ii. líneas brillantes.
𝑺𝑷𝑨𝑹𝑲𝑳𝒀 𝑳𝑰𝑵𝑬𝑺 !
𝑺𝑷𝑨𝑹𝑲𝑳𝒀 𝑳𝑰𝑵𝑬𝑺 !
𝑺𝑷𝑨𝑹𝑲𝑳𝒀 𝑳𝑰𝑵𝑬𝑺 !
Natasha prefirió ignorar por completo el dibujo que estaba reluciendo suavemente bajo su clavícula. Decidió borrar aquel recuerdo de sus ojos mirando fijamente el reflejo de la marca en el espejo.
Se puso su chaqueta de cuero, y subió el cierre hasta que este estuvo casi en su cuello. Tenía una misión, y no dejaría que aquella nueva distracción la desviara de su objetivo.
No demoró en llegar a la dirección que Fury le había dado, era un gimnasio algo anticuado donde su jefe le aseguraba que era donde el capitán américa iba a despejar su mente. Y por supuesto, Nick Fury tenía razón.
Steve Rogers estaba golpeando con fuerza el saco de boxeo, sus músculos estaban tensos y tenía una expresión en su rostro como si algo estuviera molestándole, como si su mente estuviera molestándole.
Natasha no se sorprendió cuando el soldado destruyó a golpes el saco, tirándolo a la otra punta de la habitación. Una pequeña sonrisa de lado se asomó por su rostro al verlo ir por un nuevo saco de boxeo, sus hombros siempre tensos, su expresión siempre como si algo estuviera fastidiándole.
— ¿Problemas para dormir, Capitán? — La pelirroja se acercó despacio al rubio, aquella pequeña sonrisa aún presente. Ignoró por completo el suave ardor que había comenzado a desprender su marca, manteniéndose serena para ganarse poco a poco la confianza del super-soldado. —
— Dormí por 70 años, madame. Creo que eso es suficiente. —Steve apenas y le dedicó una mirada a la mujer que se acercaba a él, mientras seguía golpeando el saco. No tenia humor para tratar con quien sea que Nick Fury enviara, pero no quería ser irrespetuoso con la deslumbrante mujer que le miraba. —
— Entonces deberías estar afuera, celebrando, viendo el mundo. Hay un puesto de hot-dogs a pocas calles de aquí que en definitiva son los mejores de Nueva York.
Steve dejó de golpear el saco apenas escuchó que la suave voz de la mujer se volvía a dirigir a él. Se volteó a verla, vestida con una chaqueta de cuero, la mujer tenia un cabello pelirrojo que caía en pequeñas ondas sobre sus hombros, sus ojos eran tan verdes como las hojas que recordaba del Central Park, pero lo más importante, aquella mujer por alguna razón le hacia sentir en calma, sentía como la furia, el estrés, que consumía sus recuerdos se disipaba poco a poco a medida que la pelirroja le seguía hablando.
— ¿Nick Fury le mandó a entregarme alguna misión?
La espía le entregó una carpeta con toda la información sobre el tresseracto, viendo como el capitán volvía a fruncir el ceño al reconocer el cubo azul.
— El arma secreta de HYDRA.
— Howard Stark sacó el tresseracto del mar cuando lo estaba buscando, él pensó que el cubo puede ser la clave de una energía ilimitada, energía que el mundo necesita.
— ¿Quién se lo quitó? —El capitán preguntó, volviendo a entregarle la carpeta a la mujer frente a él. —
— Se llama Loki, no es de por aquí. Si decide participar, en SHIELD lo pondremos al corriente. El mundo se ha vuelto más extraño de lo que piensa, capitán.
— A estas alturas nada me sorprende.
— 10 dólares y un hot-dog del carrito a que se equivoca. —La espía replicó, siguiendo con la mirada al soldado que recogía sus cosas. — Hay un paquete con información esperándole en su apartamento.
El soldado le dedicó una ultima mirada, para luego voltearse y recorrer su camino hacia la salida del gimnasio.
— Capitán, ¿hay algo del tresseracto que deberíamos saber? —Natasha hizo su ultima pregunta, antes de que el soldado saliera por la puerta. —
— Debió quedarse en el hielo, madame.
Steve Rogers estaba extrañado.
Y aquello no era nuevo, la confusión y la extrañeza eran sentimientos habituales desde que había despertado después de estar 70 años en el hielo.
Pero esta extrañeza, este nuevo sentimiento de confusión, era por la tranquilidad que le había entregado estar aquellos minutos con la mujer pelirroja. Esos pocos minutos de conversación sobre la misión y los hot-dogs a pocas calles del gimnasio le habían entregado la calma que no había sentido desde que se había estrellado contra el océano.
Al llegar a su apartamento se quitó las vendas con las que había boxeado, dejando ver aquellas líneas que se iban dibujando poco a poco en su muñeca, resplandeciendo cada segundo un poquito más.
Steve estaba seguro de que en los 40's no tenía la marca que le decía que había encontrado a su alma gemela, hasta antes de irse al océano él podía jurar que no había ninguna línea asomándose por su muñeca. ¿La marca había aparecido después de que había besado a Peggy? ¿Había dejado ir su oportunidad de tener aquella vida con su alma gemela?
Dejó salir un suspiro mientras su mirada iba de las líneas brillantes grabadas en su piel a la brújula que contenía la fotografía de Peggy Carter, la duda carcomiendo su mente, su mente derivando e imaginando una vida donde él no se hubiera lanzado al hielo, descubriendo si Peggy era o no su alma gemela, celebrando junto a sus compañeros de batallón que la guerra había terminado.
Steve Rogers se sentía perdido, se sentía confundido, el sentimiento de que no pertenecía en lo absoluto a la época en donde había despertado inundando su cabeza nuevamente. Así que tomó la carpeta junto a la información de Loki, el tresseracto, y todo lo que le había contado aquella hermosa mujer en el gimnasio, y centro su mente en eso, liberándose de todo pensamiento que le llevara de vuelta a los 40's.
Al día siguiente estaba montado en un quinjet que se dirigía a una de las bases de SHIELD, mientras el agente Coulson le informaba sobre el selecto grupo de personas que Nick Fury había reclutado para acabar con Loki. Steve aun se encontraba escéptico sobre su capacidad de liderar aquel grupo, ¿Cómo lograría que aquellos científicos, aquellos espías, confiaran en él? ¿Cómo lograría él confiar en ellos?
Aterrizo en la realidad al mismo tiempo que el quinjet lo hacía en el helicarrier de SHIELD, siguió al agente Coulson hacia afuera, mientras su mirada se iba inmediatamente a la figura de la mujer que se dirigía hacia ellos. La misma mujer que lo había ido a buscar al gimnasio, la misma mujer que lograba que su mente se sintiera en calma. Sintió su muñeca arder suavemente, pero ignoro por completo la molestia al volver a conectarse con aquellos ojos verdes.
— Agente Romanoff, me parece que ya conoce al capitán Rogers.
— Madame.
— Hey. —Natasha volvió a sentir el mismo ardor bajo su clavícula que había percibido el día anterior, pero dejó la molestia en lo mas profundo de su mente, para centrar su atención en el soldado. — Coulson, te necesitan en el puente, ya comenzaron el ratreo. —El recién nombrado se despidió, dejando nuevamente solos a la espía y al capitán. — Fue muy emocionante cuando lo encontraron en el hielo. Creì que Coulson se iba a desmayar. —Comenzaron a caminar fuera de la pista de aterrizaje, mientras Natasha le dedicaba una de sus típicas sonrisas ladeadas al rubio a su lado. — ¿Ya te dio sus tarjetas del capitán américa para firmar?
— ¿Tarjetas? —Steve pregunto con incredulidad, devolviéndole la sonrisa a la agente que caminaba junto a él. —
— Son clásicas, su mayor orgullo.
Natasha vio como Steve se acercaba a Bruce Banner, admiró como el rubio le dejó en claro al doctor que lo único importante era su capacidad para encontrar el tresseracto, no su habilidad para perder el control y convertirse en un enorme hombre verde.
Y fue ese día, donde Natasha Romanoff comprobó que las historias que guardaba en su cabeza donde Steve Rogers era un hombre que solo era capaz de hacer el bien, eran reales.
Y ahora ella era parte de un capitulo de la historia de Steve Rogers.
Y, secretamente, no podía estar mas encantada por ello
n/a: holaaaa! primero, perdón si sienten que el capitulo es puro relleno, pero es necesario para saber poco a poco como se sienten steve y natasha con respecto a sus marcas u-u igualmente, espero que les guste el capítulo, espero sus votos y comentariosss<3 buenas noches, besitos.
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