Capítulo 2: Un encuentro inesperado

Anteriormente...

Los planes dieron un giro inesperado... la aventura menos esperada por las jóvenes comenzaría a partir de ahora...

...(***)...

Alba y Mey comenzaron a abrir los ojos despacio, soltando algún que otro gruñido de dolor. El cielo azul se extendía brillante sobre sus cabezas, además de un par de casas.

–Ah... ¿Mey?

–¿Si?

–Sigues viva.

–Eso creo, ¿y tú?

–Todavía lo estoy decidiendo. ¿Cómo está Eva?

Mey se incorporó despacio intentando ver dónde se encontraba la última integrante del trio. Eva estaba tumbada en el suelo durmiendo felizmente, ajena a todo lo de su alrededor. Volvió a reclinar la cabeza hacía atrás dolorida.

–Está bien, a diferencia de nosotras.

–Me duele hasta el pelo...–Mey le dio la razón con un pequeño sonido–. Por desgracia, tenemos que movernos... Venga, arriba.–Con dolor y algún que otro grito por la molestia en la espalda o piernas consiguieron ponerse en pie.

–Me siento como si hubiésemos salido disparadas de una lavadora gigante.

–Y nos hubiésemos chocado contra la pared... Bueno, contra el suelo. Despertemos a la Bella Durmiente.

–Pienso que no va a hacer falta, ya lo hizo sola.

Eva comenzaba a bostezar desde el suelo. Después de unos segundo de estirarse cual gato en el suelo, decidió abrir los ojos y sentarse en el empedrado suelo. Nos sonrió a ambas mientras se frotaba un ojo.

–Buenos días~. ¡Qué bien he dormido! ¿Y vosotras?

–Eva, tienes que ir al libro Güines de los récords mundiales, saldrías como una persona con un sueño muy profundo–dije negando con la cabeza mientras Mey la ayudaba a ponerse en pie.

–¡Gracias! O eso creo...

–¿Dónde estamos?–preguntó Mey mirando a su alrededor.

Nos encontrábamos en un callejón de casas de colores cálidos. El suelo estaba empedrado y era irregular. El sol se escondía detrás de uno de los tejados proyectando una gran sombra en este, pero se estaba bien a la sombra. Las tres comenzaron a mirar todo intentando encontrar una explicación o una pista sobre su paradero.

–Eso mismo me estoy preguntando yo. Aunque parece que nos encontramos en un callejón–dijo Eva haciendo que Mey y Alba se golpeasen la frente.

–¿Cómo hemos llegado aquí? Lo último que recuerdo era que estábamos en nuestra habitación–habló Alba pensativa intentando recordar lo que pasó.

–Seguro que salimos a dar una vuelta luego, nos sentamos a descansar aquí y nos quedamos dormidas.

–¡NO!–exclamó Eva–. ¿No os acordáis? Nos tragó un agujero.

–¿Un... agujero?

–¡Sí! ¡Apareció en el suelo! ¿Por qué no os acordáis?–Las más mayores se miraron entre sí decidiendo que hacer respecto a la versión contada por la pequeña–. ¡NO ME MIRÉIS COMO SI ESTUVIESE LOCA!

–Perdón, perdón...

–Volvamos al hotel, ¿qué os parece?–Mey intentó tranquilizar las cosas dando buenos resultados. Las tres salieron del callejón caminando por otras calles con las mismas características que las de antes. Parecía todo igual hasta que llegaron a una calle principal en la que había mucha gente.

–Oh...

–Esto no es...

–¡ES VENECIA!

La morena tenía razón. Los canales de aguas azules tranquilas estaban llenos de góndolas y barcos a esas horas de la mañana. Desde los puentes, los turistas sacaban fotos a los hermosos paisajes de Italia, y ellas solo se limitaron a mirar todo con incredulidad.

–Creo que voy a empezar a creer a Eva...–murmuró la rubia.

–¿Hemos terminado en Venecia por un agujero?

–Por un portal Mey, por un portal.

–¿¡Pero no era un agujero!?

–Portal, agujero, que más da...–dijo Alba caminando al canal más cercano–. Subid, hay algo que siempre he querido hacer.

...(***)...

–Me parece increíble el paseo en góndola, sin embargo... ¿¡Era necesario robarla!?–gritó Eva que iba en el medio de la barca italiana.

–Oye, no la he robado. La he tomado prestada por un rato–respondió molesta la más alta del grupo–. La voy a devolver. ¿¡Qué quieres que haga sino con una góndola!?

–¡¡Colgarla de una pared!! Yo que sé... No sé cuales son tus pensamientos extraños.

–¡Pues sino te gusta puedes bajarte en la siguiente parada!

–¿Habíais visto alguna vez un puente tan bonito como ese~?–disimuló mirando hacía otro lado queriendo terminar con la conversación. Alba suspiró y sonrió. Siempre había querido ir a Italia, comer pasta, visitar sus monumentos, navegar por los canales de Venecia... Tenía suerte, ahora mismo lo estaba haciendo en la compañía de sus hermanas. No obstante, seguía sin entender como era posible que llegasen allí si antes estaban en...

–¡ALBA!–La llamó Mey sacándola de sus pensamientos–. Te preguntaba si escuchas tu también esos gritos.–Y era cierto, alguien estaba gritando por su vida–. ¿Qué hacemos?

Miró a sus amigas con seriedad intentando descifrar cuales eran sus pensamientos, con cuidado se acercó a una de las pasarelas y ató la góndola a un poste multicolor que sobresalía del agua.

–Vayamos a ver que está pasando.–Ambas asintieron y corrieron hacía el origen del ruido.

Unas calles más tarde, las chicas consiguieron llegar al callejón del cual provenían los gritos. Se acercaron a la esquina con cuidado de ver que estaba ocurriendo. En el callejón un joven había sido rodeado por tres hombres más grandes que él, y no parecía que tuviesen muy buenas intenciones.

–Per favore...

Las tres abrieron mucho los ojos al ver al joven que gritaba por ayuda. Se escondieron de nuevo para que nadie las viera. Ese joven castaño, ese rulo... Esa manera de pedir ayuda... Solo podía ser una 'persona' en el mundo.

–Acabo de confirmar que hemos muerto, porque acabo de ver a Italia Veneciano ser atracado en Venecia–dijo Mey aguantándose la cabeza con una mano pensando que estaba loca.

–O eso, o estamos locas–dijo Alba asustada por lo que acaban de ver.

–Vamos, Italia es una personificación de su país, es decir, que se parece a sus habitantes. Seguro que no será más que un italiano en apuros–habló Eva con seguridad y tranquilidad.

–¡¡¡Germania!!! (Alemania) ¡¡¡AYÚDAME!!!

–Retiro lo dicho... Es Italia.

–¿Y qué vamos a hacer? ¡Le están atracando!–dijo Mey preocupada–. ¿Y si llamamos a la policía?

–Tardarían demasiado–dijo Eva–. Pero no os preocupéis, tengo un plan infalible para... Eh, ¿y Alba? ¿No estaba aquí hace un...?

–¡FELICIANO!–gritó corriendo hacía él abriéndose paso entre los atracadores.

–¡A-ALBA!–gritaron sus amigas asustadas y sorprendidas siguiéndola.

Italia levantó la cabeza para mirar a las tres chicas ponerse delante de él. Se agacharon para estar a la altura de Feliciano. Él se frotó los ojos llenos de lágrimas, lo que derritió los corazones de las humanas.

–Tranquilo, vamos a ayudarte.

–¿V-ve~?

–Alba, ¿pero en qué estabas pensando?–preguntó Eva sacudiéndola por los hombros–. ¡No te olvides de mí cuando haya una pelea! 

–Lo siento Eva.–La abrazó en forma de disculpa–. ¡Pero nadie se va a meter con el protagonista de Hetalia si yo estoy aquí! Mejor dicho, ¡si estamos aquí!

–En definitiva, estás loca–dijo Mey negando con la cabeza–. Pero tienes buenas intenciones.–Eso hizo sonreír a las chicas. Incluso Veneciano sonrió a pesar del miedo que tenía. Alba se puso al frente.

–Genial, más dinero. Ragazze (chicas), dadnos vuestro dinero o vuestro amigo lo pagará caro.

–Bien, poneos detrás de mí, voy a solucionar esto en un santiamén.–Sonrió la rubia confiada. Caminó hacía el que parecía el líder del grupo tranquila–. Bien, ¿cuánto quieres?–preguntó buscando algo en su bolso.

–Pues con...–El ladrón no pudo terminar la frase porque Alba le echó spray pimienta en los ojos–.¡WAAAAAAAA! ¡¡PICA!!

–¡¡ALBA!!

–¿Qué? Que esto sea ilegal en muchos países no significa que no sea eficiente.

–¿¡Es ilegal!?–preguntaron a la vez.

–¿Queríais algo legal?–preguntó sorprendida–. Pues esto es lo más legal que se me ocurre la verdad...

Sus amigas la miraron cabizbajas y sorprendidas. <<Típico de Alba...>> murmuraron. El italiano, sin embargo las miraba ilusionado.

–Esperad, que tengo una idea más ilegal aún. ¿Dónde puse el mechero?–preguntó revolviendo en el bolso de nuevo. El mechero se resbaló de sus manos–. Uy, un segundo.–Se agachó a recogerlo.

Entonces otro de los ladrones intentó golpear a la alta, pero ella estaba demasiado ocupada para verlo. Por eso, Eva y Mey cogieron piedras y latas del suelo y se las tiraron al agresor golpeándole en la cabeza provocando que se desmayase en el acto.

–¡¡LO TENGO!!–miró sorprendida al ladrón que acaba de caer inconsciente–. Eh... ¿Y esto cuando ha pasado?

El último de ellos, agarró a sus compañeros por los brazos para huir de allí maldiciendo en italiano asustado. La más alta miró mal al que huyó de allí.

–Cobarde... Atacar a un pobre italiano indefenso...

–¡ALBA!–gritaron sus amigas abrazándola por la espalda.

–¡LO HICIMOS!–gritó Mey alegre mientras saltaba con Eva.

–¿Hacer? Pero si acababa de empezar y... ¡No he podido hacer nada!–Sus amigas ignoraron sus comentarios y siguieron celebrándolo. Ella, terminó por unirse a los gritos y a la alegría que desprendían. El europeo se terminó uniendo a ellas.

–¡EH! ¿¡Feliciano!?–Él las estaba abrazando a la vez alegre.

–Ve~, muchas gracias ragazze~.–Besó en la cabeza a todas ellas haciendo que se sonrojasen enormemente. Él se separó del grupo con una sonrisa en sus labios.

–No ha sido nada–dijeron frotándose la cabeza avergonzadas con una risa tonta.

–¿Cómo sabéis que yo me llamo Feliciano?–Las tres dejaron de reírse de golpe para mirarse entre sí asustadas y confusas.

–Pues... Esto...

–¡Es que te pareces a un amigo nuestro que se llama así!–dijo Mey con una sonrisa de disculpa. Sus amigas le agradecieron que las sacase del aprieto palmeando su espalda. El italiano asintió convencido.

–Ve~, iba a una reunión, pero entonces ellos me rodearon y me pidieron todo mi dinero... Pero si les daba mi dinero... ¡YA NO TENDRÍA DINERO PARA PASTA!–<<Típico de Italia>>–. Eso me pondría muy triste. Sin embargo, gracias a vosotras hoy podré comer pasta, ve~. ¿Cómo podría agradecerooslos?

–Dejándonos vivir contigo una temporada no estaría mal.–Dejó caer la más baja con una pequeña sonrisa. Era cierto, ninguna había pensado que hacer en aquel lugar, y suponían que el hotel donde estaban todas sus cosas, como su dinero, no quedaría principalmente cerca.

–¿No tenéis casa?–preguntó apenado.

–Ni dinero... Estamos un poco perdidas... Es que somos de un lugar muy lejano... Y bueno, no nos vendría mal un poco de ayuda...

–¡Yo os ayudaré, ragazze!–dijo alegre el italiano. Para ellos, siempre era un honor ayudar a hermosas chicas, y más si ellas les habían ayudado antes.

–No hace falta, lo hicimos...–La boliviana no pudo terminar la frase porque Feliciano la interrumpió inocentemente.

–¡Ya sé! Os llevaré a la reunión, allí seguro que entre todos os podemos ayudar.

–¡TRATO HECHO!–gritaron las más pequeñas tapando la boca a la más mayor.

–Ve~, pues vamos.–Sonrió el italiano comenzando a caminar con las extranjeras.

Mientras se dirigían a donde se encontraban los demás países, las chicas decidieron debatir los hechos que habían pasado.

–Así que ese agujero...

–Portal.–La corrigió Eva.

–Sí, bueno lo que sea, nos ha traído aquí. Y no tenemos dinero, ni casa para pasar la noche...

–Hasta que nos encontremos con los países y nos lo den–habló positiva la rubia española.

–Hablando de los países, creo que no deberíamos decir que venimos de otro mundo en el cual ellos no existen y solo son un manga y un anime.

–¿Por qué nos dejarían sin casa y comida?–preguntó Eva.

–Y porque puede que hiriésemos sus sentimientos–habló Mey reprendiéndole que solo mirase lo material.

–A parte de que pensarían que estamos locas y tardarían menos de dos segundos en mandarnos a un psiquiátrico de una patada.

–Entonces, ¿que vamos a decirles si preguntan de dónde somos?

–¡¡Somos del planeta tomatoide!! Nos ganaríamos a España, Romano y a Ita-chan en un momento.

–¡Buena idea Eva!–La felicitó su compatriota.

–Creo que no es una buena idea decir que somos extraterrestres...

–Pero si decimos que somos de cualquier otro país, no tardarán nada en comprobar que les estamos mintiendo y en vez de a un psiquiátrico, terminaríamos en la cárcel. ¡Y soy muy joven para ir a la cárcel! Además, su comida apesta–dijo Eva preocupada.

–Tranquilas chicas, tengo la solución a vuestros problemas. Dejádmelo a mí.

–Alba... ¿Qué les vas a decir?

–¿De qué habláis tan animadamente, ragazze?

–De que Italia es un lugar muy bonito.–La representación sonrió complacido por las palabras de la española y siguieron caminando hacía la reunión del G-8.

...(***)...

El edificio de reuniones se imponía en el lugar. Era un gran edificio de ladrillo descubierto rematado en una cúpula que brillaba con la luz del sol. Unos grandes jardines llenos de flores de especies que desconocían, rodeaban el edificio. Caminaron por el camino de losas blancas hasta la puerta principal.

–Ve~, ¿vosotras como os llamáis? No me lo habéis dicho.

–Yo soy Eva, ella es Alba y ella es Mey–Según se iban nombrando las adolescentes sonreían al italiano–. Alba y yo somos españolas, mientras que Mey es boliviana.

–Ve~, sois de la casa de España-niichan. Seguro que se alegra de veros.

–¿España-niichan?–preguntaron las tres ilusionadas, aunque por suerte el país europeo pensó que era porque estaban confundidas y extrañadas por comentarles eso.

–Eh... Na-nada...

Caminaron por un largo pasillo hasta unas grandes puertas de madera de las cuales salían gritos muy variados. La pulsación de las humanas se dispararon al pensar que iban a conocer a sus ídolos, si es que se les podía llamar así.

–Ya llegamos. Entraré yo primero para presentaros, ¿vale?

–De acuerdo–dijeron las tres. Según el italiano desapareció por la puerta, las tres comenzaron a gritar alegres en bajo, aunque si gritaban en alto tampoco iban a oírlas.

–¡Vamos a conocerles! ¡Esto va a ser genial! ¿No opináis...? ¡No os asoméis!–dijo Mey tirando de las más jóvenes que intentaba espiar a través de la puerta.

–¡Pero quiero sacar fotos!–Hizo un puchero Eva tratando de abrir la puerta.

–¡Y yo! Solo una rendija, por favor...

–¡No!

Las tres comenzaron a pelearse por entrar sin darse cuenta de que la sala de al lado se había quedado en completo silencio, solo oyéndose sus voces resonar por el lugar. Por desgracia para ellas, tiraron de la manilla de la puerta abriéndola.

–¡WAAA!–gritaron cayendo como fichas de dominó dentro de la sala.

–Os dije que no tiraseis así o terminaríamos cayendo dentro...

–¡¡ME ESTÁIS AHOGANDO!!–gritó Eva debajo de las demás.

–Perdón–dijeron las dos quitándose de encima.

–Ah...–suspiró dolorida–. Ya van dos golpes en un día, ¿puede pasarnos algo peor?–preguntó Mey. Un carraspeó hizo que las tres levantasen la cabeza para ver a Italia y a Alemania, porque no había duda de que era él mirarlas confusos. Detrás había una gran mesa en la cual se encontraba el G-8 en carne y hueso, tal y como siempre habían soñado sus personajes habían tomado vida.

–Creo que el destino ha aceptado tu reto, Mey–susurró la morena.

–Ahora ya sé que hemos muerto y subido al paraíso...–dijo Alba con una gran sonrisa de oreja a oreja. Suerte que solo sus compañeras la oyeron.

–Ahí están, ve~.–Feliciano las miraba con una gran sonrisa que las causó ternura. Sin embargo, el alemán las miraba de forma fría y calculadora. Las tres se pusieron de pie avergonzadas e intimidadas.

–¿Quiénes sois vosotras?

–¡Somos las princesas del planeta tomatoide!–dijo Eva en tono solemne para intentar tranquilizar la tensión del ambiente.

–Y venimos en busca del magic tomato para devolverle a nuestro planeta.–Alba decidió seguirle el juego poniendo una pose espectacular junto a ella.

–¡¡Sabían que existían!!–La voz de España resonó en toda la sala–. Estamos aquí. Vamos, Lovi~. Hay que presentarse.

–¡Suéltame, bastardo! Me estás dejando mal delante de las princesas.

–¿Ehh? ¿Unas princesas me han salvado? ¡Muchas gracias, sus majestades!–Italia hizo una reverencia.

–¡¡Feliciano, no hace falta!! S-solo os están tomando el pelo–dijo Mey sonriendo incómoda y nerviosa por la mirada de enfado de Alemania–. Es así como ellas liberan el estrés. Es que después del atraco y de salvar a Feliciano...

–¡¿Que vosotras qué?!–preguntaron todas las naciones a coro.

...(***)...

*Pequeña aclaración: En el G-8 sé que no está España, lo que pasa es que la Unión Europea cuenta con una representación también en estas reuniones (por lo cual deberían ser el G-9 XD), y me dijeron en clase mi profesor de historia que el actual representante es un señor de España. Esto ya no lo tengo yo muy claro, pero me hizo gracia así que le introduje como representante. 

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