augurios de velocistas


🌩️

Eobard no sabría decir si la preocupación de un joven Barry Allen sobre él le hacía sentir vergüenza por verse en una posición físicamente inferior a él o incomodidad, porque tropezar delante de Flash no es lo que definitivamente se encontraba en sus planes esa noche.

—Sí, estoy bien —respondió Thawne, mirando hacia abajo para evitar el contacto visual con Barry, y con un tono de voz cortado para conseguir, en medida de lo posible, que no se preocupara por él. No había planeado que este encuentro fuera uno con tanta interacción, y Eobard odiaba cuando sus planes no salían según lo previsto.

—Oh, qué mal. Te has ensuciado todo el traje —recalcó lo obvio.
«Sí, como si no me hubiera dado cuenta», pensó Eobard en sus adentros, con ira, porque de por sí todo estaba yendo bastante mal. Ni siquiera debería de estar hablando con él, en primer lugar.

—Estaré bien —repitió.

El próximo movimiento de Thawne al sentir cómo recuperaba consciencia sobre su rodilla malherida fue seguir hacia adelante; caminar sin mirar hacia atrás y esperar sentirse relajado cuando cruce de calle. Barry se le quedó mirando, pero no dijo nada. Pensaba que el tipo sólo era un poco extraño, y que quizá también tenía prisa.

Además, hace un par de minutos le había llegado un mensaje que decía que acababan de admitirle en la universidad de sus sueños, así que su mente estaba muy opacada por otros pensamientos.

La noche de aquél día fue un tanto movida.
Barry había ido a la casa de Iris, una chica que estaba conociendo, para recoger algo que se olvidó el otro día. Le había avisado sobre las nuevas noticias y esta le había abrazado y felicitado; la chica en cuestión estaba haciendo un grado de periodismo, por lo que aunque iban a seguir caminos diferentes, Barry confiaba en que no se separarían.
Después regresó a su casa y se sorprendió cuando, al encender la luz, una moderada parte de sus amigos y compañeros salieron de los muebles y de los sofás para felicitarle por la buena noticia, seguramente se habían enterado por culpa de Iris. Brindaron por él y se fueron a cenar fuera, y en medio de la cena notó que había recibido una llamada. No conocía el número, así que se fue al baño y casi se puso a llorar más que nunca en su vida cuando la voz de su padre salió de su teléfono. Llevaba años sin hablar con él (aunque también podían ser meses, pero a Barry se le hizo así de longeva la espera), y aunque su estancia en prisión no pintaba bien, al menos de una manera o de otra seguían juntos.

Era extraño porque, recordar todo lo que había pasado debía de ser traumático, y por supuesto que Barry seguía lamentándose desde aquél día en que inculparon a su padre por la muerte de su madre, y aquello había marcado una de sus grandes motivaciones en la vida que era ser parte del equipo forense de la policía (después de su admisión en la universidad, estaba más cerca que nunca de aquello). Sin embargo, le resultaba mucho más apacible pensar en la emoción que se reflejó en la voz de su padre al contarle sobre que le habían aceptado en donde él quería. Aquello le hacía sentir que las cosas estaban mejorando, pues aun si lo harían despacio, dar señales de que aquello estaba siendo así le otorgaba esperanza.

Por otra parte, Thawne se había asentado en su apartamento de profesor que la universidad misma le proporcionaba.
La verdad era que conseguir aquél puesto no habría sido tan fácil si no fuera gracias a la muerte de uno de los profesores que le dio clase a Barry, conseguida después de un pequeño “accidente” que ningún ojo humano podría captar jamás. Y por lo visto el hombre era (o había sido) un catedrático de renombre en el área universitario, porque su apartamento era bastante amplio y se encontraba completo de miles de recursos diferentes; incluso contaba con su propia librería, de los que Eobard tendría que aprender sólo para no equivocarse y enseñar algo de la física del siglo veinticuatro.
Aunque también podía ser que sus expectativas, viniendo del futuro, fueran bastante bajas, ya que contaban con una sobrepoblación muy superior a la del presente y por esto hasta los hogares de familias numerosas resultaban relativamente diminutos.

Además, no se había dado cuenta hasta ahora de cómo su supervelocidad había marcado la gran mayoría de su vida, pues le resultaba sumamente extraño tener que ir caminando a los sitios, ya ni siquiera corriendo, y lo peor sería a la hora de dormir, que no sabía si podría llegar a conseguirlo. Porque Eobard no dormía, total, la fuerza de la supervelocidad negativa era el odio, no precisaba de nada más como energía. Ahora que no podría poseer el mismo acceso a ella sabía que muchas cosas de su vida le iban a resultar completamente diferentes, pero al menos no planeaba quedarse demasiado tiempo, sólo una temporada. Suficiente hasta que Barry, dentro de unos meses, reciba aquél rayo en su laboratorio que le convirtió en Flash. A partir de que aquello ocurra, desplegaría hacia la cima de su plan y podría finalmente volver a equiparse el traje de Reverse-Flash.

De todas formas, dentro de unas semanas por fin empezarían las clases, y aunque su primer día no había empezado de la manera más ideal, tampoco podía esperar por la mañana en la que Barry volviera a encontrarse con su rostro, uno del que se aseguraría que se acordaría para siempre.


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