i. cita.
𝑫𝑨𝑻𝑬 !
𝑫𝑨𝑻𝑬 !
𝑫𝑨𝑻𝑬 !
La primera cosa que ve Steve aquella mañana es el cabello pelirrojo de Natasha regado por su espalda desnuda.
Y piensa que, definitivamente, quiere tener aquella imagen cada mañana.
Habían pasado unos cuantos meses desde la situación en Washington, donde los primeros días después del hospital, luego de que su cuerpo se hubiera recuperado por completo, tuvo que lidiar con cierta espía totalmente furiosa porque "¡¿Cómo mierda se te ocurre decirle a Hill que haga explotar todo cuando seguías dentro, Steve Rogers?!"
Mientras Bucky Barnes reía desde el sofá de la sala del complejo de los Vengadores.
Solo bastaban unos cuantos besos, unas cuantas caricias y unas pocas bromas para decorar nuevamente el rostro de Natasha Romanoff con una sonrisa.
Y así pasaron sus primeros meses de pareja, bailando bajo la tenue luz de la moderna cocina que Tony había instalado en el complejo de los Vengadores, besándose en cada rincón donde pudieran besarse, evitando las miradas de los demás Vengadores que solían pasearse por allí.
Y amándose, amándose con cada célula de su cuerpo.
Pero Steve, mientras corría aquella mañana con Sam, después de repartir múltiples besos por la espalda de su novia y dejarla dormir un rato más, frenó de golpe al darse cuenta que no había llevado a Natasha a ninguna cita real.
— Te recuerdo que no es necesario que me esperes después de decir "a tu izquierda" diez vueltas seguidas. —Sam llegó a su lado algunos segundos después, el sudor mojando su frente y parte de su sudadera.
— Nunca he llevado a Nat a una cita.
— ¿Qué? ¿Cómo que nunca? —El moreno preguntó incrédulo, mientras se tiraba exhausto sobre el césped que estaba a los pies de Steve.
— Nunca. Siempre estamos juntos, pero si no estamos en nuestra cama...
— No necesitaba esa información.
— Como estaba diciendo, siempre estamos juntos pero pocas veces haciendo cosas de pareja. Y sé que a Nat le gusta el trabajo que estamos haciendo, investigando sobre los experimentos de HYDRA con el cetro que se robaron hace unos años de Loki, y todo eso. — Steve tomó asiento al lado de Sam, apoyando sus codos sobre sus rodillas. — Pero quiero llevarla a una cita, con ropa elegante y comida cara. Como en las películas.
— Sabes que ella preferiría una hamburguesa antes que un caviar. O algo de muchos dólares pero que apenas se ve en el plato.
— Pero ella merece esa comida cara.
— Todos sabemos que Natasha merece todo lo bueno que quieras darle, pero si mejor te vas por sus gustos o cosas así, veras que es mejor que una comida cara.
— ¿De cuando sabes tanto de relaciones y citas? —Steve rió, mientras Sam se sentaba de manera correcta.
— Llevo meses tratando de demostrarle a Hill que somos almas gemelas, algo debía aprender en el proceso.
Steve volvió a reír, mientras Sam sonreía, sintiendo el agradable ardor de las siglas MH grabadas en su antebrazo.
— No puedo creer que tus iniciales se hayan demorado tan poco en salir.
— Es porque yo no soy ciego y terco como tú. Me doy cuenta cuando me están coqueteando en el momento, no después de dos años.
— En mi defensa...
— No tienes defensa. —Sam se levantó, palmeando su hombro. — Son las 9, Bucky debe haber salido de terapia.
— ¿Estás seguro que tu alma gemela es María y no Bucky?
— Muy gracioso.
Ambos rieron, caminando de vuelta hacia el interior del complejo, caminando más rápido cuando escucharon voces elevándose cada vez más provenir de la sala de estar.
Y corriendo, cuando identificaron las voces de Bucky y Natasha.
Hablando en ruso.
— ¿Deberíamos intervenir? —Sam le murmuró al super soldado, quien había retrocedido dos pasos cuando vio como su novia movía sus manos frenéticamente en dirección a uno de sus mejores amigos.
— Nop.
— ¿Entiendes algo de lo que están diciendo?
— 50% cree que están discutiendo sobre alguna película.
— ¿Y el otro 50%?
— Prefiere mantenerse en la ignorancia.
Sam trató de no reír, y sin emitir algún ruido que alertara sus presencias, ambos se retiraron a sus habitaciones.
— дерьмо, James! ¡Si la conocías! ¡Si me recuerdas a mí, también deberías recordarla a ella!
— Natasha, ¡La sala roja no fue el único recinto en el que entrené! ¡Y te lo vuelvo a decir, no conocí a ninguna Yelena! ¡Ni en rusia, ni en HYDRA! —El castaño tomó un respiro, para luego tirarse al sofá. — La única persona que recuerdo de la edad que me dijiste era castaña, y no tenía una hermana con un genio de mierda, tenía un hermano. Y eso no fue hace muchos años atrás.
— ¿Estás completamente seguro?
— Sé que mi mente no es lo más confiable, pero estoy totalmente seguro que no conocí a ninguna Yelena Belenova que fuera rubia e hiciera una mueca tierna cada vez que estuviera triste. —James prometió, viendo como la rusa suspiraba y liberaba la tensión de sus hombros.
— Dime si recuerdas solo un poco, ¿sí? —La pelirroja apretó su hombro, dándole una pequeña sonrisa antes de retirarse hacia la habitación que compartía con Steve Rogers.
Encontrándolo solo con una toalla blanca rodeándole la cadera.
— Podría acostumbrarme a esta imagen. —Natasha sonrió, aquella sonrisa ladeada que el soldado frente a ella amaba con locura.
— Lo mismo pensé con la imagen que había a mi lado esta mañana. —Steve la atrajo por la cintura, mientras la rusa pasaba los brazos por su nuca, juntando sus frentes.
— Suertudo tú que puedes repetir aquella imagen siempre que quieras.
— Suertudo yo. —El rubio sonrió, besando por fin sus labios.
Dejándose llevar por la electrizante sensación que Natasha Romanoff le hacia sentir cada vez que lo miraba, lo besaba, lo tocaba.
— Hey, cariño... —Steve murmuró, obteniendo un suave "mhm" de una media dormida Natasha, quien descansaba sobre su pecho, con solo la sabana blanca cubriendo a ambos. — Vamos a una cita.
— ¿Una cita?
— ¿Qué tal suena la idea de vestirnos elegantes para ir comer hamburguesas?
— Como el plan perfecto. —Natasha sonrió, para luego tomar la sabana entre sus manos y dirigirse a la ducha. — ¿Nos vemos en dos horas?
— Estaré esperando.
Natasha rió mientras cerraba la puerta del baño de la habitación, mientras sentía como el super soldado se vestía y avisaba que estaría en el cuarto de Sam.
La rusa sonrió mientras su cuerpo se empapaba bajo el agua caliente de la ducha, su mente repasando las ultimas semanas junto aquel soldado que tenía la dicha de llamar novio. Suyo.
Habían sido, hasta el momento, semanas increíbles. Tenía calma, él la hacía reír, la sostenía entre sus brazos cuando las pesadillas atacaban su cabeza, la hacía bailar y tararear canciones de amor en la madrugada.
La hacía enamorarse cada día más y más.
Y el terror que solía consumirla hace un año atrás, se había esfumado por completo.
La rusa sonrió mientras abría su closet, sacando un vestido se había comprado hace un tiempo atrás, viendo cómo era la prenda perfecta para la idea de cita que Steve había pensado.
Escote corazón, un gran corte dejando ver una de sus piernas, y el corsé con una bonita pedrería dorada.
Maquillaje simple y el cabello cayendo sobre sus hombros.
Estaba lista.
Pocos segundos después, suaves golpes se escucharon en la puerta de su habitación. Abrió con una sonrisa, encontrándose con los preciosos ojos de Steve Rogers al otro lado, enfundado en un traje negro que le situaba de maravillas.
Mirandola como si fuera la mujer más extraordinaria del planeta, del universo entero.
— ¿Lista para partir, madame?
— Siempre.
Steve besó la mano de la pelirroja frente a él, para luego entrelazar sus brazos y salir, ignorando los chiflidos por parte de Sam. Tomaron uno de los autos de la rusa que Tony le había facilitado hace un tiempo atrás, pusieron música y el capitán tomó rumbo al Burger King más cercano.
Ain't no mountain high enough resonaba por todos los parlantes del vehículo, haciendo a Natasha reír, bailar y cantar en el asiento del copiloto, mientras Steve solo podía sonreír ante la imagen libre y feliz de Natasha a su lado. Porque aquello era todo lo quería, porque aquella preciosa imagen de Natasha siendo feliz a su lado era algo con lo que soñaba constantemente hace meses.
Y ahora era la realidad con la que convivía día a día.
Con toda la seriedad que sus rostros pudieron conseguir, pidieron sus hamburguesas, sus papas fritas y algunos Nuggets de pollo, para apenas la orden fuera entregada a sus manos, salir corriendo del local con sus manos entrelazadas, y más risas acompañando el panorama.
Steve condujo hacia un mirador, mientras más canciones sonaban en la radio y Natasha le robaba de su porción de papas fritas. Se detuvieron y la noche estrellada fue expectante de sus risas, sus caricias, sus conversaciones.
— Gracias. —Natasha murmuró, hace un rato la comida se había acabado, la conversación había dado una pausa. Y sus miradas solo se habían perdido en la contraria, al igual que sus labios.
— ¿Por qué?
— Por todo esto, Steve. Por toda la felicidad, por los bailes en la madrugada, por ver siempre lo mejor en mí, aun en mis peores momentos. —La rusa acarició las mejillas del soldado que la mantenía en su regazo, abrazándola por la cintura.
— No tienes que agradecerme nada, Nat. —El rubio junto sus labios nuevamente en un beso fugaz, sacándole una sonrisa radiante a la pelirroja. — Mereces toda la felicidad del mundo, sin lugar a dudas. Y esto no te lo digo porque seas mi alma gemela, la mujer y el amor de mi vida... —Natasha rió, escuchando atentamente lo que Steve tenía que decir. — Te lo digo porque antes de saber todo esto fuimos amigos, y te juro que desde el primer momento que te vi supe que no solo ibas a hacer que te amara por el resto de mis días, si no que también serias la persona a la que todos podíamos acudir si algo salía mal, ya sea porque el mundo se estaba cayendo a pedazos o porque alguno de nosotros iba a necesitar un abrazo o algunas palabras de consuelo. Vi a una persona maravillosa, al corazón y alma de un equipo. Vi a una Natasha Romanoff que hace que la vida de todos los que llegan a conocerla se ilumine por completo.
La espía sonrió, sus ojos brillaban por pequeñas lagrimas que luchaba por no sacar. No sabía que había hecho para merecer a aquel hombre que besaba su rostro, pero sabía que trabajaría duro para lograr ser, en un cien por ciento, la mujer que Steve Rogers merecía.
Pero Steve Rogers estaba seguro que Natasha era mucho más de lo que había pensado que podía merecer.
— Te amo. —Murmuró nuevamente, besando los labios del americano frente a ella.
— Te amo. —Reafirmó Rogers, una pequeña sonrisa colándose entre los besos que compartían.
n/a: sOLO TERNURA OFRECEMOS POR AQUÍ, SOLO TERNURAAAAAAAAAA. KDAKDAKDS empecé el segundo semestre en la universidad y ya me estan matandO, no kero +. aunque empezamos a tener fonología y *chef kiss*. anyways, pido peRDÓN POR LA DEMORA, DE VDD. Y LES JURO QUE YA EMPEZAREMOS CN LA ERA DE ÚLTRON, LO JURO LO JURO.
les extrañO MUCHO yy
lxs amo muchísimo, besitos<3
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