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𝑰𝑵𝑽𝑰𝑺𝑰𝑩𝑳𝑬 𝑺𝑻𝑹𝑰𝑵𝑮 !

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Wanda no soltó la mano de su gemelo en ningún momento. Sabía las consecuencias de seguir al capitán, sabía que era lo que le estaba esperando en aquella torre que despreció cada vez que vio su imagen en la televisión. Sabía que además de un montón de super héroes enojados por ser manipulados, estaba él.

Lo sentía. Su marca ardía, y ella simplemente lo sentía.

Estaban cerca. Tan cerca de verlo de nuevo.

Las dudas inundaron su mente mientras el sonido del quinjet le arrullaba y la mano de su gemelo le transmitía aquel calor calmante que esperaba que nunca le faltara, pero aun así, los círculos que los dedos de Pietro dibujaba en la palma de su mano no sacaban a James Barnes de su mente.

Su cabeza recreó miles de escenarios, miles de escenas donde volvían a ser dos desconocidos quienes conocían muy bien la risa del otro, o otras miles de escenas donde él reconocía su rostro, y se daban una oportunidad para empezar de cero.

Cómo también su cabeza la traicionaba, mostrándole un paisaje donde las iniciales que brillaban en su espalda, justo bajo sus costillas, se desvanecían poco a poco, porque él no recordaba, y ella no podía devolverle los miles de momentos que habían vivido juntos.

No era común que las marcas desaparecieran, Wanda conocía poco de ellas, pero daba por hecho que solo había dos formas de desvanecer la conexión entre las almas gemelas: la muerte y el desprecio. Y en el fondo, sabía que la única forma en que su conexión con James Barnes se rompiera era que alguno de los dos dejara de existir en el mundo terrenal, pero aún así, le aterraba el solo pensamiento del sufrimiento que conllevaba si tu marca comenzaba a desaparecer porque James no quería saber más de ella.

Trató de disipar los pensamientos que iban y venían de su mente concentrándose en lo que hacían las demás personas en el jet. Pero no era mucho lo que podía observar para distraerse. El Capitán había puesto el piloto automático mientras trataba de encontrar una conexión con la torre sin éxito alguno y su gemelo parecía dormir plácidamente en el asiento a su lado.

Así que intento conversar, con el primer tema que se le vino a la cabeza.

— ¿Tienes un alma gemela? —Wanda preguntó, con su voz apenas saliendo como un murmullo.

— Sí. —El capitán respondió sin dudarlo, despegando su mirada de los cables rotos que sobresalían del pequeño artefacto que solía ocupar en su oído en cada misión. — ¿Tú?

— Sí. —Wanda respondió, sin encontrando una buena razón para negar la conexión que volvía a sentir después de dos años, cada vez más y más fuerte.

— ¿Le conociste antes o después de HYDRA? —Steve prestó real atención, probablemente los gemelos se quedarían en el equipo por un largo tiempo, y no había caso de seguir empeorando la tensión que se había creado entre ellos por solo ignorar a la chica.

— Durante... —La castaña soltó, mientras jugaba con los múltiples anillos que decoraban sus dedos. —

— ¿Era parte de HYDRA?

— Sí, pero no porque él lo quisiera. —Wanda explicó con rapidez, soltando otra pregunta de inmediato, antes de que la conversación se tornara en una especie de interrogatorio donde solo ella debía responder. — ¿Y tú? ¿Le conociste gracias a los vengadores? ¿O quedó en los cuarentas?

— Gracias a los Vengadores... —La castaña no pudo evitar fijarse en la sonrisa inconsciente que apareció en los labios del capitán. — Ella debería estar en la torre ahora mismo.

El quinjet volvió a quedar en silencio por unos momentos, cada vez más cerca de la torre.

Cada vez más cerca de que dos almas gemelas vuelvan a encontrarse.

— Eso es extraño. —La joven explicó, mientras sus ojos se tornaban de un suave escarlata, fijos en la torre que estaba ya a unos pocos kilómetros de ellos, poniendo en alerta al super-soldado. — No siento ninguna presencia conectada a ti dentro de la torre.

— ¿Qué?

Cada vez más cerca.

Dos conexiones que se reencuentran.

Cada vez más lejos.

Dos almas que no se sienten.

Un dolor punzante en su cabeza junto al frio de un suelo rocoso es lo primero que Natasha Romanoff siente cuando despierta. Los últimos momentos antes de quedar inconsciente se reproducen en su cabeza como una película.

El arca.

El quinjet.

La voz de Clint.

Ultrón.

Steve.

— No estaba seguro si despertarías... —La voz de Ultrón le hizo levantarse del suelo, mientras el miedo amenazaba en colarse por sus venas. — Esperaba que sí, quería mostrarte algo... Ya no tengo a nadie más.

— ¿Así que ahora secuestras a tus amistades? —La rusa murmuró con la voz rasposa.

— Tú te metiste en mi territorio primero. —Ultrón respondió, sin mirarla, con bastantes piezas metálicas frente a él. Y antes de que la rusa pudiera decir algo más, el androide tomó la palabra. — Pienso bastante en los meteoritos, ¿Sabes? En su pureza, en como ¡boom!, fin y se vuelve a empezar, en un mundo limpio, para ser reconstruido por el nuevo hombre.

Natasha solo lo miró, recomponiéndose poco a poco, notando que no solo su cabeza dolía. El labio inferior le ardía con fuerza, y estaba segura que moratones se estaban formando a lo largo de sus brazos y cadera. Ultrón seguía hablando, sobre esperanza, sobre como él estaba hecho para darle una nueva oportunidad al mundo, pero por culpa de ellos, de los Vengadores, las miradas de esperanza no eran más que miradas horrorizadas.

— Me hirieron, pero como los humanos suelen decir, lo que no te mata... —La rusa observa, alejándose cada vez más del androide lleno de rabia y sed de venganza, como lo que parecen garras toman el cuerpo metálico y lo rompen en pedazos.

Solo para que una nueva versión de Ultrón se alce frente a ella.

Una versión mejorada.

— Te hace más fuerte.

Las mismas garras la toman como si fuera una pluma y la lanzan dentro de una celda, siente su cabeza chocar nuevamente con lo que parece una pared solo echa de piedras, y los pesados pasos del nuevo cuerpo de Ultrón alejarse.

Necesita cerrar los ojos un momento y tomar unas pocas respiraciones profundas antes de volver a reincorporarse. Se permite soltar un pequeño auch mientras se sienta, y después de pestañear un par de veces, puede ver con claridad otra vez.

Sabe que Steve está sano y salvo. Sabe que Clint también lo está, en la seguridad de la torre con el arca entre las manos. Deduce que los Maximoff han escapado, de alguna u otra manera algo los ha hecho reaccionar y se han alejado de las manos de Ultrón, y eso le entrega un poco más de alivio.

Alivio que necesita, mientras escanea el lugar, y se da cuenta que está en Sokovia. Así que no duda en acercarse cada vez más a las sombras, buscando algún par de cables que le sirva para comunicarse con Clint.

Algo de espionaje a la antigua nunca estaba mal.

Solo esperaba que funcionara.

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Había una pesadez en la boca de Steve que no lo dejaba pronunciar palabra.

Tony había tratado de salirse con la suya otra vez, pensando que podía hacer algo para arreglar el desastre que había explotado en sus caras en la fiesta de hace unas semanas, Bucky no dejaba de mirar a la Sokoviana detrás de él, sofocando la habitación con la inminente conexión que ambos tenían, y no podía encontrar los ojos verde selva por ningún rincón.

No podía encontrar la sonrisa que siempre le entregaba calidez cuando volvía a casa.

Ultrón la había tomado.

Ultrón tenía oculta la sonrisa, en alguna parte del mundo.

Lo del arca paso totalmente a segundo plano cuando Wanda corrió hacía el ex soldado del invierno.

O cuando Bucky corrió hacia Wanda.

Ninguno pudo identificar quien dio los primeros pasos.

Solo pudieron ver la conexión, las almas entrelazándose cuando James levantó a la muchacha del suelo, apretándola contra su pecho, la luz que sus cuerpos desprendieron cuando la castaña soltó las primeras lágrimas y el ex soldado de HYDRA acunó sus mejillas.

Steve reconoció la mirada que Bucky le entregaba a la gemela Maximoff.

Era la misma que le dedicaba Natasha desde el primer momento en que su muñeca le hizo aparecer las líneas brillantes, la misma mirada de adoración, la misma mirada que solo hacía le hacia percibir que Bucky tenía a su universo entero entre la palma de sus manos.

La misma mirada que él esperaba entregarle a los ojos verdes que tanto amaba todos los días que le quedaran de vida.

Wanda sabía que todos en la habitación habían quedado estupefactos cuando sus pies comenzaron a moverse con voluntad propia hacia los brazos del castaño. Ella misma había quedado atónita cuando lo vio allí, aunque su alma lo había sentido hacia kilómetros de distancia.

Una montaña de emociones le había atacado cuando sus ojos se conectaron con los del soldado. Sorpresa, nostalgia, emoción, y amor.

Amor, amor, amor.

Cuando su cuerpo chocó contra su pecho y sintió como los fuertes brazos la alzaban, atrayéndola a su cuerpo hasta que ningún centímetro separa el calor de sus cuerpos, se sintió viva otra vez.

Desde que se lo habían arrebatado de su lado todo su ser se había sentido como si hubiese estado bajo el agua. Hundiéndose, asfixiándose cada vez más, sumiéndose en los hilos de locura que desataba su mente.

Hasta que se habían reencontrado.

Y pudo respirar aire fresco otra vez.

Se habían esperado toda la vida.

No se habían dado cuenta la primera vez que se encontraron, pero cuando sus miradas se conectaron de nuevo, fue como si la conexión entre sus almas hubiese vuelto a resurgir.

Mucho más fuerte que la primera vez que se encontraron.

— Lo siento, losientolosientolosiento. —Se escucho murmurar, con la voz ahogada, mientras James sostenía sus mejillas y la miraba.

Con tanto amor.

Sus ojos brillaban, una combinación preciosa de lágrimas de alegría pura junto al exquisito brillo que le otorgaba el inmenso afecto, la enorme pasión, que sentía al volver a tenerla en sus brazos.

Todos saben que las almas gemelas cuando se encuentran, es muy difícil que estén separadas de nuevo.

Pero cuando pasaba, y aquellas almas se volvían a reencontrar, no había cosa más mágica, más pura, que el inmenso amor que rodeaba los cuerpos al tenerse de nuevo entre sus brazos.

La ternura entre sus miradas, entre sus roces, parecía detener el tiempo. James se aseguró de limpiar cada lágrima en silencio, con pequeños besos. No le importaban las miradas inquisitivas, ni cada vez que Tony abrió y cerró la boca intentando hablar para poder sacar todas sus dudas, ni la mirada fulminante de Pietro en su nuca.

No le importó nada, porque tenía a Wanda nuevamente junto a él.

Su mirada recorrió con suavidad cada facción de su rostro, las pequeñas arrugas que se formaban alrededor de sus ojos gracias a la preciosa sonrisa que adornaba su boca.

Y sus labios, dios, sus labios.

Tan rosados como le recordaba, tan suaves, tan perfectos.

Wanda estaba allí, las marcas brillaban, ardían con suavidad.

Y cuando por fin pudo atrapar su boca entre la suya, sabía que nada volvería a salir mal. 

n/a: sorpresa<3 

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