

La rusa se volvió a colgar de su brazo -cosa que a Steve le encantaba, pero aún no admitiría-, y volvió a seguir los pasos del soldado.

Steve estaba sonriente, irradiaba una calma que no poseía desde la última vez que la pelirroja que caminaba a su lado se había quedado dormida en su hombro. Conversar con Peggy le había hecho bien, volver a verla y hablar sobre su creciente atracción por la espía que mantenía sus manos rodeando su brazo y charlaba sobre la falta de amargor en el café expreso de la maquina del edificio, además de poder escuchar a Peggy contarle lo increíble que había sido su vida con Daniel, sus hijos, sus nietos y sobrinos, lo hacía sentir más tranquilo consigo mismo.

Hizo parar a la pelirroja fuera de una sala donde había un par de personas reunidas frente a Sam, el moreno que había conocido en el parque hace unos días atrás. Escucharon atentamente como una de las presentes contaba sus traumas, como había confundido una bolsa con una granada, y había terminado siendo detenida por la policía, y escucharon aún más atentos como Sam le entregaba consuelo, pero a la vez la motivación para enfrentar a su propia mente.

— Miren quienes vinieron, el hombre que corre y la pelirroja guapa del auto. —El moreno se les acercó después de despedir al grupo de veteranos.

— Escuché los últimos minutos, bastante intenso.

— Todos los veteranos tenemos los mismos problemas. Culpa, arrepentimiento.

Steve podía entender a la perfección sobre lo que Sam hablaba, la imagen de Barnes deslizándose por sus manos apareciendo frente a sus ojos, haciéndose más nítida mientras el expiloto le contaba sobre Riley, y sobre la dificultad de encontrar una razón para estar en la milicia después de experimentar aquello.

— ¿Pero estas feliz ahora, de regreso al mundo? —La pelirroja preguntó, con aquel tono de voz suave y compasivo, que Steve solo había escuchado pocas veces.

— La cantidad de personas que me dan ordenes ahora es cero, así que claro que sí.

— ¿Han pensado en el retiro?

— Demasiado buena en lo que hago, así que no realmente. —Natasha sonrió, para luego mirar a Steve, quien había soltado un no tan decidido "No". —

— No lo sé, no sé que seria de mi si me retirara.

— ¿Abrir un gimnasio de artes marciales mixtas? — Sam rió ante lo dicho por Natasha, chocando los cinco con ella. —

— Esa es, realmente, una muy buena idea. Pero en serio, podrías hacer lo que quisieras, así que, ¿qué es lo que te hace feliz?

Antes de que Steve pudiera responder, el teléfono de la rusa cortó la conversación. La pelirroja se disculpó con una mueca, y se alejó algunos pasos para responder, Steve solo la observó decir "entendido" y "adiós", para luego cortar y volver a su lado.

— Era Hill, debo irme. ¿Nos vemos después? —El rubio asintió, con una sonrisa, contagiando a la rusa. — Un gusto haberte visto de nuevo, Sam.

Natasha se alejó caminando con rapidez a la salida, pero tan elegante y simplemente despampanante como siempre. Y Steve siguió su silueta con la mirada hasta que esta desapareció de su vista.

— Ella es quien te hace feliz. — Sam se auto respondió la pregunta que le había hecho al soldado hace unos momentos atrás

— ¿Es tan obvio?

Sam solo asintió, riendo, mientras Steve afirmaba para si mismo que definitivamente, gran parte de su felicidad era provocada por Natasha Romanoff.

Estuvo gran parte de la tarde con Sam, el moreno le había sugerido algunas cosas para actualizarse a la época, compartieron algunos tragos solo por gusto, y varias bromas y risas. La noche ya había caído cuando estacionó su moto fuera del edificio, subió las escaleras con rapidez, y antes de poner las llaves en su puerta, agudizó su oído.

El estéreo estaba encendido, el sonido de una canción instrumental atravesaba la puerta. Nadie tenia las llaves, y el estaba seguro que no dejó ningún electrodoméstico prendido cuando salió aquella mañana. Decidió salir a las escaleras de servicio y colarse por la ventana hacia su propio apartamento. Tomó su escudo, y se deslizo por la pared hasta tener en vista al intruso.

Un muy magullado Nick Fury.

— No recuerdo haberte dado las llaves de mi departamento.

— ¿Realmente crees que necesito una? — Nicky hizo el esfuerzo de sentarse recto en el sofá, una mueca de dolor cruzando su rostro. — Mi esposa me echó.

— No sabía que estabas casado. — Steve seguía con su cuerpo apoyado en la pared, y el escudo firmemente en su mano. —

— Hay muchas cosas que no sabes sobre mí.

— Lo sé, Nick. Ese es el problema. —El soldado salió de detrás del muro, y encendió la luz, dándose cuenta que los magullones de Fury eran más que heridas superficiales. Nick apagó la luz tan rápido como esta fue prendida, y sacó su celular.

OÍDOS EN TODAS PARTES.

— Lo siento por hacer esto, pero no tenía otro lugar donde quedarme. —Su jefe le respondió, mientras volvía a tipear otro mensaje en el celular.

SHIELD COMPROMETIDO.

— ¿Quién más sabe sobre tu esposa? —A Steve no le gustaban ni los secretos, ni las mentiras, y tener al espía de espías, a la persona la cual sus secretos tenían más secretos en su departamento, no era lo más agradable para su moral.

— Solo mis amigos. —Fury se levantó con cuidado del sofá, con un jadeo de dolor y su mano apoyada en sus costillas, mientras volvía a mostrarle su teléfono.

TÚ Y YO.

— ¿Eso es lo que somos? —El tono serio no abandonaba la voz de Steve.

— Eso depende de ti.

Antes de poder agregar algo más a la conversación, cuatro balas atravesaron el pecho de Nick Fury. Steve se apuró en recibirlo en sus brazos, alejándolo de las ventanas, poniendo a ambos a salvo de las balas.

— No confíes en nadie. —Fue lo ultimo que el hombre del parche le dijo, entregándole un USB que ya había visto antes, en manos de la pelirroja. Tres golpes certeros se escucharon en su puerta, y la mujer que justo se había cruzado por su mente, entró con su pistola en manos.

— ¡Rogers! —Natasha entró, y cierto alivio cruzó su rostro al ver al rubio intacto.

— ¿Nat? ¿Qué estas haciendo aquí? —El desconcierto inundaba la expresión del soldado, Fury herido en su piso, Natasha entrando justo en el momento indicado, era demasiado para él.

— Me enviaron para protegerte. —La rusa bajó su arma, y se acercó a Steve

— ¿Protegerme? ¿Bajo las órdenes de quién? ¿Todo este tiempo juntos fue una misión? —El enojó disipó la confusión, y en su tono de voz se sentía exactamente lo que cruzaba por la mente de Rogers: Natasha le había mentido, en cada momento.

— No- No es lo que piensas, y, joder. Bajo las ordenes de él. —La voz de Natasha se quebró un poco al ver a Nick tirado inconsciente en el piso, se arrodilló con rapidez a su lado, tomando su pulso, y pidiendo de inmediato paramédicos por su intercomunicador.

— ¡Estuviste mintiéndome todo este maldito tiempo, Natasha!

— ¡No, maldita sea! ¡No fue así! —La voz de la pelirroja estaba quebrada, sus ojos no miraban al rubio, solo estaba enfocada en su jefe, quien era como un padre para ella. — Después te explicaré todo, Steve. Pero nunca te he mentido.

¿Hay ojos en el tirador? —La voz de otro agente se escuchó por el intercomunicador, Steve vio un reflejo plateado por la ventana, en el techo del edificio del frente.

— Diles que lo estoy buscando.

— ¡Steve, no!

El soldado la ignoró, tomó impulso y saltó hacia el edificio del frente. Corrió con rapidez, atravesando todo a su paso con ayuda del escudo. Corrió hasta estar en el mismo techo que el hombre con un brazo de metal, sin dudarlo le lanzó su escudo, esperando derribarlo, atraparlo, pero este solo lo atrapó como si fuera un frisbee y se lo lanzó de vuelta.

Cuando Steve levantó la mirada, el hombre ya no estaba.  

n/a: AAAAAAA, sinceramente sentí casi una montaña rusa de emociones al escribir este capítulo, y espero que ustedes logren sentirla también u-u. Tengo q mejorar mis escenas de acción porque TWS está llena de ellas y quiero darles lo mejor a ustedes en esta fanfic<33 ANYWAYS, salió trailer de los eternals hoy, además de que volví a clases y estoy escribiendo un nuevo libro de one shots. 

Lxs amo mucho, sigan votando y alegrándome los días con sus comentarios.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top