Capítulo 10: El Bookcrossing

–Y así fue como Angleterre quemó la sala de reuniones. Aún intento olvidar aquellas imágenes. 

<<¿Cómo es posible que sea incapaz de...? No, yo no tengo la culpa. Es él el que juega conmigo, no yo. O tal vez no... Tal vez sea como en mis sueños... Que bonitos son los sueños... ¡Igual esto es un sueño y me despierto en mi cama! Bueno... Le pedí matrimonio de una manera muy patética inconscientemente, y el día de la piscina con el en bañador no me lo quita nadie... Agh, ¿por qué es tan difícil esto del amor? Porque luego está el tema de Juana... Lo que me perjudica un poco... Ojalá pudiese tener el valor para decirle: Francia, te quiero; aunque tengo miedo de que solo sea un juguete para ti. Dime que me quieres y seamos felices>>.

–¿Alba?

–¿Eh? ¿Qué?–pregunté sorprendida. Sus ojos azules podía sentirlos sobre mí con fuerza en la oscuridad. 

–No te duermes y miras al vacío con la mirada perdida, ¿estás bien?–Pasó la mano por mi pelo recogido en una trenza–. ¿Y me explicas lo de la trenza para dormir?

–Ah–suspiré–. Es que se me ondula/riza demasiado cuando me lo mojo. Y como no tengo planchas de pelo para alisarlo para luego ondulármelo, me hago una trenza. 

–Me gustaría ver tu pelo normal. 

–¡No! Se me hincha además... No me gusta mi pelo al natural. 

–¿Por qué? Si tienes un pelo muy bonito.–Me sonrojé levemente–. ¿Me dejarías verlo aunque solo fuese una vez?

–Está bien...–suspiré desatándome el pelo–. Ya está, mañana te enseño el desastre.

–Très bien~. ¿Ahora me dices en que pensabas antes?

–Pensaba–suspiré aguantándome la cabeza con una mano. Francis me miró con cansancio, como si hubiese dicho la cosa más obvia del mundo–. Pensaba en todo... Y nada a la vez...

–¿Podrías ser algo más específica?–<<No te voy a contar con todo lujo de detalles que pienso>>. 

–Pensaba en si esto fuese solo un sueño... Si me despertase otra vez en mi cama... Y nada hubiese ocurrido. No conocerte a ti, no venir aquí, no conocer a mis hermanas y seguir atrapada en mi antigua vida, en ese colegio...–Un gran dolor y una profunda tristeza me invadió. Quería que me dejase sola para llorar. Pensé en lo bien que se estaría sin llorar–. Y también me gustaría no tener muchos sentimientos... Así nunca que estar triste, no tendría que ponerme nerviosa y que me sudasen las manos, cosa que me da mucho asco, ni me avergonzaría por nada. 

–Respecto a lo primero que has dicho, te aseguro chérie que esto no es un sueño. Y me da que por lo que va a tardar el hooligan, vas a tener que quedarte aquí varios años.–Sonrió al decir aquello como si pensase que es una buena idea. Tomó mi mano derecha entre las suyas–. Je suis avec toi (yo estoy contigo), no es un sueño, te lo prometo. Lo segundo, ¿cómo no quieres tener sentimientos si eso es lo que nos hace humanos?

–¿Nos hace humanos el sufrir y el estar tristes?

–Oui. ¿Cómo sabrías qué es la felicidad sin la tristeza? Además, alcanzar la felicidad constante es algo del todo imposible, que lo sepas. 

–No me vengas con frases filosóficas, que yo no puedo competir contra Montesquieu, Voltaire, Fenelon... Pararme cuando quieras, puedo estar así toda la noche.–Se rió.

–Duerme~.–Acarició mi cabello con cuidado y dedicación–. Has tenido un día largo, y algo que he aprendido después de vivir mucho tiempo es que no es bueno pensar por la noche.

–Francia.–Me respondió con un pequeño <<¿Uhm?>>–. ¿Por qué eres tan bueno y dulce conmigo? A pesar de que no tengo nada con que pagarte o compensarte todo lo que has hecho por mí y que a veces te golpeo porque me dices cosas indebidas... Tú eres muy amable, paciente y cariñoso. ¿Por qué? 

Suspiró levemente creando una bella sonrisa en sus labios. Se acercó a mí y besó mi frente con dulzura. Puede que si fuese a dormir, casi me desmayo después de aquel beso. 

–Te responderé a eso mañana, si aún quieres que te responda~.

–¿Por qué no ahora?–pregunté molesta.

–Porque tú misma me has dicho que piensas demasiado por las noches. Conociéndote un poco, sé que mañana por la mañana te vas a avergonzar por esto–dijo entre risas. Le miré mal. 

–¡Mentira! 

–¿Non? ¿Y si te digo que quiero que me des el masaje que me debes si te avergüenzas?–Se acercó mucho a mi cara poniendo una sonrisa pícara.

–Pu-pues vale...–dije sonrojada a más no poder–. Debo de ser consecuente con mis actos. Aunque te recuerdo que no fue justo.

–D'accord.–Cambió su expresión y se alejó para de nuevo acariciar mi pelo. Me terminará dando un ataque de fangirl algún día–. Ahora en serio, duerme, ma chérie. 

Poco a poco, con sus caricias comencé a quedarme dormida.

...(***)...

Volvió a ganar la apuesta. 

Como odio que tenga razón. Era verdad que solo de recordar todo lo que pasó ayer me avergoncé. El beso, las caricias... Agh, ¡jugaba conmigo! Eso fue lo que me enfureció, no obstante me seguía dando vergüenza bajar. Por eso, elaboré un plan para no verle. 

–Allô? (¿Diga?)–Sí, mi brillante plan era llamarle por teléfono, para así entretenerle lo suficiente como para poder robar el desayuno. 

Bajé por las escalera con sigilo mientras le gritaba al teléfono. Colgué y volví a llamar antes de entrar en la cocina. No negaré que era un excelente cocinero, pues con ver sus comidas podría decirse que son de restaurante cinco estrellas. Mi estómago rugió alegre por las vistas. A toda velocidad comencé a tomar las cosas: un zumo en una mano y con la otra un bol con fruta y unos bollos que metí. Satisfecha por mi plan, tomé un cruasán con la boca para írmele comiendo por el camino. 

Giré sobre mis pies para irme a mi habitación victoriosa cuando le vi apoyado en la puerta cruzado de brazos con una pequeña sonrisa pícara. Con los ojos como platos me quedé mirándole durante unos largos segundos. Terminé sonriendo incómoda. 

–He ganado la apuesta por lo que veo~.–Me quitó el cruasán de la boca–. ¿Desayunamos?–Tomó las demás cosas y las colocó en mi sitio. Roja, me senté enfrente de él. Al no verme comer pareció preocuparse–. Ça va, chérie?

–Eh... Sí...–Suspiró para sonreírme. Agarró su silla y se sentó a mi lado para así coger mis manos, yo no le miré.

–Sé lo que ocurre... Je suis désolé (lo siento). No pensé que fuese a molestarte lo de ayer. Creía que ya sabías como era mi sentido del humor... Alors, haré todo lo que esté en mi mano para compensarte.–Decidí mirarle a la cara. Me miraba con seriedad lo que hizo que me sonrojase más. Suspiré.

–Con que te disculpes está bien. Acepto tus disculpas.

–¡Eso me hace muy feliz!–Me abrazó con fuerza provocando que mi corazón latiese más rápido–.  Te ves muy adorable, ma chérie~. Por eso te digo esas cosas~.

–Tú, eres tonto.

–Pero me quieres~.–Se acercó para besarme y le estampé un cruasán en los labios. 

–¡Haz algo más producente con tus labios!–exclamé molesta comiéndome el mío mientras él me miraba con picardía. 

Desayunamos charlando animadamente, a continuación le ayudé a lavar los platos.

–Chérie, ¿sabes que es el Bookcrossing?

–Eh... Más o menos. ¿No es esa tradición o cosa que hacéis los franceses de ir escondiendo libros que ya habéis leído en plan huevos de pascua?

–Bon, lo hacen en otros pa-.

–¿¡No me digas que vamos a salir a cazar libros!?–Entusiasmada comencé a dar saltos. Se rió por ello.

–Oui, era lo que tenía pensado para hoy. Pensé que te gustaría buscarles porque sé que te gustan.

–¡Fantástico!–dije ilusionada abrazándole–. ¡Por eso me encanta este país y sus costumbres!–Salí corriendo a mi cuarto–. ¡Ahora vuelvo!–Escuché su risa.

...(***)...

–Es increíble lo que me hiciste en el pelo.–Toqué el recogido que me hizo Francia.

–También es increíble tu amor por Ladybug–comentó entre risas.

Habíamos estado recorriendo toda la ciudad buscando libros, pero a pesar de ser casi las seis, ninguno había aparecido. Francia me ánimo a seguir buscando por la Île de la Cité.

¿Quién diría que la mejor forma de visitar París sería buscando libros? Visitamos la Torre Eiffel, Trocadero, los Invalidos y la Sainte-Chapelle.

Mientras buscaba, pues Francia solo se reía y no paraba de darme pistas, hablábamos de nuestros gustos. Como el amor que le tenía a Ladybug.

–Francia, por duodécima vez en el día de hoy... Deja. De. Mirarme. El. Culo. Pervertido.–No evitó el reírse–. Sí, sí. Tú ríete, pero luego no te quejes porque te doy.

–Eres tú la que me provocas~.

–Sí, es que yo provoco que no veas... Déjate de tonterías y ayudame a buscar.–Molesta me puse en pie.

–¿Sabes? Hoy Notre Dame está preciosa. En la Edad Media toda la cultura se recogía en los monasterios e iglesias.–Llevaba todo el día dándome pistas como esas y hasta ese momento me habían sido útiles.

Me encaminé hacia la cola de personas, pero él me tomó de la mano y me llevó hacia otra puerta.

–¿A dónde me llevas?

–¿No creerás que no sé como entrar?–La puerta que estaba abriendo era la que daba a las torres.

–Pe-pero cierran a las cuatro... Esto está mal... Nos estamos saltando las reglas.

–No nos van a decir nada, me conocen aquí~. Y si nos dicen algo, yo me ocuparé.–Me tendió su mano–. Confía en mí.–La tomé y entramos dentro.

Subimos muchas escaleras de caracol para llegar a una de las torres. Cansada y guiada por Francia conseguí llegar a la cima. Mereció la pena.

–Dios mío... –Me quedé impactada por las vistas. El cielo estaba tan hermoso con el sol bastante bajo iluminando el Sena y las casas.

Me apoyé en la barandilla de piedra. Francia se situó a mi lado con una sonrisa.

–Son unas vistas maravillosas, Francia. Tienes suerte, si yo pudiese estaría siempre admirando unas vistas como estas.

–Moi aussi (yo también).–Lo raro es que me estaba mirando a mí–. Bon, ¿por qué no buscas tu libro, chérie?

–Sí...–No tardé mucho en encontrarle pues se encontraba envuelto en papel de regalo y trabado en una gárgola –. ¡Lo encontré! ¡Lo encontré, Francia!

–Honhonhon, me alegro mucho. Bien, ábrelo~.

Me deshice del papel multicolor a toda velocidad para ver un libro de tapas blancas y rojas que ponía en grandes letras: Historia de Francia. Comencé a saltar emocionada como una loca.

–¡Me encanta! ¡Es un libro de historia! ¡Lo amo!–Abracé el libro contra mí. Tardé poco en atar cabos mientras Francis se reía–. Has sido tú, ¿verdad?

–Te debía un libro, ¿non?–Me sonrió haciendo que mi corazón se derritiese. Había hecho todo eso por mí... Me lancé en satisfecho.

–Gracias. Muchísimas gracias. Gracias de todo corazón.–Le abrazaba con fuerza–. No sé como podré pagártelo... Gracias, me encanta. Gracias.

–Con que te guste me doy por satisfecho. Además, verte así de feliz es un regalo.–Besé su mejilla con cariño.

–Gracias, Francia.–Al separarme un poco me reí al verle sonrojado.–Venga, hoy cocino yo para pagártelo.

–Seguro que vas a pedir una pizza.–Nos encaminamos hacia la salida.

–Me conoces mejor de lo que pensaba–comenté entre risas.

Al llegar abajo comencé a leer el libro.

–Así te vas a caer, chérie. Mejor lee en casa.

–Pero es que quiero leerlo ya–dije poniéndole ojos de gato con botas. Se rió y tomé su brazo sorprendiéndole de nuevo–. Bien, ahora me vas a guiar. Y confió en ti para hacerlo bien–. Sonrió para a continuación besar mi cabeza.

Caminando del brazo nos fuimos a casa y el día terminó con una deliciosa pizza.

...(***)...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top