Capítulo 7: Todo por la Bastilla
Creo que me han pasado cosas raras, tengo muchos ejemplos, pero seguro que no me creeríais, sin embargo aquella se llevó la palma y el brazo entero.
Yo dormía plácidamente ajena a que estaba pasando, olvidando mis problemas y preocupaciones, vaya como siempre que dormía, cuando un fuerte golpe me hizo incorporarme en la cama de golpe. No veía con nitidez, pero por el golpe, estaba bastante segura de que habían abierto la puerta de una patada o algo parecido. Me froté con rapidez los ojos asustada.
-Bonjour, ma chérie~.
No había censura. ¿¡Por qué no había censura!? Mis ojos adormilados comenzaron a bajar desde su cara hasta pararse en su ombligo, y fue necesario todo ese recorrido para darme cuenta de que estaba desnudo. Lancé un grito tan fuerte que creo que en el otro lado del mundo se me pudo oír. Me tapé la cabeza con la sábana emitiendo más gritos agudos.
-Ça va?-Se sentó en la cama junto a mí. Comenzó a acariciarme la espalda lo que me ponía aún más nerviosa.
-¿¡QUÉ HACES DESNUDO!?-grité aún debajo de las sabanas.
-Venía a despertarte, chérie~.
-¡NO HAS RESPONDIDO A MI PREGUNTA!
-No sé. Es una costumbre que tengo, ¿no lo sabías~?
-¡PUES CLARO QUE LO SABÍA! Incluso Eva me dijo que... Bueno da igual lo que ella me dijo... ¡Lo que pasa es que no me esperaba que ibas a hacerlo conmigo delante!
-¿Es que te sientes incómoda?
-¡Solo un poco!-dije irónica-. Pero tampoco quiero cambiar como eres... Hazlo, pero que yo no esté delante. ¿Vale?
Me acarició por última vez y me besó la cabeza. Creo que iba a pasarlo mal pues cada vez que hacía contacto físico conmigo mi cara se encendía como mis luces de navidad.
-No me equivoqué contigo-susurró algo más pero no le entendí-. Bien, voy a ponerme algo de ropa. Baja a desayunar cuando estés lista.-Oí la puerta de mi cuarto y saqué la cabeza de debajo de las sábanas, estaba sola.
-¡EH, EH, EH! ¿¡Cómo que no te equivocaste conmigo!? ¿En qué? ¡No te pires!
Me levanté y me dirigí al baño. Después de asearme decidí llamar a mis hermanas a ver que tal les iba con los países. Además, tenía que contarles lo que me acababa de pasar.
...(***)...
-Jajajajajajajaja.-Unas sonoras risas me obligaron a despegar la oreja del auricular. Suspiré con pesadez. Que gran comprensión...-. ¿¡Que él hizo qué!? Jajajaja.-Ambas se rieron.
-¿¡Queréis dejar de reíros!? Yo os he escuchado durante un buen rato hablar sobre ellos. ¿Por qué no podéis hacer lo mismo?
-Lo siento one-chan... Jajaja... Reconoce al menos que es gracioso...
-Sí, lo mismo que secarse con papel de lija.-dije irónica. Eva seguía riéndose-. ¿Podéis darme algún consejo en vez de partiros de la risa en mi cara? Ya me entendéis.
-Jajaja...-Su risa se fue apagando-. ¿Pero no eras tú a la que le gustaba Francia? ¿Y París? Es que parece que no te hayas dado cuenta de donde te encuentras. Vale que esté desnudo, ¿pero por qué solo te centras en eso? ¡Qué estamos en Hetalia!-dijo la más joven. Sin duda alguna estaba muy feliz por el día que había tenido... <<EvAme is true>>.
-Es cierto... Con lo cansada que estaba no me he dado cuenta de que estamos aquí...
-¿En serio?-preguntaron desconcertadas a coro.
-Tuve que levantarme a las seis de la mañana. Madrugar es mortal para mi... Estoy en París, con Francia... Estoy en París con Francia-dije más alto creyéndome lo que decía-. ¡Estoy en París y con Francia desnudo!-exclamé alegre a los cuatro vientos. Suerte que estaba en el baño y cerrada-. ¡Este es el mejor día de mi vida!-exclamé. Tapé mi boca ahogando mis gritos de fangirl-. Tengo que colgar.
-Oye espera...-dijo mi one-sama.
-Os quiero, os llamo luego no puedo perder tiempo. Un beso, au revoir~.-dije a toda velocidad.
-Alba espe-.-Corté la llamada, las llamaría a la noche.
Salí del baño y me senté en la cama.
-Es cierto... Estando yo aquí como si nada... Casi duerme conmigo.-Mi cara se encendió-. Y se quedó conmigo hasta que me dormí... Es tan adorable, tan cariñoso~.-Abracé la almohada con fuerza-. Y pensar que yo tengo la suerte de que esté solo conmigo. Un momento... ¿Solo? ¿Conmigo?-Entrecerré los ojos mirando todo molesta-. ¿Con cuantas chicas habrá hecho lo mismo?-Comencé mentalmente a darle vueltas al asunto-. ¿Así que se creé que yo soy tan fácil como ellas? Ah no... Yo no me voy a dejar engañar por sus trucos.-Me puse en pie enfadada-. Yo no voy a ser una más. Y si, por alguna extraña razón, me quiere... Pues el día que Inglaterra nos mande devuelta a casa ya arreglaremos cuentas, pero hasta entonces nada, ley de hielo.
Salí de mi cuarto y bajé a desayunar. Tenía el plan muy claro en mi mente. Ley de hielo. En mi mente era lo único que resonaba. Un delicioso aroma me sacó de mis pensamientos.
-Que bien huele~.-Una automática sonrisa se dibujó en mi rostro. Olía a manzana y a chocolate.
Caminé hasta la cocina intrigada. Al asomarme a la puerta, vi a Francia de espaldas preparando algo. Me acerqué a él nerviosa y despacio. Todos los nervios que no había sufrido ayer los sufría hoy. Hay veces que me gustaría ser otra persona, otra que no se preocupase tanto o tuviese más valor. Así podría saltarle a Francia encima y comenzar a besarle como siempre he querido. Agité la cabeza apartando esos pensamientos de mi mente.
Me coloqué a su lado. Estaba cortando fruta. Me permití admirarle por unos segundos fijamente. Era increíble como se parecía... Era increíble verle en persona. Echó la fruta en un bol y giró la cabeza para mirarme. Que guapo estaba con esa sonrisa...
-Bonjour~. ¿Qué tal has dormido?-Yo seguía mirándole sin poder creérmelo todo. Me costaba asimilarlo-. ¿Estás bien?
-Eh... ¡Sí! ¡Sí! Es solo que... Se me sigue haciendo raro que seáis reales... No anime...-Le agarré del brazo intentando comprobar si era real o no. Sólido, bien parece que no sigo soñando-. Pellízcame debo de estar soñando.
-Bon~.-Su mano fue directa a mi culo. Le agarré la mano a tiempo.
-Es una forma de hablar... ¿¡Y por qué ahí!?-Se rió y yo le miré mal. Tomó el bol con una mano y con la otra la mía. Me sonrojé levemente.
-A desayunar. Siéntate ahí.-Me ayudó a sentarme, cosa extraña para mí, le di las gracias y él tomó asiento enfrente de mí-. ¿Has dormido bien?
-Sí, muy bien. ¿Tú...?
-Después de que te dormieras, no tardaste mucho, yo me fui a mi cuarto.-Asentí con la cabeza mirando hacía otro lado-. Bon, comencemos a desayunar.-Miré la mesa en la que no me había fijado hasta ahora y casi me sube el colesterol de verlo. Una mesa con dos tazas de café, zumo de varias frutas, cruasanes, mermelada de manzana y kiwi, fruta. Creo que la mandíbula se me hubiese caído de no ser que la tengo pegada al cuerpo-. Honhonhon, veo que te gusta el desayuno.
-¿To-todo esto lo has hecho tú?-Bebí algo del zumo de naranja.
-Oui-respondió orgulloso con una hermosa sonrisa.
-¿A qué hora te has levantado para hacer esto?-pregunté sorprendida.
-A las seis.
-¿¡Te has levantado a las seis!? Jajajajaja, ¿solo para hacer este delicioso desayuno? ¿Estás loco?
-Me levanto generalmente a esa hora para hacerme un desayuno parecido a este.-La mente casi me explota al pensar eso. Reprimí unas pequeñas ganas de reírme.
-Yo solo tardo diez minutos en hacerme el zumo, y porque es natural. Y nunca en mi sano juicio me levantaría tan pronto, así que a ver como establecemos horarios tú y yo.
-¿Solo desayunas un zumo?
-En verano sí. En invierno no. Desayuno más cosas. Café y un dulce típico de mi comunidad.
-¿Me prepararías uno?-Entonces sí que me reí.
-Prepararlos bien cuesta mucho más de lo que piensas. Cambiando de tema... Creo que deberíamos imponer una serie de... reglas para nuestra convivencia.
-D'accord, chérie.-Bebió algo de su café y después me miró poniendo una pose que parecía estudiada.
-Primera: no te propases conmigo, que nos conocemos. Es decir, que contacto físico el justo y apropiado, o voy a vengarme.-Arqueó una ceja con una sonrisa coqueta. Ya empezamos...-. Segunda: nada de cosas obscenas delante de mí. Tercera: si te vas con alguna buscona, yo me voy con Mey e Inglaterra (No se notaron para nada los celos). Cuarta: ni se te ocurra acercarte a mi cuarto cuando esté en la ducha o mueres. Quinta: me vas a hacer de guía por París. Sexta: me vas a enseñar tus costumbres e idioma. Y creo que eso es todo. Yo por mi parte prometo obedecerte y ayudarte en todo lo que pueda en las tareas del hogar, pero tampoco te pases que soy perezosa.
-¿Obedecerme en que sentido?-Le lancé una mira fulminadora.
-En el sentido normal.
-Honhonhon. Bon, yo también quiero establecer unas reglas.-Asentí con la cabeza mientras cogía algunos trozos de manzana-. Primera: vas a madrugar conmigo.
-Ni lo sueñes. Llevo fatal madrugar. Solo madrugo para ir a clase.
-Terminarás cambiando ese hábito insano.-No sé porque a la gente le daba por decirme que irme a las cuatro de la mañana y levantarme a medio día era un mal hábito. Suspiré agónicamente-. Segunda: te vas a poner lo que yo te elija. Tercera: vas a cocinar conmigo. Cuarta: irás conmigo de compras. Quinta: puedo darte todos los abrazos y besos que quiera. Y a cambio yo cumpliré tus reglas.
-Me acabas de pedir varias cosas que menos me gustan hacer en mi vida...
-Tú a mí también... ¿Por qué no puedo acercarme ate cuando te duches?-Negué con la cabeza.
-¡Porque no! Volviendo a lo de antes... Primero, no tengo ropa. Segundo, no cocino. Tercero, yo solo salgo a comprar libros. Cuarto, vale, pero tampoco te pases y en zonas normales.
-Cambiarás.
-No lo creo. ¿Crees que la gente cambia?-pregunté irónica-. La gente se adapta, pero no cambia...
-Je pense que...(Yo pienso que) Si la persona es la correcta se puede cambiar.-Me dedicó una mirada que provocó que me sonrojara.
-Sí, típico algo así viniendo de ti...
-Oye dime algo... ¿París es tu ciudad favorita del mundo?
-¿Lo dices por mi camiseta? Por favor, solo es una camiseta...
-Menos mal, la eché ayer a lavar y encogió, por eso tuve que tirarla.
-¡¿QUÉ HAS HECHO QUÉ?! ¡Estúpido! ¡Esa camiseta era mi favorita! ¡La compré en mi segundo viaje a París! ¡Le tenía mucho cariño!-Casi lo mato con el cuchillo de la mantequilla. Encima el tío tuvo la cara de reírse.
-No le ha pasado nada a tu camiseta, chérie. Está secando. Con que cariño, ¿eh?
-Como odio que siempre me saques la información... Bien, ¿qué quieres saber?-pregunté molesta cruzándome de brazos.
-Pourquoi aimez-vous Paris? (¿Por qué te gusta París?)
-La primera vez que visité París fue con el colegio. No lo hice porque pensase que me gustaba, sino por ir a Disney... Y fue llegar allí y... Me enamoré de esta ciudad.-dije con un pequeño brillo en mis ojos-. Por primera vez no me sentía... Atrapada, como me sentía en mi pueblo. Me gustó tanto que tenía que volver, y nueve meses más tarde volví con mis padres. Fue fantástico. Ojalá, pudiese vivir aquí algún día...
-Cuando hablas de aquello que realmente amas estás hermosa, chérie.-Esa sonrisa otra vez.
-Ca-cállate...
Seguimos desayunando con tranquilidad. De vez en cuando me guiñaba el ojo o se me quedaba mirando... Eso me ponía aún más nerviosa. El desayuno era uno mucho mejor que uno de hotel, creo que no recuerdo haber desayunado tan bien en mucho tiempo. Aunque luego tendría que bajarlo de alguna manera.
-Veo que te ha gustado el desayuno.
-No te voy a mentir... Estaba delicioso... No me importaría llevarme a mi dimensión veinte de esos.-Señalé el cruasán que se estaba comiendo.
-Y esto prueba mi teoría de que tanto a hombres como a belles filles (chicas bellas) se las puede conquistar por el estómago.
-¡EH! Que a mi no se me gana con comida. ¡Yo no soy América! Además, ¿quién dice que puedas conquistarme? ¿Qué soy? ¿Un trofeo?
-No me refería a eso...-Seguí con la mirada de enfado sobre él-. Vale, toma el mío para que me perdones.
-¡Yay!-Tomé el cruasán y comencé a comerle.
Terminamos de desayunar, le ayudé a lavar los platos y a recoger un poco. A continuación, sacó, de no sé donde, ropa para mí y de mi talla. Me lo puse muy confusa en mi cuarto. Me dijo que quería llevarme a un sitio especial.
...(***)...
-Había estado antes en París, pero no había estado antes aquí.
La Plaza de la Bastilla estaba ante nosotros. Me había llevado en el metro hasta ahí. La vista que tenía de la columna de Julio era magnífica.
-Bonita, ¿no crees?
-Espectacular.
-¿Es cierto lo que le dijiste a Alemania? ¿De verdad te gusta la historia?-Se cruzó de brazos con una gran sonrisa.
-No me gusta, la amo, me apasiona. Desde los tres años, cuando me encontré un libro del Antiguo Egipto de mis padres. Y desde entonces no he podido dejar de amar la historia. Y París no es una excepción.
-Muy bien, amant d'histoire (amante de la historia), ¿qué me dices sobre este lugar?
-Aquí estaba la antigua Bastilla, la cual era antes una fortaleza, una puerta para entrar a París. Pero luego el cardenal ese de los tres mosqueteros, la convirtió en una cárcel. Lo de la revolución francesa y la toma de la Bastilla ambos lo conocemos. Se destruyó entre 1789 y 1790. Con sus piedras se construyó la Plaza de la Concordia, o eso creo. Se utilizó como lugar de baile, cosa graciosa pues en tu cumpleaños todos se ponen a bailar aquí o algo así. Construyeron una fuente en esa época. En 1833 se colocó esta columna después de la Revolución de 1830, y para celebrar el nombramiento de un nuevo rey con una monarquía constitucional.
-Bravo, ma chérie. ¿Pero no se te olvida algo...?
-Preferí omitir lo de la guillotina...-Miré al suelo. Él miraba la columna con nostalgia o con pena. Suspiré con tristeza-. Lo siento...
-Tranquila, chérie. Tú no tienes la culpa.-Quise replicar, no obstante él siguió hablando-. Y tampoco te preocupes por mí. He logrado olvidar parte de esa época.
Le froté el brazo en un intento de consuelo. Francia me sonrió y me abrazó con fuerza.
-Va-vale... Oye suéltame-exigí algo molesta y nerviosa.
-Non~.-Suspiré. Mira que era cabezota y persistente... Miré el Genio de la Libertad.
-Lo que daría por ver la Bastilla... Una estructura, un par de rocas juntas... Algo que me indicase que estuvo ahí... Ah, pero es imposible, ya no queda nada...
-¿Cuánto darías?-Se separó de mí con una sonrisa maliciosa.
-¿Existe?-pregunté perpleja. Soltó una pequeña risa-. ¿¡Dónde!? Es imposible... Me estás tomando el pelo.
-Dime lo que darías y ya veremos.
-Hacemos por la tarde lo que tu quieras.
-¿Y qué más?
-Pu-pues no sé... No tengo dinero.
-No quiero tu dinero, chérie. El dinero es algo que cualquiera puede tener. Pero el amor de otra persona es algo que no todo el mundo puede tener. Por eso, quiero que me beses y abraces todo lo que yo quiera.
-Ni hablar-dije con mi cara de póquer.
-¿Quoi?
-Nop. Ni hablar.
-Mais... Pourquoi? (Pero... ¿Por qué?)-Hizo un puchero.
-Porque acabamos de conocernos. Y yo no voy dando abrazos por ahí a lo loco. Al menos a hombres...-Hizo otro puchero. Negué con la cabeza. Me sobornó con que me compraría un libro al día siguiente y acepté-. Dos abrazos y un beso en la cabeza es lo máximo que te puedo ofrecer.
-En la mejilla.
-Trato hecho, pero primero llévame a lo de la Bastilla.-Le di un apretón de manos.
-Eres buena negociando.
-Gracias. Es lo que tiene querer saber los secretos de las historias de Eva y Mey, que acabas aprendiendo a negociar.
...(***)...
-¡¡ES INCREÍBLE!! Pensé que no había nada...
Eran solo unas piedras, una pequeña estructura que quedaba de los restos de los que era la Bastilla de París, pero a mí me valía. Comencé a sacar fotos como una obsesa.
-Vaya, si que te gusta la historia.
-Que ya te he dicho que no me gusta, que la amo. Es que es... La historia para mí es difícil de explicar como me siento, sin embargo me siento muy bien y feliz cuando aprendo algo nuevo de historia.
Comencé a leer el panel rojo sobre la información con mi corazón latiendo a toda velocidad. Era algo emocionante para mí. Francis tenía la mirada posada en mí.
-Quiero tocarlo...-Francia tomó mi mano.
-Non. No es bueno que se toquen. Al estar en contacto con la...
-Sí, sí, sí... Lo que tu digas. ¿Cuando viene el próximo metro?
-Pues...-En cuanto se giró para mirar la hora yo toqué la piedra-. Acabas de tocarlo, ¿verdad?
-Sí~.-A pesar de que intentaba mirarme con seriedad se formó una pequeña sonrisa en sus labios-. Bueno, ¿ahora que quieres hacer? Elige tu recompensa.
-Que te pruebes toda la ropa que te compré esta mañana y me hagas un pase de modelos~.
-Me tomas el pelo...
-Has dicho lo que yo quiera. Y eso es lo que quiero.
-No puedes pedir cosas normales, ¿verdad?
-Non~.-El metro llegó para llevarnos a casa.
-Bueno, aunque tenga que hacer eso... Me alegro mucho de haberlo visto. Me ha echo mucha ilusión. Así que gracias, Francia.-Sonrió complacido y me abrazó, aunque puso por excusa que era por la gente del metro. Le gustaba mucho el contacto físico por lo que veo...
-De rien, ma chérie. (De nada). Si quieres puedo contarte más cosas mientras te pruebas la ropa.
-¿En serio? Eso sería genial~. Pero recuerda, que me debes un libro.
-Oui, oui... No se te escapa nada.
Tuve que hacerle lo de la prueba de vestuario toda la tarde, pero prefiero no hablar de ello, porque es demasiado vergonzoso para mí. Pero en definitiva, fue uno de los mejores días de mi vida, y tenía la sensación de que iban a venir muchos más.
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