Un juguetero celestial, con taller en la luna llena,
donde el polvo de estrellas, brilla cual serena.
Crea juguetes mágicos, con polvo de fortuna,
y un toque de ilusión, que llena de ternura.

Muñecos que susurran, secretos a la luz,
con ojos de zafiro, y un corazón de cruz.
Trenes que vuelan alto, sobre nubes de algodón,
llevando sueños dulces, hasta el sol naciente, al son.

Caballos de cristal, que galopan sin cesar,
por campos de iris, donde los sueños danzar.
Osos de peluche, con miel en sus entrañas,
que abrazan con dulzura, calmando todas las mañas.

Barquitos de papel, que navegan en el aire,
llevando mensajes, de amor y de consuelo, sin compare.
Castillos de azúcar, que se derriten con el sol,
dejando un dulce recuerdo, en cada corazón.

Y cada juguete mágico, un regalo especial,
lleno de encanto, misterio y un toque celestial.
Un pedazo de luna, en cada creación,
un susurro de magia, una dulce salvación.

Este juguetero celestial, con manos de seda y luz,
reparte alegría, con cada tierno impulso.
Y en cada niño que recibe, un regalo tan puro,
la magia se renueva, eterna y segura.