Reunion familia (2/2)
Lemy estaba sentado en el escalón del patio, perdido en sus pensamientos. Las palabras que había escuchado de sus tíos retumbaban en su cabeza, llenándolo de una mezcla de confusión, sorpresa y cierta incomodidad. Nunca habría imaginado que su familia tuviera secretos tan profundos, tan... inusuales. Sentía que de alguna manera acababa de descubrir una parte oculta de su propia historia familiar que le costaba procesar.
De pronto, Lacy se sentó a su lado, lo cual lo hizo volver a la realidad. Él notó que, por una vez, ella no mostraba su sonrisa despreocupada y segura, sino que lo miraba con una expresión seria. Había un brillo en sus ojos, una especie de entendimiento que lo tomó desprevenido.
—Supongo que ya te enteraste de que mis papás son hermanos, ¿verdad? —dijo Lacy en un tono sereno, aunque no carente de cierta amargura.
Lemy, al escucharla, se quedó congelado. Su primer instinto fue negar rápidamente, aunque el nerviosismo en su voz lo traicionó.
—¿Qué? Yo... no, no escuché nada... bueno, no mucho, al menos. —La respuesta salió de su boca con torpeza, tratando de ocultar lo evidente.
Sin embargo, Lacy solo soltó una pequeña risa, una risa llena de resignación y entendimiento.
—Descuida, Lemy. Sabía que tarde o temprano te ibas a enterar... como yo me enteré de que, además de mis papás, tengo una familia más grande de la que jamás pensé. —Hizo una pausa y bajó la vista, como si estuviera midiendo sus palabras—. La verdad, he aprendido a vivir con ello. Fue un impacto al principio, claro... enterarte de que eres el resultado de algo que para muchos es "incorrecto". Pero luego piensas... bueno, mis papás se aman y nos criaron con todo el cariño que pudieron. Tal vez eso es lo único que importa.
Lemy sintió un nudo en la garganta al escucharla. No podía evitar sentirse mal por ella, pero al mismo tiempo, admiraba su forma de afrontarlo. Era como si Lacy hubiera pasado mucho tiempo procesando y aceptando esta realidad, algo que él apenas estaba empezando a asimilar.
—Debe haber sido muy difícil para ti... —murmuró Lemy, sin saber realmente qué decir. Sus palabras eran sinceras, pero también sentía que eran insuficientes.
Lacy asintió, mirando al horizonte, observando cómo sus primos jugaban en el patio, sin preocupaciones, ajenos a la conversación que ellos estaban teniendo.
—Al principio lo fue, pero después me di cuenta de que la vida de mis papás ha estado llena de gente juzgándolos... —dijo, con un tono que denotaba una profunda madurez en su voz—. Solo los que saben... lo que me contaron, todos en este pueblo lo saben, mirándolos mal... tal vez por eso siempre nos enseñaron a ser fuertes, a no depender de la aprobación de nadie. ¿Sabes? Aprendí a valorar a las personas por lo que realmente son, no por las ideas que la gente tiene sobre ellas... aunque algunos piensen que soy un monstruo...
Lemy la miraba, un poco sorprendido por la sinceridad con la que Lacy hablaba. La frase "algunos piensan que soy un monstruo" resonó en él, como si esas palabras las hubiera dicho con una mezcla de resignación y dolor. Pero lo que más lo impactó fue lo que Lacy había mencionado acerca de cómo había aprendido a valorar a las personas por su verdadera esencia. Era un concepto que, aunque Lemy había oído muchas veces antes, nunca lo había escuchado de alguien tan cercano y sincero como ella.
En un impulso, Lemy decidió hablar, intentando consolarla y, al mismo tiempo, quitándole algo de peso a sus palabras. Miró a Lacy con sinceridad, un poco nervioso por la sinceridad de su propio comentario, pero aún así decidido a expresarlo.
—Oye, tú no eres un monstruo... —dijo, con voz firme pero cálida—. Tú eres muy hermosa, Lacy. Eres muy optimista, eres alguien muy habilidosa... He visto los videos en los que sales, eres increíble en lo que haces. Eres alguien excepcional.
Lacy se giró hacia él, sorprendida por su comentario. Por un momento, sus ojos brillaron con una mezcla de gratitud y una leve sorpresa, como si esas palabras hubieran tocado algo que ella misma no solía reconocer.
—Gracias, Lemy... eso significa mucho para mí. —respondió ella, con una ligera sonrisa que iluminó su rostro. Era una sonrisa cálida, pero al mismo tiempo, algo tímida, como si las palabras de él realmente la hubieran hecho reflexionar.
Lemy, sintiendo la necesidad de seguir hablando, continuó con una sonrisa más relajada.
—No sé qué piensen los demás, pero lo que sé es que eres una persona increíble. La gente a veces se centra en lo superficial, en lo que no entienden, pero eso no te define. Es lo que haces, lo que eres en realidad, lo que tiene importancia. —dijo, como si esas palabras pudieran aliviar de alguna manera la carga que Lacy llevaba.
Lacy lo miró por un momento en silencio, y por fin, suspiró profundamente, como si liberara algo que había estado guardando durante mucho tiempo. Se recostó un poco en el escalón, mirando al cielo que comenzaba a oscurecerse con las primeras estrellas de la noche.
—Lo aprecio mucho, Lemy... en serio. —respondió con una voz más tranquila—. A veces siento que toda esta historia nos ha marcado de tal manera que no puedo dejar de preguntarme si algún día seremos capaces de dejar atrás todo el juicio y el dolor. Pero escuchar eso de ti... me hace sentir que, quizás, las cosas no sean tan malas después de todo.
Lemy asintió lentamente, sintiendo que, por primera vez, había logrado hacer que Lacy se sintiera un poco más en paz con ella misma, aunque sabía que no era algo que cambiaría de la noche a la mañana. No obstante, le dio un pequeño consuelo, y eso era lo que realmente importaba.
—Todo lo que importa es lo que tú pienses de ti misma, Lacy. Eso es lo único que realmente define quién eres. Y si algún día necesitas hablar, o cualquier cosa, ya sabes que no tienes que cargar con todo esto sola.
Lacy, con una sonrisa más relajada, asintió de nuevo, agradecida por la gentileza y las palabras de Lemy.
—Gracias, Lemy. Es bueno saber que alguien entiende... —respondió, mientras el resto de los primos seguían jugando, ajenos a la conversación que ellos estaban teniendo.
El silencio que siguió fue tranquilo, aunque lleno de una nueva comprensión mutua. Lemy sentía que, de alguna manera, esa conversación había fortalecido su conexión con Lacy. La familia podía ser complicada, llena de secretos y tensiones, pero en ese momento, ambos sabían que la comprensión mutua y el apoyo incondicional podían ser más fuertes que cualquier juicio o conflicto pasado.
Lincoln y Lynn regresaron al comedor a regañadientes, claramente incómodos. Su madre les había pedido que se quedaran un poco más, con la esperanza de que esta vez las cosas fueran menos tensas. Ambos se sentaron con rigidez en sus sillas, mientras una atmósfera densa llenaba el ambiente. Esta vez, sin embargo, Lyra, la mayor de los sobrinos y claramente más madura que sus hermanos, decidió quedarse en la mesa también, asumiendo la difícil tarea de evitar que cualquier chispa se convirtiera en un nuevo enfrentamiento.
Lyra observaba atentamente; su expresión era seria y concentrada. Se había dado cuenta de que los últimos intercambios entre sus tíos y el resto de la familia solo habían hecho las cosas más difíciles para todos. Sabía que la tensión no se disiparía de un momento a otro, pero esperaba poder suavizar un poco la situación. A medida que el silencio se extendía, Lyra decidió romperlo con algo ligero.
—Entonces... —comenzó con voz calmada—, ¿cómo están ustedes? ¿Cómo les ha ido en estos años?
Lincoln y Lynn intercambiaron una mirada breve. Ambos parecían reticentes, como si no estuvieran seguros de cuánto compartir con el resto de la familia. Sin embargo, Lincoln fue el primero en responder, aunque con un tono reservado.
—Hemos estado... bien —dijo con voz controlada—. Nos hemos enfocado en nuestra vida y en nuestras hijas. La familia ha sido nuestra prioridad.
Lynn asintió en silencio, sus ojos recorrieron el comedor, evitando el contacto visual con cualquiera en específico. Se sentía fuera de lugar y, aunque estaba allí por respeto a su madre, prefería estar en cualquier otro sitio. Por su parte, Lyra intentaba disimular el nerviosismo, sabiendo que un mal comentario podría arruinar cualquier avance en esta reunión.
—Me alegra escuchar eso, de verdad —dijo Lyra con una leve sonrisa, tratando de aligerar el ambiente—. Yo... creo que a todos nos gustaría conocer más de ustedes y de sus hijas. Supongo que han pasado muchas cosas desde que se fueron.
Lynn soltó un suspiro, claramente agotada por la situación. Pero también se dio cuenta de que Lyra estaba haciendo un esfuerzo genuino por mantener las cosas en paz. Miró a Lyra, un poco más relajada, y asintió.
—Sí, mucho ha cambiado. La vida que llevamos ahora es... diferente, pero hemos encontrado un lugar para nosotras —admitió, sin entrar en detalles—. Y nuestras hijas, bueno, son nuestro orgullo y alegría. Todo lo que hemos hecho ha sido por ellas.
Lyra asintió comprensiva, notando la sinceridad en las palabras de su tía. Decidió aprovechar el momento para conocer un poco más a sus primas.
—¿Y ellas? Lacy, Lynn III, ¿cómo son? —preguntó Lyra, genuinamente interesada.
Lincoln y Lynn intercambiaron una mirada antes de que Lincoln hablara. Su expresión se suavizó al pensar en sus hijas.
—Son increíbles. Lacy es fuerte, determinada, y tiene un corazón de oro. Lynn III es un poco más tranquila, pero tiene una gran curiosidad y una inteligencia sorprendente —respondió Lincoln, con orgullo evidente en su voz.
Lynn añadió, con una leve sonrisa.
—Sí, son... muy especiales. Nos han enseñado tanto y nos han hecho mejores personas. Ellas son nuestra razón para seguir adelante, incluso cuando las cosas se ponen difíciles.
Mientras los tres conversaban, la puerta del comedor se abrió y algunos otros miembros de la familia entraron al cuarto. La tensión parecía ceder ligeramente mientras más familiares se unían, notando que la conversación parecía haber tomado un tono más sereno.
Lyra, consciente de su responsabilidad en ese momento, intervino nuevamente, intentando redirigir la charla a temas más neutrales.
—Me alegra que estén aquí. Creo que sería bueno que todos recordemos que... bueno, somos familia. Y aunque hayamos tenido diferencias, creo que, en el fondo, todos queremos lo mejor para cada uno —dijo, mirando a su alrededor, intentando hacer que todos recordaran los lazos que los unían.
Lincoln y Lynn intercambiaron una mirada más cálida, y aunque no respondieron de inmediato, sus expresiones indicaban que entendían y apreciaban el esfuerzo de Lyra por mediar en la situación. Lentamente, comenzaron a compartir pequeñas historias y anécdotas sobre sus vidas, sus hijas, y las experiencias que habían tenido desde que dejaron el pueblo.
Poco a poco, la conversación fluyó con más naturalidad. Aunque las tensiones no desaparecieron por completo, el ambiente era menos hostil, y por primera vez en mucho tiempo, Lincoln y Lynn sintieron que quizás, solo quizás, podrían tener un espacio en la vida de su familia, aunque fuera a pequeña escala.
Lemy apareció en el umbral del comedor, jadeando y empapado en sudor, como si acabara de correr una maratón. La camiseta estaba pegada a su espalda, y su respiración entrecortada dejaba claro el esfuerzo que había hecho. Lincoln, al verlo en ese estado, se levantó de su silla de inmediato, preocupado y sin entender qué había pasado.
—Lemuel, ¿qué te pasó? —preguntó Lincoln, con el ceño fruncido y un tono que delataba tanto sorpresa como inquietud.
Lemy apenas podía articular palabra, así que levantó una mano en señal de que necesitaba un segundo. Se dobló hacia adelante, apoyando las manos en las rodillas mientras intentaba recuperar el aliento. Después de unos momentos de silencio y esfuerzo, finalmente esbozó una sonrisa cansada y soltó una pequeña risa ahogada.
—¿Qué le dan de comer a Lacy? —preguntó Lemy, aún respirando con dificultad y riéndose al mismo tiempo—. Esa chica... es imparable... No se ha cansado ni un poco jugando fútbol... ¡y yo ya no siento las piernas! Parece una máquina.
Lynn, que había estado observando la escena con una sonrisa escondida, no pudo evitar sentirse orgullosa. Cruzó los brazos y miró a su sobrino con una expresión de satisfacción.
—Así es mi hija —comentó con una mezcla de admiración y orgullo que era imposible de ocultar—. Lo lleva en la sangre. Una vez que empieza, no hay quién la pare. Esa es Lacy, la fuerza de la naturaleza de la familia.
Lincoln sonrió también, pero no pudo resistirse a hacer un comentario mientras miraba a Lynn con complicidad.
—Bueno, no es ninguna sorpresa. Esa terquedad viene de los dos lados. Lacy ha salido igual a ambos en eso —bromeó con un tono cálido y divertido.
Lyra, que estaba sentada cerca y había estado observando desde la mesa, no pudo evitar reírse también. Sabía que Lacy era intensa, pero verla en acción siempre resultaba una experiencia impresionante para cualquiera que no estuviera acostumbrado a su energía.
—Supongo que subestimaste a nuestra pequeña deportista, Lemy —dijo Lyra con una sonrisa amable, mientras le ofrecía un vaso de agua que había traído especialmente para él—. No es solo que sea rápida; cuando se trata de deportes, Lacy no tiene frenos. Ella es como una tormenta... intensa, impredecible y completamente incontrolable.
Lemy se dejó caer en una silla, todavía tratando de normalizar su respiración, y aceptó el vaso de agua que Lyra le extendía. Tomó un sorbo largo y refrescante, y luego dejó escapar una risa resignada mientras negaba con la cabeza.
—No sabía que había aceptado unirme a un entrenamiento militar —bromeó entre risas, aún sintiendo el cansancio en cada músculo—. Ya veo de dónde saca toda esa energía... aunque creo que si juego una vez más, voy a necesitar ayuda médica.
Lincoln le dio una palmada en el hombro, intentando animarlo mientras él también sonreía.
—Eso te pasa por no entrenar más a menudo, Lemuel. Quizás deberías pedirle a Lacy unos cuantos consejos. Ella no sabe lo que significa rendirse. En su mente, solo existe una opción: ganar, y ganar sin parar.
Lynn asintió con una sonrisa, su expresión de orgullo era clara. Miró a Lemy y añadió, con un tono de ternura maternal mezclado con una pizca de desafío.
—Créeme, si quieres aprender a resistir, Lacy es la indicada para enseñarte. No tiene miedo de darlo todo en cada jugada, aunque eso signifique que los demás terminen exhaustos. Así la criamos... fuerte y sin depender de la aprobación de nadie. Pero hay algo más: su espíritu es inquebrantable, porque ha aprendido a valorar lo que lleva en el corazón. Juega como si no tuviera nada que demostrar... y al mismo tiempo, juega como si quisiera demostrarlo todo. Es su forma de encontrar su propio valor en un mundo que, a veces, no nos lo concede.
Lemy, ahora un poco más recuperado, miró a sus tíos y luego a Lyra, captando la intensidad en las palabras de Lynn. Su cansancio se disipaba lentamente, y comenzó a entender algo más profundo sobre la personalidad de Lacy, algo que iba más allá de su mera habilidad deportiva. Ella no era solo una niña con energía interminable; estaba motivada por algo más grande, algo que tenía que ver con la historia de sus padres y el ambiente en el que había crecido.
—Bueno, al menos puedo decir que estoy impresionado —dijo, con una sonrisa sincera—. Creo que es una suerte poder jugar con alguien como ella. No todos los días uno se cruza con alguien que tenga tanta fuerza... en todos los sentidos.
Lincoln asintió, sonriendo mientras observaba a su sobrino. Había algo en sus palabras que mostraba una profunda admiración por Lacy, algo que él mismo sentía al ver cómo su hija no solo destacaba en lo que hacía, sino cómo esa fuerza interna la impulsaba. A veces, Lincoln se perdía en pensamientos sobre cómo sus hijos, aunque tan jóvenes, tenían un espíritu tan increíblemente fuerte, algo que probablemente era un reflejo de todo lo que él y Lynn habían pasado.
—Te entiendo, Lemuel —dijo Lincoln, con un tono relajado—. Es algo único. Lacy tiene una forma de ser que te obliga a admirarla, a veces sin que ella se dé cuenta de lo que hace.
Por un momento, ambos se quedaron en silencio, observando a Lacy desde el comedor, donde la veían jugar con sus hermanos y primos en el patio. La chica, sin descanso, parecía incansable, siempre corriendo tras la pelota con la misma energía.
Lincoln, al notar que la conversación había tocado una cuerda sensible en él, cambió de tema. Era un intento de desviar la atención, un pequeño truco para aliviar la tensión que había estado flotando en el aire durante toda la reunión con su familia. Miró a Lemy y, con una sonrisa algo cómplice, le preguntó:
—¿Te gustan los videojuegos, Lemuel?
Lemy, que estaba todavía un poco confundido por la intensidad de la conversación, levantó la vista y asintió, más aliviado por el cambio de tema que por la pregunta en sí.
—Claro, me gustan. —respondió Lemy, algo entusiasmado—. ¿Por qué lo preguntas?
Lincoln sonrió ampliamente, sabiendo que ya había encontrado una excusa perfecta para alejarse un rato de la familia y de la tensión del momento.
—¿Qué tal si bajas al sótano conmigo? Tengo una vieja consola ahí, y creo que podríamos pasar un buen rato. Será divertido, ¿no?
Lemy sonrió, asintiendo rápidamente. La idea de una partida de videojuegos le sonaba perfecta. No solo sería una buena oportunidad para despejarse, sino que también le daría la chance de alejarse un poco de los temas familiares tan pesados que parecían sobrevolar la casa en ese momento.
—¡Eso suena genial! —respondió, levantándose de la silla con energía renovada—. ¡Vamos!
Mientras tanto, Lynn, que había estado observando en silencio la interacción entre Lincoln y Lemy, se levantó de su lugar en la mesa. Ella sabía que la situación familiar no era fácil para ninguno de los dos, y aunque preferiría pasar tiempo con su hija y el resto de la familia, comprendió que también necesitaban espacio. Además, ella misma sentía la necesidad de alejarse un poco de los comentarios y las miradas incómodas.
—Voy a ver cómo están las niñas —dijo Lynn, mirando a Lincoln con una leve sonrisa, como si también estuviera buscando excusas para salir de la sala y evitar los constantes murmullos entre los miembros de la familia.
Lincoln la miró y asintió con la cabeza, entendiendo la indirecta. Sabía que ambos necesitaban un respiro de la situación que estaban viviendo, aunque no lo dijeran en voz alta. De alguna manera, encontrar pequeños momentos para desconectar de la tensión y la incomodidad, ya fuera a través de videojuegos o pasando tiempo con sus hijos, era vital.
—Cuídate, cariño —respondió Lincoln, con un tono más suave, sin querer hablar demasiado, pero dejando claro que entendía sus razones para irse un momento.
Lynn asintió y se dirigió hacia las puertas del patio, moviéndose hacia el jardín en busca de sus hijas. El sonido de sus pasos resonaba en la casa vacía, marcada por las conversaciones tensas de momentos antes. Pero por un momento, se permitió desconectar, concentrándose solo en el bienestar de sus hijas. Cuando llegó al patio, vio a Lacy y a las demás niñas jugando cerca del jardín, y al instante se relajó un poco, respirando hondo mientras observaba a sus hijos.Lemy, por su parte, siguió a Lincoln al sótano, con la sensación de que las palabras y la atmósfera cargada del comedor quedaban atrás, al igual que sus preocupaciones momentáneas. Sabía que pasaría un buen rato con su tío, aunque también estaba consciente de que la situación en la casa no mejoraría de inmediato. Había mucho que digerir, muchas emociones que procesar. Pero por ahora, con la consola encendida y el sonido familiar de los videojuegos, la necesidad de desconectar de todo eso le parecía más que suficiente.
Cuando ambos llegaron al sótano, Lincoln encendió la consola y se sentó frente al televisor con una sonrisa de complicidad. Lemy, aún un poco agitado, tomó el control de inmediato, ansioso por escapar de los pensamientos pesados que lo habían invadido. Por unos momentos, el bullicio de la casa y la presión de los sentimientos se disiparon, y en su lugar solo quedó el sonido de los juegos y las risas compartidas entre tío y sobrino.
Mientras los dos continuaban jugando, la quietud que se había apoderado de la sala parecía contrastar con el bullicio de la casa. Lemy no dejaba de observar a su tío Lincoln, notando cómo cada movimiento que hacía con la consola estaba imbuido de una especie de calma introspectiva, como si jugara para escapar de todo lo que había fuera de esa habitación. Lemy, por su parte, sentía un torbellino de preguntas y emociones que rondaban por su cabeza, buscando una manera de encajarlas todas en su mente. Después de un rato de estar en silencio, Lemy decidió hacer la pregunta que llevaba tiempo dándose vueltas en su cabeza. Un pensamiento que no podía ya ignorar.
—Oye, tío —dijo Lemy, su voz un poco vacilante al principio—, ¿por qué te casaste con tía Lynn?
Lincoln, sin dejar de mover sus dedos sobre los botones, tardó unos segundos en responder, como si estuviera sopesando las palabras, buscando cómo articular lo que era tan difícil de explicar. El sonido del videojuego, normalmente un refugio para él, parecía ahora lejano, mientras sus pensamientos se dirigían hacia el pasado, hacia esos momentos tan complejos y agridulces que lo habían marcado de manera indeleble.
Finalmente, dejó el control sobre la mesa, miró a su sobrino y, con una sonrisa que apenas rozó sus labios, comenzó a hablar. La seriedad en su voz era palpable, pero había una sinceridad profunda en sus palabras.
—Siempre sentí algo por Lynn —comenzó, su tono suave, pero firme. Podía ver las imágenes de esos días en su mente, las de cuando era joven, las de cuando aún la vida no se había complicado tanto—. Cuando éramos más jóvenes, siempre hice lo que pude para hacerla feliz. No solo a ella, sino también a tu mamá, a toda la familia. Me esforzaba por ser el hermano que ella necesitaba, el hombre que ella merecía, sin importar lo difícil que fuera. Había algo en ella, algo que nunca pude dejar ir. Es... difícil de explicar, pero era más que una atracción. Era un sentimiento profundo, algo que me conectaba con ella a un nivel más allá de lo físico.
Lemy escuchaba en silencio, sus pensamientos se arremolinaban, y un sentimiento de confusión comenzó a tomar forma en su pecho. No sabía si debía decir algo, o si estaba incluso preparado para entender todo lo que su tío acababa de confesar. Pero no pudo evitar hacer la siguiente pregunta, una que había rondado en su mente desde que llegó a la casa.
—Y... ¿cómo fue que la familia los descubrió? —preguntó, sin rodeos, ahora mucho más curioso que antes. La incomodidad en su voz era inconfundible, como si la conversación de alguna forma lo estuviera empujando a una zona desconocida y vulnerable.
Lincoln pareció dudar por un momento. Su rostro se tornó más serio, como si el peso de los recuerdos y las decisiones que había tomado lo envolviera por completo. Finalmente, con un suspiro que exhaló casi como si fuera una liberación, comenzó a responder, sabiendo que no podía seguir guardando secretos.
—Fue tu mamá, Luna —dijo finalmente, sus palabras lentamente llenando el espacio. Su mirada se volvió más distante, como si en ese momento estuviera viajando de regreso al pasado.— Ella también quiso algo conmigo. Lo sé, es difícil de creer, pero es cierto. Nunca correspondí a su amor, Lemy. No pude, no estaba en mis planes. Pero creo que, en su corazón, ella pensó que de alguna manera, si lo hacía, las cosas serían diferentes. Tal vez estaba buscando algo que nunca pude darle. Y lo peor es que, en su enojo y confusión, pensó que estaba haciendo lo correcto. Tal vez pensó que si me enfrentaba a esa realidad, todo sería más fácil. Pero no fue así.
Lemy lo miraba en silencio, procesando lentamente lo que su tío acababa de decir. La historia, tan complicada y llena de emociones encontradas, comenzaba a tomar forma en su mente. No era solo una historia de amor, sino una historia de personas rotas por decisiones difíciles, por cosas que, al parecer, estaban más allá de lo que cualquiera de ellos había imaginado.
Lincoln continuó, con su voz más grave, como si liberara algo que había estado guardando durante años.
—Ella lo hizo por enojo, por frustración, por muchas cosas que no llegaron a entenderse entre nosotros. No te estoy diciendo esto para que te enojes con tu mamá, Lemy. Ella... al final, fue quien nos ayudó a huir de la casa cuando las cosas se pusieron más tensas. Sin ella, no sé qué hubiera sido de nosotros, de tus tías, de Lynn y yo. Hizo lo que pensó que debía hacer, aunque no fuera fácil. Y tal vez no fue lo correcto, pero... no sé, a veces la vida nos lleva por caminos que no elegimos, ¿me entiendes?
Lemy permaneció en silencio, observando a su tío con una mezcla de respeto y sorpresa. La historia que acababa de escuchar era más compleja de lo que había imaginado. Se dio cuenta de que no podía juzgar a nadie sin antes entender todo lo que había ocurrido, todo lo que había llevado a sus padres, a sus tíos y a su familia a tomar las decisiones que tomaron.
Finalmente, después de un largo silencio, Lemy habló, su tono ahora más tranquilo, más reflexivo.
—Vaya... no sabía que todo eso había pasado —dijo, su voz suave pero sincera. —Es... complicado, ¿no?
Lincoln asintió lentamente, un suspiro escapando de sus labios mientras volvía a tomar el control del videojuego. La conversación no era fácil para ninguno de los dos, pero había algo en el aire que los conectaba, algo que los hacía entenderse, aunque solo fuera por un momento.
—Sí, lo es —dijo Lincoln con una leve sonrisa, pero sus ojos brillaban con una mirada profunda, como si las cicatrices de su pasado nunca se borraran del todo. Luego, se giró hacia Lemy con una mirada más suave, como si quisiera aclarar algo más—. Pero al final, lo que importa es que seguimos adelante. Seguimos siendo una familia, aunque todo sea tan complicado.
Lemy no dijo nada más, pero en su mente, las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar. Había mucho más en su familia de lo que pensaba, y mucho más en su tío y tía de lo que podría haber imaginado. Aunque las preguntas seguían, ya no sentía el mismo peso sobre sus hombros. Quizás, al final, todo se trataba de seguir adelante, como su tío había dicho.
Mientras la tarde continuaba, la conversación dejó de ser un peso. Ambos regresaron al juego, pero había un entendimiento tácito, algo que no necesitaba ser dicho.
Lemy no pudo evitar sentir curiosidad por todo lo que había descubierto, y aunque ya había pasado un buen rato desde que comenzaba a comprender lo que significaba la relación de su tío y tía, había una pregunta que lo atormentaba, algo que no podía dejar de pensar. Así que, mirando a Lincoln con una mezcla de incertidumbre y respeto, decidió preguntar lo que no se atrevió antes.
—Tío, ¿no tenías miedo cuando tía Lynn se embarazó? Digo... ustedes son hermanos, ¿no? Lacy y Lynn III pudieron haber nacido con algo malo... —dijo, su voz baja pero firme, sin querer sonar demasiado acusador, solo buscando comprender la complejidad de la situación.
Lincoln quedó en silencio por un momento, su mirada se suavizó mientras procesaba la pregunta de su sobrino. Aunque había hablado de su amor por Lynn con franqueza, el tema del embarazo y las consecuencias genéticas siempre lo había inquietado. No era un tema fácil, pero había aprendido a lidiar con la complejidad de su situación.
Con un suspiro profundo, Lincoln dejó de mirar la consola y se giró completamente hacia Lemy. La seriedad en su rostro era inconfundible, y por un momento, parecía que estaba reviviendo los momentos más difíciles de su vida, aquellos días de incertidumbre y ansiedad.
—Sí... —empezó, su voz grave, llena de un peso emocional que no había mostrado hasta ahora—. Al principio, sí, tenía miedo. No te voy a mentir. Sabía lo que podría pasar, sabía que el embarazo podía ser un riesgo... y si te soy sincero, no sabía si mis hijas iban a nacer con alguna complicación. A veces, la genética puede ser impredecible, y las consecuencias de lo que hicimos... no se pueden prever, no importa cuánto lo desees. Aún con todo el amor que sentía por Lynn, no podía evitar la duda.
Sus ojos se suavizaron, mirando hacia el suelo, mientras sus dedos jugueteaban con el control del videojuego, como si no quisiera mirar directamente a su sobrino. La vulnerabilidad en su rostro era inconfundible. Era evidente que esta parte de su historia era algo que lo había perseguido durante mucho tiempo.
—Pero después, cuando Lacy y Lynn III nacieron... —Lincoln continuó, levantando la vista con una expresión de alivio, como si al mencionar a sus hijas, una sensación de paz lo envolviera—. Cuando las vi, cuando las tuve en mis brazos, supe que todo había salido bien. Estaba aliviado de que nacieran sanas, de que todo estuviera bien, pero aún así... no pude dejar de pensar en lo que podríamos haber causado. En cómo nuestra relación había sido un riesgo, no solo para ellas, sino también para nosotros.
Lemy lo observaba en silencio, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Aunque la revelación de la relación de Lincoln y Lynn ya lo había impactado, ahora comprendía el nivel de tensión y miedo que había experimentado su tío. A pesar de la complejidad de la situación, Lincoln había hecho lo que creía que era lo correcto, y al final, había tenido la suerte de que sus hijas nacieran sanas. Pero eso no borraba la angustia que había sentido al principio, el miedo de que todo fuera diferente, de que las consecuencias de sus actos se hicieran evidentes de la peor manera posible.
Lemy, por un momento, no sabía qué decir. Todo parecía tan complicado, tan enredado. Pero al final, lo único que pudo hacer fue asentir lentamente, comprendiendo lo que Lincoln había pasado.
—Debe haber sido muy difícil, ¿no? —dijo Lemy, su voz baja pero llena de empatía. Era evidente que la vida de su tío no había sido fácil, que las decisiones que había tomado no habían sido simples. Pero al final, todo parecía ser parte de una historia que estaba marcada por el amor, el miedo, y la esperanza. La esperanza de que las cosas salieran bien.
Lincoln asintió, una leve sonrisa apareció en su rostro, aunque no era una sonrisa de alegría, sino una sonrisa de alguien que había soportado mucho y que ahora se encontraba en paz con lo que había hecho.
—Sí, lo fue. Pero aquí estamos, Lemy. Lo importante es que las niñas están bien. Todo lo demás... eso lo dejaremos atrás. Ahora somos una familia, y eso es lo que más importa.
Lemy lo miró, sintiendo un peso en el aire. Había mucho más detrás de su tío de lo que imaginaba. Lo que había pensado que era una historia sencilla, ahora se sentía como un tejido complejo de decisiones, emociones, miedos y esperanzas. Y aunque aún quedaban muchas preguntas en su cabeza, algo dentro de él le decía que lo más importante ya había sido dicho.
—Supongo que sí —respondió finalmente Lemy, una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Aunque no entendía completamente todo, sí entendía el amor y el sacrificio que su tío había mostrado. Y eso, de alguna manera, lo hizo sentir más cerca de él.
Lemy, mientras observaba a su tío, sintió que había muchas preguntas que aún no habían sido respondidas, y la curiosidad lo consumía. Aunque no quería parecer demasiado insistente, algo dentro de él le decía que necesitaba entender más, que necesitaba escuchar la verdad, especialmente sobre todo lo que había pasado entre su familia y su tío.
Con un suspiro, Lemy se armó de valor, mirando a Lincoln con una mezcla de confusión y cierta tristeza. Sabía que algunas de sus preguntas podrían ser incómodas, pero sentía que tenía derecho a saber la verdad. Después de todo, todos los secretos que habían estado ocultos durante tanto tiempo ahora salían a la luz, y a pesar de lo difícil que había sido este encuentro, también era una oportunidad para comprender más sobre su propia historia.
—Tío, perdón que pregunte esto, pero necesito saberlo —dijo Lemy con una voz que, aunque tranquila, denotaba cierta incertidumbre—. ¿Por qué no me visitaste a mí y a Lyra? ¿Por qué hasta ahora me estoy enterando de que existes?
Lincoln se quedó en silencio por un momento, y Lemy pudo ver cómo sus ojos se apagaban por un segundo, como si reviviera viejos recuerdos dolorosos. No era fácil para él hablar sobre eso, pero lo había hecho antes con Lynn, y sabía que debía ser honesto con su sobrino. No podía seguir ocultando lo que había sucedido, aunque no era algo que quisiera compartir con facilidad.
Finalmente, con una expresión seria, Lincoln comenzó a hablar.
—Si hubiera podido, lo habría hecho, Lemy. Créeme que lo habría hecho —dijo Lincoln, su voz grave, con un atisbo de arrepentimiento—. Pero la verdad es que tu mamá y yo, aunque ella nos ayudó a huir, jamás pude tener una relación con ella. Siempre pensé que me odiaba a mí y a Lynn, que nunca lo iba a perdonar. Ella... ella hizo mucho para ayudarme, pero las cosas entre nosotros estaban rotas, y no quería volver a meterte a ti ni a Lyra en esa maraña de complicaciones. Pensé que lo mejor era mantenerme alejado para no causar más daño. Si me quedaba cerca, ¿qué pasaría si ella no me quería ver? O peor aún, ¿si ella odiaba a Lynn? No quería ser una carga más para ella ni para ustedes.
Lemy escuchaba con atención, pero una nueva pregunta surgió en su mente, una que lo había estado rondando desde que comenzó a comprender mejor la situación familiar. Tenía que saber la respuesta, aunque fuera incómoda. No quería hacerle más daño a su tío, pero sentía que necesitaba claridad.
—Pero, ¿por qué Lacy se apellida Miller? Si se supone que ella es tu hija y de Lynn, ¿no tendría que ser Lacy Loud? O, al menos, Lacy Loud Loud, ¿no? —preguntó Lemy, con una mezcla de confusión y curiosidad.
Lincoln no se sorprendió por la pregunta. Sabía que tarde o temprano alguien lo iba a preguntar. En ese momento, el recuerdo de todo lo que había hecho para proteger a su familia y a ellos mismos lo invadió. La decisión que había tomado en su momento había sido difícil, pero necesaria. Era algo que había hecho por amor y para asegurar que su familia pudiera seguir adelante.
Con una mirada distante, Lincoln le explicó.
—Es una larga historia, Lemy. La razón por la cual Lacy lleva el apellido Miller es porque, para poder casarme con Lynn y tener una nueva vida, tuve que declararme legalmente muerto. Tomé una nueva identidad... Lincoln Miller. Fue gracias a un viejo amigo mío, Clyde, que me ayudó con todo esto. Él fue el que me dio la oportunidad de empezar de nuevo, lejos de todo el dolor y las complicaciones que nos seguían a Lynn y a mí. No quería que alguien nos descubriera, que nuestras hijas tuvieran que cargar con el peso de nuestro pasado. Así que tomamos esa decisión, aunque fue muy difícil, porque implicaba dejar atrás todo lo que conocíamos, incluso nuestra familia.
Lemy se quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. La magnitud de las decisiones que había tomado su tío comenzaba a cobrar sentido. Lincoln no solo había tenido que enfrentarse a los juicios de su familia y de la sociedad, sino que también había tenido que renunciar a su identidad para proteger a los suyos. Y en ese momento, Lemy comprendió que no todo era tan sencillo como parecía. Había una carga emocional detrás de cada decisión, detrás de cada paso que Lincoln había dado para proteger a su familia.
—Eso... eso es mucho, tío —dijo Lemy después de un largo silencio, su voz cargada de asombro y comprensión—. No puedo imaginar lo que debiste haber pasado, todo lo que hiciste para que estuviéramos a salvo.
Lincoln asintió, una pequeña sonrisa triste apareció en su rostro.
—Lo hice porque los amo, Lemy. Lo hice porque mi familia significa todo para mí. No me arrepiento de lo que hice, aunque sé que algunas decisiones fueron complicadas. Todo lo que quería era proteger a mis hijas y a Lynn. Y aunque las cosas no hayan salido como esperaba, lo importante es que aquí estamos, juntos, y no voy a dejar que nadie los lastime.
Lemy, finalmente, comprendió la magnitud del amor que su tío sentía por su tía Lynn y por sus hijas. Había hecho sacrificios enormes por ellos, y aunque su vida había sido marcada por secretos y decisiones difíciles, lo que más le importaba era su familia. Y en ese momento, Lemy se dio cuenta de que, a pesar de todo, Lincoln era un hombre que hacía todo lo posible por seguir adelante, por mantener a su familia unida y a salvo.
—Gracias, tío —dijo Lemy, con sinceridad—. No sabía todo esto, y ahora... ahora entiendo muchas cosas.
Lincoln le dio una mirada agradecida, y por un momento, ambos se quedaron en silencio, mirando la consola de videojuegos, pero ahora, el ambiente entre ellos se sentía diferente, más cercano. Había una nueva comprensión en el aire, un entendimiento mutuo de lo que significaba ser familia, de los sacrificios que se hacían por amor. Y en ese instante, Lemy supo que, a pesar de todo lo que había pasado, estaba orgulloso de ser parte de esa familia.
Mientras continuaban jugando, la concentración de Lincoln en el juego empezó a disminuir, su mente comenzaba a divagar, sintiendo una inquietud por no haber hablado lo suficiente con Lemy sobre otros aspectos de su vida. Había mucho que no sabía de su sobrino, y de alguna forma, sentía que debía hacerle preguntas más personales, para poder entenderlo mejor. La conversación con Lemy había abierto una puerta, y aunque no se sentía del todo cómodo, sentía que debía aprovechar la oportunidad para profundizar más en lo que pasaba en la vida de su sobrino.
—Oye, Lemy, ¿dónde está tu mamá? —preguntó Lincoln, sin apartar los ojos de la pantalla, pero con un tono que reflejaba el interés genuino que sentía por su sobrino.
Lemy, que estaba completamente concentrado en la partida, dudó por un momento antes de responder. La pregunta lo tomó por sorpresa, pero al mismo tiempo, no podía evitar sentirse un poco frustrado. No por la pregunta en sí, sino por lo que su respuesta implicaba. Era algo que había estado pensando mucho últimamente, algo que lo había estado pesando en su corazón, pero que no sabía cómo compartir.
Con una mezcla de molestia y desahogo, Lemy finalmente soltó:
—Ella se fue a Chicago, a una gira... —su voz sonaba tensa, como si le costara hablar de ello—. Te juro, tío, a veces siento que no me quiere. Es como si solo me viera como un estorbo. Al menos a Lyra le prestan un poco de atención, pero a mí... casi no me habla. Todo lo que hace, lo hace Sam.
Lemy dejó caer el control de la consola en su regazo, dejándose llevar por la frustración que había estado acumulando durante tanto tiempo. No era fácil ser el hijo de una madre que siempre estaba ocupada, siempre fuera de casa por trabajo. Entendía que su mamá tenía una carrera que la apasionaba, pero el vacío que sentía por no poder contar con ella lo estaba afectando más de lo que quería admitir.
Lincoln no había esperado esa respuesta tan cargada de dolor y tristeza, y por un momento se sintió culpable, como si hubiera tocado un tema muy delicado sin saberlo. De inmediato dejó el control a un lado, dejando el juego en pausa, y miró a Lemy con seriedad. Quería ser el tipo de tío que estuviera allí para apoyarlo, que pudiera entender su sufrimiento.
—Lemy, sé que las cosas no han sido fáciles para ti, y... no quiero que pienses que estás solo en esto —dijo Lincoln con un tono suave, casi paternal. Se acercó un poco más, como para mostrarle que estaba dispuesto a escuchar, que quería ser alguien en quien pudiera confiar—. A veces, los adultos no sabemos cómo equilibrar todo, entre el trabajo, nuestras pasiones, y nuestras responsabilidades con la familia. Creo que tu mamá te quiere, pero... tal vez no sabe cómo mostrarlo, o tal vez se siente tan absorbida por todo lo que hace que no se da cuenta de cuánto necesitas de ella aquí, cerca de ti.
Lemy lo miró en silencio por un momento, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y desconfianza. Sabía que su tío intentaba consolarlo, pero una parte de él no podía evitar sentir que sus palabras eran solo un intento de suavizar lo que ya había estado sintiendo. ¿De verdad su mamá lo quería? ¿O solo lo veía como una carga, como algo más que le quitaba tiempo para hacer lo que le gustaba?
—No sé, tío... —dijo Lemy, con la voz quebrada, pero tratando de mantener la compostura—. A veces me siento como si ni siquiera me conociera. Cuando la llamo, ella siempre está ocupada, o tiene que salir corriendo para ir a algún lugar. Me siento invisible, como si no importara. Sam siempre está ahí para ella, siempre a su lado, pero cuando yo necesito hablar... nunca está.
Lincoln pudo ver el sufrimiento en los ojos de su sobrino, la sensación de abandono que lo había estado afectando profundamente. Sabía que no podía cambiar lo que había pasado entre Lemy y su madre, pero también sabía que podía ofrecerle algo más, algo que quizás no había tenido durante su vida: un espacio seguro para hablar y ser escuchado.
—Lemy, yo sé que las cosas pueden ser difíciles y no siempre tienen sentido, pero te prometo que tu mamá te quiere —dijo Lincoln, con una expresión seria, como si quisiera que sus palabras llegaran directamente a su corazón—. A veces, las personas no saben cómo demostrar su amor, y otras veces, la vida se pone en el camino y no podemos controlar todo. Lo que te quiero decir es que no estás solo en esto, tienes a tu familia, y siempre podrás contar conmigo para lo que sea. Y si alguna vez necesitas hablar de esto con tu mamá, yo estaré aquí para apoyarte también.
Lemy no dijo nada de inmediato, pero las palabras de Lincoln parecían calmar su angustia, aunque no completamente. Sabía que su situación no iba a cambiar de la noche a la mañana, pero al menos ahora sentía que alguien más entendía lo que pasaba por su cabeza, que no todo estaba perdido. Miró a su tío con una mirada más suave, y aunque todavía había dolor en sus ojos, algo en su interior empezó a relajarse.
—Gracias, tío —respondió Lemy, con una ligera sonrisa, aunque aún le costaba procesar todo lo que había dicho. Se recostó de nuevo en el sofá y tomó el control de la consola, como si quisiera continuar con la distracción que le daba el juego. Pero ya no era solo por escapar, sino porque en el fondo, agradecía que su tío estuviera ahí para él.
Lincoln, sin dejar de mirar la pantalla del televisor, dejó escapar una ligera risa, algo que rara vez mostraba en situaciones serias, pero que en ese momento parecía ser su manera de suavizar el ambiente.
—¡Jajaja! Agradece que no viviste con diez hermanas como yo —dijo Lincoln, moviendo el control de la consola con agilidad mientras continuaba en su juego. La risa en su voz estaba teñida de una ligera ironía, como si estuviera recordando algo más allá del simple comentario—. Al menos tú la tuviste fácil. Tus tías y tu mamá... siempre fueron un dolor de cabeza. De verdad, si no fuera por todo el caos que mi familia causaba, no sé cómo habría sobrevivido a esos años.
Lemy, que estaba tratando de seguir el ritmo de la conversación, levantó una ceja y dejó escapar una pequeña risa nerviosa. No estaba completamente seguro de si Lincoln estaba bromeando o si realmente lo pensaba, pero la imagen de su tío viviendo con diez hermanas era algo difícil de imaginar.
—¿De verdad? ¿Diez hermanas? —preguntó Lemy, casi incrédulo—. Eso suena como una locura. ¿Cómo sobreviviste a todo eso?
Lincoln no dejó de jugar, pero su tono se volvió más nostálgico, como si estuviera viajando en el tiempo, recordando aquellos días.
—Pues, fue todo un desafío. Tenía que estar siempre pendiente de cada una de ellas. Lori siempre mandaba, Leni... bueno, Leni era un caso aparte, y ni hablar de Luna y Luan, que no paraban de hacer bromas. Y no olvidemos a Lucy con sus momentos oscuros, Lola y Lana... siempre haciendo travesuras. No te imaginas el caos en la casa, Lemy. Y eso sin contar a Lily, que siempre estaba causando algún tipo de desastre, aunque no fuera su culpa. Pero... todo eso me enseñó a ser paciente, a adaptarme. Al final, cada una de ellas tenía algo especial. Y por más loco que fuera, nunca cambiaría esos años.
Lemy, aunque se sentía un poco abrumado por la idea de diez hermanas, no pudo evitar sonreír. Era evidente que para Lincoln, esos recuerdos, aunque caóticos, tenían un valor sentimental, y una lección que había sacado de todo el caos.
—¡Vaya, eso suena... bastante complicado! —respondió Lemy con una sonrisa—. Pero imagino que todo eso te hizo más fuerte, ¿no?
Lincoln se echó hacia atrás en su silla, poniendo el control en su regazo por un momento. Miró a su sobrino y asintió lentamente.
—Sí, eso me hizo más fuerte... y también más sabio, aunque no siempre lo creas. Aprendí a lidiar con todas las personalidades, con los altibajos emocionales, y, lo más importante, aprendí a cuidar a los demás. Porque al final, todo se reduce a eso. Aunque mi familia fuera un torbellino, siempre nos cuidamos los unos a los otros. Y eso es algo que nunca se me olvidará. A veces las personas no lo entienden, pero... la familia es todo lo que tienes.
Lemy miró a su tío con algo más que solo admiración; ahora entendía un poco más de lo que Lincoln había vivido. A pesar de las bromas y el caos, había una lección de amor y sacrificio que Lincoln llevaba consigo, una que él mismo empezaba a descubrir en su propia vida.
—Supongo que sí, tío —dijo Lemy, con una sonrisa más genuina esta vez, aunque todavía un poco pensativo—. A veces uno no ve lo que tiene hasta que se aleja un poco. Pero, ahora que te escucho... creo que entiendo por qué mi mamá hace lo que hace. Tal vez no siempre lo muestra, pero... parece que todos esos años de caos y estrés fueron los que la hicieron tan fuerte, igual que a ti.
Lincoln asintió, sonriendo de nuevo, sintiendo una pequeña satisfacción por haber podido compartir un pedazo de su vida con Lemy, aunque de manera indirecta. Quizás, solo quizás, al contar su experiencia, también había ayudado a su sobrino a ver las cosas desde otra perspectiva.
—Exacto, Lemy —respondió Lincoln, retomando el control de la consola—. A veces, la vida no es tan sencilla. Y aunque las cosas puedan parecer difíciles o desordenadas, lo importante es cómo te enfrentas a ellas. Cómo sigues adelante. Porque, al final del día, lo único que importa es que sigues de pie. Y esa es la verdadera fuerza.
Lynn estaba en el patio, de pie junto a la cerca, observando a sus hijas y sobrinos jugar. La calidez del sol tocaba su piel, pero no lograba disipar la incomodidad que sentía en su pecho. A lo lejos, Lacy y Lynn III reían mientras corrían tras la pelota, y los chicos se unían al juego con entusiasmo, pero el bullicio familiar no lograba calmar la tormenta que había dentro de ella.
Lyra apareció de repente detrás de ella, como si hubiera leído su mente. La chica, con su carácter usualmente alegre, la miró con una expresión seria.
—¿Estás bien, tía? —preguntó, notando la tensión en la postura de Lynn.
Lynn suspiró, el sonido de su respiración casi inaudible, pero suficiente para que Lyra notara que algo no estaba bien. Volteó lentamente hacia su sobrina, con una mirada que era un mezcla de cansancio y dolor. Los años de mantener las emociones a raya la habían dejado con una capa de desgaste emocional que se reflejaba en su rostro.
—No, cariño... no estoy bien —respondió con una voz baja, cargada de frustración—. No me gustaría estar aquí ni un minuto más. Todo esto... todo este caos, no sé cómo lidiar con él.
Lyra la observó en silencio durante unos momentos, como si estuviera procesando las palabras de su tía. Luego, sin previo aviso, formuló una pregunta que había estado rondando en su mente desde que llegó a esa casa.
—¿Por qué te enamoraste del tío Lincoln? —preguntó Lyra, mirándola con una mezcla de curiosidad genuina y la ingenuidad de la juventud. Su tono no era acusatorio, simplemente reflexivo.
Lynn parpadeó, sorprendida por la pregunta directa. No era algo que esperaba de su sobrina, pero al mismo tiempo, era una pregunta válida, una que siempre había flotado en el aire sin respuesta clara. Ella sabía que a veces sus acciones, especialmente las decisiones relacionadas con Lincoln, no eran comprendidas por los demás. Pero nunca se había detenido a hablar de ello en profundidad con alguien, ni siquiera con él.
Un silencio pesado llenó el espacio entre ellas. Lynn no podía evitar pensar en todo lo que había sucedido, en la complejidad de sus sentimientos y decisiones. La situación con Lincoln siempre había sido algo agridulce, una mezcla de amor, arrepentimiento, lucha interna y, por supuesto, la conexión que los unía.
Finalmente, Lynn se giró completamente hacia Lyra, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y aceptación.
—Es difícil de explicar, Lyra... —dijo, su voz más suave ahora, como si estuviera buscando las palabras correctas para transmitir lo que sentía. Se pasó una mano por el cabello, intentando ordenar sus pensamientos—. Cuando era joven, no sabía qué hacer con mis emociones. Tenía a Lincoln cerca, y siempre me preocupaba por él, más que por nadie. Al principio era solo una conexión fraternal, ¿sabes? Pero luego, con el tiempo, todo se complicó. Me di cuenta de que lo que sentía por él iba más allá de ser solo su hermana.
Lyra la observaba con atención, esperando que su tía continuara.
—Nunca supe cómo manejarlo, porque... porque era confuso. Sabía que no era lo adecuado, y eso me atormentaba. Pero en algún punto, ya no podía negar lo que sentía. Lincoln era todo para mí. Me cuidaba, me protegía, y, en medio de todo el caos de nuestras vidas, me daba esa sensación de estar completa, de ser alguien valiosa para él, a pesar de los errores que cometíamos.
Lynn hizo una pausa, como si el peso de sus propias palabras la dejara sin aliento. Su mirada se desvió hacia el suelo, como si buscara un refugio temporal en el terreno bajo sus pies. Luego, continuó, su voz quebrada por la vulnerabilidad que solo unos pocos sabían ver.
—Lo que pasa, Lyra, es que cuando encuentras a alguien que te hace sentir tan... viva, tan entendida, no sabes si es amor o una necesidad desesperada de algo real. No es algo sencillo de entender, y no quiero que pienses que fue una elección fácil. Pero Lincoln... él fue el primero que estuvo allí para mí cuando más lo necesitaba.
Lyra, que había estado escuchando con la mayor de las atenciones, asintió lentamente. Ella entendía, aunque no pudiera comprender por completo la profundidad de lo que Lynn había dicho. La juventud le ofrecía una visión idealista del amor, pero ahora, al escuchar a su tía, se daba cuenta de lo compleja y dolorosa que podía ser esa emoción cuando se encontraba enredada con las circunstancias de la vida.
—Entonces... ¿es por eso que sigues con él, a pesar de todo lo que pasó? —preguntó Lyra, ahora con una suavidad que reflejaba su respeto hacia la sinceridad de Lynn.
Lynn cerró los ojos por un momento, sabiendo que la respuesta a esa pregunta era aún más difícil de lo que ya había compartido.
—Sí, Lyra... y no. A veces, el amor no es suficiente. A veces, lo que tenemos que hacer es aprender a dejar ir, por el bien de todos. Pero, ¿sabes qué? A pesar de todo... nunca dejaré de amarlo. Eso es lo que me hace tan difícil todo esto.
Lyra no dijo nada más, solo se acercó a su tía y le dio un abrazo suave pero cálido. Lynn sintió el abrazo y, aunque la carga seguía allí, al menos en ese momento, con la calidez de su sobrina a su lado, se permitió sentir que no estaba sola en su lucha interna
Lyra, con su mirada llena de dudas, no pudo evitar ahondar más en los recuerdos de su tía. Había algo en la historia que no encajaba, como si una parte crucial de la verdad estuviera oculta bajo una capa de dolor que aún no se podía deshacer. Sus ojos se fijaron en Lynn con una mezcla de asombro y temor, como si sus palabras pudieran desterrar la imagen perfecta que había tenido de su familia, de su madre, y de todo lo que creía saber sobre su pasado.
—Tía Lynn... —preguntó finalmente, su voz suave pero cargada de una curiosidad profunda—. ¿Cómo fue que la familia se enteró de todo lo que pasó entre tú y mi tío Lincoln?
Lynn dejó escapar un suspiro largo y pesado, como si el aire que exhalaba intentara liberar su mente de los recuerdos atormentados. En ese momento, sus ojos se fijaron en el horizonte, como si los recuerdos del pasado la atraparan nuevamente. La brisa le acariciaba el rostro, pero su mente estaba atrapada en una tormenta interna. Sabía que había algo que su sobrina debía entender, aunque esas historias le trajeran más dolor del que aún estaba dispuesta a admitir.
—Fue por tu mamá... —dijo Lynn, con un tono de voz que traía consigo una carga emocional difícil de describir—. Ella... ella también sentía algo por Lincoln. Por lo que él me contó, en algún momento pensó que podían estar juntos. Pero la realidad es que Lincoln solo me amaba a mí, Lyra. Tu mamá... bueno, no entendió por qué lo eligió a él y no a ella. Esos celos, esa confusión, lo desbordaron, y nos destrozó todo.
Lyra miró a su tía, asimilando cada palabra. La imagen de su madre que había creído conocer se desmoronaba lentamente, como si estuviera viendo a una mujer completamente diferente a la que había idealizado.
—¿Pero... cómo lo supieron los demás? —preguntó Lyra, la inquietud claramente visible en su rostro. Sabía que algo no estaba claro, algo no encajaba, pero el dolor detrás de la voz de Lynn la inquietaba aún más.
Lynn cerró los ojos, buscando, tal vez, alguna forma de dejar que el tiempo la curara antes de compartir lo que tenía que decir. Pero era tarde para eso. No podía seguir escondiendo la verdad. Así que, después de unos segundos que parecieron una eternidad, respondió con una voz más baja, más grave.
—Nos descubrió besándonos en el cine... —dijo, como si esas palabras fueran las que arrancaran la piel, volviendo a revivir el dolor de aquellos días. Sus ojos se nublaron, pero continuó—. Y cuando nos vio, se desbordó. Fue entonces cuando tu mamá decidió ir directamente a contarle a la familia, creyendo que si lo hacía, todo volvería a la "normalidad". Pero lo que no sabía es que, por su culpa, todo se fue de las manos. Fue ella quien le dio el empujón a Lola, quien a su vez lo contó en el pueblo entero. Y de ahí... bueno, todo fue un caos.
Lyra, atónita, no podía procesar todo lo que escuchaba. Su madre, quien siempre había mostrado una imagen tan fuerte y segura de sí misma, era la causante de todo ese dolor. No podía encajar esas piezas en su mente. Todo lo que pensaba que sabía sobre su familia y su madre se derrumbaba. Y Lynn, que había sido una figura protectora, ahora era solo una mujer rota por las decisiones de aquellos que debieron amarla y respetarla.
—¿Y luego? —preguntó Lyra, su voz temblorosa, intentando comprender cómo habían sobrevivido a todo eso. No solo por el dolor emocional, sino por la violencia que parecía haberse desatado a su alrededor.
Lynn respiró profundo, el aire frío de la tarde envolviendo su cuerpo mientras se preparaba para la parte más difícil de la historia. Su voz se calmó un poco, pero la intensidad de lo que iba a decir era palpable. Sabía que debía compartirlo todo, incluso lo más oscuro.
—Tu abuelo... —dijo, tragando saliva antes de continuar—. Él nunca aceptó que Lincoln y yo estuviéramos juntos. El odio lo consumió. El furor, la ira que sentía, no lo dejó ver la realidad. Fue entonces cuando golpeó a tu tío, Lyra. Lo golpeó tan fuerte que pensé que no iba a sobrevivir. Era un salvajismo que jamás imaginé. Verlo allí, en el suelo, luchando por respirar, me hizo perder la esperanza. Pero lo peor, lo más aterrador, fue cuando Lincoln, lleno de ira y desesperación, intentó defenderse... y casi mata a tu abuelo con un cuchillo. El odio, la rabia, lo cegaron. Nunca imaginé que todo llegaría a ese punto.
Lyra, petrificada, no sabía qué decir. Su mente se encontraba atrapada en ese momento de terror. ¿Cómo era posible que algo tan horrible pudiera haber sucedido en su propia familia? Su abuelo, el hombre que siempre había admirado, el que pensaba que era sabio y lleno de amor, era capaz de tal violencia. Y su tío Lincoln... nunca pensó que llegaría a ser parte de una historia tan oscura.
—¿Y qué pasó después? ¿Cómo pudisteis seguir adelante? —preguntó Lyra, ahora completamente inmersa en la historia, buscando respuestas. ¿Cómo pudieron salir de todo ese horror?
Lynn, al mirar a su sobrina, sintió una mezcla de compasión y tristeza. Sabía que Lyra necesitaba entender, pero también sabía que era imposible sanar por completo las heridas del pasado. Con voz suave, pero decidida, Lynn continuó.
—Fue tu mamá... —dijo, su tono más suave pero lleno de dolor—. Después de todo eso, ella, a pesar de lo que había hecho, se sintió arrepentida. No podía perdonarme, ni a ella misma. Pero nos ayudó a escapar. Nos ayudó a huir, a desaparecer de ahí. Nos dio una oportunidad de salvarnos, de empezar de nuevo. Lincoln y yo tomamos una nueva identidad. Pero, aunque hizo algo bueno, yo... yo no puedo perdonarla, Lyra. No como quisiera. Ese dolor... no se puede olvidar tan fácilmente.
Lyra miró a su tía, la comprensión llenando sus ojos, pero también un dolor profundo que aún no lograba comprender por completo. Su madre, la mujer que ella había idolatrado, había causado tanto sufrimiento, pero a la vez, había ayudado en su propio sufrimiento. La paradoja era demasiado compleja para entenderla en su totalidad.
Lynn, viendo la lucha interna en los ojos de Lyra, la miró con ternura y puso una mano sobre su hombro. Su voz se suavizó, buscando transmitir consuelo y sabiduría, aunque sabía que el dolor era algo que no podía quitar.
—Lyra, no guardes rencor. No es tu culpa. No eres responsable de lo que pasó. Solo quiero que entiendas por qué las cosas fueron como fueron. Y aunque yo no pueda perdonar a tu mamá, no quiero que tú cargues con ese peso. Tienes tu propia vida por delante. No permitas que las sombras del pasado te detengan.
Lyra asintió lentamente, un nudo en la garganta, mientras la verdad caía sobre ella con todo su peso. La complejidad de su familia, los secretos y las heridas, eran más grandes de lo que jamás había imaginado. Pero en ese momento, comprendió que el camino hacia el futuro no siempre era claro, y que la verdad, aunque dolorosa, era necesaria para encontrar la paz.
Y aunque el pasado de su familia seguiría siendo una sombra sobre ella, Lyra sabía que, a partir de ahora, su propio camino sería suyo. Y no dejaría que lo que otros hicieron dictara su destino.
Lyra, con el corazón aún pesado por todo lo que acababa de escuchar, miró a su tía Lynn con una expresión mezcla de comprensión y algo de conflicto interno. Sentía que el peso de la verdad no solo había alterado su visión sobre su madre, sino también sobre toda la familia y los eventos que habían llevado a esa situación tan dramática. Sin embargo, algo dentro de ella también comenzaba a entender la complejidad de los sentimientos humanos, y cómo a veces el amor podía llevar a las personas a tomar decisiones que, aunque equivocadas a los ojos de otros, nacían de lo más profundo de sus corazones.
Con un suspiro, Lyra habló, su tono suave pero firme.
—Sabes, tía Lynn... yo soy algo religiosa. Y supongo que, según todo lo que me has contado, debería ver lo que ustedes dos hicieron como algo horrible. Tal vez lo que hicieron no fue correcto, tal vez muchas personas sufrieron por ello, pero... no sé. —Hizo una pausa, mirando al suelo mientras trataba de ordenar sus pensamientos—. Todo lo que hicieron, lo hicieron por amor. Quizá no fue la mejor manera, pero, de alguna forma, eso demuestra lo fuerte que puede ser ese sentimiento. Yo... yo no sé si podría entenderlo completamente, pero creo que el amor puede ser algo tan poderoso que a veces nos lleva a lugares oscuros.
Lynn, sorprendida por las palabras de Lyra, la miró atentamente, y por primera vez en mucho tiempo, la pena que sentía por su vida se alivió un poco al ver que su sobrina podía mirar la situación desde un ángulo distinto, uno que, aunque no justificara sus errores, mostraba una comprensión humana profunda.
—Eso... eso es algo que no esperaba escuchar de ti, Lyra. —Lynn se frotó los ojos con cansancio, pero una leve sonrisa apareció en sus labios—. El amor puede ser algo extraño. A veces nos hace tomar decisiones que no son fáciles de entender, ni para nosotros mismos. Pero sí... todo lo que hicimos, lo hicimos porque lo sentíamos con todo nuestro ser.
Lyra asintió lentamente, como si sus palabras, aunque simples, fueran una forma de tratar de hacer las paces con el pasado, tanto con su madre como con su tía. Sabía que, aunque la situación no fuera perfecta, el amor, por lo menos, había sido la fuerza que movió todo, y eso, en su propia forma, era algo digno de consideración.
—Solo quiero que sepas, tía, que no te estoy juzgando. Todos cometemos errores. Y aunque no comparta todo lo que hicieron, entiendo que a veces el amor nos hace actuar de formas que no podemos controlar. No siempre es fácil ver todo de manera clara. —Lyra sonrió con suavidad, buscando que las palabras fueran un bálsamo para ambas—. Solo espero que, a pesar de todo, encuentres paz, tía. Y que, al menos, podamos seguir adelante sin más dolor.
Lynn la miró con una expresión de gratitud, tocando ligeramente el hombro de Lyra como si esas palabras fueran el consuelo que tanto necesitaba.
—Gracias, Lyra... Gracias por entender. Y por darme una perspectiva diferente. A veces, uno se queda tan atrapado en el sufrimiento que olvida ver las cosas desde otro ángulo.
El viento soplaba suavemente entre ellas, como un susurro que parecía traer consigo una sensación de calma. En ese momento, el dolor del pasado ya no era tan abrumador. La verdad, aunque difícil de aceptar, les había permitido dar un paso hacia una nueva comprensión, no solo de la familia, sino también de ellas mismas.
Al cabo de unas horas, la tarde empezaba a desvanecerse, y el sonido de las despedidas llenaba el aire. Los miembros de la familia se agrupaban cerca de la puerta, conversando y abrazándose, con miradas de despedida que dejaban entrever tanto melancolía como gratitud. Lemy, un poco apartado, observaba cómo las despedidas se iban sucediendo una tras otra. A pesar de las palabras amables y los abrazos corteses, algo en su interior seguía revoloteando, una sensación de incomodidad que no podía disipar por completo.
Finalmente, cuando creyó que ya no quedaba mucho por hacer, Lemy vio a Lacy acercándose hacia él. Ella caminó con paso decidido, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, extendió la mano para despedirse de él como una forma de respeto.
Lemy, de forma instintiva, extendió su mano también, pero antes de que pudiera decir una palabra, Lacy la retiró rápidamente y, con una sonrisa cálida, lo rodeó con sus brazos en un abrazo. Lemy, desconcertado por el gesto inesperado, permaneció inmóvil al principio. No estaba acostumbrado a los abrazos, y mucho menos de esa forma tan espontánea, pero la calidez que sintió al contacto con ella hizo que, por un instante, su corazón latiera un poco más rápido.
El abrazo de Lacy era firme, pero al mismo tiempo reconfortante. Era una sensación que Lemy no esperaba, ni entendía del todo. Era como si, en ese momento, algo dentro de él, algo que hasta entonces había estado reprimido, comenzara a despertar. En su pecho, una calidez desconocida se esparció lentamente, llenando los vacíos que había sentido desde hacía tiempo.
A pesar de la sorpresa, Lemy sintió que no quería apartarse, que la presencia de Lacy le transmitía una seguridad que rara vez había experimentado. Había algo en ese abrazo que lo hacía sentirse como si, por una vez, las piezas encajaran. Como si fuera posible dejar atrás los miedos y las dudas. Sin pensarlo mucho, respondió al abrazo, rodeando con sus brazos a Lacy y devolviéndole el gesto con la misma calidez.
Era la primera vez en su vida que hacía algo como eso. En sus pensamientos, siempre había sido un poco más distante, más reservado. Pero en ese momento, Lemy permitió que sus muros se desmoronaran, al menos por un instante, al menos con ella.
El abrazo fue breve, pero para ambos, cargado de significados no expresados, de palabras que no necesitaban ser dichas. Lacy se separó suavemente, y con una sonrisa llena de sinceridad, le susurró:
—Espero que nos volvamos a ver pronto, Lemy. Que estés bien.
Lemy, algo desconcertado pero también reconociendo la suavidad de su voz y la calidez de sus palabras, respondió con una mirada intensa y sincera:
—Yo también lo espero, Lacy. Cuídate.
Mientras ella se alejaba, Lemy se quedó allí, parado en el mismo lugar, mirando al vacío por un momento. Las emociones que había experimentado en ese abrazo seguían resonando en su interior, como si una pequeña chispa de algo nuevo hubiera sido encendida en su corazón. Por primera vez en mucho tiempo, Lemy sintió una conexión genuina, algo que no había creído posible. Y aunque no sabía qué significaba todo eso aún, entendió que tal vez las cosas podían cambiar, que quizás había algo más por descubrir, algo más allá de las fronteras que él mismo había levantado alrededor de su corazón.
Con una respiración profunda, Lemy se dio la vuelta y, aunque aún no comprendía completamente lo que acababa de suceder, algo en su interior le decía que su vida, de alguna manera, ya no sería la misma.
La calidez del abrazo y las suaves despedidas se desvanecieron de inmediato cuando el comentario de Lola cortó el aire como un cuchillo afilado. Su voz, llena de desprecio, dejó una sensación incómoda en el ambiente, y las palabras fueron como un jarro de agua fría sobre todos los presentes. La tensión se apoderó del lugar.
—Espero no volver a verlos, menos a sus hijas... malditos incestuosos —dijo Lola, mirando a Lincoln y Lynn con una expresión de repulsión evidente. Su tono fue cruel, y sus palabras resbalaron con una burla maliciosa que golpeó a todos los que las escucharon.
Lemy, que hasta ese momento había permanecido en silencio, sintió que una ola de indignación y furia lo envolvía. Algo dentro de él, un instinto protector que nunca antes había mostrado de esa forma, surgió con una intensidad que lo sorprendió incluso a él mismo. Sin pensarlo, giró sobre sus talones y encaró a su tía con una mirada fulminante.
—Cierra el hocico, no metas a Lacy y Lynn III —dijo con voz firme, incluso algo temblorosa por la rabia, pero clara. No era como él solía ser, siempre callado y reprimido, pero algo había cambiado en él. Algo en esa frase hiriente lo había despertado, y no podía dejarlo pasar.
Lola se quedó boquiabierta por un momento, sorprendida de que Lemy, tan callado y apacible, le hubiera hablado de esa forma. Ella misma no había anticipado una respuesta tan directa, y eso hizo que la incomodidad creciera aún más.
Sin embargo, no tuvo tiempo de reaccionar antes de que Lyra, viendo que las cosas se estaban descontrolando, rápidamente tapara la boca de Lemy con una mano y lo arrastrara hacia la moto que estaba estacionada cerca. La rapidez con la que Lyra actuó mostró que también comprendía la gravedad del momento y cómo las palabras de Lola podían destrozar más que solo la convivencia familiar.
Lemy se resistió por un instante, no por querer pelear más, sino porque algo en su interior sentía que necesitaba defender a su familia. Pero Lyra, con una fuerza inesperada, lo empujó hacia la moto y le susurró con urgencia:
—Vamos, Lemy, no te metas en esto. Ya basta, vamos a alejarnos de aquí.
El sonido del motor de la moto rugió, y en unos segundos, ambos desaparecieron de la vista de los demás. Sin embargo, las miradas de los presentes quedaban congeladas en el aire, como si el tiempo se hubiera detenido por un momento. Lynn, quien había estado observando la escena, no pudo evitar mirar a su sobrino con una mezcla de sorpresa y desconcierto. Nunca antes lo había visto responder así, de una manera tan directa y, por primera vez, tan llena de coraje.
Algunas de las tías de Lemy, al igual que Lynn, intercambiaron miradas de incredulidad, sin saber qué pensar. No era el Lemy al que estaban acostumbradas, el que solía ser sumiso y callado, el que no respondía a nada ni a nadie.
Lola, por su parte, se quedó callada, aunque su expresión no cambió mucho, como si hubiera esperado que alguien, algún día, finalmente le respondiera. Pero las palabras de Lemy la dejaron sin argumento, sin poder replicar, y eso la hizo sentir aún más incómoda que antes.
—Nunca imaginé que llegaría a escuchar eso de Lemy... —murmuró Leni, mirando a los demás con un suspiro lleno de asombro.
Lynn, al escuchar esas palabras, no pudo evitar sentirse conflictuada. Había mucho que procesar en ese momento. El comportamiento de Lemy había sido una sorpresa para todos, incluso para ella. No estaba segura de cómo sentirse al respecto, pero no pudo evitar sentir una extraña mezcla de orgullo y preocupación. Lemy había demostrado algo que ni ella misma había visto en él antes: había defendido lo que consideraba justo. Había defendido a su familia.
La familia, en su conjunto, parecía estar cambiando, y la dinámica de relaciones y emociones que antes parecía tan simple, ahora era mucho más compleja y cargada de tensiones. En medio de todo esto, Lynn solo se quedó mirando el vacío por unos segundos, como si el peso de las palabras y los gestos la envolviera por completo.
Finalmente, fue Lori quien rompió el silencio con una risa nerviosa, tratando de deshacer la tensión en el ambiente, aunque sus ojos no dejaban de observar a su hermana con algo de juicio, como si no pudiera entender cómo había llegado todo a ese punto. Sin embargo, al ver la reacción de las otras tías, se dio cuenta de que la situación se había escapado de las manos, y se quedó en silencio, como todos los demás, intentando procesar la serie de eventos que se habían desencadenado.
Y mientras todos se dispersaban, la imagen de Lemy, respondiendo por primera vez con esa fuerza, quedó grabada en la mente de los que lo presenciaron. Algo había cambiado en él, algo que los demás apenas empezaban a comprender.
En la carretera, el viento golpeaba sus rostros mientras la moto avanzaba a gran velocidad, y el sonido del motor era lo único que rompía el silencio entre Lyra y Lemy. A medida que las distancias entre ellos y la familia se alargaban, Lyra no pudo evitar dejar escapar una pregunta que llevaba rondando en su cabeza desde el momento en que Lemy había hablado.
—Lemy, ¿por qué carajos insultaste a tía Lola? —preguntó, su tono lleno de incredulidad. No era como él, siempre tan callado, tan calmado. Ella había quedado sorprendida al ver que había defendido a Lacy y Lynn III de una forma tan vehemente.
Lemy, con la mirada fija en el camino, no respondió de inmediato. El viento le hacía sentir que sus pensamientos volaban en la misma dirección, pero las palabras finalmente salieron de su boca, cargadas de un tipo de enojo que él mismo no había esperado experimentar.
—Llamó a Lacy "maldita incestuosa" —dijo con voz firme, como si ese simple hecho fuera suficiente para desatar su furia. La rabia todavía estaba presente en su voz, y el recuerdo de las palabras de Lola lo consumía por dentro—. Ella no es culpable de las acciones de mis tíos. Además... —su voz se suavizó ligeramente, pero la determinación en sus palabras no desapareció—, ella no debería ser juzgada. Menos Lynn III.
Lyra, escuchando su respuesta, sintió una mezcla de sorpresa y admiración. Nunca había escuchado a Lemy hablar con tanta claridad y convicción. Había algo en su tono que le hacía ver a su primo de una manera diferente, como si estuviera empezando a comprender su lugar en la familia, como si finalmente hubiera dejado de ser un espectador para convertirse en un participante activo en todo lo que ocurría.
—¿Entonces... eso fue todo? ¿Porque tía Lola las insultó a ellas? —preguntó Lyra, todavía un poco sorprendida por la reacción tan fuerte de Lemy. Sabía que su primo siempre había sido tranquilo, casi sumiso, pero esta vez había sido diferente. Era como si la injusticia la hubiera tocado demasiado cerca para que él permaneciera callado.
Lemy asintió, pero su rostro estaba serio. Ya no era el Lemy de antes, el que se quedaba atrás, el que se limitaba a observar. Ahora parecía alguien que estaba dispuesto a luchar por lo que consideraba correcto, aunque eso significara desafiar a su propia familia.
—Lo que Lola dijo fue injusto. Lacy y Lynn III no tienen culpa de lo que hicieron sus padres. Y eso... eso no se puede permitir —explicó, sin apartar los ojos de la carretera—. No puedo quedarme callado cuando la gente dice cosas así de ellas, no importa quién sea.
Lyra observó a Lemy en silencio, procesando sus palabras. Había una intensidad en él que nunca antes había notado, y eso la hizo sentir un poco más conectada con él, como si, de alguna manera, ambos compartieran algo más que solo el vínculo familiar.
—Entiendo... —dijo finalmente, con una pequeña sonrisa, aunque su voz era suave, casi reflexiva—. No te esperaba así, pero me gusta ver que te defiendes. Aunque creo que hay mejores formas de hacerlo que insultando.
Lemy la miró por un segundo, sin sonreír, pero su mirada no era tan dura como antes. Había algo de vulnerabilidad en su rostro, como si la realidad de lo que acababa de hacer también lo estuviera afectando. Después de todo, nunca había sido alguien tan directo, tan confrontativo.
—Lo sé... —respondió en un tono más suave, casi como una disculpa—. No soy bueno con las palabras. Pero, a veces, siento que debo defender a los que no pueden hacerlo por sí mismos. No quiero que sigan atacando a Lacy, ni a Lynn III. Ellas no son responsables de nada de eso.
Lyra asintió, comprendiendo finalmente la razón detrás de la acción de su primo. Ella había conocido a Lemy como alguien tranquilo y a menudo distante, pero en ese momento, lo veía de una forma completamente nueva. La justicia, la defensa de su familia, ya no era solo un concepto para él, sino algo real y tangible por lo que estaba dispuesto a luchar.
—A veces tienes que hacerlo, Lemy. No está mal defender lo que es justo. —dijo Lyra, su tono ahora lleno de comprensión. Aunque sabía que su primo todavía estaba aprendiendo a lidiar con esas emociones, sentía que ese momento marcaba un cambio en él. Y, por alguna razón, eso la hacía sentir un poco más orgullosa de él.
El resto del viaje continuó en silencio, pero ahora, había una nueva comprensión entre los dos. No solo como familia, sino como personas que habían empezado a ver más allá de la fachada de las cosas. La conversación que había comenzado con confusión y preguntas se transformó en un momento de conexión profunda, y aunque el futuro seguía siendo incierto, al menos sabían que podían contar el uno con el otro en lo que estaba por venir.
Mientras la moto seguía su curso por la carretera, Lemy se perdió en sus propios pensamientos. Las palabras de Lyra habían quedado flotando en el aire, pero él no podía dejar de pensar en lo que había hecho. Había insultado a Lola, algo que jamás habría hecho antes, y lo había hecho solo para defender a Lacy.
Un torrente de emociones lo invadió. Al principio, pensó que su reacción había sido simplemente una respuesta a la injusticia de escuchar a Lola insultar a su prima, pero algo más comenzó a asentarse en su mente. Una sensación de ira profunda había surgido dentro de él, algo que no había experimentado con tanta intensidad antes. Fue como si esa ira, esa necesidad de proteger a Lacy, fuera el motivo que lo había impulsado a actuar de esa manera.
—¿Defenderla...? —murmuró para sí mismo, mientras la moto rugía bajo él. Las palabras sonaban extrañas, como si las estuviera analizando por primera vez—. ¿Eso es todo? ¿Defender a Lacy... es por lo que estoy aquí?
Y entonces, como un rayo, una idea surgió en su mente. La había defendido con tanta pasión, y había sentido ese fuego en su interior, esa necesidad de protegerla... ¿Qué significaba todo eso? ¿Era simplemente por la injusticia que le habían hecho, o había algo más?
—No, no jodas... —se dijo en voz baja, luchando contra la creciente confusión. De repente, todo pareció desordenado. Lacy era su prima, la hija de su tía, y él apenas la conocía. Su vínculo con ella no era algo que él hubiese considerado más allá de lo familiar.
Pero, mientras pensaba en su rostro, en cómo la había abrazado antes, en cómo la había sentido tan cerca, tan vulnerable... algo en su pecho se apretó. No era solo la ira lo que lo había impulsado. Había algo más, algo que lo hacía sentirse incómodo. Algo que le daba vueltas en el estómago.
—No puede ser... —murmuró otra vez, esta vez con más fuerza. Pensó en el gesto de defensa, en lo rápido que había saltado para protegerla. Pensó en cómo había sentido la necesidad de hacer todo lo posible para que nadie la lastimara. Eso no era normal... al menos, no para él.
En ese momento, se dio cuenta de algo que lo dejó pensativo. Había algo más que solo su instinto de protección. Era como si algo en él hubiera despertado, algo que ni siquiera él había considerado antes.
—Tengo que meditar esto... —pensó, sintiendo que necesitaba un momento de paz para reflexionar sobre sus propios sentimientos. No quería apresurarse a sacar conclusiones sin entender lo que realmente sentía. Estaba confundido, y esa confusión lo desconcertaba aún más.
Lemy cerró los ojos un instante, tomándose un respiro profundo mientras la moto seguía su curso. Sabía que debía comprender lo que estaba pasando dentro de él, pero por ahora, lo único que podía hacer era darle tiempo a sus pensamientos para organizarse. Sabía que esto era algo que no podría ignorar, pero también comprendía que debían pasar más momentos juntos para poder entenderse mejor.
Pero en su corazón, algo le decía que el vínculo con Lacy no era algo tan simple como un impulso de defender a alguien. Algo dentro de él había cambiado, y estaba claro que esa relación, aunque todavía en sus primeras etapas, sería mucho más compleja de lo que él había imaginado.
Mientras el coche avanzaba por la carretera, el sonido suave de los neumáticos sobre el asfalto era lo único que se escuchaba en el interior. Lincoln y Lynn conducían en silencio, ambos perdidos en sus propios pensamientos. Lynn III estaba profundamente dormida en el asiento trasero, su respiración tranquila mientras su madre y su tía se mantenían al volante. Lacy, por otro lado, tenía la vista fija en el camino, pero su mente vagaba lejos de la distancia que recorrían.
Pensaba en Lemy. Cada vez que su imagen se presentaba en su mente, no podía evitar sonrojarse un poco. A pesar de que su relación con él había sido corta y aún no se conocían profundamente, algo en él la atraía, algo que no podía explicar del todo. Su cabello castaño, con mechones desordenados que caían de forma casi perfecta sobre su frente, la hacía pensar que debía ser suave, casi como el pelaje de un cachorro. Había algo en él que la hacía sentirse cómoda y, a la vez, un poco inquieta, como si todo lo que hacía o decía él tuviera más peso del que debería.
—Es raro... —murmuró Lacy para sí misma, sin darse cuenta de que había dicho las palabras en voz alta. Su mirada se centró en las montañas a lo lejos, pero su mente seguía regresando a la figura de Lemy.
Había algo en él que la hacía sentirse segura. Cuando la defendió de Lola, cuando reaccionó tan ferozmente por ella... Lacy había sentido una calidez extraña en su pecho, algo que no podía catalogar fácilmente. No era solo la protección que le había mostrado, sino la forma en que su actitud había cambiado de manera tan inesperada. La conexión que sentía con él era nueva, casi como si hubiera algo más entre ellos, una especie de afinidad que no podía explicar.
Su mente no dejaba de preguntarse por qué se sentía así. Quizás solo era un sentimiento pasajero, tal vez era porque había sido la primera vez que alguien la había defendido con tanta pasión, alguien de su misma familia que de alguna manera parecía entenderla, aunque no se conocieran mucho. Pero no era solo eso... en el fondo, algo le decía que había algo más.
"¿Será que... me gusta?" pensó Lacy, sorprendida por su propio pensamiento. Se quedó pensativa, reflexionando sobre lo que había sentido en esos momentos, en esos abrazos y palabras. Pero inmediatamente desechó la idea. No puede ser, se decía a sí misma. Lemy es mi primo, no puedo estar pensando en él de esa manera. Sin embargo, la idea persistió, y el calor que había sentido cuando se encontraba cerca de él no desaparecía.
En ese instante, Lacy decidió no pensar más en ello. Por ahora, quería dejar la mente tranquila y disfrutar del viaje, aunque sabía que de alguna manera, los pensamientos sobre Lemy seguirían rondando su cabeza.
En el asiento del conductor, Lynn miró de reojo a su hija, notando que Lacy parecía distraída. La expresión de Lacy no era la misma de antes; había algo en su mirada que le parecía diferente, como si estuviera sumida en un pensamiento profundo. Lynn decidió no preguntar, pero la curiosidad estaba ahí. Después de todo, Lacy nunca había sido tan callada y pensativa durante los viajes.
Lincoln, en el asiento del copiloto, tampoco se dio cuenta de la lucha interna que su hija llevaba consigo. Aunque había estado observando el comportamiento de su hija, sabía que Lacy, como toda joven, pasaría por fases confusas y complicadas. Al final, no podía hacer mucho más que dejarla crecer y enfrentarse a sus propios sentimientos.
Mientras tanto, el coche seguía avanzando por la carretera, y Lacy, aunque distraída, respiró profundamente, tratando de calmarse. No sabía si era el momento de enfrentarse a esos sentimientos, pero algo en su corazón le decía que no podía seguir ignorando lo que estaba comenzando a sentir.
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