v. Hogar
𝑯𝑶𝑴𝑬 !
𝑯𝑶𝑴𝑬 !
𝑯𝑶𝑴𝑬 !
— Ok, entonces, aprietas aquí y...
— Te agrego como contacto.
— Exacto, ahora, tocas aquí y...
— Puedo agregar una foto a tu contacto.
Natasha sonrió asintiendo hacia el capitán, mientras lo veía apretar la opción de agregar una fotografía, y apuntar la cámara hacia ella.
— No, no, no, Rogers. No hemos llegado a ese punto de confianza todavía.
El soldado rió, guardando nuevamente el celular entregado por SHIELD en el bolsillo de su chaqueta de cuero, mientras caminaba junto a la pelirroja por las calles de la ciudad, a la cual poco a poco estaban reconstruyendo luego del ataque de Loki.
Habían pasado apenas unas semanas desde la batalla en Nueva York, cada uno de los vengadores había partido por su lado, menos él y Natasha.
Se había unido a SHIELD, donde Nick Fury los había asignado como compañeros, dado que Clint Barton, el antiguo compañero de Natasha, había decidido retirarse por un tiempo de las misiones cotidianas de la inteligencia, pero prometiendo que volvería sin dudarlo con los vengadores si lo requerían.
Ya había tenido pequeñas misiones junto a la espía, mayoritariamente de desarme y arresto de pequeños grupos criminales que habían robado tecnología alienígena de los Chitauri, y habían salido victoriosos en cada una de ellas. Tenían una coordinación excelente, una confianza que poco a poco se iba construyendo firmemente, y una conexión que ninguno podía explicar.
— Soldado, te presento el mejor carrito de hot-dogs que podrás encontrar en la ciudad. — Natasha lo tomó del brazo, dirigiéndolo a un pequeño carrito en una esquina, atendido por una mujer bajita de rostro amable. Pidió un hot-dog para cada uno, y pagó antes de que el hombre pudiera decir algo. —
— Disfrute, capitán.
— Sabes que si existían los hot-dogs antes de que me congelara, ¿verdad? —El capitán preguntó, observando el simple pan con una salchicha por dentro.
— Sí, así como también sé que nunca has logrado disfrutar uno de estos como corresponde, porque antes del suero no los podías comer sin enfermarte. —Natasha le sonrió de lado, aquella típica sonrisa que le decía "yo sé todo". Y que secretamente, Steve encontraba hermosa. — Pruébalo, Rogers. Deja de mirarlo tanto.
Y con la suave risa de la rusa de fondo, le dio una mordida al famoso "hot-dog", y sinceramente, lo encontró increíble. Natasha lo estaba llevando por un camino nuevo de emociones, de cosas asombrosas que antes del suero y la guerra nunca se había animado a intentar.
El tiempo que pasaba con Romanoff le había ayudado muchísimo a aplacar el sentimiento de confusión además de la sensación de no pertenecer al nuevo siglo. Romanoff le hacía sentir en paz, le hacía olvidar los tiempos de guerra, la perdida de todos los que conocía, le hacía sentir que pertenecía al siglo 21 sin perder su esencia del hombre de los cuarenta.
— Tengo que enseñarte los mensajes de texto, por ahí es donde te informaré de las nuevas misiones, y nos organizaremos para poner al capitán América al día con el mundo. — La pelirroja lo sacó de su ensoñación, mientras seguían caminando por las calles de Manhattan. Pararon en un pequeño parque, donde se sentaron a comer lo que les quedaba del hot-dog. — Quiero llevarte a Brooklyn, pero solo si tú te sientes listo para ir.
La pelirroja espero paciente una respuesta por parte del rubio, sus ojos verdes escaneando su rostro en busca de alguna señal que le dijera que probablemente había sacado el tema de Brooklyn muy rápido. Ella no solía preocuparse por los sentimientos de los demás, desde muy pequeña todo movimiento era calculado, toda actitud debía ser fría y distante para no crear lazos. Pero luego llegó Barton, seguido de Steve y los Vengadores, y se permitió ser un poco más libre, soltar un poco las ataduras que inconscientemente la afirmaban desde que era entrenada en Rusia.
— ¿Podemos ir a Brooklyn? — Steve respondió, su tono de voz era suave, sus ojos azules brillaban, y sus labios poco a poco formaban una sonrisa.
Oh, dios, Natasha quería ver ese brillo en sus ojos y esa pequeña sonrisa por siempre.
Y más aún, si era ella quien lo provocaba.
La media hora que Natasha se demoró en conducir de Manhattan a Brooklyn, la aprovecharon para escuchar algunas canciones de Elvis Presley, mientras Steve se dedicaba a observar lo cambiado que estaba el camino que lo llevaba al barrio donde creció, donde conoció a Bucky, donde su madre murió.
— Después que desapareciste en el hielo, dos fundadores de SHIELD dieron cierta cantidad de dinero al gobierno para que tu hogar se preservara como un pequeño memorial para ti y tu familia. — La pelirroja paró el auto frente a una pequeña casa, que parecía irreal rodeada de los distintos edificios modernos que se fueron construyendo con el pasar de las décadas. — No dejaban entrar al público, eso lo dejan para el museo que se te está construyendo en Washington. Así que debería estar todo tal y como lo dejaste... —Natasha miró a su compañero de misiones, quien aun no se creía lo que tenia frente a él. — ¿Estas listo para entrar?
El soldado asintió, ambos salieron del auto y Natasha agitó un par de llaves para luego entregárselas.
— Bienvenido a casa, Rogers.
Steve abrió la puerta del hogar donde había vivido hasta después del funeral de su madre con cuidado, y no pudo evitar sonreír ante el peculiar sonido del cerrojo. Un nudo se formó en su garganta al ver como el mullido sofá seguía en la misma posición, mientras la manta tejida por su madre seguía reposando en él.
En la mesita de centro, estaba su libreta junto a algunos carboncillos, y una fotografía algo desteñida de su padre en un marco dorado y gastado. Se dirigió hacia el pequeño estante que estaba en una de las paredes, los libros de su madre seguían allí, y Steve podía jurar que escuchó su suave voz leerle nuevamente algún capítulo del Hobbit a él y a Bucky.
— Puede que haya conseguido autorización para que puedas llevarte algunas cosas, pero trata de que no se note tanto. — Natasha le sonrió desde el marco de la puerta, estaba respetando su espacio, y Steve no podía estar más agradecido. —
Dedicó unos largos minutos más en admirar el pequeño hogar que había formado con su madre, Sarah. Tratando de llevarse consigo todos los buenos recuerdos, las tardes donde su madre tenia un poco más de dinero y podía hacerle galletas, las noches donde acomodaba las mantas que tejía en el suelo, para leerles cuentos o contarles historias sobre superhéroes a él y a su mejor amigo.
Natasha lo observó tomar la libreta, una foto de su padre, una de su madre, y la manta que estaba reposando sobre el sofá, para luego darle una última mirada cargada de nostalgia, pero a la vez de paz, a la casa.
— Muchísimas gracias, Romanoff.
— No me agradezcas, Rogers. No fue nada. — Natasha volvió a prender la radio del auto, dejando sonar nuevamente la voz del rey del rock and roll. — Podemos volver cuando quieras.
Con una sonrisa, la espía puso las llaves de la casa una vez más entre las manos del capitán, mientras sus marcas ardían más que nunca.
Pero no era un ardor doloroso.
Era un ardor que les dejaba saber, inconscientemente, que una de las conexiones más fuertes y hermosas se estaba formando entre ellos.
n/a: hola este capítulo me gustó mucho, xfis díganme que también les gustó :(( anyways, de verdad me gusta cuando dejan sus comentarios, sus opiniones del capítulo y sus votos, no dejen de hacerlo ¿si? :(
cuídense mucho, lxs amo<33
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top