Capítulo 13: Despejarse es bueno
–¡No me lo puedo creer! ¡Lo hemos conseguido chicas! ¡Volveremos a casa!–exclamé dando saltos de alegría. Después de mucho tiempo habíamos conseguido abrir un portal a casa.
–No. Nosotras nos vamos y tú te quedas.
–¿Qué?–Eva y Mey estaban de espaldas a mí, mirando el portal.
–Nosotras nos vamos a casa, tú te quedas aquí con Francia.
–¿Po-por qué?–pregunté con tristeza y sorpresa a la vez.
–¿Por qué?–me preguntó Eva con ira. Ambas se giraron para mirarme con poco aprecio–. ¡Nos has abandonado todo este tiempo! ¿Y aún preguntas el porqué?
–No chicas yo no...
–¿Tu qué? ¡Nos dejaste solas en una dimensión que no conocíamos! ¿Cuántas veces nos vimos? ¡Dijimos que íbamos a estar juntas! Pero no ha sido para nada así.–Las palabras de Mey hicieron que las primeras lágrimas rodasen por mis mejillas.
–Pero chicas... Yo... Yo quise estar con vosotras...
–¿Tenemos nosotras la culpa entonces?
–No, no dije eso. Por favor no os vayáis... Sé que suena muy gay, de esas frases que salen con la típica foca diciendo gay, que es cursi y raro, pero... Chicas, yo os quiero. Sois mis hermanas, por favor no me dejéis...–dije intentando hacerlas entrar en razón mientras lloraba. Se creó un silencio sepulcral.
–Ya no nos creemos tus mentiras–dijeron a la vez rompiendo el silencio. Aquellas palabras dolieron como una patada en el estomago–. Que disfrutes de Hetalia para siempre.
–¡NO CHICAS!–grité antes de que se acercasen más al portal. Intenté correr hacia ellas, pero unas manos rodearon mi cintura impidiéndome avanzar. Al levantar la cabeza me llevé una gran sorpresa al descubrir a mi captor.
–¿Dónde vas, chérie?–preguntó Francia mirándome con una gran sonrisa cómplice.
–¿¡Francia!? ¿¡Qué haces!? ¡Suéltame!–exclamé intentando que apartase sus manos. Al ver que era inútil y que no podía arrastarle, comencé a gritar asustada–. ¡Chicas, por favor! ¡Por favor no me dejéis! ¡NO!
Sin mirarme, ambas entraron en el portal. Después de que este desapareciera, nada más le cruzaron, Francis me soltó. Corrí hasta donde se encontraba el portal y comencé a tocar el suelo con mis manos aterrorizada. Lagrimas chocaban contra el suelo mientras gritaba con ira que volviesen.
–¿Por qué me han dejado...?–murmuré deprimida.
Noté como Francia tomaba mis hombros y me agitaba.
...(***)...
–Alba. ¡Alba! Respóndeme, s'il vous plaît.
Abrí los ojos de golpe. Noté como mis mejillas estaban ardiendo además de estar empapadas. Francis me miraba con gran preocupación. Me abrazó de golpe, ¿estaba asustado?
–Francia, ¿estás bien?
–Me asustaste mucho, ma chérie.–Noté como apretaba su agarre. Le froté preocupada su espalda, ¿qué había pasado?– ¿Con qué soñabas para llorar y gritar en sueños?
–Estaba llorando...–Me separé de él para que me mirase a los ojos–. ¿Qué gritaba?
–¿En su mayoría? Insultos hacia mi persona.
–Tiene sentido.–Me miró mal–. Ahora te lo explico, ¿algo más?
–Que no te dejasen... ¿Con qué soñabas?–¿Por qué estaba tan preocupado por mí? Entonces recordé gran parte del sueño, lo que provocó que revolviese el pelo con mis manos y frotase mis ojos repetidas veces.
Tras relatarle mi sueño, omitiendo lo que nos relacionaba como pareja, se formó un silencio extraño entre nosotros dos. Francis reflexionaba y yo me hundía entre mis pensamientos más oscuros.
–No las has fallado.
–Según el sueño y como me siento yo, sí... Agh, tú no lo entiendes. Tanto tiempo planeando el vernos y ahora... Las he fallado... Ellas tenían razón.
–No, por supuesto que no tenían razón. Chérie, ellas saben que las quieres y que harías todo lo que estuviese en tu mano para ayudarlas. En todo caso sería culpa nuestra por haberos separado.
–Vosotros nos habéis ayudado en todo. Sería injusto para vosotros el culparos de esta situación.–Francia tragó nervioso y preocupado.
–Tranquilicémonos... Chérie, te prometo que tus hermanas están bien y te quieren, ellas jamás te harían eso.–Asentí levemente con la cabeza. Le abracé agradecida a pesar de la vergüenza que me daba aquello, pero me sentía débil. No obstante ese abrazo me hizo sentir mejor–. H-hoy hace un día estupendo... ¿Qué tal si salimos a despejarnos un poco?–Asentí con la cabeza de nuevo. Él besó mi frente intentando calmarme, lo consiguió aunque no se lo demostré.
...(***)...
–Todavía me como la cabeza intentado decidir si eres un humano, inmortal, que representa a un país o bien una representación de un país humana.
–Simplemente, no lo pienses~.–Puso una mano en mi cabeza
–Eso no ayuda... Es que sino pienso en eso, pienso en la cestita cursi.
Francia había decidido que para despejarnos era una buena idea ir a comer fuera. Un picnic. Ya sabía, por acontecimientos pasados que los franceses hacían bastantes picnics, o al menos los que yo conocí. Era algo que hacían para pasar un buen rato con otras personas y relajarse al aire libre.
–No es cursi–dijo haciendo un puchero. Rodé los ojos con una pequeña sonrisa en mis labios. Estababamos en el Louvre, allí había una parada de metro. A Francia le pareció buena idea comer en el Jardín de las Tullerías. Incluso a mi me lo pareció, hasta que caí en un pequeño detalle.
La estatua de Juan a de Arco pasó desapercibida tal vez para él, pero no para mí. Él seguía hablando, pero yo me había perdido en mis pensamientos.
Sabía perfectamente lo que él amaba a Juana, y lo que sufrió al perderla. No pude evitar sentirme celosa, porque sabía que nadie sería como ella para él. Ni valoraría a nadie como a ella...
–¿Chérie? ¿Salut?–Pasó la mano por delante de mis ojos. Levanté la cabeza para mirarle a la cara–. Ya te he dicho que no pienses en ese sueño.
–Sí, lo sé... Sin embargo, no puedo evitar sentirme mal... ¿Sabes que me haría sentir mejor? Hacer el picnic en los Campos de Marte–dije sonriendo falsamente.
–Mais je pense que toi... (Yo pensé que tú...)
–Es que pienso que debe de ser bonito comer a los pies de la Torre Eiffel... Además, ahí no he estado mucho...
–Bon, si quieres ir tanto como dices...
–Sí–dije alargando la i disimulando alegría, aunque por su cara sabia que escondía algo y desconfiaba por ello–. Venga, vamos~.–Tiré de él hacia la boca de metro.
...(***)...
Nunca había estado más de diez minutos en los Campos de Marte. Eran realmente hermosos y poder comer a los pies de la gran torre era uno de esos pequeños placeres de la vida.
Nos sentamos encima del mantel que habíamos colocado y mientras Francia se dedicaba a colocar las cosas, yo observaba la Torre Eiffel. Tomé también un par de fotos.
–Ten.–Francis me pasó un sándwich.
–Gracias.
Al mirarle no pude evitar volver a pensar en como iba yo a importarle a Francia. Suspiré frunciendo el ceño, haciendo desaparecer la alegría que había sentido al estar allí.
–Alba...–Le miré–. Estás triste, pero no es solo por lo del sueño, ¿verdad?
–¿Por qué otra cosa sino?–pregunté intentando disimular. Di otro mordisco al bocadillo.
–Por Juana de Arco.–Comencé a toser, el bocadillo se me atragantó. Me dio unas palmaditas en la espalda.
–Perdón, el bocadillo se ha ido por otro esófago...
–Tenía razón, ¿vrai?–preguntó rompiendo un pequeño silencio que apenas duró unos segundos.
–¿Cómo lo has sabido?–pregunté avergonzada mirando hacia otro lado. Ira, confusión y angustia recorrieron de arriba abajo mi cuerpo.
–Vi tu reacción al ver la estatua.–<<Ya decía yo que era raro que algo así no me pasase a mí>>. Me giré para darle la espalda avergonzada–. Quiero saber que te molestó... ¿Fue ella?
–Por supuesto que no–hablé con molestia–. Ella es una de mis heroínas. Lo que pasa es que... Ella hizo tantas cosas siendo tan joven... Y yo casi tengo su edad y, ¿qué he hecho? Bueno, pasar una dimensión, que es bastante impresionante... Pero no hablo de eso...–Comenzó a frotar mi espalda–. Cuando era pequeña quería ser como ella... Y ahora me di cuenta de que jamás podré ser como ella...–dije con toda la tristeza de mi corazón.
–Es cierto, nunca serás como ella.–Noté como algo dentro de mí se partía al oír esas palabras.
–Vaya, muchas gracias...–dije al borde de las lágrimas.
–No me has dejado terminar, como de costumbre... Nunca serás como ella porque puedes ser mejor que ella.
–Quoi?–Tenía la manía de hablar a veces en francés, esto me pasaba antes de llegar a esta dimensión. Le miré confusa.
–No tienes que ser como ella, puedes ser lo que quieras. Mejor, peor... Pero siendo tú misma. Y eso hace que seas perfecta–dijo alegre a mi espalda. Le miré confusa por el rabillo del ojo–. Mírate, cualquier persona desearía tener una amiga o una novia como tú.–Me sonrojé a grandes niveles por esa última frase. Miré al frente.
–Lo dices por decir... No lo crees de verdad–dije dándole la espalda molesta. Se rió.
–¿Y tú sabías muchas cosas de mí?–preguntó irónico el país–. Si piensas eso, veo que no me conoces en nada.–No respondí–. Bon, al ver que no me conoces en nada, creo que deberíamos volver a empezar y así conocernos mejor.–Se movió hasta mi lado y me miró con una sonrisa–. Bonjour, je m'appelle Francis. Et toi?
–No me lo puedo creer.–Comencé a reírme. Paré para mirarle, me había tendido su mano. Volví a reírme y cuando paré le sonreí después de rodar los ojos–. Soy Alba.–Le di la mano.
–¿Y que hace una belle fille como tú aquí?
–Pues he venido con un amigo–respondí con una sonrisa.
–Vraiment? (¿De verdad?) ¿Y cómo es tu amigo? Apuesto, caballeroso, cariñoso...
–Humilde–dije rodando los ojos–. Algo pesado a veces, no respeta mi espacio vital, hace tonterías y cosas que me avergüenzan sin parar. Pero es un buen amigo y me anima cuando hace falta.–Giré la cabeza para verle algo sonrojado. Sonreí complice–¿Le conoces?
–Non. Pero sería un gran placer conocer a alguien así.–Negué con la cabeza y le di un pequeño golpecito con mi hombro en su brazo en señal de agradecimiento.
...(***)...
No recuerdo como llegué a esa situación. Pero que yo recuerde no recuerdo haberme dormido en las piernas de Francia.
Después de comer y charlar un rato, se que me quedé dormida encima del mantel, pero no recuerdo haber apoyado la cabeza en su regazo ni que me hubiese dejado su chaqueta.
Ya debía de ser tarde, las siete calculé. Una bruma y unas nubes de colores pastel se mezclaban en el celeste cielo parisino, que vista más hermosa a pesar del aire frío que corría.
Francia miraba la Torre Eiffel fijamente, perdido en sus pensamientos. Se percató de que estaba despierta al ver que movía la cabeza.
–Ah, veo que despertaste bella durmiente.
–¿Cuanto llevo durmiendo?
–Unas dos horas más o menos.
–¿¡Dos horas!? ¿Y por qué no me despertaste?
–Te veías adorable durmiendo~. Además, parecía que necesitabas descansar.
–El cielo está muy bonito con la Torre Eiffel. Parece una postal. Amo los atardeceres.
–¿Por qué?
–Eh... Pues no lo sé. Me encantan los colores. Y además los días como hoy son de lo mejor. Hace frío~.
–¿Te gusta el frío?
–Me gusta por muchas cosas pero una de ellas es porque cuando hace frío me encanta enrrollarme en una manta y estar calentita mirando el cielo tan bonito como hoy. Además de que puedes compartir tu calor con otras personas~. Vaya, que tú me ha sonado la última oración.
–Eso quiere decir que he sido una buena influencia~.
–Oye, ¿y por qué estoy en tu regazo?
–No quería que durmieses en el suelo.
–Ah, pues gracias.
Terminamos marchándonos a casa en cuarto de hora. Yo llevé puesta su chaqueta hasta casa donde se la devolví.
En casa me pidió que se lo agradeciese con un beso. Y después de esquivarle durante media hora y negarme durante unos diez minutos, le besé en la mejilla para que se tranquilizase un poco y no me persiguiera por toda la casa.
Después de eso llamé a mis hermanitas para contarles todo y la verdad es que esa llamada me hizo sentir mucho mejor.
A pesar de los malos momentos, supe que si estaba mal Francia iba a estar ahí para mí. Y eso me hacía muy feliz.
...(***)...
Recordatorio semanal: MeyKirklandJones publica los miércoles y Magicalgirl-chan los viernes.
¡Hasta la próxima! (^ω^)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top