Día 23

El silencio de la noche, no es solo un misterioso repososo,
sino un poder oculto, una fuerza latente que se presiente.
Un silencio que respira, un manto oscuro y profundo,
donde la luna se asoma, cual ojo vigilante y redondo.

No es solo la ausencia de ruido, un vacío sin más,
sino un espacio sagrado, donde el alma se explaya y se pasa.
Un silencio que escucha, los susurros del alma en calma,
los latidos del corazón, un ritmo suave como una palma.

La paz de la Navidad, una calma que calma el dolor,
un bálsamo suave que cura, en cada rincón del hogar, amor.
Las estrellas, brillantes testigos, de esta noche serena y pura,
susurran historias antiguas, llenas de esperanza segura.

El silencio de la noche, un misterio que nos envuelve,
donde la magia se esconde, y el espíritu se eleva y se vuelve.
Un instante de reflexión, un respiro para el alma cansada,
un refugio de paz, en esta vida tan agitada.

En este silencio profundo, encontramos la serenidad,
la conexión con lo esencial, la verdadera felicidad.
Un regalo invaluable, que la noche nos concede con amor,
el silencio de la noche, un tesoro que hay que valorar.

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